RESIGNIFICANDO
EL SOBREPESO ANTE LA EXISTENCIA DEL BIOSHOCK ORIGINADO POR UN CONFLICTO DE
ABANDONO
Ciudad
de México – junio de 2017 – La incertidumbre laboral presente como constante
del mundo moderno ha disparado switches ancestrales alojados en lo profundo de
nuestro cerebro de forma totalmente inconsciente, provocando la necesidad
instintiva de protegerse ante posibles escenarios de inopia en cualquier nivel
de la pirámide motivacional que sirve como eje principal para el entendimiento
de la psicología humanista, dando como resultado efectos negativos extremos
como la obesidad o el tabaquismo.
La
obesidad laboral es un efecto negativo que se ha estudiado ampliamente en el
mundo médico, sin embargo los estudios no han dado con una cura definitiva, ya
que el génesis se encuentra no en un área física sino cognoscitiva del
individuo, tal vez. Esta hipótesis se sustenta en el hecho de que el cerebro
responde ante una señal de adversidad que detona una alarma interna que provoca
un comportamiento para salvaguardar la propia existencia. En este caso el detonante es el abandono y el
comportamiento es el almacenamiento de grasas o líquidos.
En
épocas inmemoriales el ser humano tenía como función única el sobrevivir, se
alimentaba de la recolección y debía responder a esta actividad diariamente por
la incapacidad de poder almacenar.
Cuando el individuo se encontraba ante un evento adverso el cerebro
primitivo se obligaba a protegerse, por la falta de comida, la pérdida de las condiciones
climatológicas propicias para sobrevivir o el verse apartado del núcleo social
del que formaba parte.
Esta
lucha psicológica la sobrelleva el cerebro a nivel inconsciente ya que es a
este nivel en donde se interpreta las señales externas como ecos de lo que
ocurría en sus etapas primitivas, protegiéndose de las mismas como un abandono
(estar fuera del clan y vivir peligro de muerte) por comida (dietas), de
contacto físico (segregación laboral), por falta de recursos para el sustento
(bajos salarios), ante la sensación de peligro de muerte de forma simbólica
(despidos o cambios organizacionales), orillando al cuerpo a protegerse,
almacenando energía ante la inminente etapa de abandono. Con estos mismos
procesos cerebrales, hemos pasado de aprender a sobrevivir a matarnos
literalmente a nosotros mismos con estos hábitos.
Cuando
el individuo en las organizaciones no alcanza a interpretar adecuadamente los
distintos sentimientos derivados de su entorno, el cuerpo tiende a somatizar
estas situaciones originados por un shock biológico, porque el cerebro no
alcanza a identificar si lo que ocurre a su alrededor es real o imaginario,
representando síntomas físicos por causas mentales. El cerebro percibe entonces
la posibilidad de muerte. Y aquí surge la acumulación irracional de grasas
(energía no utilizada) y con ello la obesidad.
“México
es uno de los países donde el salario promedio conflictua al individuo en su
estabilidad económica, adicionado al flujo de empresas de outsourcing que
manejan un nivel muy alto de incertidumbre laboral en el trabajador por la
carencia de pertenencia inherente de su servicio, estos factores desencadena un
desequilibrio emocional muy fuerte al no poder llegar a la autorealización”,
comentó Arturo Ruiz Velasco Romero, Consultor certificado en estrategias de
bienestar humano y fundador de OM Capital Humano. “La obesidad laboral es un reflejo de una
serie de conflictos internos, que se aunan al sedentarismo, mala alimentación y
desequilibrios emocionales ante la incertidumbre de desconocer su futuro
inmediato”.
En
las empresas, las personas deben poder reconocer los distintos factores que
predisponen el sentimiento de abandono. El “mindfulness”, como término aplicado
a las estrategias laborales con relativa actualidad, lleva como acepción la de
“atención plena”. La atención tiene que ver con observar claramente lo que
obtenemos al leer nuestros sentimientos que generan malestar, quedando
desencantados a un nivel visceral y desde esta postura desencantada, dejarlos
ir naturalmente.
Esto
no quiere decir que por arte de magia dejarán de comer, mas con el tiempo, a
medida que se aprende a desaprender, nos desprendemos de los viejos hábitos y
formamos nuevos. La paradoja aquí es que el “mindfulness” busca el interés en
conocer personalmente qué está sucediendo realmente en nuestro cuerpo y mente
en todo momento.
Cuando
estamos en atención plena de nosotros mismos empezamos a notar que los antojos
son simplemente sensaciones corporales, hay opresión, hay tensión, hay
inquietud y estas sensaciones corporales van y vienen. Son pequeñas
experiencias que podemos gestionar de momento a momento en lugar de aplastarnos
por ese enorme y escalofriante deseo en el que nos ahogamos. En otras palabras, cuando somos concientes de
nuestros sentimientos, salimos de nuestros viejos patrones de hábitos reactivos
basados en el miedo, y damos un paso adelante hacia la felicidad.
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