La empresa calificadora Fitch Ratings decidió esta tarde recortar la calificación crediticia de México a ‘BBB-’ para las emisiones de deuda del soberano a largo plazo en moneda extranjera. Con ello, la calificación del país se encuentra a tan sólo un escalón de perder el grado de inversión; aunque la perspectiva se ajustó de ‘negativa’ a ‘estable’, lo que hace menos probable un ajuste en el corto plazo. Fitch argumenta que el choque económico por la pandemia global del COVID-19 llevará a una severa recesión en México, cuya recuperación en la segunda mitad de 2020 será limitada por la falta de confianza en el sector privado (baja inversión). La nueva proyección de la calificadora contempla una contracción de la economía de al menos (-) 4% en 2020, con el balance de riesgos fuertemente sesgado a la baja y gran incertidumbre. Fitch espera una contracción del comercio, mayor desempleo y un sector automotriz en profunda contracción. El impacto mayor lo sufrirá la economía en el primer semestre del año, mientras que una recuperación en el segundo semestre dependerá en buena medida de la recuperación en EE.UU. (principal socio comercial) y de la duración del choque económico local provocado por el virus.
Para Fitch, la
ausencia de un plan fiscal ambicioso que contrarreste el impacto del
virus y respalde el consumo, provocará que la recuperación sea
lenta. La economía sólo crecerá 2.1% en 2021 de acuerdo a sus
proyecciones, sin ver un rebote fuerte ni una vuelta inmediata de la
economía a su potencial productivo.
En el lado positivo,
el comercio regional y la posición estratégica de México en
América del Norte podría ayudar a la economía, con el T-MEC listo
para entrar en vigor a mediados de año y el reciente
redireccionamiento de cadenas productivas globales (que gradualmente
abandonan China). Finalmente, la calificadora espera una mayor
contracción en las importaciones que en las exportaciones, lo que
permitiría mantener una balanza comercial equilibrada o incluso
positiva. Para las finanzas públicas, el panorama es menos positivo
que el delineado en la última revisión de la calificación en
diciembre de 2019. Fitch espera una ampliación del déficit público
a 4.4% del PIB en 2020 (más de lo estimado por Hacienda) con poco
margen para corregirse en 2021. La desaceleración económica podría
reducir los ingresos tributarios del gobierno, con riesgos de que
esto sea prolongado si se extienden las medidas de mitigación del
virus. A ello se suma la presión en los ingresos petroleros que, si
bien están cubiertos para 2020, en 2021 verán afectaciones dadas
las expectativas de precios bajos del petróleo, de acuerdo a
proyecciones de Fitch. Aún con los esfuerzos del gobierno para
evitar recurrir a la emisión de nueva deuda, a través del uso de
fideicomisos y fondos federales para afrontar el mayor gasto
necesario por la crisis sanitaria y económica, la calificadora
espera que la deuda como proporción del PIB se eleve a 50%.
PEMEX y su deuda
siguen siendo uno de los factores de riesgo más relevantes para la
perspectiva, por la caída de los precios del petróleo; aunque la
calificadora reitera que esto ya fue incorporado a su evaluación
desde junio de 2019 y por ello se ajusta la perspectiva a ‘estable’.
Fitch espera una reducción de los ingresos petroleros del gobierno
por alrededor de 0.2% del PIB, resultado de los recortes a la
producción acordados en la reciente reunión de OPEP+.
Fitch considera que
tanto la política monetaria como el régimen de tipo de cambio
flexible ayudarán a absorber buena parte del choque. Una reducción
futura de la calificación podría darse si se pierde la credibilidad
en este tipo de políticas macroeconómicas, o si hay una aceleración
en el endeudamiento del país superior a lo anticipado. Finalmente,
cualquier erosión de las instituciones e indicadores de
gobernabilidad del país, también podrían contribuir a un nuevo
ajuste.
El tipo de cambio
reaccionó de manera moderada tras la noticia, con una depreciación
cercana a 0.8% ($24.25) lo que sugiere que el ajuste ya estaba en
buena parte incorporado por el mercado; hay que recordar que en
fechas recientes S&P había hecho un ajuste similar. Además, el
hecho de que Fitch haya colocado la perspectiva en ‘estable’
reduce las expectativas de ver una pérdida de grado de inversión en
el futuro cercano, lo que se mantiene aún en línea con las
expectativas de mercado. Consideramos que lo que no se ha incorporado
en los precios del mercado son una pérdida de grado de inversión y,
de momento, no luce inminente. Será importante estar atentos al
reporte de la última calificadora que aún queda por actualizar su
evaluación del soberano, que es Moody’s. Se espera que hacia el
mes de mayo-junio tengamos ya este reporte, con la posibilidad de ver
un nuevo ajuste en la calificación de México y quizá hasta la
pérdida de grado de inversión en PEMEX, lo que podría acelerar las
ventas de títulos de deuda de la petrolera, la del soberano y
acentuar la salida de capitales vista en semanas recientes.
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