Autor: Luis Alberto Sánchez, General Manager México y Centro América. 
El
 término de identidad digital ha comenzado a formar parte del lenguaje 
común, pero muchas veces suele confundirse. Pensemos en la identidad 
digital como parte de la información que más se utiliza al estar en 
línea, para identificar a una persona, la cual no debe confundirse con 
la identidad física típica.
La
 identidad digital no incluye información común como el RFC o CURP. Esta
 se representa de mejor manera por puntos de datos dinámicos como lo son
 la dirección de correo electrónico, dirección de facturación o envío, 
IP y número de teléfono, por mencionar algunos datos. De esta manera, es
 el correo electrónico el principal elemento de identificación digital.
Sabemos
 que un estafador puede acceder a una infinidad de datos de identidad 
por medio de una compra en la dark web, sin embargo, ésta no le permite 
tener una lectura al 100% de cómo es su victima. Pero eso no le impedirá
 utilizar toda la información que obtuvo para realizar otras 
transacciones fraudulentas. 
Pensemos
 que posee información de una tarjeta de crédito, pero no conoce el 
número de la cuenta, ni el email a la que esta vinculada, ésta es una 
autenticación de dos factores que hace el acceso más difícil.  Y aunque 
el estafador esté al asecho, lo único que puede hacer es crear una nueva
 dirección de correo que aparente ser de la víctima, dueña de la tarjeta
 de crédito.
Sin
 embargo, el email vinculado a la tarjeta de crédito es 100% único, no 
puede haber otra dirección electrónica igual. Quizá al abrir una nueva 
cuenta el estafador lo haga con información legitima, pero si realizamos
 un análisis y observamos los detalles que hay detrás de una dirección 
de correo electrónico podremos identificar detalles como el tiempo de 
existencia de ese correo, las interacciones que ha tenido, a qué redes 
sociales esta vinculado, su IP, si el nombre de quien esta queriendo 
realizar una compra con la tarjeta de crédito coincide con el 
propietario de la cuenta de correo, las conexiones históricas con otras 
transacciones, etc.
De
 esta forma la dirección de correo electrónico es un factor relevante 
para conservar y proteger la identidad digital, la cual es imposible de 
duplicar.
¿Y tu cuanto tiempo tienes con tu correo electrónico? ¿y a través de todos esos años, en donde lo has usado? Por
 eso, debemos estar atentos en la construcción de nuestra identidad 
digital y mantenernos informados sobre los riesgos que corremos en el 
mundo virtual, en donde cada vez llevamos a cabo más acciones, como 
compras, solicitud de préstamos o la apertura de servicios financieros y
 de otra índole, por mencionar algunos.
Seamos responsables de nuestra identidad digital, como lo somos con la offline.
No hay comentarios:
Publicar un comentario