1. Antecedentes
De acuerdo con el
Artículo 51 de la Ley del Banco de México, en el mes de enero de
cada año este Banco Central debe enviar al Ejecutivo Federal y al H.
Congreso de la Unión una exposición de los lineamientos a seguir en
lo referente a la conducción de la política monetaria para el año
correspondiente. En cumplimiento con dicha normatividad, a
continuación se exponen los criterios a seguir para la conducción
de la política monetaria en 2020.
El Artículo 28 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece
que “El Estado tendrá un banco central que será autónomo en el
ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo
prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la
moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo
nacional que corresponde al Estado”. A su vez, de acuerdo con el
Artículo 2 de la Ley del Banco de México, dicho Instituto Central
tendrá por finalidadproveer a la economía del país de moneda
nacional y que, en la consecución de esta finalidad, tendrá como
objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo
del peso mexicano. Además, establece que también serán finalidades
del Banco promover el sano desarrollo del sistema financiero y
propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pagos. Al
respecto, es importante destacar que estas tres finalidades
constituyen bienes públicos cuya consecución se refleja de manera
directa en el bienestar de la población. Asimismo, tienen profundos
vínculos y complementariedades, que el Instituto Central considera
no solo al conducir la política monetaria, sino también en su papel
de regulador y supervisor de los sistemas financiero y de pagos.
En este contexto,
para cumplir con sus finalidades, es primordial que este Instituto
Central haga un uso responsable de la facultad de emitir dinero
fiduciario y que la cantidad de dinero que ponga en circulación, así
como los términos y condiciones de acceso al mismo, sean
consistentes con su mandato constitucional. Asimismo, es importante
que la población tenga confianza en que el Banco Central, en todo
momento, conducirá la política monetaria con el objetivo de
procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional,
lo que implicaría mantener una inflación baja y estable. Esto
propicia que la determinación de precios en la economía sea
congruente con la meta de inflación de la autoridad monetaria, lo
cual tiene claros beneficios para la economía y contribuye al
cumplimiento del mandato constitucional.
En línea con lo
anterior, el Banco de México adoptó formalmente en 2001 un régimen
de objetivos de inflación como marco para conducir la política
monetaria y cumplir con su mandato constitucional de procurar la
estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional. Al respecto,
la Junta de Gobierno de este Instituto Central estableció que, a
partir del año 2003, la meta permanente de inflación sería una
variación anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC)
de 3%. Además, considerando que existen múltiples factores que
están fuera del control de la autoridad monetaria y que en el corto
plazo pueden incidir sobre el comportamiento de la inflación, el
Banco de México definió un intervalo de variabilidad de más/menos
un punto porcentual alrededor de la meta referida. 1 Lo anterior
reconoce que la inflación puede presentar volatilidad debido a la
ocurrencia de fluctuaciones en precios relativos, cuyo impacto sobre
la inflación suele ser transitorio.
La relevancia del
mandato constitucional del Banco de México se sustenta en la
necesidad de evitar los costos económicos y sociales derivados de
episodios de inflación alta y volátil, los cuales tienen un impacto
adverso sobre el bienestar de la población. Ello de manera directa a
través de menores salarios reales y creación de empleos, así como
una distribución del ingreso más desigual, y en el mediano y largo
plazos, al inhibir la inversión y el crecimiento económico. En
efecto, entre los principales costos de la inflación, se encuentran
los siguientes:
1. La inflación
reduce el poder adquisitivo de la moneda y los salarios reales, con
efectos especialmente adversos en la población de menores ingresos,
lo cual deteriora la distribución del ingreso. En particular, la
inflación reduce el poder adquisitivo del dinero, por lo que puede
interpretarse como un impuesto que grava todo tipo de saldos
monetarios. Aquellos hogares que mantienen una mayor proporción de
su riqueza en efectivo o saldos nominales pagan un mayor impuesto.
Por lo general, la población de menores ingresos tiene un acceso más
limitado al sistema financiero, por lo que mantiene una mayor
fracción de sus ingresos en efectivo o saldos nominales y, por ende,
se ve más afectada por la inflación. Así, en un entorno
inflacionario el poder adquisitivo de la población de menores
ingresos disminuye en mayor proporción que el del resto de la
población, lo que amplía y perpetúa la desigualdad.
2. La inflación
afecta la planeación de mediano y largo plazos de los agentes
económicos. Los periodos inflacionarios dificultan la evaluación de
proyectos de inversión, ya que generan mayor incertidumbre sobre el
comportamiento de los precios en el futuro y, en consecuencia, sobre
los retornos esperados asociados con dichos proyectos. Esta falta de
confianza en el entorno tiende a reducir los horizontes de planeación
de los agentes económicos, lo que afecta sus decisiones de inversión
y ahorro. Esto último puede desalentar la ejecución de proyectos de
mediano y largo plazo con un alto rendimiento social y, en
consecuencia, disminuir el crecimiento potencial de la economía y la
creación de empleos formales y productivos.
3. La inflación
afecta la asignación de recursos en la economía. Como se mencionó
en el punto anterior, en un entorno de inflación alta y volátil,
las familias y las empresas enfrentan un entorno más incierto para
la toma de decisiones, ya que se dificulta la extracción de señales
a partir del comportamiento de los precios relativos. Lo anterior
distorsiona las decisiones de consumo, ahorro e inversión, y
propicia una asignación ineficiente de recursos, con afectaciones
sobre la productividad en l a economía. Además, la mayor dificultad
para comparar precios a lo largo del tiempo y entre distintos
oferentes de cada producto, mitiga la competencia en el sector
comercial y reduce el poder de negociación de los consumidores en
relación con los productores y oferentes de bienes y servicios.
4. Una mayor
inflación conlleva un entorno de mayor incertidumbre, lo cual
incrementa el costo real del crédito en la economía. Una inflación
alta e incierta implica que un acreedor enfrenta un mayor riesgo de
que la inflación sea mayor a lo anticipado al momento de otorgar el
crédito. En dicho escenario, el retorno real sobre su inversión
podría disminuir considerablemente. Para enfrentar este riesgo, el
acreedor aumentaría el costo del financiamiento, afectando el
crédito al sector privado, ya sea que este se destine a la inversión
o al consumo, lo que tiene un efecto especialmente importante sobre
el financiamiento hipotecario y de proyectos productivos a largo
plazo. Además, también se afecta el costo del financiamiento del
sector público en moneda nacional. Todo lo anterior repercute
adversamente sobre la inversión, la creación de empleos y el
crecimiento económico.
5. La inflación
puede propiciar un proceso de desintermediación financiera. El
sector financiero se ve particularmente afectado por inflaciones
altas y volátiles. En efecto, cuando la inflación es elevada, el
rendimiento de los instrumentos de ahorro puede no compensar los
aumentos en precios. Ante ello, los agentes económicos pueden optar
por destinar sus recursos a otros fines, o bien canalizar sus
recursos al sistema financiero internacional, lo que reduce la oferta
de fondos que podrían destinarse a inversiones productivas dentro
del país.
6. Un entorno de
inflación alta afecta a la estabilidad del sistema financiero.
Durante periodos inflacionarios, el riesgo de crédito de empresas y
hogares aumenta y es más incierta su evaluación, lo que tiende a
generar mayores incumplimientos de crédito. En este contexto, pueden
presentarse dificultades financieras en algunos intermediarios lo
que, dependiendo de su tamaño y de su relación con el resto del
sistema, podría tener repercusiones sobre la estabilidad del sistema
financiero. Ante los elevados costos derivados de periodos
inflacionarios, se puede concluir que procurar la estabilidad del
poder adquisitivo de la moneda nacional es un objetivo que contribuye
a la creación de un entorno propicio para la realización de
actividades productivas, así como para la creación de empleos, el
crecimiento de los salarios reales y, en consecuencia, un mayor
bienestar de la población. Un entorno de inflación baja y estable
favorece incrementos en la productividad, un crecimiento económico
más elevado y sostenido, así como una mejor distribución del
ingreso.
En este contexto, la
mejor contribución que puede tener un banco central para promover el
desarrollo económico y, en última instancia, el bienestar de la
sociedad, consiste, precisamente, en mantener una inflación baja y
estable. Además, en la medida que un banco central conduzca la
política monetaria con ese fin y evite desviaciones persistentes de
la inflación respecto de su meta, contribuye decididamente a
propiciar una mayor estabilidad macroeconómica. Esto se debe a que
al mantener de manera sostenidainflaciones bajas y estables, ello
tiende a moderar las fluctuaciones de la actividad económica y del
empleo, de tal modo que la producción de bienes y servicios se sitúe
más cerca de su nivel
potencial no solo a
lo largo del ciclo sino en un horizonte de mayor plazo. En este
sentido, es relevante destacar que al considerar las capacidades y
limitaciones de la política monetaria, la evidencia internacional
indica que esta tiene influencia clara sobre la inflación en el
largo plazo, mientras que es ineficaz por sí misma para influir
permanentemente en variables reales, como el crecimiento y el empleo.
2 De no ser así, no habría economías con un bajo nivel de
desarrollo, ya que estas habrían podido resolver dicho problema
mediante expansiones monetarias. Aun cuando la estabilidad de precios
es necesaria para el desarrollo de la economía, por sí sola no es
suficiente. Para generar un crecimiento elevado y sostenido también
es necesario un entorno de finanzas públicas sanas y sostenibles,
así como un arreglo institucional que conduzca a una estructura de
incentivos que promueva mejoras en la productividad, acumulación de
capital físico y humano y, en general, una mayor competitividad de
la economía en su conjunto.
2. Consideraciones
generales sobre la conducción de la política monetaria El Banco de
México conduce la política monetaria a través de un esquema de
objetivos de inflación, que se caracteriza por el reconocimiento de
la estabilidad de precios como su objetivo fundamental, el anuncio de
una meta explícita de inflación, un elevado nivel de transparencia
y una estrategia de comunicación clara con el público, así como
por contar con mecanismos de rendición de cuentas.
En el proceso antes
descrito, la conducción de la política monetaria debe operar de
manera continua para alcanzar y mantener una inflación baja y
estable, y evitar desviaciones persistentes de la inflación respecto
de su meta. Cuando los agentes económicos confían que la inflación
se mantendrá alrededor de la meta del banco central, su mejor
respuesta al tomar las decisiones de precios, así como de ahorro,
inversión y consumo, es considerar la meta referida como inflación
esperada, lo que genera claros e importantes beneficios para el
funcionamiento de la economía.
En efecto, cuando la
política monetaria se enfoca en mantener un ambiente de inflación
baja y estable, y el banco central comunica de manera clara la
evolución de los determinantes de la inflación y sus implicaciones
para la política monetaria, así como sus decisiones y planes, se
contribuye a fortalecer la credibilidad y confianza en su compromiso
de mantener la estabilidad de precios. Cuando un banco central goza
de credibilidad y los agentes económicos tienen confianza en que
este ajustará su postura monetaria ante los choques que pudieran
desviar de manera sostenida la inflación de su objetivo, sus
expectativas de inflación suelen estar mejor ancladas a dicho
objetivo. Lo anterior induce una mayor congruencia entre las
expectativas de inflación de los agentes económicos en el proceso
de formación de precios y la meta de inflación, lo que reduce los
costos para alcanzar dicha meta y, en consecuencia, genera ganancias
en eficiencia para la autoridad monetaria.
En general, las
acciones de política monetaria, que en nuestro país se instrumentan
desde 2008 mediante la definición de un objetivo para la Tasa de
Interés Interbancaria a un día, influyen sobre toda la curva de
rendimientos y ello a su vez en la demanda y la oferta agregadas y,
en última instancia, sobre la inflación, a través de diversos
canales que operan simultáneamente y que en su conjunto,
constituyen el
mecanismo de transmisión de la política monetaria. Entre los
principales canales figuran: i) el canal de tasas de interés; ii) el
canal de crédito; iii) el canal de precios de los activos; iv) el
canal de tipo de cambio; v) el canal de toma de riesgos; y vi) el
canal de expectativas de inflación. 3 La mayoría de estos operan
principalmente mediante sus efectos sobre la demanda agregada, si
bien algunos, como es el caso del canal del tipo de cambio y el de
las expectativas de inflación, también influyen mediante su efecto
en la determinación de precios por parte de los agentes económicos,
es decir, sobre la oferta agregada.
Considerando que las
acciones de política monetaria, a través de los canales referidos,
inciden con cierto rezago sobre la economía y, a su vez, sobre la
inflación, el Banco de México toma sus decisiones a partir de una
evaluación cuidadosa y detallada de la coyuntura económica y de las
condiciones monetarias y financieras prevalecientes, así como de las
perspectivas de las mismas variables en el horizonte en el que opera
la política monetaria. El proporcionar los pronósticos de inflación
del Banco Central tiene un papel de gran importancia en este proceso.
En este sentido,
desde 2018 en los Informes Trimestrales se publican los pronósticos
puntuales de las variaciones anuales promedio trimestrales para la
inflación para los siguientes ocho trimestres. Esto permite evaluar
la trayectoria observada de la inflación con respecto a las
previsiones del Banco
Además, las
posibles desviaciones son analizadas y tienen gran relevancia en el
proceso de toma de decisiones de política monetaria.
En el Informe
Trimestral Abril-Junio 2018 se describieron las principales
características de un régimen de objetivos de inflación con base
en pronósticos. 4 En dicho régimen el banco central determina la
postura de política monetaria de tal manera que los pronósticos de
inflación que resultan de esta sean congruentes con el cumplimiento
de su mandato, considerando el horizonte en que opera la política
monetaria. Así, cuando la trayectoria pronosticada para la inflación
se desvía de la meta de inflación, el banco central evalúa la
naturaleza, magnitud y persistencia previstas de los choques
inflacionarios y, en caso de ser necesario, ajusta la postura de
política monetaria. En este sentido, dichos pronósticos constituyen
una referencia explícita de los efectos esperados del manejo de la
política monetaria y facilitan su evaluación por parte del público.
Los pronósticos de inflación de la autoridad monetaria pueden
interpretarse como un “objetivo intermedio”, es decir, como un
objetivo que no es un fin en sí mismo, pero que orienta la
conducción de la política monetaria para que la trayectoria de
inflación ronosticada sea congruente con la meta de inflación. En
particular, el pronóstico de inflación del banco central tiene
características propias de un objetivo intermedio: i) está
altamente correlacionado con lainflación futura y el cumplimiento
de la meta; ii) se tiene un mayor control sobre este que sobre la
inflación que habrá de observarse en el futuro; y iii) su
publicación lo hace ampliamente visible al
público y facilita
la evaluación de la conducción de la política monetaria. Tomando
en cuenta las consideraciones anteriores, la manera en que se pueden
utilizar los pronósticos de inflación en el proceso de decisión de
la política monetaria bajo un esquema de este tipo puede ser
descrita conceptualmente con las siguientes etapas:
1. Considerando toda
la información adicional disponible, se elabora un nuevo pronóstico
de inflación. Si el nuevo pronóstico de inflación es similar al
pronóstico anterior y se ubica alrededor de su meta, entonces la
postura de política monetaria resultante sería similar a la postura
previamente considerada.
2. Si el nuevo
pronóstico de inflación no cumple con el criterio referido,
entonces, considerando la naturaleza, magnitud y persistencia
prevista para los choques que están afectando a la inflación y las
condiciones cíclicas de la economía, el Instituto Central evalúa
el horizonte específico en el que la inflación podría ubicarse en
su meta. En particular, evalúa la postura de política monetaria que
se necesitaría para que el nuevo pronóstico alcance la meta de
inflación bajo las nuevas condiciones, considerando un ajuste
ordenado en la economía.
3. Finalmente, se
publica el nuevo pronóstico de inflación y, en su caso, se explican
las razones de las modificaciones en los pronósticos y se comenta
sobre la fecha en que se estima que la inflación se ubicaría en su
meta y cómo la postura adoptada de política monetaria contribuiría
a este propósito.
Es importante
señalar que la literatura destaca que en un régimen de objetivos de
inflación con base en pronósticos, los participantes en los
mercados y el público en general disponen de más elementos para dar
seguimiento y evaluar la conducción de la política monetaria. Ello
puede contribuir a una mayor credibilidad en las acciones y el
cumplimiento de las metas del banco central y, a su vez, conducir a
unmejor anclaje de las expectativas de inflación. El régimen
referido implica el uso de modelos tanto para pronosticar la
inflación, como para analizar los efectos de la política monetaria
sobre la economía y, en particular, sobre la inflación. Si bien
dichos modelos son útiles para la conducción de la política
monetaria, al ser una representación simplificada de la economía,
no consideran aspectos de la realidad que bajo ciertas circunstancias
pueden ser relevantes para las decisiones de política monetaria.
Ello sucede en mayor medida en las economías emergentes, las cuales
usualmente enfrentan mayores fuentes de incertidumbre y distorsiones
que las economías avanzadas. En este sentido, las decisiones de
política monetaria deben considerar un amplio rango de elementos que
no siempre están adecuadamente capturados en los modelos que se
utilizan para hacer los pronósticos sobre la economía y la
inflación.
Por último, es
importante enfatizar que la transparencia en cuanto al proceder de un
banco central es esencial para generar confianza y credibilidad
respecto de sus acciones y para poder cumplir con su mandato de
estabilidad de precios. En este sentido, la Junta de Gobierno del
Banco de México ha implementado diversas modificaciones a su
estrategia de comunicación con la finalidad de seguir avanzando en
la adopción de mejores prácticas. Al respecto, en los últimos años
se han adoptado medidas adicionales de transparencia y mejoras en la
estrategia de comunicación. 5 Al respecto, actualmente el Banco de
México se encuentra revisando mejoras adicionales a su estrategia de
comunicación con el público. 3. Conducción de la política
monetaria en 2019 y consideraciones para 2020 Durante 2019, el Banco
de México condujo la política monetaria en un entorno de marcada
incertidumbre, derivado tanto de factores externos como internos.
Respecto de los
primeros, ante los efectos de prolongadas tensiones comerciales,
mayores riesgos geopolíticos y diversos factores idiosincrásicos,
la economía mundial se fue desacelerando y sus perspectivas de
crecimiento experimentaron sucesivas revisiones a la baja. En este
contexto, se presentaron episodios de volatilidad en los mercados
financieros internacionales y disminuyeron las presiones
inflacionarias alrededor del mundo. Ante una menor inflación y el
debilitamiento de la actividad económica global, diversos bancos
centrales redujeron sus tasas de referencia. En particular, destaca
que las inflaciones general y subyacente en las principales economías
avanzadas permanecieron por debajo de las metas de sus respectivos
bancos centrales, los cuales adoptaron acciones de relajamiento
monetario. Ello contribuyó a menores tasas de interés a nivel
global y un relajamiento de las condiciones financieras, así como a
un mayor apetito por riesgo. En el último trimestre de 2019 se
atenuaron las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y el
15 de enero de 2020 se firmaron los acuerdos alcanzados (fase 1).
También se redujo la probabilidad de una salida desordenada del
Reino Unido de la Unión Europea, con lo cual los mercados
financieros internacionales presentaron una menor volatilidad. Así,
la menor incertidumbre comercial global, aunado a las posturas
monetarias acomodaticias referidas y las perspectivas de tasas de
interés bajas a nivel global, contribuyeron a la mejoría en los
mercados financieros tanto de economías avanzadas como de
emergentes. Adicionalmente, para 2020 destaca la posibilidad de un
recrudecimiento de los riesgos geopolíticos, especialmente en el
Medio Oriente, así como posibles afectaciones derivadas de la
epidemia de coronavirus.En el ámbito interno, los mercados
financieros de México, después de experimentar una elevada
volatilidad en el cuarto trimestre de 2018, tuvieron un mejor
desempeño a lo largo de 2019, si bien con episodios de fluctuaciones
importantes.
La cotización del
peso mexicano revirtió la depreciación que había experimentado en
el último trimestre de 2018 y mantuvo relativa estabilidad durante
la mayor parte de 2019, si bien presentó algunos episodios de
volatilidad. Por su parte, las tasas de interés de los valores
gubernamentales en todos sus plazos registraron una tendencia a la
baja en 2019. A este comportamiento favorable contribuyeron las
políticas macroeconómicas prudentes, así como las menores tasas de
interésexternas. Destaca que en el último trimestre de 2019, los
mercados financieros nacionales se vieron especialmente favorecidos
por el relajamiento en las condiciones financieras globales y los
avances en la ratificación del T-MEC, que el 16 de enero de 2020 fue
aprobado por el senado estadounidense. En cuanto a la actividad
económica, esta se mantuvo estancada a lo largo de 2019.
En particular, el
PIB registró ligeras caídas entre el cuarto trimestre de 2018 y el
segundo de 2019, mientras que en el tercer trimestre del año mostró
un estancamiento. Para el cuarto trimestre del año pasado, de
acuerdo con la estimación oportuna del INEGI la actividad económica
habría registrado una
variación de 0.0%.
Lo anterior como reflejo de la debilidad que presentaron en el año
los distintos componentes de la demanda agregada, en particular la
inversión, que continuó exhibiendo una tendencia negativa, y el
consumo, que presentó una desaceleración en los primeros trimestres
del año. Así, las condiciones de holgura de la economía se fueron
ampliando a un ritmo mayor al previsto. En este contexto, las
previsiones para la actividad económica para 2019 y 2020 se
ajustaron continuamente a la baja.
La inflación
general anual mostró una reducción importante durante 2019,
especialmente en el segundo semestre. Así, hacia finales del tercer
trimestre y durante el cuarto trimestre del año, alcanzó niveles
congruentes con el objetivo puntual del Banco de México. En
particular, disminuyó desde un nivel de 4.83% en diciembre de 2018 a
uno de 2.83% en diciembre de 2019. Este comportamiento se derivó,
principalmente, de la fuerte reducción que exhibió la inflación no
subyacente durante el año, la cual pasó de 8.40% en diciembre de
2018 a 0.59% en diciembre de 2019. A lo anterior contribuyeron,
primordialmente, la combinación de las menores variaciones anuales
de los precios de los energéticos y la de los productos
agropecuarios. Cabe destacar que la inflación no subyacente es de
naturaleza volátil y alcanzó en diciembre la menor variación anual
que se haya registrado. En 2019, este componente contribuyó a la
referida reducción de la inflación general después de que, en los
años previos, había registrado niveles elevados y, en consecuencia,
había incidido de manera adversa sobre la inflación general. Por su
parte, la inflación subyacente, que refleja de mejor manera las
presiones sobre los precios asociadas con la fase del ciclo económico
y su tendencia de mediano plazo, mostró persistencia con ligeras
reducciones, ubicándose en niveles alrededor de 3.6%. Así, la
inflación subyacente anual registró 3.68% en diciembre de 2018 y
3.59% en diciembre de 2019.
Respecto de las
decisiones de política monetaria, en las reuniones de febrero,
marzo, mayo y junio, el Banco de México mantuvo sin cambio el
objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día en un nivel
de 8.25%. Posteriormente, en cada una de las reuniones de agosto,
septiembre, noviembre y diciembre redujo la tasa de referencia en 25
puntos base, hasta alcanzar un nivel de 7.25% a finales del año.
Durante el primer
semestre de 2019, las decisiones de política monetaria estuvieron
influidas por la combinación de un balance de riesgos especialmente
incierto para la inflación, observándose movimientos mixtos en la
inflación general y un aumento de la inflación subyacente, la cual
pasó de 3.60% en enero a 3.85% en el mes de junio, con una
evolución de la economía menos dinámica a loprevisto, lo que fue
gradualmente ampliando la brecha del producto. Durante el segundo
semestre de 2019 el Banco de México redujo el objetivo para la Tasa
de Interés Interbancaria a un día de un nivel de 8.25% a uno de
7.25%. Ello tomando en consideración los menores niveles que
registró la inflación general, las perspectivas para esta en el
horizonte en que opera la política monetaria, la mayor amplitudde
las condiciones de holgura de la economía y el comportamiento de las
curvas de rendimiento externas e internas. Asimismo, en todas las
decisiones de política monetaria se destacó la incertidumbre en
cuanto a los riesgos que pudieran desviar a la inflación respecto de
la trayectoria esperada.
Así, en un contexto
en que prevalecieron diversos riesgos para la inflación, tanto al
alza como a la baja, el Banco de México siguió una política
monetaria prudente, utilizando toda la información disponible y
buscando que la postura monetaria condujera a una convergencia
ordenada y sostenida de la inflación hacia su meta en el horizonte
de pronóstico previsto, reforzando la confianza en la economía
nacional y propiciando un ajuste ordenado en los mercados financieros
nacionales y en la actividad económica.
Para 2020 se prevé
que la economía de México siga enfrentando un entorno incierto.
Respecto de la actividad económica, si bien se anticipa una
recuperación gradual de los componentes de la demanda agregada y en
el crecimiento, su balance de riesgos continúa sesgado a la baja. En
cuanto a la inflación, para 2020 se espera que las inflaciones
general y subyacente reflejen tanto las condiciones de mayor holgura
en la economía como las presiones de costos que se pudieran derivar
de los aumentos en el salario mínimo, lo cual podría ubicarlas en
niveles moderadamente superiores a los previstos en el Informe
Trimestral Julio- Septiembre 2019.
En el horizonte en
el que opera la política monetaria, las previsiones para la
inflación están sujetas a riesgos. Al alza destacan los siguientes:
i) la persistencia en la inflación subyacente; ii) que el aumento
reciente a los salarios mínimos conduzca a incrementos salariales
por encima de las ganancias en productividad en diferentes segmentos
de la población ocupada y que ello genere presiones de costos con
afectaciones en el empleo formal y en los precios; iii) que la
cotización de la moneda nacional se vea presionada por factores
externos o internos, si bien la mitigación de algunas de las
tensiones externas y la ratificación del T-MEC por el Senado
estadounidense han reducido este riesgo; no obstante, recientemente
se han incrementado los geopolíticos; iv) aumentos mayores a lo
previsto en los precios agropecuarios, o en los energéticos; y v)
que se deterioren las finanzas públicas. En cuanto a los riesgos a
la baja, destacan: i) que se aprecie en mayor magnitud la cotización
de la moneda nacional, lo cual podría estar asociado a un contexto
de mayor apetito por riesgo en los mercados financieros
internacionales; y ii) que la amplitud en las condiciones de holgura
o su efecto en la inflación subyacente sea mayor al previsto. En
este contexto, se mantiene incertidumbre en cuanto a los riesgos que
pudieran desviar a la inflación respecto de la trayectoria descrita.
Para guiar sus acciones de política monetaria, la Junta de Gobierno
da seguimientocercano a la evolución de la inflación respecto a lo
previsto, considerando la postura monetaria adoptada y el horizonte
en el que esta opera. En este proceso, utiliza la información
disponible de los determinantes de la inflación, así como sus
expectativas de mediano y largo plazos, incluyendo el balance de
riesgos para estos. A su vez, la política monetaria debe actuar con
prudencia si por diversas razones se eleva considerablemente la
incertidumbre que enfrenta la economía. Para consolidar una
inflación baja y estable, en un entorno en el que la formación de
precios y las condiciones de holgura en la economía están sujetas a
riesgos, la Junta de Gobierno continuará dando seguimiento cercano a
todos los factores y elementos de incertidumbre que inciden en el
comportamiento de la inflación y sus perspectivas, y tomará las
acciones que se requieran con base en la información adicional, de
tal manera que la tasa de referencia sea congruente con la
convergencia ordenada y sostenida de la inflación general a la meta
del Banco de México en el plazo en el que opera la política
monetaria.
El entorno actual
sigue presentando riesgos que pudieran afectar las condiciones
macroeconómicas del país, su capacidad de crecimiento y el proceso
de formación de precios en la economía. En este sentido, es
importante que, además de seguir una política monetaria prudente y
firme, se impulse la adopción de medidas que propicien un ambiente
de confianza y certidumbre para la inversión, una mayor
productividad y que se consoliden sosteniblemente las finanzas
públicas. En este contexto, es necesario reforzar las perspectivas
crediticias soberana y de Pemex, así como cumplir las metas fiscales
del Paquete Económico 2020. Asimismo, es indispensable fortalecer el
estado de derecho, abatir la corrupción y combatir la inseguridad.
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