sábado, 22 de junio de 2019

El doble discurso de AMLO y los migrantes


Carlos Ugalde Sixtos
Integrante del Comité Estatal del Movimiento Antorchista
           
El doble discurso de AMLO con respecto a los migrantes centroamericanos recuerda mucho al personaje central de la novela corta de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que de día era muy buena persona y de noche se transformaba totalmente en su contrario, a tal grado que casi a diario asesinaba a alguien. Y es que, por un lado, el presidente ha ofrecido a los migrantes trabajo para todos y hasta ayuda de carácter asistencial, y, por el otro, los ha reprimido, ya en varias ocasiones.
            AMLO ha pedido al pueblo de México que trate bien a los migrantes que pasan por nuestro territorio, para ello se ha deshecho en argumentos. Ha explicado que ellos salen de sus países por necesidad económica buscando un mejor nivel de vida en Estados Unidos de Norteamérica, que es anticristiano darles la espalda, que no seamos mezquinos, etc., etc. Y ese trato humano y amable lo ha pedido incluso, en su afán de convencer, para todo ser humano que haya nacido en cualquier parte del mundo y hasta “en cualquier parte del universo” (sic).
            Pero, al mismo tiempo, ha actuado con mano dura contra los migrantes: desplegó seis mil elementos de la llamada Guardia Nacional a la frontera sur de México con la finalidad de impedirles la entrada a nuestro territorio. El canciller Marcelo Ebrard ha mandado un mensaje contundente a todos los migrantes: “si van para Estados Unidos no pasen por México”
            Cabe recordar dos torpes y ridículas afirmaciones de la Secretaria de Gobernación: una a principios de la administración morenista en el sentido de que el problema de la migración hacia “el sueño americano” lo había resuelto el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación  “en tan sólo 3 días.”; y la segunda, muy recientemente declarado en rueda de prensa, que no se explicaba por dónde habían pasado miles de migrantes que ya habían llegado a Tijuana y a otros puntos fronterizos.
            A todo esto hay que agregar que aún no se sabe, a ciencia cierta, qué compromisos con respecto a los migrantes aceptó México, presionado por Trump; no sabemos si la orden consiste en no dejar pasar a nadie, o solo disminuir selectivamente el flujo de migrantes hacia USA. Pronto sabremos (a más tardar en seis meses, plazo que de manera por demás humillante, impuso Donald Trump al gobierno “revolucionario de la Cuarta Transformación”, el cual se ve que no ofreció resistencia alguna), de manera muy concreta, a qué acuerdos llegaron ambos gobiernos o, más bien, como todo mundo sospecha, cómo y hasta qué grado cedió, de manera pusilánime, el gobierno de México ante la ambición del imperialismo yanqui, pisoteando, por enésima vez, la vapuleada soberanía nacional.
            Por si fuera poco, también sigue azuzando, no en el discurso, pero si en los hechos a los centroamericanos en contra de los mexicanos, al recortar o incluso desaparecer programas alimentarios, de salud, de cultura, etc. a éstos últimos y prometiéndoles trabajo, alimentación y vivienda a los primeros.
            En fin, el pueblo de México deberá estar muy atento para presenciar hacia dónde va a llegar o cómo se definirá ese doble discurso del Gobierno Morenista y cómo repercutirá en la clase trabajadora, la cual deberá tomar las medidas precautorias pertinentes en defensa de sus intereses de clase. Que así sea.

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