jueves, 8 de diciembre de 2022

Tecnificar las prácticas agrícolas, el camino para el cuidado del suelo y los cultivos

 

Ciudad de México, 5 de diciembre del 2022.- Uno de los objetivos de conmemorar el Día Mundial del Suelo es divulgar la importancia de cuidar de un recurso natural que, al degradarse, es difícil recuperar. Por este motivo, es necesario crear conciencia sobre el cuidado de lo que los expertos denominan la “salud del suelo”, para lo cual el agua es un factor esencial, particularmente en el sector agrícola, donde se utiliza entre el 70% y 85% de agua dulce para la generación de alimentos.

 

Existe una estrecha vinculación entre la calidad del suelo y la infiltración, aprovechamiento y cuidado del agua. En él se alberga una gran cantidad de organismos, minerales y materia orgánica cuyas funciones vitales necesitan del recurso hídrico. Para ello, es necesario contar con sistemas de riego adecuados para generar un uso eficiente del agua para los cultivos.

 

Sobre esto, Eduardo Carrillo, director de rieggo® de Grupo Rotoplas, una empresa cuyo propósito es incrementar el rendimiento de los proyectos agrícolas, afirma que existen sistemas tecnificados de riego que pueden aumentar el rendimiento del cultivo a través de una gestión inteligente del agua, aplicándola con una eficiencia del 90%, respecto a los sistemas tradicionales que alcanzan una eficiencia de tan solo 50%.

 

“Tales tecnologías funcionan de forma automatizada con sensores de humedad, temperatura, información satelital, etcétera, los cuales permiten saber con mayor precisión cuándo, cuánto y dónde regar. A diferencia del riego por inundación y por aspersión, existen sistemas más tecnificados y con mayores beneficios para los cultivos, como el riego por microaspersión y por goteo, los cuales son adecuados para cualquier tipo de suelo, a excepción de los arcillosos”.

 

En el primer caso se utiliza un riego más uniforme y cercano a la raíz, con esto se asegura que no se mojará la parte de arriba de la planta, ya que, en algunos casos, puede generarles enfermedades. A su vez, al suministrar agua de esta forma, hay menos posibilidades de causar estrés hídrico en los suelos y los cultivos. Su implementación promueve la economía de diferentes recursos; entre ellos, los eléctricos y humanos, ya que, por su tamaño, es más sencillo mover la infraestructura en relación con los sistemas clásicos de aspersión.

 

A través del riego por goteo se busca crear una franja húmeda en el suelo, generando un trabajo aún más localizado y menor erosión del suelo. A través de él se puede fertilizar los cultivos mediante un proceso llamado fertirriego que, por medio de sus sensores, ayuda a identificar dónde están las raíces de los cultivos para dirigir el agua hasta ellas; esto, además, reduce el crecimiento de malezas y la aparición de plagas. Este sistema aumenta la producción y la calidad de las plantas, mientras que el consumo de los recursos disminuye.

 

“La salud del suelo es fundamental para que sea efectiva la absorción del agua generada por el riego. Además, un suelo sano ayuda al desarrollo de los ecosistemas y contribuye a mitigar el cambio climático al almacenar el carbono orgánico, por ello es necesario continuar promoviendo una gestión más sostenible con el desarrollo de mejores prácticas agrícolas. En rieggo® contamos con un Servicio SOS en todo el país que ofrece diagnósticos para evaluar el suelo de los cultivos, atender emergencias por fallas hídricas y dar mantenimiento a los sistemas”, agregó el directivo.

 

Finalmente, gracias a la implementación de nuevas tecnologías de administración y gestión del agua en el sector agrícola, el suelo puede mantenerse más fértil y propiciar un mejor crecimiento de los cultivos. Es decir, ya que el alrededor del 95% de los alimentos provienen del suelo, la optimización del agua no solo tiene un impacto positivo en este recurso, sino también en su capacidad de producir alimentos. Por este motivo, si los suelos se gestionan de manera sostenible con ayuda de prácticas más tecnificadas, se estará promoviendo la erradicación de la pobreza alimentaria en el mundo, un punto que está dentro de la Agenda 2030 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

  

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