jueves, 18 de abril de 2019

Obesidad Infantil, un problema de todos



El Dr. Alexander O. Krouham nos da algunos puntos para conocer y prevenir la obesidad en los niños
El diagnóstico de obesidad, tanto en niños como en adultos no requiere de pruebas especiales de laboratorio, basta con ver al individuo y contar con una cinta métrica y una báscula. Los expertos utilizan plicómetros (dispositivos que miden el grosor de la grasa corporal) o, cuando se dispone de ello, equipos especiales que realizan el análisis de la composición corporal con lo que no sólo valoramos el peso sino también las proporciones y distribuciones de grasa, músculo, agua y hueso.
Sí contamos con estudios de laboratorio que indican el por qué o las consecuencias de la obesidad; desde una simple prueba de glucosa, que demuestra prediabetes o diabetes, o alteraciones en los lípidos (colesterol con sus fracciones y triglicéridos), hasta marcadores inflamatorios u otros más sofisticadas como la adiponectina, que muestra actividad inmunológica y que depende del tipo de obesidad.
La estructura corporal se hace evidente desde el nacimiento y los primeros meses de vida. Dependiendo del peso del bebé, es posible inferir riesgos futuros. En las primeras consultas postnatales, el pediatra verá si el pequeñito tiene o no una alteración de peso y si tendrá que hacer alguna evaluación más detallada y profunda para determinar si esto representa o no un problema.
La adolescencia es otro momento clave de la vida ya que los cambios hormonales pueden contribuir a generar desproporciones importantes en el peso corporal. Posteriormente no hay otra etapa específica pues el potencial de adquirir sobrepeso existe para todas las personas.
¿Cuál es la alimentación que debe tener un niño de acuerdo con su edad?
Por supuesto no es lo mismo hablar de un recién nacido que de otra etapa de la vida, pero una vez iniciada la alimentación formal es la misma sin importar la edad de la persona. Se trata de una nutrición sana, basada en alimentos frescos, naturales y variados. Existirán requerimientos particulares por género, demandas calóricas (por actividades cotidianas) y estructura corporal, además de las diferencias socioculturales.
Busquemos alimentos frescos, no procesados, que no requieren de una etiqueta alimentaria para explicar su contenido. La clave de la variedad es el colorido, que representa el contenido de una serie de elementos químicos conocidos como fitonutrientes, que regulan muchas reacciones químicas en el organismo.
¿Cuándo se considera que un niño es obeso?
La medida básica para evaluación de obesidad es la misma en el niño que en el adulto, es el índice de masa corporal. Se trata de una simple relación del peso respecto a la estatura. Sin embargo, no es una medición certera ya que no define si el aumento de peso depende de músculo o de grasa; lo mismo se observa elevado en personas musculosas y con poca grasa corporal como en quienes presentan mucha grasa y poco músculo. A pesar de esta limitante se le utiliza con frecuencia para fines estadísticos por la facilidad para su cálculo.
En los niños este índice de masa corporal es calificado como sobrepeso cuando se ubica entre los percentiles 85 y 94 y como obesidad cuando es mayor al percentil 95.
Adicionalmente, el pediatra debe evaluar si existen antecedentes familiares de obesidad o de trastornos vinculados con ésta, como lo es la diabetes. Considerar también los hábitos alimentarios, actividad física y otros problemas de salud que pudieran coexistir. Importante también es la historia psicosocial, ya que alteraciones del sueño, depresión, tristeza o sentimientos de aislamiento o retraimiento pueden ser causa o consecuencia del sobrepeso.
Respecto a la influencia social, tener siempre presente el “bullying” o acoso. Muchos niños con sobrepeso u obesidad son víctimas de estas conductas y ello afecta sus patrones emocionales.
¿Qué enfermedades puede desarrollar un niño con obesidad?
A diferencia de lo que se pensaba antes, que la obesidad generaría enfermedades crónico-degenerativas solamente en el adulto, vemos la aparición de estos problemas a edades cada vez más tempranas. La clasificación de diabetes tipo 1 como juvenil y tipo 2 como del adulto, ya no existen; ya observamos la diabetes tipo 2 desde la primera década de la vida. Queda claro que los padecimientos no difieren entre el niño y el adulto, en ambos extremos de la vida pueden aparecer diabetes, mayor propensión a enfermedades cardiovasculares, depresión y otros desequilibrios emocionales, hipertensión arterial, predisposición a artritis y actividad inflamatoria (que es causa y se asocia a una variedad de problemas crónico-degenerativos).
Recomendaciones para mantener el peso ideal y tener una vida sana
Primero, conocer perfectamente al individuo, con consciencia de que la obesidad no depende sólo del consumo alimentario y actividad física pues hay personas obesas a pesar de que comen muy bien y practican ejercicio con regularidad. Es labor del médico identificar problemas subyacentes responsables del desequilibrio metabólico.
Antes asumíamos que el peso era consecuencia de una simple ecuación de suma y resta de calorías donde el tejido graso operaba como un almacén pasivo para acúmulo de energía. Los estudios más recientes demuestran que la grasa corporal es muy activa y se vincula con otros órganos y sistemas, en particular el inmune. La insulina es el activador primario del tejido graso, que a su vez está influenciado por hormonas tiroideas, el sistema digestivo incluyendo su microbioma, toxicidades, el tipo de alimentos consumidos, etc. Hay pues muchas situaciones que contribuyen a que aparezca o no la obesidad. La Medicina Funcional realiza esa evaluación integral contemplando la interrelación entre todos los sistemas biológicos y definiendo estrategias de tratamiento más allá de la alimentación y el programa de ejercicio correctos.
El niño depende de los adultos y todavía no tiene libertad en la toma de decisiones. Los padres estamos obligados a ser modelos y esto inicia en casa implementando buenos hábitos de alimentación y la práctica cotidiana de ejercicio, debemos ser el ejemplo de salud para toda la familia. Tenemos que estar muy alertas al comportamiento y las fluctuaciones emocionales de nuestros hijos ante la posibilidad de que el sobrepeso u obesidad les estuviese causando maltrato o acoso.
No minimicemos este problema, un niño gordo es un niño enfermo por lo que al primer indicio o sospecha debemos llevar a nuestros hijos con un médico capacitado en el tema. Firmes en los principios de la Medicina Funcional, el énfasis debe ser en prevención y anticipación para crear salud.
¡Un niño obeso, es un niño enfermo!

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