Aquiles
Córdova Morán
El
problema no es nuevo y creo que, en alguna medida al menos, tampoco
desconocido por la opinión pública, en particular la de Oaxaca,
pues nos hemos referido a él en varias ocasiones. Por eso hoy me
limitaré a una muy breve síntesis.
Durante
muchos años, casi un siglo ya, los indígenas mixtecos de Santo
Domingo Yosoñama, Oaxaca, han poseído y explotado mil setecientas
hectáreas de terreno (bosque en su mayoría, con pequeñas áreas
aptas para el cultivo de temporal) de donde han sacado siempre el
magro sustento de sus familias. En los últimos años del siglo
pasado, un grupo, pequeño pero poderoso, que se ostenta como
representante de los comuneros de San Juan Mixtepec, en la misma zona
oaxaqueña, inició un pleito ante las autoridades agrarias
reclamando la propiedad de esas tierras. Después de un largo
proceso, el Tribunal Unitario Agrario, sin estudiar a fondo el ángulo
social y económico del conflicto, dio la razón y el derecho a
Mixtepec. En resumen, pues, estamos ante un enfrentamiento entre el
derecho “legal” de Mixtepec y el derecho consuetudinario
(posesión y usufructo de casi un siglo) de Santo Domingo Yosoñama,
provocado por una burocracia agraria que no es, por supuesto, la que
hoy está en funciones.
Resulta
indispensable aclarar que el Movimiento Antorchista no participó
nunca, de ninguna manera, en el litigio, antes del fallo negativo
contra Yosoñama; y después de dicho fallo, y a petición expresa de
la parte perdedora, su intervención se ha constreñido a tratar de
encontrar una fórmula de avenimiento aceptable y justa para ambas
partes, y a convencer a Yosoñama de que un arreglo pacífico y
equilibrado es lo más conveniente para su comunidad. Esta actuación
nuestra ha sido del pleno conocimiento del gobierno de Oaxaca, de la
Secretaría de Gobernación federal y de otras instancias mediadoras,
es decir, se trata de una verdad comprobable y no de un recurso
amañado para encubrir un papel de instigador o de obstáculo
insalvable para la solución del conflicto, como han sostenido
reiteradamente los “comuneros” de Mixtepec.
Tampoco
sobra informar que, tras varios intentos, logramos finalmente
convencer a Yosoñama para que aceptara una fórmula de compromiso
(que aquí no hace falta detallar), de la cual salió fiador el
Gobierno federal. Si, a pesar de ello, el conflicto sigue activo y
causando muerte y desolación entre los más humildes y olvidados de
Oaxaca, ello se debe, por una parte, a que la camarilla violenta de
Mixtepec se ha atrincherado tras el fallo del Tribunal Unitario
Agrario y no acepta nada que no sea la ejecución literal del laudo;
y de la otra, a que las autoridades federales retardaron la ejecución
de lo acordado y las estatales, señaladamente altos funcionarios del
gobierno de Oaxaca, nunca (hasta antes de ahora) han mostrado
disposición de usar su autoridad para consumar el acuerdo. En vez de
eso, una y otra vez han recurrido (los de Mixtepec) a la feroz
artimaña de agredir, secuestrar y asesinar a los de Yosoñama, y
luego armar escándalo en medios que están de su parte para
culparlos, a ellos y a Antorcha, de ser los intransigentes y
violentos.
Para
respaldar esto, doy a continuación un apretado resumen de la brutal
violencia de que han sido víctimas los indígenas de Yosoñama, para
obligarlos a desalojar la tierra que los sustenta y, en consecuencia,
a morirse de hambre junto con sus familias:
1)
30 de mayo de 2010: secuestro de 30 comuneros de Yosoñama a quienes
se mantuvo atados, vendados y amordazados en diversos domicilios de
Mixtepec, durante 72 días. El Gobierno de Oaxaca de entonces no
movió un dedo para liberarlos, y menos para hacer justicia.
2)
7 de agosto de 2010: es asesinado a balazos Simón Antonio Santos, en
el paraje conocido como Agua Paloma.
3)
24 de octubre de 2010: es asesinado a balazos Pedro Guzmán González,
en el paraje Portezuelo de la Paz.
4)
23 de septiembre de 2010: es ultimado a tiros Isidoro Hernández
José, en el paraje llamado Claro del Sol. El cuerpo de esta víctima
jamás ha podido ser recuperado.
5)
24 de diciembre de 2010: muere abatido a tiros, en la ciudad de
Tlaxiaco, Miguel Cruz José. Miguel era, además de líder natural de
los mixtecos de la zona, miembro de la Dirección Nacional del
Movimiento Antorchista.
6)
14 de diciembre de 2013: mueren asesinados a tiros, y calcinados
junto con el vehículo en que se transportaban, once personas de una
sola vez: Adán José Ventura, Bernabé García Hernández, Pedro
Morales José, Sixto Santiago José, Bartola Ventura Chávez, Rutilio
José Ventura, Basílica Santiago Antonio, Martha José González, el
niño Carlos Manuel José Santiago, el niño Armando José Reyes, la
niña Jazmín Santiago José.
7)
30 de abril de 2015: es asesinado Andrés San Juan José, en San
Isidro Yosoñama.
Además
de estas víctimas mortales, hace falta mencionar a heridos, que
salvaron la vida de milagro, para completar este cuadro de horrores
sin castigo:
1)
7 de agosto de 2010: fue herido de un balazo en la cabeza Filemón
Antonio José. Sobrevive en estado vegetativo.
2)
18 de mayo de 2014: Daniel José Antonio recibe un balazo en la
mejilla izquierda. Lesión permanente.
3)
30 de abril de 2015: Rodrigo Antonio Ventura es herido de un balazo
que le deshizo el tobillo izquierdo. Lesionado permanente.
De
todos estos crímenes, se presentaron en tiempo y forma las denuncias
correspondientes y fueron abiertos los expedientes respectivos. Esto
quiere decir que las autoridades oaxaqueñas encargadas de hacer
justicia, tuvieron y tienen pleno conocimiento de los hechos, sin que
a la fecha se haya resuelto ninguno de ellos ni haya un solo
detenido.
Es
en este ambiente, precisamente, que el día 8 de agosto de los
corrientes, en el paraje denominado Rancho Señor, no muy lejos de
Tezoatlán de Segura y Luna, fueron masacrados a tiros de armas de
alto poder, los antorchistas Cecilia José Hernández, Adelaida José
José, Juana Ventura José, la joven Alma Cruz Ventura y el niño
Uriel Cruz Ventura. En el lugar quedó gravemente herido Abel Cruz
Ventura el cual, en el momento de escribir esto, aun no se recupera
del “shock” sufrido a causa de tan brutal experiencia.
Los
hechos ocurrieron a eso de las cinco de la mañana, cuando los hoy
occisos se trasladaban, en un taxi “pirata”, es decir, sin
permiso legal para transportar pasajeros, a la ciudad de Huajuapan de
León a una cita médica. Al llegar al paraje indicado, ya los
esperaba una camioneta blanca y junto a ella 3 sujetos con armas
largas que, a la vista del taxi y sin mediar palabra, dispararon
directamente al chofer. Éste trató de escapar echándose en
reversa, lo que provocó que los sicarios dispararan al bulto
causando la espeluznante masacre. Esta versión es la del joven
herido, el cual ha podido hacer algunas declaraciones a pesar del
grave estado de conmoción en que se encuentra.
Tales
pormenores fueron rápidamente aprovechados por el fiscal general de
Oaxaca, Lic. Rubén Vasconcelos Méndez, para asegurar que el
horrible crimen no tiene nada que ver con el problema agrario entre
Mixtepec y Yosoñama. Por nuestra parte, tal como lo declaró
oportunamente nuestro vocero nacional, el Ing. Homero Aguirre
Enríquez, tampoco tenemos pruebas fehacientes para culpar con
seguridad a nadie, aunque tampoco para descartar que, detrás de
todo, se halle la mano de la camarilla de Mixtepec. Como lo prueba la
lista resumida de sus crímenes, probadamente ligados al conflicto
agrario, no sería un milagro que éste fuera uno más de sus
delitos. Respecto a las apresuradas afirmaciones del señor fiscal,
no hay que olvidar la abierta parcialidad que algunos de sus
antecesores han mostrado hacia los sicarios de Mixtepec.
Sea
lo que sea, sabremos la verdad cuando las autoridades responsables
resuelvan este tan horrendo como inútil crimen y tengan tras las
rejas a los culpables. Y sea como haya sido, el hecho cierto es que 5
antorchistas, tres mujeres, una jovencita y un niño, fueron
brutalmente deshechos a tiros sin que se pueda sospechar que formaban
una “banda” rival que cayó en un “ajuste de cuentas”. Se
trata de víctimas inocentes en el más hondo sentido de esta
palabra. Su muerte clama justicia al cielo, y el Gobierno de Oaxaca
está obligado a dársela. Y no solo eso, está obligado también a
erradicar la violencia en su estado, venga de donde venga y
cualquiera que sea el motivo que la provoque. Por eso, está obligado
también a eliminar ese foco de tensión y de sospecha que es el
conflicto agrario entre Mixtepec y Yosoñama. Y mientras más pronto
mejor, por el bien de todos los oaxaqueños de vida y conciencia
limpias, que son la infinita mayoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario