La información disponible sugiere que en el segundo trimestre del año la economía mundial se
desaceleró. Lo
anterior como reflejo de una moderación del crecimiento de algunas
de las principales
economías avanzadas
y emergentes. Si bien se ha observado cierta moderación en la
creación de
empleo, las tasas de
desempleo en las principales economías avanzadas se mantienen en
niveles bajos
y los salarios
siguen mostrando una recuperación gradual. A su vez, la inflación
general y subyacente
se ha mantenido en
niveles reducidos en dichas economías y han disminuido sus
expectativas. El
entorno anterior ha
fortalecido la posibilidad de que los bancos centrales de las
principales economías
adoptarán posturas
monetarias más acomodaticias. En su reunión de junio, la Reserva
Federal mantuvo
sin cambio el rango
objetivo para la tasa de fondos federales. En su comunicado detalló
que la
incertidumbre que
enfrenta la economía de Estados Unidos se ha incrementado, en un
entorno de
ausencia de
presiones inflacionarias, por lo que seguirá de cerca la información
económica. Agregó que
tomará las medidas
apropiadas para mantener la expansión de la actividad económica con
un mercado
laboral fuerte y un
nivel de inflación cercano a su objetivo simétrico de 2 por ciento.
Ello propició
reducciones de las
tasas de interés a lo largo de toda la curva de rendimientos y
aumentó el apetito por
riesgo en los
mercados financieros internacionales. No obstante, persisten riesgos
para la economía
global: que se dé
un escalamiento adicional de las tensiones comerciales entre Estados
Unidos y sus
principales socios
comerciales; que la debilidad de algunas de las principales economías
se prolongue
más de lo
anticipado; que tengan lugar nuevos episodios de volatilidad en los
mercados financieros
internacionales; y
que se intensifiquen algunos riesgos políticos y geopolíticos. Por
ello, el balance de
riesgos para la
economía global continúa sesgado a la baja.
Desde la última
decisión de política monetaria, los mercados financieros nacionales
mostraron episodios
de volatilidad, como
consecuencia de la amenaza de la imposición de aranceles a las
importaciones de
productos mexicanos
por parte de Estados Unidos y de las revisiones a la perspectiva o
calificación de
la deuda soberana y
de Pemex por parte de algunas agencias calificadoras. No obstante, en
las
semanas más
recientes, ante el acuerdo alcanzado entre los gobiernos de México y
Estados Unidos y
el mayor apetito por
riesgo entre los inversionistas ante la perspectiva de políticas
monetarias más
acomodaticias, la
cotización de la moneda nacional revirtió la depreciación que
había presentado y las
tasas de interés
nominales y reales de los valores gubernamentales para horizontes de
mediano y largo
plazos registraron
disminuciones importantes. Sin embargo, se mantienen riesgos que
pudieran
deteriorar el
desempeño de los activos financieros en México. En particular, si
bien los mercados
financieros
nacionales se han venido ajustando a este entorno, persiste la
incertidumbre asociada a la
relación bilateral
entre México y Estados Unidos y respecto de las perspectivas
crediticias, tanto para la
deuda de Pemex como
la soberana.
El entorno actual
sigue presentando importantes riesgos de mediano y largo plazos que
pudieran afectar
las condiciones
macroeconómicas del país, su capacidad de crecimiento y el proceso
de formación de
precios en la
economía. En este sentido, es particularmente importante que además
de seguir una
política monetaria
prudente y firme, se impulse la adopción de medidas que propicien un
ambiente de
confianza y
certidumbre para la inversión, una mayor productividad y que se
consoliden sosteniblemente
1las finanzas
públicas. En este contexto, es necesario atender el deterioro en la
calificación crediticia
soberana y de Pemex,
así como cumplir las metas fiscales del Paquete Económico para
2019.
Asimismo, es
indispensable fortalecer el estado de derecho, abatir la corrupción
y combatir la
inseguridad.
La información
disponible sugiere que en abril la actividad económica mostró un
incremento marginal
mes a mes, por
debajo de lo esperado por el mercado, y en la que destaca una
desaceleración en los
sectores de
servicios, ello después de la contracción registrada en el
trimestre previo, persistiendo un
entorno de debilidad
en la mayoría de los componentes de la demanda agregada,
especialmente la
interna. Así, las
condiciones de holgura de la economía se han relajado incluso más
de lo previsto. El
balance de riesgos
para el crecimiento se ha tornado más incierto y ha ampliado su
sesgo a la baja.
Entre abril y la
primera quincena de junio, la inflación general disminuyó de 4.41%
a 4.00%. Ello como
resultado de una
importante reducción del componente no subyacente, el cual pasó de
6.08% a 4.34%,
reflejando menores
incrementos tanto en los precios de las frutas y verduras como de los
energéticos,
esto último en
parte por la reducción de sus referencias internacionales. Los
menores incrementos de
dichos componentes
más que compensaron los aumentos registrados en los precios de los
productos
pecuarios. Por lo
que respecta a la inflación subyacente, esta se ubicó en 3.87%
tanto en abril como en
la primera quincena
de junio. Ello obedeció a que, si bien la variación de los precios
de las mercancías
alimenticias
continuó incrementándose, la correspondiente al componente de
servicios disminuyó en
dicho periodo. Entre
principios de mayo y mediados de junio, las expectativas de inflación
general y
subyacente de corto,
mediano y largo plazos no variaron significativamente, si bien en
todos los casos
se mantuvieron por
encima de la meta de 3%. En cuanto a la información derivada de
instrumentos de
mercado, la
compensación por inflación de mediano y largo plazos ha permanecido
en niveles elevados.
Respecto a los
riesgos para la inflación, algunos han disminuido, y otros han
ganado relevancia. Al alza
destaca la
posibilidad de que la cotización de la moneda nacional se vea
presionada por factores
externos o internos.
Si la economía requiere un ajuste, ya sea del tipo de cambio real o
en las tasas de
interés de mediano
y largo plazos, el Banco de México contribuirá a que dichos ajustes
ocurran de
manera ordenada,
buscando evitar efectos de segundo orden sobre la formación de
precios. Otros
riesgos son la
amenaza de imposición de aranceles por parte de Estados Unidos y que
se adopten
medidas
compensatorias, si bien este riesgo se ha mitigado por el acuerdo
recientemente alcanzado;
que los precios de
los energéticos reviertan su tendencia o que aumenten los precios de
los productos
agropecuarios; que
se deterioren las finanzas públicas; que la persistencia mostrada
por la inflación
subyacente dé lugar
a una mayor resistencia de las expectativas de inflación de mediano
y largo plazos
a disminuir, y el
escalamiento de medidas proteccionistas a nivel global.
Adicionalmente, que dada la
magnitud de diversas
revisiones salariales se generen presiones de costos, en la medida
que estas
superen las
ganancias en la productividad. Por otra parte, en cuanto a los
riesgos a la baja, destaca que
se aprecie la
cotización de la moneda nacional, lo cual podría estar asociado a
un contexto de posturas
monetarias más
acomodaticias y menores tasas de interés a nivel mundial, o en caso
de alcanzarse
mayor certeza en la
relación comercial con Estados Unidos. También figura como riesgo a
la baja que
se presenten menores
variaciones en los precios de algunos bienes incluidos en el
subíndice no
subyacente, tal como
ha sucedido con los energéticos ante una mayor debilidad económica
mundial.
Asimismo, que las
condiciones de holgura se amplíen más de lo previsto, como se
infiere de la
información más
oportuna sobre la actividad económica, lo cual podría influir en el
comportamiento de
la inflación
subyacente. Por lo anterior, persiste un alto grado de incertidumbre
en los riesgos que
pudieran influir en
la inflación.
Para guiar sus
acciones de política monetaria, la Junta de Gobierno da seguimiento
cercano a la
evolución de la
inflación respecto a su trayectoria prevista, considerando la
postura monetaria adoptada
y el horizonte en el
que esta opera. En este proceso, utiliza la información disponible
de los
2determinantes de la
inflación, así como sus expectativas de mediano y largo plazos,
incluyendo el
balance de riesgos
para estos. A su vez, la política monetaria debe responder con
prudencia si por
diversas razones se
eleva considerablemente la incertidumbre que enfrenta la economía.
En este
contexto,
considerando que la postura monetaria actual es congruente con la
convergencia de la
inflación a su meta
en el horizonte en el que opera la política monetaria, la Junta de
Gobierno ha decidido
por mayoría
mantener el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día
en un nivel de 8.25%.
Un miembro votó por
reducir dicho objetivo en 25 puntos base. Tomando en cuenta los retos
que se
enfrentan para
consolidar una inflación baja y estable, así como los riesgos a los
que está sujeta la
formación de
precios y las condiciones de holgura en la economía, la Junta de
Gobierno continuará
dando seguimiento
cercano a todos los factores y elementos de incertidumbre que inciden
en el
comportamiento de la
inflación y sus perspectivas y tomará las acciones que se requieran
con base en
la información
adicional, de tal manera que la tasa de referencia sea congruente con
la convergencia
ordenada de la
inflación general a la meta del Banco de México en el plazo en el
que opera la política
monetaria.
La Junta mantendrá
una postura monetaria prudente y dará un seguimiento especial, en el
entorno de
incertidumbre
prevaleciente, al traspaso potencial de las variaciones del tipo de
cambio a los precios, a
la posición
monetaria relativa entre México y Estados Unidos, en un contexto
externo en el que persisten
riesgos, así como a
la evolución de las condiciones de holgura y presiones de costos en
la economía.
Ante la presencia y
posible persistencia de factores que, por su naturaleza, impliquen un
riesgo para la
inflación y sus
expectativas, la política monetaria se ajustará de manera oportuna
y firme para lograr la
convergencia de esta
a su objetivo de 3%, así como para fortalecer el anclaje de las
expectativas de
inflación de
mediano y largo plazos para que alcancen dicha meta.
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