Tulum ya no es solo un destino: es una industria creativa que
redefine el valor económico y cultural de la Riviera Maya. En el corazón de esa
transformación se encuentran Lostnights Events y Mandala Group, dos plataformas
mexicanas cuya alianza ha convertido la temporada invernal en un fenómeno
global que combina diseño, tecnología, hospitalidad y producción de alto
calibre. Lo que aquí se produce no se queda en la selva: se exporta reputación,
talento y un modelo de negocio que atrae inversión y flujo turístico de alto
poder adquisitivo.
Detrás de cada noche hay ingeniería: sonido calibrado para
junglas, iluminación y shows de vanguardia, logística milimétrica y una
curaduría artística que coloca a Tehmplo entre los recintos más relevantes del
circuito electrónico internacional. Tehmplo no es una locación bonita para
fotografías: es un producto premium pensado para audiencias globales que buscan
experiencias que mezclen ritualidad, diseño y confort. Esa propuesta se traduce
en cifras concretas: cada temporada de fin e inicio de año genera una derrama
que supera los 20 millones de dólares, dinamiza la cadena de valor local, desde
hoteles, restaurantes, transporte, proveedores técnicos y sostiene más de 600
empleos directos e indirectos.
El calendario próximo lo confirma: Solomun regresa a la selva
el 8 de enero de 2026, trayendo consigo a miles de seguidores internacionales
atraídos por un artista cuyo legado y alcance (más de dos millones de oyentes
mensuales y remezclas que superan decenas de millones de reproducciones),
convierten su presencia en un verdadero motor de demanda turística. Entre los
días clave, Day Zero vuelve a poner a Tulum en el mapa global: la experiencia,
curada por Damian Lazarus y ejecutada por Lostnights, se presentará el 10 de
enero de 2026 en Tulum, tras una edición en Milagres, Brasil, el 3 de enero,
consolidando una estrategia de exportación cultural que amplía el alcance del
proyecto mexicano a mercados estratégicos.
Este movimiento tiene un doble efecto: por un lado, eleva la
ocupación hotelera y el gasto promedio por asistente; por otro, posiciona a
México como creador de productos culturales exportables. La narrativa importa:
cuando una ciudad pasa de recibir eventos a diseñarlos y llevarlos al exterior,
cambia su papel en la economía creativa global. Lostnights lo demuestra con
trayectorias que incluyen producciones en Miami, Nueva York, Las Vegas,
Montenegro y Art Basel, casos que hoy sirven como puente para inversión,
patrocinios de marcas de lujo y colaboraciones internacionales.
Para los inversionistas y marcas, el atractivo es claro. Aquí
confluyen audiencias con alto ticket promedio, visibilidad mediática global y
un ecosistema de proveedores locales con capacidad técnica internacional. Para
las autoridades locales y la comunidad, la oportunidad es transformar ese flujo
en desarrollo sostenible: empleo permanente, formación técnica, y proyectos que
vinculen turismo con conservación. La fórmula funciona porque combina
creatividad mexicana con estándares internacionales de producción y una
concepción de hospitalidad que respeta el entorno.
Más allá del impacto económico, la temporada reafirma un
mensaje cultural: México no solo alberga festivales; crea experiencias con
identidad propia. Tehmplo, Solomun y Day Zero son ejemplos de cómo la estética,
la espiritualidad contemporánea y la innovación técnica se traducen en valor de
marca país. Y mientras Tulum atrae a viajeros de más de 60 países, la Riviera
Maya se consolida como un laboratorio donde convergen turismo de lujo,
sostenibilidad, branding de destino y la capacidad de generar retorno social y
económico.
La temporada 2025–2026 llega con ambición: mostrar que la
música puede ser motor de desarrollo, que la producción cultural puede ser una
línea de exportación y que las empresas mexicanas tienen la capacidad de montar
experiencias a la altura de cualquier mercado global. Es una invitación para
marcas, operadores, medios y gobiernos a mirar a Tulum no solo como un lugar
para vacacionar, sino como un activo estratégico cuya rentabilidad va más allá
del ticket de entrada: impulsa economías locales, proyecta talento y coloca a
México en la cartografía global de la cultura contemporánea.
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