* Además de
español, habla inglés, francés, alemán, italiano y japonés.
* Está
asignado a Coyoacán, donde orienta a los visitantes
Su interés por aprender idiomas empezó cuando tenía 51 años de edad y se
dio cuenta de que hablar sólo español le impedía brindar el servicio que
deseaba como policía auxiliar asignado al Aeropuerto Internacional de la Ciudad
de México (AICM).
“Con lo poco que conocía del idioma no podía acercarme a todos los
turistas que tenían alguna inquietud o necesitaban una asesoría; le dije a mi
comandante que quería estudiar, y accedió. Desde entonces no he parado de
aprender”, dice el oficial Juan Orozco Álvarez, quien hoy habla seis idiomas.
En el pecho lleva una pequeña placa dorada que lo identifica como
“english speaking officer” (oficial de habla inglesa) y arriba de ella las
banderas de México, Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Francia, Japón,
Alemania e Italia, pues los idiomas de esos países son los que domina.
Además sabe un poco de coreano, tiene nociones de chino mandarín y
hebreo, y está en proceso de aprender portugués.
El “poli políglota”, como lo conocen en la corporación, estudia todos los
días durante las dos horas que hace de camino desde su casa, en Tláhuac, al
módulo turístico en el Centro de Coyoacán, donde actualmente labora.
En 2015, Orozco Álvarez fue merecedor de la medalla al Mérito Policial
–sólo 18 han sido entregadas a la Policía Auxiliar– por su buen desempeño en
las labores diarias, sus deseos de profesionalizarse y el apoyo que todos los
días presta a los turistas extranjeros que visitan la Ciudad de México.
EL RETO DE LLEGAR A LA POLICÍA
Juan Orozco es tornero mecánico de oficio, pero tras varios años
respondió a una solicitud de la Policía Auxiliar, que buscaba elementos para la
zona del Aeropuerto.
“Al solicitar el empleo me dijeron que ya no tenían lugar, pero yo en
serio estaba interesado, y para que vieran que me importaba les comenté que más
o menos sabía hablar inglés y que una habilidad así aquí les sería muy útil”,
cuenta el “poli políglota”.
En ese momento una de las áreas tenía un problema con un turista
extranjero al que nadie entendía, y el oficial que entrevistaba a Juan le hizo
una propuesta: si lograba solucionar la dificultad, se quedaba con el trabajo.
Se trataba de un turista norteamericano muy molesto porque no encontraba
su computadora personal, y no sabía si se la habían robado o si estaba
desaparecida.
Juan se acercó, dialogó un poco y al iniciar la búsqueda encontró la
laptop atorada entre una pared y la banda transportadora de equipaje, con lo
que logró dos cosas: un turista contento y el nuevo empleo.
GANAS DE APRENDER
Una vez dentro de la corporación, Juan se dio cuenta de que no bastaba
con tener conocimientos básicos de inglés, debía hablarlo mejor e incluso
aprender nuevos idiomas para brindar una mejor atención en el aeropuerto.
“Me fui todos los sábados de ocho de la mañana a dos de la tarde al
Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) de la UNAM, y en dos años
aprendí a hablar el idioma”, dice.
En la misma institución aprendió francés, italiano y alemán. De manera
autodidacta estudió japonés y coreano.
“Ser policía es lo mejor que me ha pasado en la vida, porque sirvo a la
ciudadanía y tuve la oportunidad de prepararme mejor. A mis 69 años lo único
que me queda es seguir ayudando y a partir de mi experiencia enseñarle a los
más jóvenes. También le pido a la gente que confíe en su Policía, en serio
estamos cambiando. Somos más los buenos”, señala.
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