En su reunión de primavera, el FMI revisó sus pronósticos a la baja sobre el crecimiento económico mundial a causa de la pandemia del COVID-19. De acuerdo con el organismo, la emergencia sanitaria está teniendo enormes y crecientes costos humanos en todo el mundo.
Los gobiernos, con
la finalidad de evitar el colapso de los sistemas sanitarios han
implementado medidas severas de aislamiento social y ello ha generado
un paro súbito en la economía mundial. Como resultado de la
pandemia, ahora el FMI pronostica que la economía mundial tenga una
contracción del 3% en el 2020, más severa que la registrada en la
crisis financiera del 2008-2009 donde el mundo observó una
contracción del 0.1%, y la peor recesión desde la Gran Depresión.
Se trata de una crisis sin precedentes. El choque por el lado de la
oferta es considerable, y por el lado de la demanda es enorme, la
pérdida del PIB relacionada con esta emergencia sanitaria y con las
consiguientes medidas de aislamiento, será de tales dimensiones que
no se han visto en los últimos 100 años. Para 2021 se proyecta una
recuperación del 5.8% mejor a la tendencia observada en los últimos
años, pero el nivel de PIB será inferior al previo de la crisis y
aún hay mucha incertidumbre en torno a la velocidad de la
recuperación. Para las economías desarrolladas estima una
contracción del 6.1% en el 2020 y para el 2021, una recuperación
del 5.4%. En Estados Unidos estima una caída del PIB del 5.9% y para
el 2021 un crecimiento del 4.7%. Para la zona Euro las caídas son
más pronunciadas, donde se espera una contracción del 7.5%, con
Alemania, Italia, Francia y España severamente afectadas, y para el
2021 un crecimiento del 4.7%.
En cuanto a las
economías emergentes, estima una caída del 1% en el 2020 y en el
2021 una recuperación del 6.6%. En el caso particular de México
pronostica una contracción de la actividad económica del 6.6%,
mientras que para el 2021 un crecimiento del 3%.
En el escenario
base, contempla que la pandemia se disipe en el segundo semestre de
2020, por lo que las medidas de contención pudieran ser levantadas
gradualmente. Vale la pena señalar que el pronóstico sobre el
desempeño mundial está sujeto a una extrema incertidumbre. Las
secuelas económicas dependen de factores que son difíciles de
predecir, como la trayectoria de la pandemia, la intensidad y
eficacia de los esfuerzos de contención por parte de las principales
economías, el grado de las disrupciones en la oferta, afectaciones
en la confianza y la disposición de las personas a ejercer su gasto.
Adicionalmente, las repercusiones del endurecimiento de las
condiciones en los mercados financieros mundiales, pudieran hacer que
la crisis sea más profunda de la pronosticada, así como la
volatilidad de los precios de las materias primas. Con ello el
organismo deja abierta la puerta a futuras revisiones a la baja,
donde se pudieran registrar cifras de contracción aún más
negativas.
Esta crisis toma a
ciertas economías en situaciones más complejas, ya que muchos
países además de la emergencia sanitaria, se enfrentaban a una
fuerte caída en la demanda agregada, cuestiones económicas
internas, y colapso de los precios de las materias primas, como es el
caso de México.
Las políticas
económicas que implementen los gobiernos deberán de amortiguar el
impacto en la disminución de la actividad económica y garantizar
que la recuperación económica pueda empezar rápidamente una vez
que se disipe la pandemia.
Dado que las
secuelas económicas obedecen a shocks importantes en determinados
sectores, las autoridades tendrán que implementar medidas en los
ámbitos fiscal, monetario y financiero para respaldar a los hogares
y las empresas afectadas.
De acuerdo con el
FMI, la respuesta fiscal en los países desarrollados que han sido
afectados, ha sido rápida y considerable como la zona Euro, Estados
Unidos, Japón y el Reino Unido. En tanto algunas economías
emergentes, también han empezado a proporcionar o han anunciado
importantes medidas de apoyo fiscal a favor de los sectores y
trabajadores duramente afectados. De acuerdo con el organismo, si
persiste el paro, o bien, si el repunte en la economía cunado se
levanten las restricciones es débil, será necesario reforzar las
medidas fiscales. Un amplio estímulo fiscal es necesario para
impulsar de nueva cuenta la demanda agregada y mitigar el impacto de
la pandemia en la economía.
Las medidas
adoptadas por los principales bancos centrales en las últimas
semanas con estímulos monetarios extraordinarios y que han provisto
de liquidez en el mercado, deberán de reducir una crisis de segundo
orden. Estas medidas han apuntalado la confianza y han contribuido a
mitigar la amplificación del shock, asegurando así que la economía
esté en mejores condiciones para recuperarse.
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