A
partir de 2059, en tanto, se proyecta una disminución de la población
regional debido, principalmente, a la caída de la fecundidad y a los
saldos migratorios negativos.
(11 de julio, 2019)
El
crecimiento cada vez menor de la población, resultante principalmente
de la caída de la fecundidad
y de saldos migratorios negativos, llevará a América Latina y el Caribe
a alcanzar su población máxima hacia el año 2058, con un total de 767,5
millones de personas, reveló un
análisis
de las tendencias recientes de la población
de la región realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
A partir de 2059, en tanto, se proyecta una disminución de la población regional, hecho que contrasta con el panorama
a nivel mundial donde, si bien la población disminuye, no se vislumbra un crecimiento negativo en los próximos 80 años.
El
análisis, difundido hoy en el marco del Día Mundial de la Población,
contiene estimaciones y proyecciones de
las tendencias recientes de América Latina y el Caribe para el período
2015-2020 y fueron elaboradas por el Centro Latinoamericano y Caribeño
de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL.
Según
el estudio, cuyas cifras fueron recientemente publicadas por las
Naciones Unidas, América Latina y el Caribe
pasó de un crecimiento medio anual de 4,8 millones de personas en el
quinquenio 1950-1955 a un máximo de casi 8,2 millones en el quinquenio
1985-1990. A partir de 1990 el crecimiento poblacional de la región
empezó a disminuir y actualmente la población crece
a un ritmo de 6 millones de personas al año.
En
el proceso de transición demográfica de la región sobresale la
acelerada caída de la fecundidad, que fue precedida
por la reducción sostenida de la mortalidad desde finales de la primera
mitad del siglo XX, lo que hoy se refleja en una esperanza de vida al
nacer de 75,2 años y una tasa global de fecundidad de 2 hijos por mujer.
La
transición demográfica ha sido acelerada, aunque con rasgos de
heterogeneidad entre y dentro de los países.
Con todo, a nivel regional ha resultado en dos grandes cambios: la
disminución de la dependencia demográfica y el envejecimiento de las
poblaciones. El análisis plantea que, mientras que la disminución de la
relación de dependencia contribuye a una holgura
demográfica en el mediano plazo, el envejecimiento presenta desafíos
para las sociedades.
Para
el período 2020-2025 se proyecta que la población dependiente (menores
de 15 años y de 65 años y más) crecerá
más que la población en edad de trabajar (de 15 a 64 años) lo que
indica el fin del bono demográfico regional, aunque con diferencias
entre países.
El
fin del bono demográfico viene acompañado de un acelerado proceso de
envejecimiento de la población, con un
aumento de la proporción y el número absoluto de personas de 65 años y
más. Esta población se incrementará sostenidamente en los próximos
decenios y se espera que en 2047 supere a la población de menores de 15
años. En la región, se proyecta que 1 de cada
5 habitantes será una persona mayor de 65 años en el 2050.
La
esperanza de vida al nacer, en tanto, sigue aumentando. Sin embargo,
América Latina y Caribe es la segunda
región con el menor incremento en el mundo con un aumento promedio de
0,8 años en 2015-2020, apenas por detrás de Norte América que tendrá un
incremento negativo de 0,07 en igual periodo.
La
región tiene un nivel de esperanza de vida al nacer de 75,2 años que la
sitúa por arriba de Asia (73,3) y
África (62,7), aunque mantiene una brecha significativa respecto a
Norte América (79,2), Europa (78,3) y Oceanía (78,4). Las proyecciones
muestran una mayor convergencia en la esperanza de vida entre regiones,
pero no suficientemente rápida para cerrar las
brechas existentes entre las regiones con más altos niveles de
mortalidad.
Al interior de la región la heterogeneidad persiste, con una diferencia de 18,7 años entre Martinica (82,3) y
Haití (63,5), ambos países en la región del Caribe.
Las
estimaciones de la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años, en
tanto, indican una reducción, pasando
de 21,04 defunciones de menores de cinco años por mil nacimientos en el
período 2010-2015 a 19,1 en 2015-2020. Sin embargo, la mortalidad sigue
alta y es casi cuatro veces el valor observado en Europa en el mismo
período.
Por
su parte, la tasa global de fecundidad de América Latina y el Caribe es
estimada en 2,04 nacidos vivos por
mujer, lo que ubica a la región por primera vez por debajo del nivel de
reemplazo de 2,1 nacidos vivos por mujer. Se proyecta que la Tasa
Global de Fecundidad (TGF) de la región seguirá bajando y llegará a 1,72
en el periodo 2070-2075.
El
análisis de la CEPAL revela además que la edad media de fecundidad tuvo
su valor mínimo en la región en 2000-2005
con 27,0 años y empezó a subir desde entonces. Actualmente se observa
un valor de 27,3 años en 2015-2020, lo que señala que la baja fecundidad
viene acompañada por un número mayor de mujeres teniendo hijos en
edades más avanzadas. Basado en las proyecciones,
se espera que la edad media alcance 30,7 años para el periodo
2095-2100.
Respecto
a la fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años, las estimaciones
indican que esta ha disminuido,
pasando de 68,1 nacidos vivos por cada mil mujeres en 2010-2015 a 63 en
2015-2020, sin embargo, la tasa sigue alta comparada con otras regiones
del mundo y es 48% mayor que el promedio mundial.
Finalmente,
las cifras de la CEPAL revelan un aumento de la migración
intrarregional en los últimos años. Un ejemplo
reciente es la migración de personas residentes en Haití a países
sudamericanos y la ola migratoria de personas que residían en Venezuela.
Estos movimientos han producido cambios importantes en los saldos
migratorios de los países receptores, así como en los
países de origen. Se estima que en el período 2015-2020 el saldo
migratorio de Venezuela es de 3,3 millones de personas y que, dentro de
la región, los países receptores de estos migrantes fueron Brasil,
Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
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