Marcos
Espinosa San Miguel
No
había pretextos: su triunfo en las urnas en 2018 les dejó todo el
poder en las manos. Desde las dos cámaras federales, la de senadores
y la de diputados, han cambiado a su antojo la Constitución para
ponerla siempre a su favor; manejan el presupuesto anual de la nación
y bajo la bandera de la “austeridad republicana” han hecho lo
que desean con el dinero del pueblo.
Tienen cámaras de diputados locales, alcaldías, regidurías, todo
un aparato mediático que les sirve para atacar a sus oponentes, la
Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) que, a decir de los expertos,
no es más que un órgano de represión política manejada por uno de
los personajes más fanatizados de la 4T; asimismo, instituciones
otrora “autónomas” hoy son fielmente resguardadas por
morenistas, y por si fuera poco, según presumen, hay una oposición
“moralmente derrotada”.
Todo el poder está concentrado en ellos, todo el edificio estatal a
su disposición, y sin individuos o partidos u organizaciones,
excepto una, que acusen a nivel nacional sus errores, sus abusos, su
negligencia. Y aun con todo, el gobierno de Morena y su único líder,
López Obrador, han fracasado.
Dijeron que iba a haber crecimiento económico; sin embargo, incluso
antes de la pandemia y aun cuando otras economías similares a las de
México sí crecieron, nuestro país entró en una “recesión
técnica” (0.1% en 2019). Hoy la situación pinta peor: según
estudios, en el mejor de los casos, estaremos en menos 7% este año,
lo cual significa más desempleo, más pobreza (un estudio de BBVA
estima que alrededor de 12 millones de personas entrarán en pobreza
extrema este año, mientras que el CONEVAL calcula más de 10
millones de nuevos pobres), al grado de que el presidente plantea ya
no medir el Producto Interno Bruto (PIB) que refleja la producción
de riqueza de un país durante determinado tiempo, sino que ahora se
mida “lo espiritual”, la “felicidad”, el “bienestar”.
Dijeron que se iba a terminar la corrupción, el compadrazgo, el
influyentismo y, sin embargo, abundan las noticias que hablan de
contratos, en sobreprecio, a familiares de funcionarios (como a los
Bartlett), asignaciones directas a corporaciones cercanas a López
Obrador como Grupo Salinas y Operadora CICSA.
Dijero que atenderían primero a los pobres, pero sistemáticamente
les ha retirado apoyos que antes tenían a través de programas como
prospera, estancias infantiles, comedores comunitarios. No hay obra
pública, no existe desarrollo en infraestructura en el país, nada
de nuevas escuelas, carreteras, hospitales. Y a los que solicitan
ayuda, los reciben con la Guardia Nacional, como en el caso de
Huejotzingo, Puebla.
Se está acabando con el apoyo a la ciencia y a la cultura. Sin
inversión en ciencia no hay desarrollo tecnológico, lo que provoca
dependencia con otros países; es decir, no hay soberanía si se
depende de tecnología extranjera. La cultura, de por sí golpeada
por anteriores gobiernos, hoy está en una situación de pobredumbre
a causa de eliminación de fideicomisos y apoyos.
Prometieron que la violencia iba a desaparecer desde el primero de
diciembre de 2018, pero hoy vemos un país bañado en sangre. Los
feminicidios se cuentan por cientos al mes (267 solo en abril), 11
mil 535 asesinatos los primeros cuatro meses de 2020, según el
Secretariado ejecutivo de de Seguridad Pública. Además, el
narcotráfico avanza a pasos agigantados al amparo del gobierno y la
estrategia de “abrazos y no balazos”.
Como vemos, aún sin oposición, teniendo todo el poder, el gobierno
de Morena y López Obrador ha fracasado, lo cual debe dejar una gran
lección a los más humildes, los trabajadores honrados, los
profesionistas aguerridos, los artistas vejados, los médicos
calumniados, las mujeres a las que se les trata como mentirosas por
el presidente por denunciar los maltratos de que son víctimas, en
fin, a todos los mexicanos.
Es cierto que mucha gente es fanática de López y sus seguidores,
quienes, según las encuestas, cada día son menos pues muchos
votaron por hartazgo de políticos “tradicionales”, como los del
PRI o el PAN y porque millones creyeron las promesas que les hicieron
de un futuro mejor, pero que ya se decepcionaron y lo abandonaron.
La lección que nos deja el fenómeno löpez Obrador es que ningún
“iluminado”, ningún individuo o partido en solitario, ninguna
persona por muchas buenas intenciones que tenga, va a poder cambiar
el estado de cosas que vive el país; que si en verdad queremos un
cambio a favor de los trabajadores, a favor del pueblo, de los más
humildes, de los olvidados, la única alternativa es que esos
millones de personas tomemos el poder político en nuestras manos.
La consigna del Movimiento Antorchista Nacional no es llevar a un
individuo que prometa todo para ganar la Presidencia de la República,
sino que el pueblo se organice y luche por el poder, para desde ahí,
entre todos, impulsemos y sostengamos el cambio que nuestro país
necesita.
No los invitamos a ser seguidistas, los invitamos a conocer, a
estudiar, a organizarse y luchar; los invitamos a seguir una causa
justa no a un solo individuo. Somos millones, pero nos hacen falta
más personas buenas que busquen un futuro mejor para todos.
Parece difícil, pero ya falta menos. O como dice el poeta náhuatl
Natalio Hernández en Necesitamos caminar solos:
Algunas
veces siento que los indios
esperamos
la llegada de un hombre
que
todo lo puede,
que
todo lo sabe,
que
nos puede ayudar a resolver
todos
nuestros problemas.
Sin
embargo, ese hombre que todo lo puede
y que
todo lo sabe
nunca
llegará;
porque
vive en nosotros,
se
encuentra en nosotros;
aún
duerme
pero
ya está despertando.
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