miércoles, 24 de enero de 2018

Monsanto: Malezas y glifosfato



Es un herbicida de amplio espectro, capaz de controlar más de 100 tipos de malezas diferentes. Los productos a base de glifosato han sido utilizados en la agricultura por más de 40 años, y hoy en día es el ingrediente activo más usado en todo el mundo para el control de malezas.

El glifosato es el ingrediente activo de Faena (Round Up), nuestro producto estrella para la protección de cultivos, y de muchos otros herbicidas que actualmente existen en el mercado.


En el campo, dónde se producen nuestros alimentos, las malezas compiten con los cultivos por los nutrientes del suelo, el agua y la luz solar. Los herbicidas, como el glifosato, son una de las herramientas que le permiten al productor cuidar los cultivos, optimizando el uso de sus recursos para obtener mejores cosechas. El glifosato también se utiliza en la jardinería ornamental y doméstica, al igual que en el mantenimiento de distintos tipos de infraestructura, como caminos y espacios urbanos.


El glifosato inhibe de manera específica una enzima que está presente en las plantas, y que es esencial para su crecimiento.

Cuando se pulveriza sobre las hojas o tallos, viaja hasta las raíces donde bloquea dicha enzima y la planta deja de crecer, ya que se inhibe la fabricación de ciertos aminoácidos que contribuyen con este proceso.

Cuando la maleza se marchita y cae sobre la tierra, el glifosato residual se descompone en sustancias como el dióxido de carbono y el fosfato, los cuales no dañan ni tienen impacto alguno sobre la flora, fauna, ni tampoco para la salud humana.


Más de 800 estudios realizados a nivel mundial avalan la seguridad del glifosato. Estos estudios han sido revisados por distintas agencias como la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos y la Comisión Europea. La conclusión de diferentes agencias regulatorias del mundo señala que, utilizado de acuerdo con las recomendaciones de la etiqueta, su uso no presenta riesgos para la salud humana, animal ni para el medio ambiente.


Actualmente, más de 160 países aceptan el uso de glifosato en la agricultura. En Argentina, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) es la autoridad regulatoria que aprueba y registra el uso y comercialización de productos para la protección de cultivos, incluyendo a los herbicidas a base de glifosato.

Los herbicidas nos ayudan a eliminar plantas no deseadas de forma benéfica:
•           En el campo: el crecimiento excesivo de las malezas hace que los cultivos compitan por la luz solar y nutrientes.
•           En lugares públicos: la vegetación no deseada puede impedir acceso a áreas de utilidad crítica.
•           En tu comunidad: los mosquitos que portan enfermedades se crían en cloacas tapadas por malezas.
•           En tu jardín: la hiedra venenosa, arbustos con espinas y otras malezas pueden ser dañinas para tu familia y mascotas.

Sobre el glifosato…
           
El glifosato no causa cáncer, ni otras enfermedades crónicas.
Los herbicidas basados en glifosato tienen un historial de uso seguro de más de 40 años y están avalados por una de las bases de datos más extensa en el mundo relacionada con la salud humana, la seguridad y el medio ambiente. Es importante destacar que no existe otro producto de protección de cultivos del que se cuente con tanta información como del glifosato. Autoridades regulatorias de los Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Australia y México han reafirmado públicamente que no hay evidencia que vinculen al glifosato con ninguna enfermedad humana.

Los residuos de glifosato en la comida no causan daño alguno a la salud.
Las aplicaciones precisas de este herbicida y una regulación estricta nos ayudan a asegurar que nuestros alimentos son seguros para comer. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) reporta que los residuos de este herbicida en los alimentos no son un riesgo para la salud de ninguna persona.

El glifosato no afecta al medio ambiente.
El glifosato se une fuertemente a las partículas del suelo y se degrada con el tiempo, convirtiéndose en sustancias como el dióxido de carbono y fosfato. Además, no se acumula en organismos vivos, es decir, no es bioacumulable, y no daña los microbios del suelo. Por el contrario, el glifosato ha permitido a los productores de todo el mundo adoptar prácticas de labranza reducida, como la siembra directa que tiene importantes beneficios ambientales.

El glifosato no daña a los animales e insectos.
El glifosato no es una amenaza para los animales e insectos, pues actúa de manera específica sobre una enzima que se encuentra en las plantas, pero no en los animales.
El glifosato no afecta a la mariposa Monarca.
Si bien es cierto que las poblaciones de mariposa Monarca han decaído en los últimos años, este fenómeno no está vinculado con el glifosato. Muchos científicos que estudian a las Monarcas piensan que su declive poblacional se debe a un gran número de factores, incluyendo la deforestación, el cambio climático, y la pérdida de hábitat.

El glifosato no provoca “súper malezas”.
El control de malezas siempre ha sido un reto para la agricultura. Algunas malezas han desarrollado una resistencia a algunos herbicidas. En el campo, los principios de buen manejo de malezas pueden limitar la emergencia de esta resistencia, y es por ello que hoy en día son necesarios múltiples mecanismos de acción.




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