martes, 24 de septiembre de 2019

Remesas en México podrían llegar a 35,460 MDD (+5.3%) en 2019 y para 2020 a 37,200 MDD (+5.0%)

El “Anuario de Migración y Remesas” destaca que en 2018 se registraron 38.5 millones de mexicanos en EE.UU.,12.3 millones son migrantes, 13.5 millones hijos de migrantes mexicanos y 12.7 millones con ascendencia mexicana.
      Aumenta de forma lenta, pero sostenida, la dependencia de México hacia las remesas. En 2013, representaron el 1.7% del PIB. Se estima que en 2018 pudieron haber representado el 2.7%, llegando a un máximo histórico.

      Guatemala, El Salvador y Honduras son países con un creciente flujo migratorio hacia Estados Unidos y con alta dependencia de las remesas. Las remesas como porcentaje del PIB representan 12.0%, 21.4% y 20.0%, respectivamente.
      A un mexicano le cuesta, en promedio, cerca de 87 mil pesos pagar a un “pollero” para cruzar a EE.UU., mientras que un centroamericano tiene que pagar hasta 11.5 mil dólares, en promedio para atravesar México y llegar a los EE.U.
      Para 2019, las solicitudes de refugio en México podrían llegar a 80,000 (+170% que 2018) y la emisión de “Visas Humanitarias” a 60,000 (+305% que 2018), principalmente de personas centroamericanas.
BBVA México, el Consejo Nacional de Población (Conapo) y la Fundación BBVA México presentan el “Anuario de Migración y Remesas México 2019” con los datos más relevantes sobre la migración, el refugio y las remesas a nivel mundial y en el país. Debido a la coyuntura migratoria reciente, se hace énfasis en la región de América Latina y el Caribe, así como en el flujo de personas centroamericanas que transitan por México, y las acciones y política migratoria del gobierno de Estados Unidos de América.
El Anuario señala que la migración y las remesas son muy importantes para los países centroamericanos. Para El Salvador, los migrantes representan 25% de su población y reciben remesas equivalentes al 21.4% de su PIB (5,500 millones de dólares ó md); en Honduras, las remesas alcanzan el 20.0% de su PIB (4,750 md); mientras que a Guatemala llegaron 9,300 md por este concepto, equivale al 12.0% de su PIB. Se observan diferencias en los destinos de los emigrantes del Triángulo Norte de Centroamérica hacia Estados Unidos, los guatemaltecos y salvadoreños prefieren el estado de California, mientras que los hondureños el estado de Florida.
Para llegar a Estados Unidos, la gran mayoría de los migrantes centroamericanos tiene que atravesar México. La población guatemalteca tiene múltiples rutas, algunas de ellas atraviesan el Centro y la Zona del Pacífico de México; en cambio, los migrantes hondureños y salvadoreños mayoritariamente toman la ruta del “Golfo”, atravesando Chiapas, Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León. El documento destaca que Tecún Umán y La Mesilla, en Chiapas, son los principales puntos de acceso de la migración centroamericana de tránsito por México.
En promedio, se estima que le cuesta hasta 11.5 mil dólares a un guatemalteco contratar un “pollero” para llegar a Estados Unidos: 6.5 mil dólares para atravesar México y 5 mil dólares para cruzar la frontera estadounidense. Un hondureño pagó en promedio 11.1 mil dólares por un “pollero”, mientras que un salvadoreño 7.8 mil dólares. Sin embargo, muchos centroamericanos que no tienen recursos optan por las rutas más riesgosas, como usar “La Bestia”.
El “Anuario de Migración y Remesas” muestra que las detenciones de niñas, niños y adolescentes migrantes en Estados Unidos, tanto acompañados como no acompañados, volvieron a incrementarse en 2018. Al mismo tiempo, se observa que ha aumentado más la migración de menores de edad acompañados de algún adulto. En 2018, se detuvieron a 50,000 menores no acompañados (+20.7%, respecto del año pasado) y a 107,000 personas en unidades familiares (+41.8%) en Estados Unidos. Gran parte de estos menores migrantes son originarios de Guatemala y Honduras.
En este contexto migratorio, se estima que las solicitudes de refugio en México, para 2019, podrían llegar a 80,000, lo que representaría un aumento de 170% respecto a 2018; mientras que la emisión de “Visas Humanitarias” para este año podría ascender a 60,000 (+305% respecto al año anterior). En 2018, la mayoría de las “Visas Humanitarias” otorgadas por México fueron para personas de: Honduras (38.5%), Venezuela (29.2%) y El Salvador (20.6%).
Respecto a la población mexicana en Estado Unidos, el documento indica que en 2018 había 38.5 millones de mexicanos en ese país: 12.3 millones son migrantes que nacieron en México, 13.5 millones son hijos de migrantes mexicanos (2da generación) y 12.7 millones más tienen ascendencia mexicana (3ra generación y superiores).
La gran mayoría de los migrantes mexicanos se encuentra en edad laboral, 87.4% tiene entre 15 y 64 años de edad. En 2018, las tasas de desempleo tanto de hombres como de mujeres migrantes mexicanos fueron relativamente bajas en Estados Unidos. El 83.2% de los migrantes mexicanos hombres forma parte de la fuerza laboral (PEA) en el vecino país del norte y tuvieron una tasa promedio de desempleo de 3.6% en ese año. En contraste, 50.5% de las mujeres mexicanas migrantes formaba parte de la fuerza laboral (PEA) y su tasa de desempleo fue de 5.5%.
Las mujeres migrantes mexicanas se desempeñaron principalmente en actividades de salud y educación (618 mil), hostelería y esparcimiento (461 mil), y manufactura (400 mil); en contraste, los hombres se desenvolvieron principalmente en actividades de la construcción (1.5 millones), manufactura (636 mil), así como en actividades profesionales y administrativas (597 mil).
La securitización de la frontera en suma con los altos riesgos han mermado la migración y han incrementado el costo del “pollero” para los mexicanos. En pesos constantes de 2017, descontando el factor inflacionario, en 1995 costaba el equivalente a 3,267 pesos contratar un “pollero”, en 2005 subió a 18,236 pesos. Para 2013 se tenía que pagar 37,288 pesos y en 2017 se estima que costaba en promedio 86,907 pesos la contratación de un “pollero”.
Se prevé que año con año se volverá más costoso, en términos reales, pagarle a un “pollero” para llegar a Estados Unidos. Sin embargo, mientas continúe el dinamismo económico en Estados Unidos y la brecha salarial con México sea tan amplia, continuará el flujo de migración de mexicanos al vecino país del norte.
El Anuario incluye por primera vez un capítulo sobre los mexicanos estudiantes en el extranjero. En los últimos años, hay cerca de 30 mil mexicanos en el extranjero inscritos en programas completos de nivel licenciatura o posgrado. Entre 2015 y 2018, Conacyt apoyó a casi 13 mil mexicanos para estudiar en el extranjero una maestría o doctorado. Para maestría, los cinco destinos preferidos fueron: Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, España y Países Bajos; para doctorado, los cinco principales destinos fueron: Reino Unido, Estados Unidos, España, Francia y Canadá.
México becó a cerca de 950 estudiantes de maestría y doctorado para cursar su grado entre las 10 mejores universidades en el mundo (de acuerdo con el ranking de Quacquarelli Symonds), siendo las preferidas: la Universidad de Chicago, el University College London (UCL) y la Universidad de Harvard.
De acuerdo con datos del “Anuario de Migración y Remesas” para 2020, las remesas en el mundo podrían llegar a 747 mil millones de dólares, monto cercano al PIB de países como Arabia Saudita, Turquía o Suiza. América Latina y el Caribe son de las regiones más dinámicas en recepción de remesas; en 2020 se estima que recibirán 93 mil millones de dólares. Las remesas se originan principalmente desde países desarrollados –Estados Unidos, países de la Península Arábiga y Europa de alto ingreso– y se dirigen a países en desarrollo.
Las remesas continúan siendo muy importantes para México, que se ubica en la 4ta. posición mundial en recepción de este recurso, superado solo por India, China y Filipinas. En 2019, las remesas a México podrían llegar a 35,460 millones de dólares (+5.3%) y para 2020 podrían alcanzar 37,200 millones de dólares (+5.0%).
Pese a la importancia en el monto, se estima que en dos terceras partes de los 1.6 millones de hogares que recibieron remesas no alcanzaron a cubrir el gasto que se hace en alimentación. En general, los gastos de estos hogares se tienen que complementar con los ingresos de actividades como: empleado, micronegocios y/o programas públicos.

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