Marcos
Espinosa San Miguel
La incapacidad de la 4T para dirigir al país la ha resaltado esta
pandemia. Otras cosas que desde antes de la crisis sanitaria ya se
estaban presentando, ahora se encubren, pasan justificadamente a
segundo término, pero también están causando mucho daño al país
y no se ve que se quiera encontrar una salida.
El problema de la salud pública ya estaba presente, basta recordar
las manifestaciones de familiares de personas con cáncer que morían
diariamente en los hospitales sin los elementos necesarios para
enfrentar la enfermedad; o la escasez de medicamentos que ya era un
problema nacional.
También la economía venía presentando contracción, basta decir
que el año pasado no hubo crecimiento económico, aunque no había
pandemia y pese a que otros países en circunstancias similares a las
de México tuvieron resultados positivos. Se divisaba en el horizonte
el abismo económico, abismo que se agudiza por la paralización
mundial, al grado que hay empresas especializadas que pronostican
que, en el mejor de los casos, se alcanzará un -6.5 por ciento. Hay
cifras que dicen que solo del 13 de marzo al 6 de abril se han
perdido 346 mil 878 empleos (casi lo que se produjo en todo el 2019),
y lo que ocurrirá en próximos meses será peor.
Ambas ya se estaban presentando antes del coronavirus, y seguramente
se van a ocultar (se tomará como pretexto) bajo la crisis sanitaria.
La otra crisis que se ha venido dejando en segundo término y que
ningún mexicano debe ignorar, es la de la violencia que ha alcanzado
niveles nunca antes vistos, ni en los tiempos de lo que llamaron “la
guerra contra el narco”.
Esta última tampoco es un fenómeno derivado de la pandemia, ni se
debe a que el gobierno tenga ocupadas “todas sus fuerzas” en lo
fundamental del momento, ya había una tendencia sangrienta que se
agravaba cada mes. Las históricas manifestaciones de marzo lo
demuestran. Recordemos la marcha contra los feminicidios en la Ciudad
de México, resultado no de un plan golpista contra López Obrador,
sino de una genuina y bien fundada inconformidad por la arrasadora
violencia de la que las mujeres estaban siendo víctimas; la otra
manifestación fue la de los estudiantes poblanos, que en cantidad
sin precedente inundaron las calles del centro de Puebla exigiendo
justicia para el joven de la BUAP asesinado junto con el chofer
cuando viajaba en Uber (aunque esa solo fue la gota que derramó el
vaso).
Marzo es uno de los meses más violentos de que se tenga registro.
Según información oficial, en cuatro semanas se contabilizaron tres
mil 78 homicidios, más de cuatro cada hora. Solo el sábado 28 de
marzo se cometieron 102 asesinatos.
A pesar de que ya en abril mucha gente se encuentra en sus domicilios
debido a la pandemia, el 20 ha sido el día en que más homicidios ha
habido: 105.
Ante la paralización de la economía a escala mundial y del gobierno
de México incapaz de accionar, el crimen organizado no se ha
detenido y, dicen los que saben, ha buscado nuevos métodos.
Según cifras de la Asociación Alto al Secuestro, en marzo hay una
elevación del cinco por ciento, llegando a 121 casos, de los cuales
solo siete fueron atendidos por alguna autoridad federal (cinco por
ciento de víctimas atendidas por el gobierno).
Y no es todo. Como no existe un plan nacional de seguridad
alimentaria, a lo que el gobierno López Obrador anunció que no
habrá cambios en los programas sociales, el narcotráfico ha salido
a las calles haciendo gala de altruismo.
En el diario El Financiero, Pablo Hiriart describe algunas acciones
de estos grupos: “No entregan y salen huyendo, apapachan a la
gente, se toman selfies y videograban su ‘labor social’ para
subirlo a redes”. La hija del Chapo, Alejandrina, encabeza mujeres
que “llenan cajas con artículos de primera necesidad que se van a
zonas populares. Claro, con la foto del legendario narcotraficante en
el donativo”. Y de igual forma otros cárteles que ante la ausencia
del gobierno han salido a hacer esta “labor social”.
Mientras tanto, México se hunde en la crisis de salud, en la crisis
económica y en la crisis de la violencia que ha sido más letal
desde que llegó Morena al poder. Si ya desde antes del Covid-19 las
cosas se veían complicadas, cuando pase la tormenta los estragos van
a ser devastadores, sobretodo porque no hay un gobierno sólido que
le haga frente a los retos de manera inteligente.
Algunos problemas sí son de carácter mundial, y nuestro país está
siendo afectado. Pero el gobierno de López Obrador ya había creado
las condiciones para que el edificio callera con un leve soplido.
El pueblo de México debe abrir los ojos a la realidad. Morena y su
líder único hunden a México en crisis y en récords negativos, que
golpea a todos los ciudadanos. Nadie se salva. La crisis no es solo
por la contingencia sanitaria, sino por un gobierno que no supo, con
todo el poder que adquirió en el 2018, dirigir al país a buen
puerto. Ya está demostrándose. Pero debemos abrir los ojos y actuar
en consecuencia.
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