La
poética del cine a través del ordenador, televisión y móvil
México,
Junio 2017. Recientemente, para ser exactos en la edición 70 del Festival de
Cannes, surgió una polémica que incluso muchos denominaron disputa debido a un
pequeño cambio en las reglas del juego, donde, para 2018 las películas que no
hayan sido exhibidas en salas francesas no puedan competir por la Palma de Oro.
Ante esto, Hollywood tampoco se quedó atrás, al imponer algo similar: las
cintas candidatas a un oscar “a mejor película” deben haberse exhibido al menos
siete días seguidos, tres veces al día, en cines de Los Ángeles.
El
principal afectado y anulado con dicha decisión ha sido el monstruo llamado
Netflix, quien a pesar de participar con dos cintas producidas en casa (Okja y
The Meyerowitz Stories) fue foco de algunos ataques. Jean Labadie, presidente
del distribuidor francés Le Pacte, llegó acusar a Netflix de promover "la
muerte de los teatros" y afirma: "Es peligroso que una película que
pudiera ganar la Palma de Oro nunca sea vista en un teatro, es un
símbolo".
Mucho
se dice que el choque de opiniones va más allá de lo escénico y artístico que
representa el séptimo arte, el hecho de ver a Netflix como precedente
preocupante para la industria lo acuñen
a intereses financieros, dejando a un lado la poética del cine y las teorías de
la percepción. El conflicto se centra en un choque entre un sistema tradicional
y un nuevo modelo de negocios, donde no se considera necesaria la exposición en
pantalla grande:
“Las
principales actividades de los internautas mexicanos son: comunicarse con 89%,
ingresar a contenidos audiovisuales con 82% y el entretenimiento con 80%, según
el Inegi”.
Robert
Bresson, cineasta francés característico por cintas en las que desarrolló un
discurso que buscaba un absoluto ascetismo, despojamiento y que aspiraba a
captar aquello que escapa a la mirada ordinaria, afirmaba que: “es necesario
que una imagen se transforme al contacto con otras imágenes, como un color al
contacto con otros colores. No hay arte sin transformación. (…) Conmover no con
imágenes conmovedoras, sino con relaciones entre imágenes que las vuelvan a la
vez vívidas y emocionantes”. Y en realidad ¿es algo que no se pueda logra
independientemente al soporte comunicativo? ¿no es una transformación que ya
están logrando las plataformas digitales?, es ahí donde debe recaer el
verdadero debate.
El
contexto actual del consumidor y las exigencias que este demanda ahora van más
allá de buscar cosas nuevas, de conocer historias originales. El ir al cine,
comprar palomitas y compartir tiempo con un amigo o a solas sigue siendo un
ritual social; pero también el desvelo y la inalcanzable espera de un año para
ver el estreno de la siguiente temporada de una serie o encontrar películas
internacionales interesantes, se están volviendo también un hábito gustoso
entre los jóvenes principalmente, dinámica y transformación que solo ha sido
posible a través de plataformas como Netflix.
Es
un tema muy controversial que al final recaen en lo económico, ante un panorama
actual que cuenta con más público consumiendo plataformas digitales (por las
razones que sean: tiempo, gustos, accesibilidad, etc.) y es por ello que a la
industria tradicional le parece conveniente introducir este tipo de limitantes
a industrias emergentes como lo son plataformas digitales, afirman Michelle y
Emilie Morán, mexicanas expertas en dirección de casting y entretenimiento;
esto también con el fin de conservar un negocio tan redituable como lo es el
cine, donde se busca seguir enamorando a los cinéfilos para que sigan
asistiendo a las salas de cine.
Por
otro lado, a pesar de que las plataformas digitales también sean un negocio en
apogeo y en extremo redituable, no solo se trata de un tema económico pues
tampoco no se desea perder la magia del cine al darle apertura a dos formatos
diferentes, cuyo resultado final puede percibirse de manera distinta, explica
Emilie Morán: ver una película en el cine no es igual que verla en televisión,
pensando desde el origen de la cinta, pues un director cuando está creando una
historia cinematográfica está pensando en un formato y dimensión de cine y no
en un formato de tv, lo cual influye en la toma de decisiones dentro del filme
y por lo tanto el discurso de la misma.
Siendo
estrictos en la parte de producción, comenta Michelle Morán, si hubieran
ocurrido estas restricciones de la transición del carrete a lo digital como
ocurrió con “Avatar”, este debió ser un filme que no hubiera entrado en los
Premios Óscar, ya que estaba elaborada en formato digital y no en carrete, sin
embargo gano muchas estatuillas. Es evidente que son transformaciones que va
teniendo el mercado, ¿qué vaya a pasar? no se sabe, pero en algún momento de la
industria dejarán de ser un tema, lo importante ahora es que esta polémica
marca la parte más importante del cambio que estamos viviendo como públicos y
como la industria que hace cine.
El
mostrarse renuente al cambio es negarse a la realidad e incluso al éxito, la
tarea principal de quienes por amor ejercen el séptimo arte es seguir brindando
historias inspiradoras a su público; a quienes ejercen el séptimo arte como
negocio debe estar entre sus metas el adaptarse a lo que su contexto cultural y
tecnológico les ha brindado.
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