Versión
estenográfica Acapulco, Gro., 22 de marzo de 2019.
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MODERADOR: Invitamos al doctor Carlos Urzúa, Secretario de Hacienda y Crédito Público, a que nos brinde su mensaje.
- CARLOS URZÚA:
Con su permiso, señor Presidente. Buenas tardes a todos.
Me encuentro muy
entusiasmado por las conversaciones y reflexiones que en estos dos
días hemos compartido en el foro.
Los retos domésticos
y los que nos impone el entorno global en término de resiliencia
financiera no son menores, pero considero que los hogares y las
empresas encuentran en el sector bancario mexicano un pilar
estratégico para apalancar sus capacidades de ahorro y necesidades
de financiamiento, mientras que los diferentes órdenes de gobierno
tenemos un socio importante también en la banca para potencializar
el alcance de un conjunto amplio de nuestras políticas públicas.
Desde el Gobierno
Federal queremos establecer las bases para alcanzar un crecimiento
económico, sostenido e incluyente.
En esta tarea es
fundamental de impulsar el sistema financiero y de manera particular
garantizar una acelerada inclusión financiera.
Al respecto quiero
aprovechar estos minutos para comentarle sobre los elementos que
vislumbro como primordiales para que el sector financiero y,
particularmente, el sector bancario nos apoye en estas tareas.
La incertidumbre es
el signo de los tiempos actuales. Como ejemplo paradigmático tenemos
el impacto que sobre las expectativas del crecimiento mundial han
tenido las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las
dos principales economías del orbe; ellas tienen una participación
de aproximadamente el 40 por ciento de la producción mundial y se
involucran en amplias y diversas cadenas globales de valor.
Al no tener un
intercambio comercial activo resulta difícil de identificar entre
China y Estados Unidos, resulta difícil identificar un ancla de
mediano plazo para un crecimiento mundial robusto, más vale que el
asunto se resuelva y se resuelva pronto.
Por otra parte,
desde 2016 las principales economías del mundo han experimentado un
periodo sostenido de alza en las tasas de interés, condición que ha
reducido la disponibilidad de financiamiento en el mundo y, en
consecuencia, estos recursos resultan relativamente más caros de
contratar.
Estos movimientos a
las alzas en las tasas de interés han incentivado la recomposición
de los flujos internacionales del capital, en particular hemos
observado periodos de volatilidad en los tipos de cambio, en las
tasas de interés de las economías emergentes, incluida la mexicana,
situación que ha abonado al deterioro de las expectativas de
crecimiento en ciertas regiones.
Asimismo, los
ajustes continuos a las expectativas de productores y consumidores de
energéticos han inyectado volatilidad a los precios de estos bienes,
particularmente los precios del petróleo, limitando así la
capacidad de las economías para anticipar las rutas de un
crecimiento sostenido.
No obstante, en el
plano doméstico nos parece que podemos llegar a un consenso respecto
de cuál debería ser nuestra ancla de crecimiento, en la cual
nosotros podemos fincar una mejor economía mexicana.
Nos parece que uno
de los elementos que más incide en la formación de capacidades de
la economía mexicana y del resto del mundo es la inversión en
infraestructura productiva. En 1981 la formación bruta de capital
alcanzó en nuestro país un máximo histórico de 23 por ciento, en
proporción del PIB. De este valor el 44.2 por ciento era impulsado
por el sector público.
Derivado de la
crisis de la deuda entre 1982 y 1987, la participación de la
inversión en el PIB se redujo notablemente, alrededor de nueve
puntos porcentuales, quedando en 13.9 por ciento ya en 1985.
En particular, el
componente público perdió 6.3 puntos porcentuales, registrando un
monto de 3.9 por ciento del PIB en 1987, apenas 3.9 por ciento PIB.
Hoy la inversión
física tiene una participación para nuestra fortuna similar a la
que se observó en 1981, pero ahora la composición es muy diferente.
Para la fortuna de la economía mexicana, la inversión privada,
tanto nacional como extranjera, alcanza más o menos el 20 por ciento
del PIB, mientras que la pública está igual o peor que en 1987, de
hecho, en 1987 la inversión pública fue del 3.9 por ciento del PIB
y ahora el año pasado no llegó ni siquiera al 3 por ciento.
Una economía en
donde la inversión en infraestructura pública tiene tan bajos
porcentajes, no tiene en el largo plazo ninguna viabilidad para poder
alcanzar un crecimiento robusto.
Entonces, primero,
necesitamos incrementar todavía más si nos ayudan todos ustedes la
inversión privada, la inversión en este momento, como les decía,
del 20 por ciento.
Creemos que puede
subir un poco más, tanto la inversión privada nacional como la
extranjera. Pero también nosotros pensamos que el gobierno tiene que
hacer un esfuerzo muy grande para reducir su gasto corriente e
incrementar la inversión en infraestructura pública.
Al respecto los dos
proyectos quizá más icónicos que se tendrán en este sexenio son
el Tren Maya que impactará en el desarrollo de comunidades de
Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas.
Y el Corredor
Transístmico, mediante al cual se reducirán los costos de operación
y logística entre el Golfo de México y el Pacífico, los dos son
grandes proyectos, proyectos sumamente ambiciosos que requerirán
muchísima inversión privada, tanto nacional como extranjera.
En el caso del Tren
Maya estamos hablando de más de 1 mil 500 kilómetros de vías. En
el caso del Transístmico estamos hablando de una interconexión muy
bien hecha entre Salina Cruz, Coatzacoalcos. Con un tren mejorado,
porque obviamente los rieles existen, pero los rieles no están bien
diseñados para tener una velocidad relativamente alta en los trenes
de carga, la idea es ahora tener un buen tren.
También la idea es
explotar la carreta que también va por el Istmo. Y también la idea
es explotar un ducto que también cruza el Istmo.
Entonces, este
proyecto transístmico también es muy importante y va a requerir
muchísima inversión, sobre todo, inversión privada. Porque en
ambos casos se pretende que haya una inversión mixta, asociaciones
público-privadas, en donde el sector privado, tanto nacional como
extranjero juegue un papel, el papel más relevante.
En relación con lo
anterior, reconocemos en el sistema financiero en general, y el
bancario en lo particular, aliados estratégicos para impulsar el
financiamiento de infraestructura, pues recordemos que en México
ahorramos poco y este acervo de recursos muchas veces no encuentra
los mejores canales hacia el financiamiento de los proyectos más
productivos.
En este sentido,
recientemente el Ejecutivo Federal envió un conjunto de iniciativas
de reforma que permiten canalizar en la manera más eficiente el
ahorro en la economía hacia el financiamiento del sector productivo.
Una de estas
reformas permitirá a la CONSAR, con opinión del Banco de México y
de la Secretaría de Hacienda, flexibilizar el régimen de inversión
de las Afores.
Los recursos
administrados por las Afores son nuestra principal reserva de ahorro.
Al cierre de 2018 los activos del sistema representaron el 14.3 por
ciento del PIB.
No obstante, en
países con un nivel de desarrollo similar o inclusive inferior al
nuestro, como Colombia o Chile, esta reserva de ahorro representa el
25, en el caso de Colombia, y el 60 por ciento en el caso de Chile.
El propósito,
entonces, es que las administradoras de las Afores mejoren los
rendimientos que ofrecen a sus clientes, proponiendo esquemas de
inversión en los que instrumentos del mercado de capitales tengan
una mayor participación.
Lo anterior abonará
a la profundidad y liquidez de estos mercaos y robustecerá el flujo
de financiamiento hacia las empresas.
Una de las reformas
propuestas es permitir que los vehículos utilizados para administrar
el ahorro por parte de las Afores lo hagan de manera más eficiente
al poder realizar operaciones de préstamo de valores.
Asimismo, se amplía
el espectro de acciones y bonos que podrán ser sujetos de
operaciones de reporto, incentivando así que más empresas listen
sus acciones y deuda en los mercados y que los inversionistas
institucionales diversifiquen sus portafolios.
Por otra parte, el
Ejecutivo Federal también emitió disposiciones que eliminan la
discriminación entre usuarios del sector financiero, en particular
se homogeneizó el tratamiento fiscal para tenedores locales y
extranjeros de bonos corporativos y se establecieron incentivos para
la emisión de oferta pública iniciales en el mercado accionario.
Otros reguladores,
por ejemplo, han reformado el marco normativo para facilitar la
portabilidad de los créditos de nómina.
También se envió
otra iniciativa al Congreso para facilitar el acceso al sistema
financiero a segmentos de la población que ya participan en
actividades productivas o se benefician de becas y transferencias
sociales, como son en particular los jóvenes entre los 15 y 17 años,
lo que permite reforzar en la población una cultura financiera desde
una edad temprana y detonar el aprovechamiento del sistema para un
porcentaje relativamente importante de la población.
En este sentido la
reforma contempla establecer que los adolescentes con 15 años
cumplidos puedan abrir cuentas de depósito bancario por iniciativa
propia y disponer de los recursos en ellas, según el marco que se
defina en la normativa respectiva, sin la intervención de sus padres
o tutores.
Las medidas
anteriormente señaladas son apenas algunos de los primeros pasos en
un marco más amplio de acciones orientadas a avanzar decididamente
en materia de inclusión financiera y reducción del uso de efectivo
durante esta administración.
En particular, en
este caso estamos trabajando diversas normativas con la intención de
que, uno, la emisión y recolección de pagos de gobierno sea
estrictamente mediante medios electrónicos; dos, establecer un
límite máximo al monto con el que se pueden cubrir determinadas
operaciones en efectivo, por ejemplo, en lo relacionado con la
adquisición de bienes inmuebles y de ciertos bienes duraderos; y,
tres, establecer incentivos fiscales para que los prestadores de
servicios profesionales, por ejemplo los médicos, los abogados, los
arquitectos, etcétera, privilegien la recepción de pagos
electrónicos.
En pocas palabras
anticipamos que mediante este conjunto de acciones avanzaremos
sustancialmente en materia de inclusión financiera y de manera que
la capacidad de financiamiento de la economía se incremente y los
agentes económicos dispuestos a invertir en obras de infraestructura
puedan acceder a los recursos necesarios en mejores términos y
condiciones.
En suma, la economía
mexicana enfrenta grandes retos en materia de crecimiento de
igualdad; para atenderlos, uno de los elementos que más abona en la
transformación de las capacidades del país es el desarrollo del
sistema financiero y el creciente acceso al sistema por parte de la
población.
Así pues queremos
trabajar con ustedes, banqueros, para identificar soluciones
expeditas y plantear transformaciones que permitan que haya más
incentivos para ahorrar y que este ahorro se canalice de manera más
eficiente al financiamiento productivo.
Las condiciones del
entorno global nos presentan diversos retos en el futuro inmediato.
No obstante,
considero que el Gobierno Federal encontrará en el sector bancario
un fuerte aliado para impulsar el bienestar sostenido de todos los
hogares mexicanos en todas las regiones.
Muchas gracias.
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