Fernando
González Mejía
“La
tempestad es un pulmón que agrega sin cesar lúgubres agravaciones
a
lo que ya no tiene matiz, a lo negro”
Recientemente,
la UNAM declaró a varios municipios de la Zona Oriente del Edomex en
alta vulnerabilidad crítica por letalidad del Covid-19:
Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Valle de Chalco, Chalco, Ixtapaluca y
La Paz.
A
diferencia de otros gobernadores, el gobernador del Estado de México,
Alfredo del Mazo, ha sido “obediente” a las indicaciones del
Gobierno Federal, incluso ha imitado varias de sus estrategias: el
uso del semáforo para la apertura de las actividades, las
conferencias frecuentes –durante semanas se mantuvo en resguardo-;
pero, para no quedar tan mal en sus “fastuosos” pronunciamientos,
echó mano del “respaldo” en redes sociales; de militantes,
funcionarios públicos y empleados para aparentar aprobación
popular. Además, pretendió aminorar la falta de material y equipo
de salud, en calidad y cantidad, para el ejército blanco mexiquense,
pues siguen las valientes protestas de todo el personal de salud.
También,
intentó simular las cifras oficiales de contagios y muertes
–desmentidas, responsable y valientemente, con certificados de
defunción en mano, por los alcaldes de Ixtapaluca y Chimalhuacán-;
oculta la poca disponibilidad y amplitud de los espacios para
atender a los enfermos por el Covid-19 y los mexiquenses contagiados
siguen deambulando de un hospital a otro demandando atención.
Conozco varios casos de habitantes de la zona oriente que al no ser
atendidos en los hospitales del Estado de México, se refugian en los
espacios improvisados en la CDMX, como el autódromo Hermanos
Rodríguez.
Los
datos oficiales de la zona oriente del Estado de México señalan que
entre el 65 y 70 por ciento de la población trabajadora vive al día;
son comerciantes ambulantes, chóferes, moto taxistas, trabajadoras
del hogar remuneradas, albañiles, etc. Estos trabajadores no
aparecen en las cifras oficiales, pero son miles de mexiquenses que
si no trabajan no comen o aunque salgan a trabajar no hay suficiente
demanda de su servicio.
El
gobernador no considera a este enorme grupo de mexiquenses, para
ellos no hay una propuesta o posibilidad de apoyo con recursos
públicos estatales; además, ha ignorado vilmente que miles de
familias mexiquenses colocaron trapos blancos y cartulinas como señal
de hambruna y que demandan ayuda para alimentarse.
Ante
la presión de Estados Unidos, y algunos factores sociales internos,
el Gobierno Federal anunció la “Nueva Normalidad“, la cual
considera la apertura gradual –a partir del lunes 1 de junio- de
sectores prioritarios de la economía, para eso el cacareado semáforo
epidemiológico.
Del
Mazo declaró que no se abrirá la economía en las regiones de alto
riesgo, la zona oriente será de las últimas del país en regresar a
la “normalidad”. Pero, sí regresarán a las actividades
económicas una importante cantidad de trabajadores de la zona que
diariamente se trasladan a las zonas industriales de la CDMX y del
Estado de México. Todos vemos en las mañanas como salen repletos
los vagones de la Línea A del metro y por las noches regresan igual
de saturados por trabajadores que hacen sus actividades fuera de
nuestras localidades. Entonces el semáforo epidemiológico servirá
para maldita la cosa, pues la letalidad de la zona oriente está
dentro y fuera de ella.
El
gobernador no solo ha ignorado a los trabajadores y a las familias
que piden alimentos. Más de 50 mil familias de campesinos de 78
municipios, aproximadamente 200 mil mexiquenses, han sido dañadas
con la disparatada negativa para otorgar el subsidio de fertilizante
y semilla mejorada que desde el año 2005 se les había otorgado y,
que no es utilizado para venta de su cosecha, sino para autoconsumo
de todo el grupo familiar.
Otro
sector abandonado por Del Mazo es el magisterio: 702 maestras y
maestros mexiquenses que dan clases en escuelas, la mayoría de
escuelas ubicadas en la crítica zona oriente. Incumpliendo su
promesa de campaña de ayudar al magisterio, el gobernador canceló
el pago temporal a esos maestros, el cual fue pactado para cubrir sus
honorarios durante el tiempo que esperan para incorporarse al
magisterio oficial. Estos docentes no han dejado de dar sus clases,
pero llevan 16 quincenas sin recibir su pago (8 meses, desde octubre
del 2019) y se les ha negado el otorgamiento de plazas, a pesar de
ser maestros de profesion, tener sus documentos en regla y, por
tanto, de haber cumplido con la justificación conforme a los
lineamientos administrativos del gobierno.
A
pesar de las múltiples protestas, incluso con el riesgo de contagios
por el Covid, campesinos y maestros han acudido a Toluca a las
puertas del palacio del gobierno estatal; también, han impulsado con
entusiasmo y convicción su reclamo en redes sociales al grado de
volverse tendencia nacional, pero la proterva exagerada e
injustificable del Gobernador no le permite reconsiderar la
injusticia que comete. Es buen momento de corregir esa injusta e
inmoral conducta. Dice un proverbio “El horno no está para
bollos”. Al Gobernador le urgen buenos aliados.
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