La
Nación ha trabajado por varias décadas en construir un andamiaje
que le permitiera posicionarse como un protagonista del comercio
internacional.
Un
indicio del buen desempeño de nuestro país en esta materia es que
México abandonó la dominancia del petróleo en las exportaciones
nacionales, y
hoy se constituye como un exportador muy diversificado. Según datos
del Banco Mundial, en 1990 el 37% de las exportaciones totales de
México eran productos petroleros y sus derivados, mientras que en
2017, año que representaron solamente el 5% del total.
Una
de las industrias que más ha crecido en participación es sin duda,
la de manufacturas (del 43% de las exportaciones totales en 1990 al
82% en 2017). Sectores como la industria automotriz y la industria de
electrónicos se han convertido en motores económicos del país y
han impactado la economía local que ha albergado a esta industria.
Como consecuencia, actualmente México hoy goza de una economía más
sana y diversificada.
Con
la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, se generaron tensiones entre México y los Estados Unidos que
pusieron en riesgo la viabilidad de la relación comercial con
Norteamérica y el desarrollo consecuente.
Con
la adopción de los acuerdos que una vez ratificados por los órganos
legislativos, llevarán a la firma del USMCA, la relación comercial
con Estados Unidos de América y Canadá se ha consolidado, y ha
devuelto las altas expectativas del desempeño futuro de México en
materia de comercio exterior.
Sin
embargo, para posicionar a México como potencia exportadora hace
falta más que la firma de este tratado. Se debe dar continuidad a
las medidas de apertura económica y promoción empresarial que han
propiciado el éxito de los últimos años.
De
hecho, México debe profundizar en la diversificación alcanzada, no
solo en cuanto a productos, sino también en lo que hace a los
mercados.
La
renegociación del TLCAN nos mostró precisamente la vulnerabilidad
que puede conllevar depender tan sustantivamente de una zona región
de exportación.
Si
bien la posición geográfica de México determina que América del
Norte sea nuestro principal socio comercial, ello no debe traducirse
en la desatención de otros mercados que pueden generar estabilidad a
la actividad exportadora del País.
México
debe continuar con la postura de apertura económica que lo
caracteriza. En los últimos 25 años el País ha logrado conformar
una red de 12 Tratados de Libre Comercio que han abierto nuestras
exportaciones a 46 países en Norteamérica, Sudamérica, Europa,
Asia y Oceanía, además de 32 Acuerdos para la Promoción y
Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs).
Gracias
a todo ello, gozamos de una posición privilegiada en términos de
competitividad comercial, que permite posicionar nuestras
exportaciones en los mercados internacionales.
Las
empresas mexicanas han sido actores relevantes del fortalecimiento
exportador del País, pues han incrementado sustantivamente la
calidad de sus productos, al poder incorporar mejoras tecnológicas
en sus procesos y maquinarias.
Aunado
a la apertura comercial y a la innovación empresarial, se deben
seguir las políticas de financiamiento y promoción de las empresas
en el extranjero.
El
comercio internacional de México se ha podido incrementar en buena
medida, por una activa política de Estado enfocada en la generación
de vínculos comerciales y garantías que han posibilitado el
intercambio.
Por
ejemplo, el Banco Mexicano de Comercio Exterior (Bancomext) funge un
papel fundamental en la labor de financiamiento al otorgar créditos
a las empresas mexicanas para que se posicionen en el extranjero y
así contribuir al desarrollo económico nacional.
Esta
labor es vital para las empresas exportadoras: tan sólo en 2017, la
institución otorgó financiamientos para el sector privado mexicano
por 248 mil millones de pesos.
Si
queremos seguir diversificando las exportaciones de México a nivel
mundial, Bancomext debe poder seguir apoyando a los actores
comerciales de la política exterior. Sectores tan diversos como el
sector automotriz, eléctrico, turismo y hasta el desarrollo de
energías limpias dependen del crédito para crecer hacia el
exterior.
Otra
entidad de suma importancia para el posicionamiento de nuestro país
en el extranjero ha sido ProMéxico. Desde su creación en 2007 ha
dado resultados indiscutiblemente positivos. En una cifra debemos
considerar que por cada dólar invertido en ProMéxico, se generan
173 dólares en negocios para el País.
Hasta
junio de 2018, México captó 193 mil millones de dólares en IED,
53% más que el sexenio anterior. De esa suma, prácticamente la
mitad, 85 mil millones de dólares se materializaron con la
intervención de ProMéxico. Eso significa que 4 de cada 10 dólares
que entraron al país llegaron gracias a ProMéxico.
Su
impacto es palpable si consideramos sus logros en la promoción de
las industrias mexicanas a nivel mundial: 274 proyectos de
internacionalización de empresas mexicanas, con valor de 2,500
millones de dólares hoy son realidad gracias a la promoción hecha
por esta entidad.
La
labor de promoción que ha venido realizando ProMéxico, ha sido
determinante para que hoy México sea uno de los 20 principales
destinos de inversión a nivel internacional según el Reporte de
Inversión Global, publicado por la UNCTAD, superando a países como
Rusia y Canadá.
Con
la inminente celebración del USMCA, México ha dado un paso
importante para afianzarse como una potencia exportadora mundial.
En
Coparmex consideramos que la apertura económica basada en los
acuerdos y tratados binacionales y multilaterales, la competitividad
e innovación empresarial, así como el financiamiento y la promoción
de las empresas y productos mexicanos en el extranjero, deben
mantenerse en una fórmula integral que permita mantener las
capacidades exportadoras de México.
Se
ha constatado una y otra vez que la falta de diversificación puede
amenazar nuestra estabilidad, ya sea por la dependencia total en la
exportación de petróleo o depender sustancialmente de un solo
mercado, como lo es hoy el de los Estados Unidos.
Celebramos
que el próximo gobierno federal, esté planteando el adelgazamiento
del aparato gubernamental, la austeridad y la integridad como ejes de
su proyecto de gestión.
Sin
embargo, hacemos un llamado a analizar a fondo, la conveniencia de
debilitar el ecosistema exportador del País, mediante la eventual
desaparición de Bancomext (al fusionarse con Nacional Financiera) y
la extinción de ProMéxico (traspasando sus funciones de promoción
a las Embajadas).
Desde
luego que la operación de Bancomext y ProMéxico puede mejorarse de
forma sustancial para elevar los niveles de exigencia y mejorar los
resultados, pero esto puede lograrse con medidas administrativas y
operacionales contundentes.
Ambas
instituciones, no exentas de problemas, han sido cruciales para que
México sea exitoso en su comercio exterior. Por ello, hacemos un
llamado para que se valore a fondo, la conveniencia de su
permanencia.
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