Édgar Garduño
Los grandes escenarios son siempre los espacios perfectos
para hazañas históricas, para momentos que rompen la cotidianidad y quedan
marcados. El Estadio Azteca, además de ser un símbolo deportivo nacional, es ya
parte importante de lo que se conoce de México en el mundo; hoy, esta insignia
clave de la cultura moderna sirve como marco para un evento que resuena con
gran eco en la vida política de nuestro país: el 45 Aniversario del pueblo
organizado mexicano.
Son muchos los teóricos, políticos e intelectuales que en
sus discursos hablan del pueblo con una banalidad que asusta, que le resta
significado a un concepto esencial del corazón de las naciones: el pueblo. Sí,
México es grande por su pueblo y más aún por su pueblo organizado, consciente
de su papel de clase, creador de la riqueza social; un pueblo que hoy se
encuentra con Antorcha.
La fiesta que se vive hoy no tiene otro protagonista más
que la clase pobre del país que durante 45 años ha levantado la cara para
entender su realidad y actuar sobre ella, defendiendo mejores condiciones de
vida, hablando con hechos y proponiendo sin temor alguno un proyecto de nación
justo para los que menos tienen. Sí, se
trata de una fiesta, pero es también un acto de protesta, una demostración de
fuerza popular ante las críticas que han intentado mellar y descalificar a la
organización más fuerte, mejor estructurada y más numerosa de todo México.
Ya pasan las dos de la tarde y el clima es nublado. Las
distintas entradas del coloso de Santa Úrsula reciben a los asistentes. La algarabía de los que arriban se nota; pláticas,
sonrisas, aplausos expresan el ánimo positivo. Los invitados a este magno
evento son los antorchistas del Regional Centro que comprende el Estado de
México, Ciudad de México, Hidalgo, Querétaro y Morelos.
El bloque de asistentes es diverso; un mosaico que
concentra diversidad de voces, diversidad de miradas: niños, amas de casa,
trabajadores, campesinos, jóvenes, estudiantes, maestros, obreros, empresarios,
artistas, funcionarios públicos, entre muchos más que apoyan, simpatizan y son
parte de las filas del antorchismo nacional.
Poco a poco las gradas del estadio toman vida, los
asistentes ocupan sus lugares con bandera en mano y los colores se prenden, las
banderas ondean; los espacios se iluminan con rostros, familias y grupos de
amigos que, a la expectativa de los espectáculos culturales y a la espera de la
llegada de sus dirigentes, contagian el ánimo de fiesta.
En la cancha la dinámica es parecida; un escenario
monumental se roba las miradas. Una estructura piramidal, enmarcada con
pantallas y un tapete enorme en colores verde rojo y amarillo son el foco de
atención, el lugar donde artistas y dirigentes se vuelven protagonistas.
Desde las alturas, la panorámica es espectacular. Una
expresión emotiva de orden y disciplina, de armonía colectiva que pone de
manifiesto el buen trabajo organizativo, la educación de los asistentes y el
respeto a lo que representa el Movimiento Antorchista. Las banderas verdes,
blancas y rojas nutren los espacios y el vaivén sincronizado de miles de manos
generan una estampa hipnótica.
Al ras de la chancha también se vive la fiesta. Botargas
en forma de Antorcha prenden el ánimo. En el escenario jóvenes artistas, formados
en las filas de la organización, interpretan con destreza la música regional
mexica y deleitan al público. Como segundo acto cultural, el coro monumental inunda
el Azteca con voces coordinadas interpretando música que hace homenaje a la
unión del pueblo, a la fuerza popular. Sigue el banquete cultural y ahora los
bailarines son los protagonistas de la escena. Sus pasos firmes y coordinados
traducen la música regional en una estampa geométrica, rítmica.
Con el anuncio de la llegada de la Dirigencia Nacional,
crece la expectación. Y una vez pisando la cancha las consignas no se hacen
esperar: “¡Maestro, Aquiles, tú eres nuestro líder!”, “¡Maestro, Aquiles, tú
eres nuestro líder!” y los aplausos resuenan, el ánimo se enciende aún más. Se
da paso a la foto oficial de los dirigentes.
Así, con orden se da paso a la entonación del himno
oficial de Antorcha y miles de voces al unísono hacen retumbar la acústica del
estadio. El significado es claro y la letra del himno escrita por el Doctor
Juan Manuel Celis Ponce, no deja dudas: “Antorcha con el pueblo triunfará,
gobernará nuestra nación”.
El dirigente del antorchismo en el Estado de México, Brasil Acosta Peña da inicio con su discurso.
Se desborda la emoción en sus palabras: Antorcha está lista para dar el gran
paso, para ser protagonista en la vida política de México.
Llega uno de los momentos más esperados. El fundador
histórico del antorchismo, Aquiles Córdova Morán, toma la palabra y el mensaje
es claro: “ha llegado la hora”, la ahora de que Antorcha de un paso al frente y
defienda los intereses del pueblo pobre
con más decisión; la hora de que los mexicanos conscientes, los mexicanos
oprimidos por el sistema capitalista levanten la mano para dirigir las riendas
de México; la hora de que Antorcha se convierta en partido político y busque el
poder.
Para cerrar el evento, las luces se hacen tenues y los
tambores comienzan a sonar, al escenario jóvenes con vestimentas prehispánicas
comienzan a interpretar con energía y entusiasmo la danza azteca; un
espectáculo de calidad hecho por hijos del pueblo que expresa la grandeza de la
historia mexicana, la grandeza de nuestra cultura donde el protagonista es y
será el pueblo organizado.
Así, este evento conmemorativo no deja dudas, cada vez
son más los mexicanos que ven en el Movimiento Antorchista, a la única
oposición real frente al gobierno federal y su toma de decisiones frontal e
impositiva; como el único proyecto que defiende sin miedo alguno y con la razón
en la mano sus ideas, sus planteamientos. Cada vez la organización toma con más
fuerza un rol protagónico en la vida política y social de la nación. Sin
embargo, aunque la coyuntura actual los coloca en esta posición donde la mirada
de quienes no coinciden con las políticas del gobierno federal los mira con
ojos de justicieros, la realidad es que la línea de pensamiento de Antorcha no
es algo nuevo; desde hace 45 años defienden ideales claros que tienen como
único propósito, una mejor calidad de vida para el pueblo mexicano.
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