Aquiles
Córdova Morán
¡Señor,
señor! ¿Por qué odiarán los hombres
al
que lucha, al que sueña y al que canta?
¡Cuán
doloroso es ver que cada ensayo para volar
provoca
una pedrada, un insulto mordaz, una calumnia!
¿Por
qué será la humanidad tan mala?
Nicolás
Guillén,
“El mal del siglo”
Solo
el día lunes 25 de febrero, logré contar cinco notas en que se nos
ataca sin motivo legítimo y sin ninguna prueba. Si esto es la
preparación de un golpe represivo del Gobierno, yo quiero dejar bien
claro quiénes son los encargados del trabajo sucio, los responsables
de abonar el terreno a la represión popular, cómo y con qué
recursos lo hacen. Dos de las notas parecen estar emparentadas entre
sí, es decir, da la impresión de que es la misma mano instigadora
detrás de ambas.
La
“Diputada Federal del Grupo Parlamentario de Morena” (así se
identifica en su nota), María de los Ángeles Huerta, publicó en
“El Sol de México” un artículo que tituló “Poder legislar
juntos” en el que comienza aprobando la medida presidencial de
cortar el subsidio a las organizaciones “de la sociedad civil” y
acaba señalando que no todas merecen ese trato. A juicio de la
diputada, “muchas parecen (¿solo parecen
y
por eso se les debe castigar?) estar hechas (…) para el beneficio
personal de sus directores y/o de intereses muy privados (¿cuáles
son, diputada, los intereses poco
privados?)
y en ocasiones mezquinos”. Afirma que hay “muchas organizaciones
(…) de origen y fines dudosos, cuyo único mérito es la amistad o
cercanía con políticos o funcionarios públicos que históricamente
(¡sic!)
les han proporcionado recursos que se manejan con escasa o nula
transparencia para la fiscalización pública.” (¡resic!) Las
cursivas
son mías, ACM.
Después
de un punto y aparte, la diputada dispara a quemarropa: “El
caso de Antorcha Campesina puede ser un buen ejemplo de ello…” Y
nada más. ¿Es darle a usted demasiado trabajo, diputada Huerta,
encima de su agotadora labor legislativa, si le demando que precise
por qué le parece “dudoso” el origen de Antorcha Campesina, el
nombre de los “políticos o funcionarios” que “históricamente”
(¡qué bajo ha caído la historia!) nos han dado dinero cuyo uso no
transparentamos y las cantidades, aproximadas siquiera, de las que
habla? Pienso (aunque es seguro que usted no estará de acuerdo
conmigo) que es lo mínimo a que tenemos derecho los antorchistas,
frente a la directa e insultante acusación que nos lanza,
convirtiéndonos sin más en paradigma de organización corrupta al
servicio de oscuros y “muy privados intereses”.
Por
si su extenuante trabajo legislativo le dejara algún resquicio
libre, le informo que en la página Web de Antorcha puede usted
encontrar toda la información que desee sobre cómo, dónde, cuándo
y para qué nació Antorcha Campesina; también todo el detalle que
guste sobre lo que hacemos, dónde y con quiénes lo hacemos, con qué
resultados y en beneficio de quién. Incluso, hay allí videos,
fotografías, imágenes ilustrativas del resultado de nuestra ingente
labor social. Además, pienso que como legisladora que es usted, sabe
perfectamente que los recursos públicos no se entregan así como así
al primero que los pida, ni se le deja libre para hacer con ellos lo
que le venga en gana; que todo eso está rigurosamente normado y su
aplicación es vigilada y auditada hasta los decimales por gente muy
competente. A la luz de esto que usted no puede negar, su acusación
resulta absolutamente falsa, trivial e insostenible.
La
nota similar a la anterior es de Sergio Sarmiento (JAQUE MATE, diario
“Reforma”,
25 de febrero) y se titula “Primero amputar”. Sarmiento, igual
que la diputada Huerta, divide a las “organizaciones de la sociedad
civil” en buenas y malas a su muy leal saber y entender; e igual
que la diputada Huerta, condena a las perversas y delincuenciales a
ser erradicadas sin miramiento, pero no a las otras. La tabula
rasa,
en este caso, es injusta y errónea en opinión del columnista. Dice
textualmente: “Hay una lógica, supongo, en la decisión del
presidente López Obrador de no entregar recursos a las
organizaciones de la sociedad. Algunas son fachadas de grupos de
extorsión. Es el caso de Antorcha Campesina, que ha obtenido del
gobierno enormes cantidades de dinero así como terrenos, como las
200 hectáreas de El Moño, en Chimalhuacán, entregadas en 2016 por
el régimen del PRI”. ¡Y nada más!
No
hay, pues, gran diferencia entre lo que escribe una diputada
morenista habilitada de columnista y el intelectual de altos vuelos y
sólida cultura que pretende ser Sergio Sarmiento. Tampoco él da un
solo argumento para sostener que Antorcha es la fachada de un grupo
de extorsión; ni sobre las “enormes cantidades de dinero”
público que nos hemos robado; ni de dónde sacó lo de la donación
de El Moño a los antorchistas. Se trata de una pura calumnia, de una
acusación infame sin paliativos y de un grosero abuso de influencia
mediática. Sarmiento parece querer decirnos: ¿Acaso no es prueba
suficiente que sea yo quien lo diga? Pues no. No es suficiente. Y de
paso, hago notar la flagrante contradicción entre el título de su
columna y la alevosa injuria que nos lanza. ¿Es que Sarmiento cree
que calumniar no es hacer daño? Le recomiendo echar una ojeada al
artículo de don Diego Fernández de Ceballos del mismo día:
“…¡cuidado! –escribe el conocido Licenciado– la calumnia es
la forma más vil para arrasar con honras de personas y devastar
instituciones!” ¿Alguna duda, don Sergio?
A
ambos columnistas debo hacerles notar que cometen el mismo error de
principio. Para defender a las “organizaciones de la sociedad
civil” que ellos cobijan, meten con calzador entre ellas a Antorcha
Campesina, y luego, cómodamente, establecen el violento contraste
entre estos “delincuentes” y quienes hacen filantropía y caridad
social que ellos aplauden. El error consiste en que Antorcha jamás
se ha definido como ONG ni como “organización de la sociedad
civil”; sino como un movimiento político-social de carácter
popular, que combate, desde hace 45 años, la pobreza y la
desigualdad que reinan en el país. Por tanto, a diferencia de los
protegidos de Sarmiento y Huerta, jamás hemos recibido subsidio,
directo ni indirecto, de gobierno alguno, y no se nos puede quitar lo
que nunca hemos tenido. Sobre los “Ríos de dinero por debajo de la
mesa” (“Proceso”
dixit), ya hemos hablado bastante; pero, por si hiciera falta,
aconsejo a Sarmiento que, si va a atacarnos de nuevo, lea siquiera lo
que hemos dicho, escrito y documentado en nuestra defensa, tanto
sobre el dinero como sobre las 200 hectáreas de El Moño. Eso le
ahorrará el seguir diciendo sandeces.
Sarmiento
es una figura mediática destacada sin lugar a dudas. Conductor de
televisión, columnista de uno de los diarios más prestigiados y
poderosos de México, entrevistador de importantes personajes de
nuestra vida pública, etc. Tengo, pues, derecho a suponerlo muy bien
informado y, por tanto, a concluir que sus acusaciones gratuitas solo
pueden tener una de dos explicaciones: 1) el desprecio arrogante
hacia nosotros y sus lectores; 2) la mentira premeditada, la maligna
intención de hacer daño, atrincherado en su poder mediático.
Sarmiento también es un personaje absolutamente urbano. Hombre de
traje y corbata diarios, de café y de biblioteca, pero absolutamente
ajeno a la realidad que existe más allá de la Ciudad de México y
sus alrededores. Jamás ha visto con sus propios ojos el trabajo de
los antorchistas; no se imagina siquiera qué hacen y cómo lo hacen,
con qué sudores y sufrimientos, por ejemplo, en la Tarahumara de
Chihuahua, en la Montaña guerrerense, en el Soconusco chiapaneco, en
la Sierra Negra y la Norte de Puebla. Lo invito, pues, a que conozca
nuestra realidad y le ofrezco no llevarlo tan lejos: a las colonias
pobres del sur de la capital poblana nada más. Ahí verá la pobreza
cara a cara; el hambre, la insalubridad, la vida paupérrima en
malolientes pocilgas. Así, cuando escriba, sabrá ahora sí a quién
está acusando y descalificando.
Termino
con otros dos ataques gemelos. “Diario
de México”
y diariodemexico.com, hablando de la encuesta sobre la termoeléctrica
de Huexca, Morelos, dice: “En el Municipio de Ayala, organizados en
autobuses, llegaron a votar integrantes de Antorcha Campesina
portando pancartas en contra del proyecto y del presidente de la
República”. Por su lado, “Diario
Imagen”
y diarioimagen.com, dice: “de acuerdo con lo reportado hasta las
14:20 horas, la mañana había transcurrido con poca afluencia, hasta
que alrededor de la 14:00 horas llegaron varias decenas de militantes
de Antorcha Campesina a participar en el ejercicio”.
Ambas
notas son totalmente falsas: 1) porque Antorcha no ha tenido nunca
nada que ver con el proyecto de Huexca; 2) porque los antorchistas,
como cualquier militante de una organización, no llevan la
identificación grabada en la frente y no pueden ser reconocidos a
simple vista; 3) porque de haber participado en la consulta,
habríamos derrotado con creces a los morenistas. ¿Por qué,
entonces, se nos acusa tan torpemente? Lo que realmente se busca es
deslegitimar la lucha de los morelenses y su reclamo al Presidente
para que cumpla su promesa de campaña de cerrar la obra. Se quiere
hacer creer a la opinión pública que la oposición a la
termoeléctrica es ficticia, obra de un grupo de manipuladores
“enemigos del Presidente”. Es, además, una provocación para que
los morelenses en lucha salgan a deslindarse y a atacar a los
“antorchos” por injerirse en su lucha sin ser llamados, aislarlos
de ese modo y derrotarlos.
Amigos
morelenses: nosotros no metimos ni la uña del meñique en la
encuesta, ni queremos tampoco arrebatarles sus banderas. Pero si
ustedes se animan, ahora o en el futuro, a saltar del prejuicio al
juicio cierto y fundado en hechos, sepan que siempre podrán contar
con nuestro apoyo fraterno, leal y desinteresado.
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