Análisis Económico
Análisis Económico
Carlos
Serrano/Javier Amador/Saidé Salazar/Arnulfo Rodríguez/David
Cervantes
22 abril 2020
▰ Persiste la
incertidumbre sobre la duración y afectación real de la pandemia
del Covid-19 en México
▰ Dada la
paralización y deterioro de la actividad económica en México y en
EE.UU., estimamos una caída en la actividad económica nacional de
entre 6.0% y 12.0%
▰ El consumo
acelera su caída ante la extensión de las medidas de aislamiento
social y por el deterioro del ingreso disponible de los hogares ante
la pérdida de empleo
▰
Potencialmente, México podría estar posicionado en una situación
envidiable en la economía global tanto por el T-MEC como por el
previsible reacomodo de las cadenas de valor globales
▰ El
prolongado menoscabo de la confianza por las cuestionables decisiones
que ponen en duda el proceso de toma de decisiones del gobierno
implican un equilibrio de menores niveles de inversión en el mediano
y largo plazo
▰ Se anticipa
una fuerte contracción en el empleo formal, la destrucción de
empleo puede ser mayor a 1 millón de puestos de trabajo
México está
iniciando la etapa más crítica de la epidemia de Covid-19, por lo
que aún no se tiene certidumbre con respecto a cuándo se podría
reactivar la economía y, por consiguiente, sobre la magnitud de la
contracción económica. Considerando los datos más recientes sobre
la rápida caída del consumo privado y el profundo deterioro en el
entorno para la inversión, estimamos que el crecimiento se ubicará
en un rango de entre -6.0% y -12.0% en 2020 (estimación puntual
-7.0%). La profundidad final de la recesión dentro de este rango
será contingente principalmente a los siguientes factores: i) la
duración de las medidas de aislamiento social y del cierre de
actividad económica a nivel local, ii) la eventual reapertura de la
economía de EE.UU. y la fuerza de su recuperación, iii) la
implementación y/o rapidez de políticas económicas contracíclicas
-si bien las medidas anunciadas ayer por Banxico evitarán un mayor
deterioro y sobretodo atacan los problemas procíclicos de iliquidez
en los mercados financieros, no representan un impulso monetario, y
con una tasa en 6.0% la postura monetaria se mantiene restrictiva;
además, sigue ausente una respuesta fiscal-, y iv) el grado y
persistencia del eventual levantamiento de las medidas de
confinamiento.
En cuanto al
levantamiento de las medidas de confinamiento (ie, del cierre
económico) tanto en México como a nivel global, principalmente en
EE.UU., existen dudas sobre la gradualidad de la reapertura y riesgos
por una posible marcha atrás si al levantar el confinamiento y
reactivar la actividad económica aumentaran nuevamente los casos de
contagio en la población. Ello llevaría a retomar las medidas de
confinamiento, extendiendo los impactos negativos sobre el
crecimiento en comparación con lo que ahora anticipamos. Nuestro
pronóstico puntual de -7.0% asume que las medidas más estrictas de
confinamiento en México se mantienen por un periodo de alrededor de
diez semanas, y que, aunque lentamente, se termina adoptando una
postura monetaria expansiva, y la economía de EE.UU. comienza un
periodo de recuperación gradual a partir del tercer trimestre.
Retrasos en la reapertura de las economías, o posibles contratiempos
que provoquen nuevos cierres económicos, implicarían una mayor
profundidad de la recesión. La posible no adopción de una postura
monetaria expansiva o una lenta velocidad en su adopción también
tendría efectos negativos (ie, que Banxico decidiera detener el
ciclo de bajadas en niveles neutrales en torno al 5.0%). Además, la
profundidad de la recesión dependerá también de la magnitud de las
medidas adicionales de estímulo fiscal que implemente el gobierno
federal. Por otra parte, el deterioro gradual en la confianza
derivado de incumplimiento de contratos y dudas sobre el proceso de
toma de decisiones del gobierno será asimismo determinante para la
magnitud del daño sobre la confianza para la inversión, y la poca o
mayor fuerza de la eventual recuperación.
El
consumo privado acelera su deterioro
Los datos diarios
del indicador BBVA de consumo privado[1] muestran un acelerado
deterioro del gasto de los hogares en un contexto de medidas de
aislamiento social y el cierre de actividades no prioritarias. En la
última semana de marzo, el indicador de consumo BBVA registraba una
caída real promedio de (-)3.9% en comparación con el mismo periodo
en 2019; una semana después, la caída era casi cinco veces mayor
(-18.3%). Tres semanas después la caída alcanzaba nueve veces el
deterioro inicial (-34.8%). En el acumulado, el consumo total de los
primeros veinte días de abril registró una variación de (-)26.5%
en términos reales, si se le compara con el mismo periodo del año
previo. Por sector económico se corrobora que el mayor impacto de la
pandemia ha sido sobre los sectores más sensibles a las medidas de
aislamiento social. En los primeros veinte días de abril, el sector
turismo (8.7% del PIB) registró una caída de 83.7% en términos
reales en comparación con el mismo periodo en 2019. Por su parte,
las compras de servicios de entretenimiento han disminuido 84.4% en
el mismo lapso.
Nuestro indicador
BBVA de consumo privado nos permite anticipar con un mayor grado de
certidumbre una caída trimestral del consumo privado de dos dígitos
en el 2T20, la máxima registrada en la historia reciente y
probablemente desde la Gran Depresión, así como una caída de
(-)7.1% o superior para 2020. Sin medidas significativas de apoyo
fiscal, es muy probable que el declive en el ingreso de las familias
se profundice y limite la recuperación del consumo privado,
retrasando el restablecimiento de la capacidad de consumo de las
familias. Si bien las medidas recientemente anunciadas por Banxico
encaminadas a fortalecer los canales de crédito para las micro,
pequeñas y medianas empresas tienen el potencial de suavizar los
efectos negativos sobre el empleo generado por estas unidades
económicas, se requiere un mayor y rápido relajamiento de la
política monetaria para potenciar los beneficios potenciales de las
medidas de liquidez. No obstante, las medidas fiscales son urgentes y
necesarias para amortiguar la inevitable caída y para posicionar
mejor a la economía para una eventual recuperación.
Aumentan los
riesgos domésticos y externos para la inversión privada
En nuestra opinión,
en los últimos meses el entorno para la inversión privada se ha
deteriorado ante dos principales factores. Por un lado, las
recurrentes malas decisiones de política económica (eg, cancelación
del aeropuerto, disputas por contratos de gasoductos, cancelación de
planta cervecera) ponen en duda el proceso de toma de decisiones del
nuevo gobierno y se traducen en problemas de inconsistencia dinámica
que deterioran la inversión en todos los sectores. Y por otro lado,
en ausencia de medidas significativas de apoyo fiscal existen riesgos
de quiebras de empresas de todos tamaños que de otra manera no
habrían ocurrido, y genera pérdida de confianza y mayor
incertidumbre, por lo que es previsible un menor nivel de inversión
tanto durante la eventual recuperación como probablemente de forma
estructural. A estos mayores riesgos domésticos se suma la
incertidumbre sobre la fuerza de la eventual recuperación global y
lo que signifique en términos de inversión.
Antes de la crisis
actual, México se encontraba bien posicionado para aprovechar el
reciente acuerdo del T-MEC. La situación global potencialmente
posicionaba a México aún mejor ante la probabilidad de que las
cadenas de valor global se diversifiquen regionalmente en el futuro.
En ese contexto, con un acuerdo comercial con acceso al mayor mercado
económico del mundo (EE.UU.), la posición de México era
envidiable. Por ello, adquiere una mayor relevancia revertir las
malas decisiones de política económica para recuperar la confianza
y potenciar la inversión hacia delante, y al mismo tiempo,
implementar una política fiscal contracíclica para amortiguar la
caída y el posible impacto estructural por posibles quiebras de
empresas y destrucción permanente del empleo formal, y de esta
manera posicionar mejor a la economía para una eventual recuperación
una vez que el encierro económico global y local llegue a su fin. En
resumen, lo ideal sería amortiguar los ineludibles y profundos
impactos cíclicos y mantener a México bien posicionado para la
eventual recuperación. De momento no está sucediendo ninguna de las
dos cosas.
En febrero, la
producción industrial registró una caída de (-)0.6% MaM, que en
términos interanuales representó una variación de (-)3.5%, la peor
cifra desde la crisis de 2009, lo que señala los efectos tempranos
de la propagación del COVID-19 sobre las cadenas globales de valor.
La caída moderada en el índice ISM de manufacturas en marzo a 49.1
(desde 50.1 previo) muestra que lo peor está aún por venir. Si bien
esperamos cierto grado de reactivación en la inversión una vez que
finalicen las medidas sanitarias implementadas por el gobierno
federal (por la propia reapertura de actividades como la
construcción), estimamos que en los siguientes trimestres y, de no
haber cambios, posiblemente en años, la economía mexicana estará
lejos de alcanzar un crecimiento similar al promedio observado en la
última década. El permanente y prolongado menoscabo de la
certidumbre doméstica con respecto al estado de derecho y
cumplimiento de contratos representan un deterioro estructural en la
inversión privada en el largo plazo. Estimamos una caída en la
inversión privada en torno a 20.8% o superior para 2020, lo que
representa un declive adicional de al menos (-)5.3pp con respecto a
la caída observada en 2009, de (-)15.5%.
Cabe mencionar que
el banco central ya ha anunciado medidas para contener los efectos
negativos de la iliquidez en los mercados financieros y muy
lentamente está comenzando a relajar la inexplicable postura
restrictiva de la política monetaria, pero se requiere mayor rapidez
en el relajamiento monetario. Las tres medidas en conjunto, de
liquidez, política monetaria expansiva y fiscal contracíclica, son
necesarias para amortiguar la caída en la actividad económica y
posicionar mejor a la economía para la recuperación.
Por los elementos
anteriores ubicamos nuestra previsión de crecimiento en un rango de
-6.0% a -12.0% (estimación puntual -7.0%). Anticipamos una caída de
dos dígitos durante el segundo trimestre de 2019, con una
recuperación en el resto del año.
Se prevé que la
destrucción de empleo por la profunda recesión económica pueda ser
superior al millón de puestos de trabajo
Conforme a lo
esperado la creación de empleo formal profundizó su desaceleración
en el mes de marzo con una tasa de crecimiento anual de 0.7%, con lo
cual se alcanzó un total de 20.5 millones de trabajadores asegurados
afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Como se
anticipó, el nivel de empleo pudo mantener un saldo positivo en su
comparación anual debido a que el distanciamiento social se inició
a mediados de marzo. A pesar de lo anterior, el efecto negativo de
los choques de oferta y demanda derivados por el Covid -19 comienzan
a ser evidentes, en este sentido, el empleo partiendo de la
comparación mensual presentó una pérdida de más de 130 mil
puestos de trabajo respecto a febrero.
En este contexto y
dadas las características de la recesión económica que estamos
experimentado prevemos que la afectación de la caída del PIB sea
más acelerada sobre los niveles de empleo a diferencia de recesiones
anteriores, iniciando a partir de de abril y prolongandose hasta el
primer trimestre de 2021. Estimamos una pérdida de 893 mil a 1.1
millón de puestos de trabajo, cifra que potencialmente puede ser
mayor en la medida que el periodo de distanciamiento social sea
mayor, la reactivación económica sea más lenta, y de la ausencia
de medidas que ayuden a mitigar la destrucción de empleos. Bajo este
escenario prevemos que podríamos recuperar y superar los niveles de
empleo que alcanzamos en noviembre de 2019 hasta finales de 2023.
Por último, se
estima que la tasa de desempleo se ubicará en un rango de 4.6% a
6.0%, esto implicaría sumar de 750 mil a 1.5 millones de desocupados
adicionales a los 2 millones reportados en el cuarto trimestre de
2019. Este incremento sustancial en la tasa de desempleo, a pesar de
la absorción esperada de empleo que hará el sector informal, se
explica principalmente por el efecto duradero del fuerte choque
ocasionado por la crisis económica derivada de la pandemia y para la
cual no prevemos una respuesta adecuada de política fiscal.
Cabe resaltar que
las condiciones del mercado laboral se pueden agravar en la medida
que la caída del PIB sea más profunda, es por ello que se requiere
de gran flexibilidad y adaptabilidad de la política económica para
evitar que la destrucción de empleo se convierta en un problema
estructural en donde posiblemente las relativas altas tasas de
desempleo e informalidad sean más difíciles de revertir.
Recalcamos que en
este contexto de emergencia económica y social, los objetivos
fiscales deben pasar de forma transitoria a un segundo plano siempre
y cuando no se caiga en un problema de insostenibilidad fiscal
Es prioritario
reconocer la necesidad de implementar acciones de política económica
y social que mitiguen las consecuencias de la pandemia sobre las
personas priorizando a la población más vulnerable, por lo anterior
reafirmamos que es necesario reconsiderar un plan de reactivación
económica que atienda de manera integral tanto a trabajadores,
empresas y población en general, para lo cual se debe contemplar:
●
Transferencias de efectivo a personas que han perdido su empleo o que
derivado de la paralización económica no perciben o han reducido
sus ingresos
● Priorizar
estímulos fiscales a empresas que más lo requieren condicionados a
no despedir empleados y que permitan afrontar las obligaciones de
corto plazo a las empresas
●
Reorientación del gasto público para fortalecer la atención de la
pandemia y a proyectos con alto impacto económico y social que
reactiven a las economías locales y posponer proyectos no rentables
● Restaurar
la confianza de la inversión
● Una Reforma
Fiscal con una mayor progresividad, que, por un lado, siente las
bases para cambiar el contrato social y, por otro, envíe la señal
de sostenibilidad en las finanzas públicas a pesar del inevitable
aumento en la deuda como porcentaje de PIB (tanto por la caída del
PIB nominal y la depreciación del peso) y por la necesaria e
impostergable implementación de una política fiscal contracíclica.
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Este documento ha
sido preparado por BBVA Research del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria,
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