Laura
Castillo García
Vocera
del Movimiento Antorchista en el Estado de México
Como la opinión pública sabe -porque el director
de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto
Castillo, se ha encargado de difundirlo ampliamente en los medios de
comunicación-, la primera quincena de agosto congeló las cuentas
bancarias del diputado federal Brasil Acosta Peña, también
dirigente de los antorchistas del Estado de México, y posteriormente
aplicó la misma medida a las cuentas del ingeniero Juan Manuel Célis
Aguirre, dirigente del Movimiento Antorchista en Puebla, a quien
desde hacía varios meses venía acosando y amenazando el gobierno
morenista de Puebla a cargo de Miguel Barbosa, hasta que por fin se
decidió a ordenar el congelamiento de sus cuentas bancarias.
Ni
Brasil Acosta Peña ni Juan Manuel Célis Aguirre han sido llamados a
algún órgano o instancia gubernamental para que declaren respecto a
los movimientos que presentan sus cuentas bancarias, eso solo lo ha
exhibido mediáticamente Santiago Nieto porque así conviene a la
campaña de golpeteo en contra del antorchismo. Además, seguramente
no han llamado a declarar oficialmente a los antorchistas ofendidos,
porque saben que su contabilidad está al día y regularmente
realizan sus declaraciones hacendarias.
Es más, el día que el diputado federal Brasil
Acosta acudió a las oficinas de la UIF para conocer las causas del
arbitrario congelamiento de sus cuentas, no lo recibió el titular de
la misma; solo le mandó decir, a través de la Oficialía de Partes,
que entregara sus “alegatos” en ventanilla, lo que indica a las
claras que ese organismo y su director no investigan seriamente pues,
si hubieran comprobado los ilícitos denunciados, lo lógico era que
inmediatamente hubieran tomado acciones en contra de Acosta Peña,
pero no fue así.
Las calumnias lanzadas por la UIF en contra del
Movimiento Antorchista Nacional, cayeron como “anillo al dedo” a
los medios de comunicación que siempre andan en busca de noticias
explosivas porque les aportan oportunidades para atraer más lectores
o espectadores y -no hay por qué ocultar las prácticas de ciertos
medios- porque también les sirven para hacerse de recursos extras al
ponerse a las órdenes de quienes dan esas noticias falsas.
Ese recurso de lanzar noticias falsas -conocidas
en redes sociales como fake news
es de uso tan común en los medios que ha sido analizado por los
estudiosos más conspicuos. Por ejemplo, en la introducción de su
libro “La mentira en la propaganda
política y en la publicidad”, el
psicólogo social francés Guy Durandin asegura que la mentira
modifica la conducta de las personas a través de la persuasión y
que uno de los principales medios que utilizan para lograrlo son las
falsas informaciones,
o sencillamente “seleccionando las informaciones”, pues así se
modifican los juicios de la gente sobre las cosas o personas. Para
Durandin, pues, la mentira es un arma
que tiene como propósito “colocar al adversario en un estado de
debilidad relativa.”
Preciso. No es que los medios de comunicación
sean mentirosos: ellos solo informan hechos
y no están interesados en cuestionar si lo que dicen es verdad o
mentira, si su acusación está sustentanda con pruebas en tribunales
u organismos oficiales. Cierto que hay medios que tratan de recoger
objetivamente la versión de las diferentes partes involucradas, pero
hasta en eso hay trampas que algunos utilizan a su conveniencia,
cuestión que hoy no abordaré, pero que es una práctica que es
necesario erradicar.
Pero sí hay mentirosos
redondos que sin el menor escrúpulo calumnian para golpear a sus
adversarios políticos, los cuales generalmente son los declarantes
que aprovechan que los medios no piden ninguna prueba. Es el caso del
director de la UIF, Santiago Nieto Castillo, quien no atiende a los
antorchistas ni los llama a las oficinas de Hacienda o a tribunales
para seguir un proceso apegado a la ley, pero sí utiliza
profusamente a los medios de comunicación para desacreditarlos.
A las acusaciones falsas se les llama calumnias. Y
así como los detractores de Antorcha no han podido comprobar que sus
militantes hayan delinquido y, por tanto, sí se ha comprobado que
sus acusaciones son viles calumnias; es decir, que los antorchistas
no vivimos de los “moches” y que no somos “huachicoleros”,
como aseguraba el presidente López Obrador, tampoco encontrarán
ninguna prueba que demuestre que Brasil Acosta y Juan Manuel Célis
recibieron “recursos en efectivo y al margen de la ley”.
Acusar no es probar. Más bien se trata de una profusa campaña
mediática para desacreditar al antorchismo poblano, a fin de que no
siga creciendo y llegue debilitado al proceso electoral del 2021, el
cual ya perdió el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa.
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