martes, 9 de marzo de 2021

Citibanamex: El impacto de la pandemia en las mujeres en México

 

Nota Especial
El impacto de la pandemia en las mujeres en México
Múltiples avances alcanzados en temas de igualdad de género y empoderamiento de la mujer podrían
verse afectados por la pandemia, dado que las mujeres han sido impactadas de manera
desproporcionada tanto en el ámbito laboral como en la dimensión más general de bienestar. Y la
reacción de política pública ha sido insuficiente.
En América Latina, la contracción económica supondrá un retroceso de 10 años en el empleo de las
mujeres y un aumento considerable en sus niveles de pobreza.
En México, la contracción económica en 2020 afectó mayormente al empleo femenino. A enero de
2021, 3.3 millones de personas se mantienen fuera del mercado laboral y 2.2 millones son mujeres,
equivalente a 65.5% del total; cifra desproporcionada, si se considera que las mujeres participaban
con 39.5% de la PEA antes de la pandemia.
La mayor pérdida de empleos se registró en el sector servicios, donde labora casi 80% de las
mujeres. Con ello, la tasa de participación de las mujeres descendió a 40.5% en enero 2021, desde
45.1% en febrero 2020, una de las menores de América Latina. Esto es un retroceso a niveles de
hace más de 15 años.
Las mujeres destinan 51.4 horas semanales al trabajo no remunerado en el hogar, en comparación
con 20 de los hombres. Esta diferencia se habría incrementado durante la pandemia por la pérdida
extraordinaria de empleos, el cuidado emergente de los hijos -ante el cierre de las escuelas- y de
enfermos por Covid-19 y otros padecimientos sub atendidos. En enero hubo 5.5 millones de mujeres
dispuestas a trabajar pero que no buscaron empleo por considerar que no tenían posibilidades. Esa
cifra era de 3.7 millones antes de la pandemia.
La percepción de bienestar de las mujeres se ha deteriorado con respecto a hace un año. En enero
de 2021, en una escala de 0 a 10, las mujeres calificaron su satisfacción actual con la vida en 8.0 en
comparación con 8.3 del mismo mes de 2020. Preocupa en particular el tema de seguridad
ciudadana.
A pesar de que se han instrumentado algunas políticas para prevenir y atender la violencia contra la
mujer en los últimos dos decenios, algunos tipos de agresiones incluso han aumentado. Obligadas a
confinarse en el mismo espacio que sus agresores, las mujeres han sufrido desproporcionadamente
la violencia intrafamiliar gestada por la pandemia.
Cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) señalan que, mientras los homicidios
dolosos han crecido a una tasa de 53.9% entre 2015 y 2021, los feminicidios crecen a una tasa de
142.5% en ese mismo período.
La respuesta de las autoridades ante la emergencia sanitaria ha carecido de perspectiva de género y,
en algunos casos, el diseño de la política social ha empeorado la vulnerabilidad de las mujeres ante
la violencia.

El impacto de la pandemia en las mujeres en México
La pandemia ha puesto en riesgo avances relevantes en la igualdad de género: una visión global
El empoderamiento de las mujeres ha cobrado relevancia a nivel global y ahora forma parte de la agenda de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Con todo, aunque se han logrado avances en materia de equidad de género, los rezagos continúan siendo
significativos. Por ejemplo, cifras de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) señalan que la brecha salarial
promedio (diferencia entre el pago que reciben una mujer y un hombre por un trabajo igual) entre los miembros de ese organismo es de
13%. Por países, mientras, que en Colombia y Bélgica ésta es de solo 4%, en México asciende a 19% y en Corea del Sur, a 33%. La
OCDE (ver referencias) estima que, si México redujera a la mitad la brecha salarial, el crecimiento anual del PIB per cápita aumentaría en
0.16pp.
La participación de las mujeres en niveles jerárquicos altos dentro de las empresas sigue siendo muy baja. Según un estudio
elaborado por McKinsey en 2019, en EUA y Canadá en el sector petrolero las mujeres constituían solo 13% del total de miembros de
consejos de administración. En el sector salud, mientras que 75% del personal en los niveles básicos eran mujeres, la proporción en
consejos de administración era 29%. En México, la representación de la mujer en consejos de administración observa algunos cambios.
De acuerdo con el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), entre 2018 y 2019 el porcentaje de empresas sin
participación de mujeres en sus consejos disminuyó 6pp y en 65% de las empresas las mujeres representan hasta 10% de los miembros
de consejos de administración.
Sin embargo, los avances logrados en los últimos años en materia de igualdad entre hombres y mujeres podrían retroceder con
la pandemia por Covid-19. Algunos de los efectos ya han comenzado a observarse. Destacan el mayor desempleo y vulnerabilidad de
las mujeres en su entorno laboral –gran parte de sus empleos son en el sector informal y en actividades vinculadas a sectores altamente
afectados por esta crisis, como los servicios–; la afectación de la salud tanto por el virus como por la reasignación de recursos destinados
originalmente a otras enfermedades; el aumento del trabajo no remunerado en el hogar y la profundización de la violencia de género,
según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En la esfera económica los efectos de la crisis sanitaria a nivel mundial son múltiples y han derivado en una menor participación
de las mujeres en la economía y en afectaciones desproporcionadas a su bienestar. En EUA, por ejemplo, la tasa de desempleo de
las mujeres registró un incremento de 3pp mayor que el observado en los hombres. Un estudio realizado por McKinsey para ese mismo
país muestra los retos que han enfrentado las mujeres en el ámbito familiar: 17% ha considerado reducir sus horas laborales y 8%,
abandonar por completo el mercado laboral (para los hombres estos porcentajes fueron de 9% y 4%, respectivamente).
En América Latina la contracción económica derivada de la pandemia tendrá importantes impactos en el empleo y precarización
de las condiciones laborales de las mujeres. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el impacto
para las mujeres constituirá un retroceso de más de 10 años en su participación en el mercado laboral. Asimismo, estima que, si la tasa
de participación de las mujeres se hubiera mantenido en 2020, el desempleo habría llegado a 22.2%, 12.6 puntos porcentuales más que
el año previo. La caída estimada del PIB de 7.7% para América Latina, aunada al desempleo, podrían llevar a un importante incremento
de hogares pobres, con lo que 118 millones de mujeres de la región quedarían colocadas en situación de pobreza.
La necesidad de políticas públicas que contrarresten los efectos de la pandemia sobre las mujeres cobra mayor relevancia. El
objetivo de mayor equidad de género es estratégico en su dimensión de justicia como un elemento estratégico para el desarrollo de las
empresas y las economías en su conjunto. Estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyen que, a menor desigualdad de
género, aumenta el crecimiento del PIB per cápita, especialmente en países de bajos ingresos (gráfica 1). A su vez, una investigación de
Chronus señala que agregar una mujer más a posiciones gerenciales altas o al consejo corporativo (manteniendo el tamaño de estos
igual) se asocia con un incremento de 10 puntos base (pb) en el retorno sobre activos. Para México, el Instituto Mexicano para la
Competitividad (IMCO) señala que, si la participación de las mujeres se acercara al promedio de los países de la OCDE, el PIB del país
podría ser, en 2030, 15% mayor del que sería si se mantiene el ritmo actual de la participación.

El avance de la inclusión de las mujeres en el contexto de la pandemia puede ser muy aleccionador. Al analizar la correlación
entre la caída anual del PIB en 2020 y el número de casos registrados de Covid-19, se observa que en general en los países liderados
por una mujer, la contracción económica y el número de contagios por millón de habitantes (pmh) fueron menores. Por ejemplo, en Nueva
Zelanda, Malí y Taiwán, el número de contagios pmh se ubicó por debajo de los 500, lo que contrasta con el promedio mundial de 21 mil
casos pmh. En términos de actividad económica, la caída del PIB promedio a nivel mundial en 2020 fue de 5.4%, mientras que en los
países liderados por una mujer la caída fue 1.5pp menor en promedio, de acuerdo nuestras estimaciones a partir de información de Our
World in Data y del FMI, 2020.
En México los efectos de la pandemia en las mujeres son visibles
La contracción de la economía de 2020, de 8.2% sobre la serie sin desestacionalizar, tuvo importantes impactos negativos sobre
las condiciones de vida de población, particularmente en las mujeres. Las mayores pérdidas de puestos de trabajo en sectores con
alta participación femenina, como el turismo, el comercio o servicios, aún prevalecen a un año del estallido de la pandemia. A la par de la
salida de las mujeres del mercado laboral, aumentó el número de horas dedicadas al trabajo no remunerado. Asimismo, las nuevas
condiciones de vida han estado acompañadas por un deterioro del bienestar general de las mujeres y la presencia de violencia familiar,
entre otros elementos.
La pandemia deja mayor pérdida de empleo a las mujeres y más horas dedicadas al empleo no remunerado en el hogar
Derivado de la baja actividad económica, de febrero a mayo de 2020, 12.3 millones de personas salieron del mercado laboral en
nuestro país y 5 millones de ellas fueron mujeres (Nueva Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, N-ENOE del INEGI). El primer
impacto del Covid-19 fue, por tanto, mayor para las mujeres: estos cinco millones plazas representan 40.3% del total de los empleos
perdidos cuando la participación de las mujeres en la Población Económicamente Activa (PEA) era de 39% del total. Posteriormente, la
paulatina reincorporación de la población al mercado laboral se dio a ritmos diferentes entre hombres y mujeres. A enero de 2021, 3.3
millones de personas aún se mantienen fuera del mercado laboral y 2.2 millones son mujeres, equivalente a 65.5% del total, un
porcentaje excesivo en comparación con la participación de las mujeres en la PEA. Así, 43% de las mujeres que salieron del mercado
laboral a mayo de 2020 no se han reincorporado, proporción que contrasta con el La desproporcionada pérdida de empleos de las mujeres respecto su participación en el mercado laboral se explica, en gran
medida, por la feminización de labores vulnerables a la pandemia. A lo largo de esta recesión, el cierre de actividades no esenciales
y las medidas de confinamiento para hacer frente a la pandemia afectaron en mayor medida al sector terciario, actividad donde se
concentra la mayor cantidad del empleo de las mujeres, 79% del total.
Durante enero de 2021, en el sector servicios se registraron 2.4 millones de empleos menos que los observados en febrero de
2020 y 75.7% de ellos son de mujeres, cifra que contrasta con la participación de 50.4% de las mujeres en el sector. Las mayores
pérdidas de empleos de las mujeres se observan en las actividades comerciales, en restaurantes, servicios de alojamiento y servicios
diversos, actividades que concentran la mitad de los puestos laborales de las mujeres y donde la actividad económica registró los
mayores retrocesos. El PIB en servicios de alojamiento temporal y preparación de alimentos, que están altamente vinculados con el
turismo, cayó (-)44% en 2020. Consideramos que estas actividades tendrán una recuperación lenta durante 2021, manteniendo su
afectación sobre el empleo de las mujeres. Ello se anticipa por el alto nivel de contagios que prevalece en el país y el lento avance en la
aplicación de vacunas, lo que limita el movimiento de las personas y con ello la reactivación económica de estos sectores.
La salida de las mujeres del mercado de trabajo llevó a que su tasa de participación laboral (mujeres que están en el mercado de
trabajo como proporción de las que tienen edad de hacerlo) descendiera a 40.5% en enero de 2021, ubicándola casi en el nivel
que tenía en 2005 (40.8%). El nivel de este indicador en nuestro país es uno de los más bajos del mundo, incluso dentro de América
Latina. En EUA, por ejemplo, la tasa de participación femenina es de 55.9%; mientras que, para el conjunto de América Latina se ubica
en 52.3% (2020 en ambos casos, Gráfica 2). Después de que la tasa de participación de la mujer había llegado a colocarse por arriba de
45% en 2019, el impacto de la pandemia fue cuantioso para nuestro país.

La participación de la mujer en trabajo no remunerado en el hogar habría aumentado significativamente durante la pandemia.
Esto se ha debido tanto a la pérdida desproporcionada de empleos como al imperativo emergente de cuidar a los hijos –ante el cierre de
las escuelas– y a enfermos por Covid-19 u otros padecimientos que la pandemia llevó a sub atender. Aun antes de la pandemia, el
promedio de horas semanales dedicadas por la mujer a actividades no remuneradas en el hogar era de 51.4 en comparación con las 20
que dedicaban los hombres (Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, 2019, INEGI). Las perspectivas parecen no ser favorables en medio
de la pandemia. Datos de la N-ENOE para enero de 2021 señalan que la población no económicamente activa de mujeres que están
disponibles para trabajar pero que no buscan empleo por considerar que no tienen posibilidades de encontrar llegó a 5.5 millones de
personas, en comparación con las 3.7 millones que estaban en esta condición en febrero de 2020.
Con la pandemia se deterioró el sentimiento de bienestar de las mujeres y aumentó la violencia familiar
El sentimiento de bienestar subjetivo se ha deteriorado para las mujeres. En comparación con el periodo pre-pandemia las mujeres
señalan que su satisfacción con la vida se ha deteriorado. De acuerdo con la Encuesta de bienestar subjetivo del INEGI, en enero de
2021 la satisfacción de las mujeres era de 8.0, en una escala del 1 al 10, muy similar al mostrado en octubre de 2020 y después de que
en enero de 2020 llegara a 8.3 (Gráfica 3). Es de llamar la atención que, para los hombres este indicador también se deterioró de enero
de 2020 a octubre del mismo año, al pasar de 8.3 a 8.2, pero para enero de 2021, volvió a situarse en 8.3, apuntando a que las mujeres
perciben el momento actual de la pandemia de manera distinta. Destaca la menor calificación de las mujeres a la pregunta sobre si se
sienten con energía y vitalidad, donde la evaluación promedio es de 4.9 contra 5.8 de los hombres.

El tema de la seguridad prevalece como una de las mayores preocupaciones para de la ciudadanía, particularmente para las
mujeres. A preguntas particulares sobre el nivel de satisfacción de diversos aspectos, en enero de 2021, las mujeres muestran las
mayores calificaciones en temas de relaciones personales, logros en la vida, perspectivas a futuro, entre otros. Mientras que, el menor
grado de satisfacción se observa en temas sobre el país y, particularmente, en seguridad ciudadana, este último con una evaluación de
5.4 en comparación con 5.7 entre los hombres (INEGI). No obstante, consideramos que la preocupación por la inseguridad llega aún más
lejos, al ámbito doméstico o de pareja, ante lo que han surgido diversos organismos que han atendido de manera paulatina esta
problemática.
La violencia contra la mujer constituye un grave problema de salud pública y una violación de derechos humanos que no ha
cedido en los últimos decenios. Ya antes del estallido de la pandemia de Covid-19, la violencia contra la mujer en México era
considerada un problema público importante e insuficientemente atendido. El Instituto Nacional de las Mujeres, organismo federal
encargado de combatir la violencia y la discriminación contra la mujer, no se fundó sino hasta el 2001 y constituye la primera expresión de
reconocimiento del problema como obstáculo al desarrollo nacional y como un reto al que debe atenderse no con asistencialismo sino con
políticas de educación, empoderamiento, salud y justicia. Desde entonces, ha surgido un número importante de organizaciones,
fundamentalmente de la sociedad civil y enlazadas con organismos internacionales, orientadas a medir, denunciar y combatir la violencia
contra la mujer. La mayor parte de avances en la atención de este problema se deben al trabajo de esas organizaciones y no tanto del
estado.
A pesar de que se han instrumentado algunas políticas para prevenir y atender la violencia contra la mujer en los últimos dos
decenios, algunos tipos de agresiones por género incluso han aumentado. Una iniciativa del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en
2009, cuyo objetivo era visibilizar las diferentes manifestaciones de violencia cotidiana contra la mujer, produjo una escala incremental de
elementos a combatir que revela la alta incidencia de un problema que la población tiende a normalizar (Gráfica 4).
Gráfica 4. Violentómetro IPN
Fuente: Citibanamex – Estudios Económicos con datos del Instituto Nacional de las Mujeres, Violentómetro IPN, 2009.
En violencia, las mujeres han sufrido desproporcionadamente los efectos de la pandemia, a menudo obligadas a confinarse en
el mismo espacio que sus agresores. Desde el estallido de la pandemia y el inicio del confinamiento, los llamados de auxilio
relacionados con violencia contra mujeres (que incluye denuncias de violación, abuso sexual, acoso u hostigamiento sexual, violencia de
pareja y violencia genérica contra la mujer) registrados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), la Línea Mujeres en la
CDMX y la Red Nacional de Refugios registraron un aumento notorio al cierre de marzo del 2020 y un importante descenso en los meses
subsecuentes. El confinamiento sí parece haber ocasionado una disminución muy importante en la ocurrencia de delitos patrimoniales,
pero no en las expresiones de violencia intrafamiliar que, típicamente, coloca a mujeres, niños y ancianos en condición de víctimas con
mayor frecuencia que a los hombres. La tasa de crecimiento de la violencia intrafamiliar (68.9%) no tiene correlación con la tasa de
crecimiento de los delitos patrimoniales (4.5%) (ver gráfica 5). Derivado de todos los datos anteriores, queda la impresión de que el
confinamiento incrementó para la mujer el riesgo de verse envuelta en situaciones de violencia, pero disminuyó su acceso y/o propensión
a la denuncia.

Los asesinatos de mujeres durante la pandemia también registran alzas notorias. Como en otros tipos de violencia, el extremo de la
escala, los asesinatos de mujeres, sirven también para aproximar la tendencia que sigue el fenómeno en su expresión menos sub
registrable. Datos globales de Naciones Unidas sugieren que 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son
cometidos por su pareja masculina. Éste es otro elemento sugerente del aumento en el riesgo que las mujeres han debido enfrentar por
efecto del confinamiento doméstico impuesto por la pandemia. A partir de datos de la SNSP, se observa que, mientras los homicidios
dolosos han crecido a una tasa de 53.9% entre 2015 y 2021, los feminicidios crecen a una tasa de 142.5% en ese mismo período (ver
gráfica 6).
La respuesta de las autoridades ante la emergencia sanitaria ha carecido de perspectiva de género y, en algunos casos, el
diseño de la política social ha empeorado la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia. La forma en que la Administración
federal actual ha reestructurado el gasto ha debilitado severamente los pocos recursos y programas públicos con enfoque de género que
existían en 2018 (entre ellos los refugios para mujeres e infantes víctimas de violencia, casas de la mujer indígena y centros de justicia
para las mujeres). Los programas sociales que este gobierno ha priorizado son los que involucran transferencias directas de dinero a
segmentos particulares de la población, en particular a adultos mayores, pero ni siquiera en ese caso se observa una perspectiva de
género en el diseño del programa. Ahora, ya en plena pandemia, la provisión de los recursos judiciales de protección preventiva y de
atención a la violencia contra mujeres ha resultado escasa (órdenes de protección, medidas precautorias en materia familiar, materia
penal, pensión alimenticia y convivencia familiar). Se requiere de medidas para atender el impacto de la emergencia sanitaria, pero, más
a largo plazo, de intervenciones que promuevan la sensibilización y emancipación de la mujer para disminuir estructuralmente la violencia
en su contra.
Referencias
Cepal, “La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad”, Informe especial COVID-19, número 9, 10
de febrero de 2021.
Chronus, The importance of gender diversity in the workplace, 2019.
Equis.org.mx: Las dos pandemias. Violencia contra las mujeres en México en el contexto de covid-19, agosto 2020.
FMI-UNDP Human Development Report- World Bank, World Development Indicators y IMF estimates, 2015.
Gurría, Angel. Presentación de la Revisión de la OCDE sobre políticas de género en México. Enero 2017.
IMCO (Instituto Mexicano de la Competitividad), Los beneficios económicos de sumar más trabajadoras, 2021
INEGI. Nueva Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2020, 2021
INEGI, Indicadores de Bienestar Autorreportado de la Población Urbana, 2020, 2021
IPADE. Índice de Diversidad de Género. 2020
McKinsey & Company. Women in the Workplace. 2020.
Organización de las Naciones Unidas, Informe de políticas: las repercusiones de la Covid-19 en las mujeres y las niñas.
Organización Panamericana de la Salud, Documentos sobre violencia contra la mujer, 2021
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Estadísticas de incidencia delictiva del fuero común, 2015-2021.
Estudios Económicos
8Nota Especial
5-mar-21
Las estimaciones, pronósticos o proyecciones referidos en esta publicación se realizan tomando en cuenta, entre otras cosas, el
comportamiento histórico de diversas variables tanto económicas como financieras de origen nacional e internacional y los
supuestos para su comportamiento futuro. Estos supuestos toman el escenario internacional propuesto, principalmente de las
publicaciones mensuales “Global Economic Outlook and Strategy” y “Emerging Markets Economic Outlook and Strategy” publicados
por Citi Research en la plataforma de Citivelocity así como sus posibles actualizaciones publicadas en la misma plataforma. Para el
escenario local, nuestros estimados consideran principalmente la información publicada en la tabla “Pronósticos Anuales” y
“Pronósticos Macroeconómicos” de nuestra publicación semanal “Perspectiva Semanal” así como sus actualizaciones publicadas por
nuestra dirección.

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