Aquiles
Córdova Morán
En
las últimas semanas han aparecido en redes y en medios de
información notas, columnas y documentos de carácter oficial que se
refieren al municipio de Chimalhuacán en términos preocupantes. A
manera de resumen menciono algunos de estos materiales. Primero, se
ha relanzado un video en el que aparece el Lic. López Obrador,
entonces precandidato a la Presidencia de la República, en medio de
un conjunto de chozas miserables y de un entorno de claro abandono,
diciendo que la culpa de ese rezago es el “uso faccioso de los
recursos” por los ayuntamientos antorchistas. Quizá el Lic. López
Obrador ignoraba que el lugar en que se encontraba no pertenecía a
Chimalhuacán en ese entonces, sino a Los Reyes La Paz, municipio
vecino. El discurso termina con la promesa de que, en su gobierno,
eso se acabaría definitivamente.
Segundo,
también circula en redes un video de factura reciente y claramente
profesional, en el cual se vierte abundante veneno contra los
gobiernos antorchistas de Chimalhuacán, contra el Movimiento
Antorchista Nacional y contra quien esto escribe. Se trata de un vil
anónimo cuya finalidad no se expresa, aunque no deja lugar al
optimismo.
Tercero,
el portal hoylosangeles.com
publicó
hace pocos días una información basada en una encuesta del Gabinete
de Comunicación Estratégica
y que cabeceó así: “Chimalhuacán
registra la peor calidad de vida en México, según estudio”.
En el cuerpo de la nota no se encuentran cifras que respalden tan
alarmante conclusión, y tampoco se precisan cifras sobre
pavimentación de calles, alumbrado público, drenaje, agua potable,
cultura, educación, recreación y deporte, conceptos todos en los
que Chimalhuacán aventaja con mucho a la mayoría de sus vecinos del
oriente mexiquense.
Cuarto,
circulan dos documentos de carácter oficial. El primero elaborado
por José Luis Luege Tamargo y colaboradores; el segundo lleva la
firma de varios funcionarios del más alto rango en el próximo
Gobierno federal, encabezados por el Ing. Javier Jiménez Espriú. El
documento de Luege Tamargo dice así en la parte conducente:
“3.
Recuperación de las 200 hectáreas de los Tlateles «donadas» al
municipio de Chimalhuacán.
“Se
expuso con claridad que la donación de 200 hectáreas realizada en
2016 a líderes de Antorcha Campesina, camuflados como organismos del
municipio, además de ilegal, vulneraba el sistema planeado de
regulación y por lo tanto representa un riesgo a la seguridad de
toda la zona oriente”.
Por
su parte, el documento elaborado por el grupo que encabeza el Ing.
Jiménez Espriú para información del presidente electo, dice:
“Será
necesario además, revisar los planes de desarrollo de cada
municipio, y en el caso de propiedad ejidal, información detallada
sobre los conflictos; así como la revisión sobre la donación
inexplicable, que sería conveniente revisar, de 200 hectáreas en el
municipio de Chimalhuacán, en una ubicación estratégica, que
vulnera al sistema planeado de regulación hidráulica y pone en
riesgo la seguridad de la zona oriente”.
La
similitud de ambos documentos en este punto, dice a las claras que el
segundo hizo suya enteramente la versión de Luege Tamargo y
colaboradores. Por tanto, permítaseme detenerme en esto un poco más.
El odio patológico de este señor en contra de Antorcha y los
antorchistas viene de tiempo atrás, y se ha manifestado siempre en
los mismos términos calumniosos en que lo hace hoy. Por nuestra
parte, hemos dado puntual respuesta a sus infundios y acusaciones,
aunque el señor finge no darse por enterado. Para ahorro de
argumentos y esfuerzo adicional, me voy a permitir citar un artículo
mío del 30 de agosto de 2016, publicado en estas mismas páginas.
Dice así en la parte relativa:
“Van
cuatro artículos al hilo en que José Luis Luege Tamargo, ex
director de CONAGUA en el gobierno de Felipe Calderón, se lanza en
contra del Movimiento Antorchista Nacional al que injuria y calumnia
sin pruebas y sin recato, tal como hacen siempre los que se saben
impunes.” Digo en seguida que me ocuparé, muy a mi pesar, sobre
todo del primero de dichos libelos, “porque en él se contiene casi
todo el meollo del discurso incriminatorio de Luege”.
Hago
luego un resumen de la historia de las 200 hectáreas de marras:
“Desde el año 2007, siendo presidente municipal de Chimalhuacán
el Ing. Marco Antonio Lázaro Cano y Gobernador del Estado de México
el Lic. Peña Nieto, los pobladores del municipio, naturalmente
encabezados por sus representantes legales (antorchistas desde luego,
agrego ahora), iniciaron la gestión para obtener la cesión de 800
hectáreas de los llamados Tlateles, tierras salitrosas y áridas que
estaban en posesión de los comuneros chimalhuacanos, con el
propósito de crear un gran desarrollo industrial que diera empleo y
mejores salarios a los miles de pobres y desocupados del municipio.
El Gobierno estatal respondió que no podía dar una respuesta
precisa sin antes efectuar estudios rigurosos sobre el impacto
económico, social y ambiental del proyecto. Y pidió tiempo para
ello. Pasaron así casi cinco años (…), hasta que el proyecto del
nuevo aeropuerto (NAICM) estuvo afinado y listo para su ejecución,
que sus promotores vieron el problema social que representaban los
comuneros (…) y fue entonces (…) que recurrieron al ayuntamiento
de Chimalhuacán como la única instancia capaz de convencerlos (…)
a cambio de dar luz verde al proyecto industrial que tenían
congelado.” El proyecto, pues, es fruto de la lucha y la tenacidad,
no de la dádiva.
Subrayo
que al fin, “de las 800 hectáreas originalmente solicitadas, se
aprobaron las modestas 200 que escandalizan a Luege Tamargo”, y
digo que las 200 hectáreas están divididas en tres partes: “30
serán entregadas al municipio para una unidad deportiva, 20 al
Gobierno estatal para erigir una universidad tecnológica y las 150
restantes serán entregadas a una empresa paramunicipal mayoritaria,
creada ad hoc de acuerdo con la legislación aplicable al caso”.
Luego pregunto: “¿dónde entran aquí los líderes de Antorcha
Campesina? ¿Cómo harán para adueñarse de un proyecto
perfectamente blindado por las autoridades y por la legislación
vigente, como acusa falsamente Luege?”
El
mismo Luege asegura que cuando el presidente Peña Nieto presentó el
proyecto del nuevo aeropuerto, ofreció construir «una serie de
lagunas de regulación que, además de proteger las instalaciones del
aeropuerto, garantizarían la seguridad de miles de familias del
oriente de la ciudad», y afirma que «las 200 hectáreas que se
pretenden donar a Chimalhuacán están exactamente en los terrenos
donde se proyectan estas lagunas de regulación». Yo contesto que
“Es una absurda mentira que las 200 hectáreas del CERAO se ubiquen
«exactamente» donde irían las lagunas de regulación”; y agrego:
“Cualquiera que se tome la molestia de echarle una vista al
proyecto hidráulico del NAICM verá fácilmente que las lagunas
proyectadas y el CERAO no se interfieren en absoluto, y que de siete
lagunas que hay en la actualidad, incluido el lago Nabor Carrillo,
con 13 millones de metros cúbicos de agua en total, se proyecta
pasar a nueve lagunas con 38.2 millones de metros cúbicos, es decir,
25.2 millones más de lo que se tiene en la actualidad.” Esto es lo
mismo que, sobre poco más o menos, tengo que decir hoy ante los dos
documentos mencionados.
Ahora
bien, todos los indicios que menciono parecen apuntar a que el nuevo
gobierno que encabezará el Lic. López Obrador pretende meter mano a
Chimalhuacán, quizá con el propósito plausible de sacarlo de su
rezago cumpliendo la promesa que hizo en una colonia de Los Reyes La
Paz. Puedo garantizar, puesto que soy compañero de lucha de muchos
años de los dirigentes de Chimalhuacán, que de parte del
antorchismo chimalhuacano y mexiquense no habrá ninguna oposición,
ningún obstáculo, y sí toda la cooperación que haga falta, para
llevar a Chimalhuacán y a sus 800 mil habitantes a los niveles de
desarrollo y bienestar a que tienen derecho.
Pero
aclaro que es indispensable que tan inobjetables propósitos no sean
pretexto para segundas intenciones de hegemonismo político o de
propósitos ocultos de empoderar a grupos afines para luego usarlos
como ariete contra la autoridad legítima y contra la organización
social a que pertenecen. Guerras mediáticas alimentadas con rumores
sin fundamento, con calumnias e insultos y con acusaciones
adventicias que no se respaldan de ninguna manera, no parecen ser lo
que el verdadero desarrollo y progreso de Chimalhuacán necesitan. Es
obvio que lo que sí hace falta es la “información detallada” y
la “revisión” cuidadosa y profesional de que habla el documento
del Ing. Jiménez Espriú, pero esto no puede conseguirse dando por
buenas, sin el mínimo intento de verificación, suposiciones y
afirmaciones malintencionadas como las de Luege Tamargo y su equipo.
El
ayuntamiento antorchista de Chimalhuacán siempre ha sabido del
desempleo, los bajos ingresos y la pobreza endémica que azota a ese
municipio. Y una prueba de ello es, precisamente, el proyecto de
parque industrial (CERAO) que Luege y corifeos atacan. Resulta
contradictorio, por decir lo menos, que, para sacar del rezago a su
población se empiece por desconocer los avances logrados y se ataque
sin base alguna a quienes vienen luchando por lo mismo desde hace
casi 20 años. Por lo demás, es claro que no es a Antorcha a quien
perjudica la cancelación del proyecto (CERAO). El golpe va directo
al corazón de los chimalhuacanos, que verán esfumarse sus últimas
200 hectáreas compactas convertidas en lagos artificiales por Luege
y colaboradores y sin ningún provecho para ellos. Y es a
Chimalhuacán, a los trabajadores y a sus familias, a quienes
corresponde defenderlo. Desde aquí los llamo a estar alerta, a
defender lo suyo y a respaldar a sus auténticos dirigentes, a sus
verdaderos amigos, a su autoridad legítima. El Antorchismo nacional,
como siempre, está listo para brindarles su apoyo.
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