sábado, 17 de abril de 2021

Acoso en las organizaciones: un problema crónico

 

 

  • El acoso sexual y laboral (mobbing) cuestan a las organizaciones miles de millones de dólares en demandas y abandono de trabajo. Este problema conlleva, además, un impacto negativo en la imagen y reputación del negocio.


Por Arturo del Castillo, director ejecutivo asociado de Kroll México.

 

Desde antes de la pandemia, las organizaciones mexicanas ya enfrentaban múltiples retos. Desde implantar iniciativas para mejorar sus procesos de negocio y contratar los mejores perfiles para sus vacantes, hasta impulsar estrategias de marketing, abrir nuevos canales de comunicación y mantener su reputación de marca en redes sociales. Ahora, con la crisis sanitaria, aparecieron nuevos retos como el trabajo remoto, ajustar los recursos económicos y laborales e implantar nuevas herramientas y soluciones de ciberseguridad, entre otros.

Pero en este contexto, existe otro problema que se remonta a mucho tiempo atrás y que las organizaciones siguen enfrentando: el acoso. Este es un problema que se presenta en las compañías por múltiples factores, como la ausencia de políticas internas frente a este problema, estrategias deficientes de comunicación por parte de las áreas de Recursos Humanos o el encubrimiento y tolerancia de situaciones de acoso sexual o laboral.

Pero: ¿qué es el acoso? El acoso puede entenderse como cualquier comportamiento inapropiado cuyo objetivo sea atentar contra la dignidad de una persona, especialmente cuando dicha actitud crea un marco ofensivo, degradante e intimidatorio para la víctima.

 

A pesar de que el acoso sexual se ejerce entre ambos géneros, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares indicó que, en los centros de trabajo, el género femenino padece en mayor medida este problema. De acuerdo con esta encuesta, alrededor del 27% de las mujeres que laboran en una compañía han experimentado algún acto de acoso sexual.

 

Este problema además de representar un asunto ético debe entenderse también como un asunto de máxima prioridad de Compliance. El acoso sexual y laboral ya es un asunto regulado y tipificado por el marco jurídico de México. Por tanto, no hacer nada ante este problema o intentar justificarlo puede conllevar multas, sanciones y demandas que representen un alto costo para las empresas; además de ver seriamente afectada su reputación.

Y en este sentido, cabe recordar que a la fecha ya hay múltiples escándalos corporativos por acoso sexual que han dañado la imagen de empresas con una larga trayectoria. Y es que un asunto de acoso sexual, mal entendido y no gestionado adecuadamente puede convertirse rápidamente en un escándalo de proporciones mayúsculas. No solo a nivel mediático, sino también a nivel comercial o estratégico.

 

En este sentido, debe entenderse que las redes sociales actúan como amplificadores globales de eventos que son percibidos ya como actos repulsivos. Lo que antes se justificaba y se normalizaba en las organizaciones, hoy día son vistos como asuntos intolerables: el uso de leguaje misógino, gestos con interpretación sexual, tocamientos no consentidos, etc. son prácticas que hasta hace poco se veían como parte de la convivencia en la oficina. El acoso sexual nunca ha sido un asunto aceptable. Pero hoy, a diferencia del pasado, no solo no es aceptable, sino que convoca a la acción para denunciar y castigar. No entender esta nueva realidad es no entender las nuevas circunstancias de la vida corporativa.

En cuanto al acoso laboral (mobbing) es importante señalar que se trata de acciones de intimidación y hostigadoras de un empleado hacia otro. Al respecto, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, a través del Protocolo para prevenir, atender y erradicar la violencia laboral en los centros de trabajo, señaló que en México el 80% de los trabajadores ha padecido algún tipo de violencia psicológica (maltrato, humillación, insultos, gritos) en sus centros de trabajo.

El acoso laboral genera en la víctima serios problemas psicológicos que se acentúan con el paso del tiempo y que, por lo general, terminan en la renuncia del trabajador. Este tipo de violencia gana terreno cuando existe una deshumanización de las relaciones laborales, falta de herramientas de prevención, mecanismos para tratarlo y la complicidad con el acosador que, en muchos casos, suele ser el jefe o director del área a la que pertenece la víctima.

El acoso laboral, al igual que el sexual, puede llevar a la renuncia psicológica, es decir, cuando los empleados deciden reducir su nivel de desempeño a raíz de los problemas que sufre al interior de la organización, afectando los resultados de la compañía. Esta práctica, incluso, puede llevar a actos de venganza, que redunden en robo de información, sabotajes o incluso fraudes.

Para hacer frente a esta realidad, las compañías están obligadas a implantar políticas de bienestar alineadas con las reglas de convivencia y respeto entre empleados. Además, deben implantar protocolos para revisar las causas de renuncia de empleados para poder detectar posibles situaciones de acoso laboral. No contar con este tipo de medidas puede hacer que las empresas incurran en gastos más altos por remplazos, pérdida de talento humano y, lo que es peor para la productividad, crear una cultura corporativa nociva o tóxica.

En este contexto, las empresas deben contar con programas que les ayuden a prevenir, detectar e investigar situaciones de acoso sexual o laboral. La solución de los problemas comienza en el momento mismo de reconocer que se tiene un problema, El acoso sexual y laboral en las organizaciones demanda acciones decididas para atajar, de una vez por todas, un problema crónico.

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