Según
Mariano Vega, Regional Sales Manager para el sur de Latinoamérica en
Axis Communications, las tecnologías de video en red buscan adaptarse a
los planes de rendimiento y seguridad de las industrias para ofrecer un
enfoque holístico, que permita reducir los costes derivados de los
tiempos de inactividad y de la seguridad física, además de mitigar
riesgos que podrían suponer una amenaza, tanto para la plantilla como
para el medio ambiente.
Una
necesidad inherente de la industria es generar planes de contingencia,
que vayan más allá de los tradicionales, pues, aunque deben prever
eventos como desastres naturales, incidentes cibernéticos e
interrupciones del suministro eléctrico, entre otros, generalmente no
consideran cuarentenas extensas, o restricciones adicionales que pueden
ocurrir en caso de una emergencia sanitaria, como el COVID-19. Esto se
ha convertido en la clave de la continuidad de las operaciones, porque
garantizar la salud de las personas ayudará a mantener la productividad.
Para
entender cómo funciona la tecnología, el experto de Axis, Mariano Vega,
comenta que el análisis inteligente presente en las cámaras de video
ayuda a identificar a las personas que no porten el equipo adecuado para
laborar, ya sea cascos, botas de seguridad, cubre bocas, etc. Además,
detecta el aforo para que se cumpla con la norma de distancia entre las
personas.
“Es
importante mencionar que las cámaras no actúan por sí solas, fungen
como una herramienta ideal de apoyo para los encargados de protección
civil o vigilancia. Las soluciones son diseñadas con base en las
necesidades del entorno, los objetivos de la empresa y con un enfoque de
largo plazo para garantizar la adaptabilidad del sistema ante nuevas
necesidades de monitoreo”.
Las
tendencias de videovigilancia están catalogadas como una de las formas
más eficientes de proteger las actividades de la industria energética en
todas sus etapas, desde las plataformas de
prospección
y los pozos de petróleo a los parques de depósitos y plantas de
tratamiento, pasando por oleoductos y refinerías. Por ejemplo, donde son
frecuentes las condiciones climáticas extremas, los entornos de trabajo
peligrosos y las ubicaciones remotas y sin personal, se necesita el
respaldo de un sistema de vigilancia fiable para tener pleno
conocimiento de la situación en todo momento.
Las
cámaras a prueba de explosiones son un ejemplo de los avances que ha
tenido el mercado de videovigilancia para el sector del petróleo y gas,
ya que están certificadas para entornos potencialmente combustibles de
acuerdo con todos los estándares locales e internacionales aplicables.
De igual forma, ofrecen la protección de áreas peligrosas,
resguardándolas de intrusiones, monitorizando las operaciones y
vigilando la infraestructura.
Las
condiciones en que se ha desenvuelto la industria han sido adversas y
han marcado las pautas para un nuevo paradigma entorno a la forma en que
se previenen riesgos inherentes y externos. Los acontecimientos
recientes han producido alteraciones fundamentales en las tendencias de
seguridad para el sector energético. En ese sentido, uno de los enfoques
disruptivos implica a la videovigilancia como una herramienta de apoyo
para garantizar la continuidad de las operaciones, la seguridad de las
personas y medio ambiente, además de la prevención y mitigación de
riesgos.
La
videovigilancia ya cumple con los estándares necesarios para
incursionar en el quehacer de las industrias críticas para el desarrollo
de la región latina, por lo tanto, es necesaria una renovación del
sector energético que contemple un enfoque de seguridad basado en video,
análisis y audio en red para impulsar el despliegue del sector, sobre
todo en el marco de la tercera ola de la pandemia.
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