sábado, 29 de abril de 2017

Minuta de la reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México, con motivo de la decisión de política monetaria anunciada el 30 de marzo de 2017 (12 abril 2017)


Minuta número 50
Reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México, con motivo de la
decisión de política monetaria anunciada el 30 de marzo de 2017

1. LUGAR, FECHA Y ASISTENTES
1.1. Lugar: Av. Cinco de Mayo número 2, 5o. piso,
Col. Centro, Ciudad de México.
1.2. Fecha de la sesión de la Junta de Gobierno:
30 de marzo de 2017.
1.3. Asistentes:
Dr. Agustín Guillermo Carstens Carstens,
Gobernador y presidente de la sesión.
Lic. Roberto Del Cueto Legaspi, Subgobernador.
Lic. Alejandro Díaz de León Carrillo, Subgobernador.
Lic. Javier Eduardo Guzmán Calafell,
Subgobernador.
Dr. Manuel Ramos Francia, Subgobernador.
Dr. José Antonio Meade Kuribreña, Secretario de
Hacienda y Crédito Público.
Mtra. Vanessa Rubio Márquez, Subsecretaria de
Hacienda y Crédito Público.
Lic. Fernando Luis Corvera Caraza, Secretario de la
Junta de Gobierno.
Se hace constar que en fechas anteriores a la
celebración de esta sesión, se desarrollaron trabajos
preliminares en los que se analizó el entorno
económico y financiero, así como la evolución de la
inflación, sus determinantes y perspectivas.
2. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y FINANCIERA
RECIENTE Y PERSPECTIVAS
La información presentada en este apartado fue
elaborada para esta sesión por las Direcciones
Generales de Investigación Económica y de
Operaciones de Banca Central, ambas del Banco de
México.
2.1. Condiciones externas
2.1.1. Actividad económica mundial
Los indicadores oportunos y prospectivos sugieren
una mejoría generalizada de la actividad económica
mundial a finales de 2016 e inicios de 2017, con una
moderada fortaleza en las economías avanzadas y
una recuperación menos vigorosa en las emergentes
(Gráfica 1). Uno de los aspectos que destaca del
gradual fortalecimiento de la economía global es el
repunte que ha presentado la producción
manufacturera, el cual ha venido acompañado de
una mejoría del comercio mundial. Además, se
espera que la implementación de políticas fiscales
expansionistas contribuya al fortalecimiento de dicha
recuperación, en un contexto de un retiro gradual de
los estímulos monetarios en algunas de las
principales economías. No obstante, persiste una
elevada incertidumbre sobre las características que
tomarán diversas políticas económicas a nivel global
y, en particular, las de la nueva administración en
Estados Unidos.
En Estados Unidos, la información disponible apunta
a una moderación del crecimiento del PIB al inicio de
2017, respecto al cuarto trimestre de 2016 debido,
en parte, a factores transitorios relacionados con una
menor demanda de energía ante las condiciones
climáticas inusualmente cálidas en ese país. En
particular, se espera una moderación del gasto en
consumo privado, una ligera contracción del gasto
público y una menor acumulación de inventarios. A
lo anterior se suma la expectativa de una
contribución negativa de las exportaciones netas, la
cual se explica, en gran medida, por el mayor
dinamismo de las importaciones. En contraste, la
inversión residencial y en equipo continúa
recuperándose, lo que ha apoyado al crecimiento de
la economía (Gráfica 2).
 La producción industrial de Estados Unidos se
mantuvo prácticamente sin cambio durante los dos
primeros meses del año. Por un lado, el sector de
electricidad y gas se contrajo a causa del clima
inusualmente cálido durante los primeros meses del
año, lo que resultó en una menor demanda de
energía. Por el contrario, las manufacturas y la
minería continuaron su proceso de recuperación. La
de este último sector se explica por la expansión de
las actividades de perforación y extracción de crudo
a raíz de la mayor estabilidad de los precios de la
energía.
Del mismo modo, el mercado laboral de Estados
Unidos ha continuado fortaleciéndose. La creación
de empleo ascendió a 237 mil nuevas plazas en
promedio en enero y febrero, cifra superior al
promedio registrado en 2016. Por su parte, la tasa
de desempleo se ubicó en un nivel de 4.7 por ciento
de la fuerza laboral en febrero, ligeramente por
debajo del 4.8 por ciento registrado en enero, a
pesar del aumento en la tasa de participación
laboral. En este contexto, las remuneraciones
promedio por hora registraron un mayor ritmo de
crecimiento.
En la zona del euro, los indicadores oportunos
sugieren que la expansión durante el primer
trimestre de 2017 podría ser similar o mayor a la de
los trimestres anteriores. En particular, el índice
compuesto de gerentes de compras alcanzó en
marzo su nivel más elevado de los últimos seis años,
reflejando una recuperación más generalizada entre
sectores y economías (Gráfica 3). Además, el
indicador de sentimiento económico alcanzó en
febrero el nivel más elevado desde 2011. Por su
parte, el mercado laboral de la región continuó
fortaleciéndose. En efecto, la tasa de desempleo se
ubicó en enero en 9.6 por ciento, la menor tasa
desde 2009. No obstante, existen todavía dudas
sobre la fortaleza del sector bancario en algunos
países y riesgos asociados al proceso de salida del
Reino Unido de la Unión Europea.
En las economías emergentes, los indicadores
oportunos apuntan a una mejoría a principios del año
de la actividad industrial, las exportaciones y las
ventas al menudeo (Gráfica 4). En este sentido, el
crecimiento de la economía de China en enero y
febrero ha sido superior a lo previamente estimado,
lo cual podría apoyar la recuperación de estos
países. No obstante, el balance de riesgos para su
crecimiento continúa sesgado a la baja.
 En semanas recientes, los precios internacionales
de las materias primas detuvieron el avance que
habían venido registrando durante los últimos
meses. En particular, los precios del petróleo
disminuyeron como resultado de un aumento en la
producción en Estados Unidos y ante la posibilidad
de que en junio de este año se suspendan los
recortes en la producción acordados por los países
miembros de la OPEP y otros no miembros como
Rusia. De igual manera, los precios de los granos
cayeron ante perspectivas climatológicas favorables
para la producción en Estados Unidos.
2.1.2. Política monetaria y mercados financieros
internacionales
La inflación general y sus expectativas en las
principales economías avanzadas han continuado
aumentando, reflejando principalmente los mayores
precios de la energía observados en meses
anteriores, una menor holgura en dichas economías
y, en algunos casos, la depreciación de sus tipos de
cambio (Gráfica 5). No obstante, los avances en
cuanto a la inflación subyacente han sido moderados
y desde niveles bajos, particularmente en Japón y la
zona del euro. Así, a excepción de Estados Unidos,
los bancos centrales de las principales economías
avanzadas no modificaron su postura monetaria en
sus reuniones más recientes, aunque dieron señales
de que esta podría ser menos acomodaticia hacia
adelante debido a la expectativa de una menor
holgura en sus economías (Gráfica 6).
En su reunión de marzo, la Reserva Federal
incrementó el rango objetivo de la tasa de fondos
federales de 0.75 a 1 por ciento. En su comunicado,
esta institución señaló que el deflactor del gasto de
consumo personal se ha acercado a su objetivo de 2
por ciento, pero enfatizó que el componente
subyacente continúa por debajo de dicho nivel.
Además, destacó que vigilará la evolución de la
inflación alrededor de su objetivo de manera
simétrica. Adicionalmente, las proyecciones de
crecimiento e inflación de dicho Comité no
incorporaron cambios significativos, de modo que
preservaron su expectativa de dos incrementos
adicionales en el rango de la tasa de fondos
federales en lo que resta del 2017. Vale la pena
destacar que los analistas de mercado también
incorporan dos incrementos de 25 puntos base en la
tasa de referencia por lo que resta del año, de modo
que ahora sus expectativas se encuentran alineadas
con las de la Reserva Federal, a diferencia de lo que
se había venido observando por varios meses. En
contraste, las expectativas reflejadas en
cotizaciones de mercado sugieren una
normalización más gradual de la política monetaria.
En su reunión de marzo, el Banco Central Europeo
(BCE) mantuvo sin modificación los niveles de sus
tasas de interés de referencia. Dicha institución
continúa esperando que la inflación avance
lentamente hacia su meta, desestimando la
necesidad de estímulos monetarios adicionales. Lo
anterior se debió a que los riesgos para el
crecimiento, si bien continúan sesgados a la baja, se
han moderado. Además, el BCE revisó ligeramente
al alza sus proyecciones para la inflación subyacente
de los siguientes años, a pesar de que esta aún no
muestra una clara tendencia ascendente.
El Banco de Inglaterra también mantuvo sin cambios
su postura monetaria en su reunión de marzo. Dicha
institución continúa percibiendo riesgos a la baja
para el crecimiento. No obstante, en sus minutas
varios participantes han sugerido que solo
requerirían de algunos indicios de fortaleza en la
economía para votar en favor de un endurecimiento
monetario.
El Banco de Japón, en su reunión de marzo, no
modificó el monto de su programa de compras de
activos. Asimismo, dejó sin cambio su guía para el
manejo de la curva de rendimiento, con la tasa de
depósito en -0.1 por ciento y la tasa gubernamental
a 10 años en aproximadamente cero por ciento.
En el contexto de mayor dinamismo en las
economías avanzadas, los mercados financieros de
países desarrollados exhibieron un desempeño
favorable. Además, algunos eventos de carácter
político, particularmente en Europa, contribuyeron
de manera positiva al comportamiento de los
mercados. Así, en un entorno de baja volatilidad y
amplia liquidez, se observó nuevamente una
recomposición de portafolios hacia activos de mayor
riesgo. Esto se reflejó en un buen desempeño del
mercado de deuda corporativa y en un aumento
generalizado de los índices accionarios que, en
varios casos, alcanzaron niveles máximos históricos.
Sin embargo, en los últimos días, se revirtió
marginalmente dicha tendencia ante la falta de
acuerdo en el Congreso de Estados Unidos en
materia del seguro médico (Gráfica 7). En este
contexto, el dólar se depreció (Gráfica 8) y las tasas
de interés de notas del Tesoro de Estados Unidos de
largo plazo disminuyeron.
Por su parte, los precios de los activos financieros de
las economías emergentes presentaron un
desempeño positivo (Gráfica 9 y Gráfica 10). Dicho
comportamiento estuvo asociado principalmente a
las mejores perspectivas de crecimiento económico
a nivel global, al hecho de que en su último
comunicado de política monetaria la Reserva
Federal enfatizó que el proceso de normalización de
la política monetaria en Estados Unidos será de
manera gradual, y a que ahora el mercado asigna
una menor probabilidad a que ciertas propuestas de
campaña de la nueva administración
estadounidense se puedan materializar en el corto
plazo.
 En este sentido, se han observado importantes flujos
de entrada hacia activos de renta fija y renta variable
de países emergentes, los cuales revirtieron en su
totalidad los montos de salidas observados en las
semanas inmediatas posteriores a las elecciones en
Estados Unidos (Gráfica 11).
 Por su parte, la postura monetaria en las economías
emergentes ha sido diferenciada. En la mayoría de
las economías de Asia y Europa emergentes, la
política monetaria permaneció sin cambio, ante un
escenario de bajas presiones inflacionarias. Otras
economías emergentes como Colombia, Chile,
Brasil, Rusia e India han relajado su política
monetaria a medida que se han disipado los efectos
de traspaso de la depreciación del tipo de cambio a
los precios. En contraste, en otros países, tales
como Turquía y China, los bancos centrales han
endurecido su política monetaria, reaccionando a
factores idiosincrásicos.
Para el futuro previsible, persiste una serie de
riesgos que podrían generar inestabilidad y un
repunte en la volatilidad de los mercados financieros.
Las valuaciones de algunos activos parecen
elevadas y, por lo tanto, son susceptibles de
correcciones abruptas. Lo anterior podría ocurrir
ante una normalización más acelerada de la política
monetaria en economías avanzadas o como
resultado de que se perciba una menor probabilidad
de que se implemente una política fiscal expansiva y
una menor desregulación en Estados Unidos.
Además, políticas proteccionistas que afecten de
forma importante el comercio internacional podrían
tener un impacto negativo en el crecimiento global.
Finalmente, no puede descartarse el fortalecimiento
de movimientos nacionalistas como resultado de las
elecciones generales en Francia y Alemania.
2.2. Evolución de la economía mexicana
2.2.1. Mercados en México
En las semanas posteriores a la última decisión de
política monetaria del Banco de México, los
mercados financieros en nuestro país también
registraron un comportamiento favorable. Así, el
peso mexicano presentó una apreciación de 7.8 por
ciento, destacándose como la divisa con el mejor
desempeño observado dentro del complejo de
divisas de países emergentes, lo cual estuvo
acompañado de una importante mejora en las
condiciones de operación del mercado cambiario.
Dentro de los factores que contribuyeron a este
comportamiento destacaron: el fortalecimiento de la
posición monetaria relativa de México frente a otros
países, el anuncio de las coberturas cambiaras por
parte de la Comisión de Cambios, el tono más
conciliador por parte de distintos oficiales del
gobierno estadounidense respecto a la relación
bilateral entre México y Estados Unidos, y a la
confirmación de un proceso gradual de
normalización de la política monetaria en Estados
Unidos. En este contexto, las expectativas para la
cotización de la moneda nacional para finales de
2017 y 2018 disminuyeron de manera importante
(Gráfica 12).
En lo que respecta al mercado de renta fija, la curva
de rendimientos de valores gubernamentales
presentó un aplanamiento muy importante desde la
última decisión de política monetaria del Banco de
México. Así, se observaron incrementos de 65
puntos base en las tasas de interés de muy corto
plazo y disminuciones de hasta 60 puntos base en
las tasas de interés de los bonos con vencimientos
de más largo plazo (Gráfica 13). Cabe destacar que
En lo que respecta al mercado de renta fija, la curva
de rendimientos de valores gubernamentales
presentó un aplanamiento muy importante desde la
última decisión de política monetaria del Banco de
México. Así, se observaron incrementos de 65
puntos base en las tasas de interés de muy corto
plazo y disminuciones de hasta 60 puntos base en
las tasas de interés de los bonos con vencimientos
de más largo plazo (Gráfica 13). Cabe destacar que
Finalmente, las expectativas respecto al rumbo de la
política monetaria en México implícitas en la
estructura de la curva de rendimientos anticipan un
incremento de 25 puntos base para la decisión de
marzo, en línea con lo anticipado por el consenso de
los analistas. En este sentido, el mercado espera
que la tasa de política monetaria al cierre del año se
ubique en niveles de 7.00 por ciento, mientras que
los analistas la pronostican en promedio en niveles
de 7.25 por ciento (Gráfica 14)
2.2.2. Actividad económica
En el cuarto trimestre de 2016 y a principios de 2017,
la economía mexicana continuó creciendo a tasas
razonables (Gráfica 15). En particular, la demanda
externa continuó presentando una mejoría.
Asimismo, el consumo privado mantuvo una
trayectoria positiva en el último trimestre de 2016, si
bien algunos indicadores sugieren un crecimiento
más moderado a principios de 2017. En contraste,
hacia finales de 2016 la inversión continuó
mostrando un débil desempeño.
En efecto, en el primer bimestre de 2017, la
demanda externa siguió presentando la reactivación
que se observó en el segundo semestre de 2016, lo
cual podría explicarse tanto por la depreciación del
tipo de cambio real, como por la incipiente
recuperación de la demanda global. En particular,
tanto las exportaciones manufactureras dirigidas a
Estados Unidos, como las destinadas al resto del
mundo, continuaron mostrando una tasa de
crecimiento mayor (Gráfica 16).
Con respecto al comportamiento del consumo
privado, indicadores oportunos sugieren que su ritmo
de expansión a principios de 2017 posiblemente
haya sido más moderado que el registrado al cierre
de 2016. En particular, los ingresos de las empresas
comerciales al por menor se han desacelerado, al
tiempo que las ventas de vehículos ligeros en el
mercado doméstico mostraron un cambio de
tendencia desfavorable, si bien desde niveles
elevados. Por su parte, a pesar de que la inversión
privada presentó una trayectoria al alza hacia el
cierre de 2016, en ese periodo prevaleció la
debilidad de la inversión fija bruta en su conjunto,
toda vez que la inversión pública continuó
exhibiendo una tendencia descendente.
 En cuanto a la evolución de la actividad económica
por el lado de la producción, el crecimiento en el
último trimestre de 2016 y en enero de 2017 reflejó,
en buena medida, el dinamismo de las actividades
terciarias, toda vez que la actividad industrial
continuó mostrando un estancamiento (Gráfica 17).
En particular, la minería mantuvo una trayectoria
decreciente, al tiempo que persistió el débil
desempeño en la construcción (Gráfica 18). En
contraste, siguió observándose la recuperación que
la producción manufacturera ha exhibido desde
mediados de 2016. Respecto al comportamiento de
las actividades terciarias, los rubros que más
contribuyeron a su crecimiento en este periodo
fueron los de comercio, transporte e información en
medios masivos, servicios financieros e
inmobiliarios, y servicios profesionales
2.2.3. Determinantes de la inflación
Derivado de la evolución reciente de la actividad
económica, no se aprecian presiones significativas
sobre los precios provenientes de la demanda
agregada (Gráfica 19). No obstante, las condiciones
en el mercado laboral continúan mejorando y los
costos unitarios de la mano de obra han mostrado
una trayectoria al alza, si bien desde niveles bajos.
 En particular, tanto la tasa de desocupación
nacional, como la urbana, continuaron mostrando
una tendencia decreciente y se ubicaron en niveles
inferiores a los registrados en 2008 (Gráfica 20).
Destaca que la tasa de desocupación urbana se
ubicó en el nivel más bajo desde que inició el
levantamiento de la ENOE en 2005. Asimismo, a
principios de 2017 el número de puestos de trabajo
afiliados al IMSS mantuvo su trayectoria ascendente.
Adicionalmente, el comportamiento de los
indicadores salariales, junto con el desempeño de la
productividad laboral, han conducido a que los
costos unitarios de la mano de obra, tanto para la
economía en general, como para el sector
manufacturero en particular, mostraran una
tendencia al alza, si bien aún permanecen en niveles
inferiores a los registrados antes de la crisis
financiera global de 2008 (Gráfica 21).
En enero de 2017, el financiamiento interno al sector
privado no financiero redujo su tasa de crecimiento
real anual en relación con meses previos. Ello
obedeció tanto a la moderación de los recursos que
ha venido canalizando la banca interna al
financiamiento de empresas y hogares, como al
efecto del incremento en la inflación en ese mes
sobre las tasas reales de crecimiento. Por otro lado,
el financiamiento externo continuó contrayéndose.
En este contexto, los costos del financiamiento
siguieron aumentando –en particular los de las
empresas y el de las tarjetas de crédito–, reflejando
los aumentos en la tasa de fondeo bancario. Por su
parte, los índices de morosidad se han mantenido
 bajos en general y sin mostrar variaciones
importantes en el margen. Todo lo anterior sugeriría
que no hay presiones de demanda en los mercados
de fondos prestables.
2.2.4. Evolución y perspectivas de la inflación
En febrero y la primera quincena de marzo, la
inflación general anual continuó presentando una
trayectoria ascendente. Por una parte, los efectos
de la depreciación que experimentó la moneda
nacional siguieron manifestándose en la inflación
subyacente. Por otra, los incrementos en los
precios de algunos energéticos ocurridos a
principios de año se reflejaron en que el
componente no subyacente mantuviera elevadas
tasas de crecimiento anual, además de que han
dado lugar a impactos indirectos, naturales y
esperados, sobre los precios de algunas
mercancías y servicios que los utilizan como
insumos. De esta forma, la inflación general anual
aumentó de 4.72 por ciento en enero de 2017 a
5.29 por ciento en la primera quincena de marzo
(Gráfica 22 y Cuadro 1).
Entre enero de 2017 y la primera quincena de marzo,
la inflación subyacente anual pasó de 3.84 a 4.32 por
ciento. La tendencia al alza de la inflación
subyacente se explica por los incrementos en los
precios relativos de las mercancías respecto de los
servicios, lo cual podría estar reflejando el mayor
reconocimiento del efecto acumulado de la
depreciación cambiaria que, hasta hace pocos
meses, parecería haberse traspasado parcialmente.
En adición, los incrementos observados en los
precios de ciertos bienes y servicios han sido
producto, en la mayoría de los casos, de los efectos
indirectos derivados de los incrementos en los
precios de los energéticos (Gráfica 23, Gráfica 24 y
Cuadro 1).
Las medidas implementadas a principios de 2017
por la autoridad, en el marco del proceso hacia la
liberalización de los precios de energéticos como la
gasolina y el gas L.P., continuaron afectando la
inflación medida en términos anuales y, en particular,
la tasa de crecimiento del componente no
subyacente. Adicionalmente, en la primera quincena
de marzo aumentó el ritmo de crecimiento del
subíndice de precios de los productos
agropecuarios, si bien desde niveles bajos. De esta
forma, la inflación no subyacente anual se
incrementó de 7.40 a 8.24 entre enero de 2017 y la
primera quincena de marzo (Gráfica 25 y Cuadro 1).
 Las medianas de las expectativas de inflación
provenientes de la encuesta que levanta el Banco de
México entre especialistas del sector privado
continuaron reflejando la anticipación de un aumento
temporal en la inflación. En efecto, si bien aquellas
correspondientes al corto plazo se ajustaron
nuevamente al alza, aunque en menor magnitud que
en el mes previo, las de mediano y largo plazo no
registraron incrementos adicionales. En particular, la
mediana para el cierre de 2017 aumentó de 5.24 a
5.40 por ciento entre las encuestas de enero y
febrero de 2017, en tanto que en este lapso la del
cierre de 2018 y las de horizontes de más largo plazo
permanecieron en 3.8 y 3.5 por ciento por ciento,
respectivamente. Por lo que respecta a las
expectativas de inflación implícitas en las
cotizaciones de instrumentos de mercado para
horizontes de largo plazo (extraídas de instrumentos
gubernamentales con vencimiento a 10 años), estas
continúan ubicándose ligeramente por encima de 3
por ciento, si bien volvieron a presentar incrementos
moderados en su lectura más reciente. Mientras
tanto, la prima por riesgo inflacionario asociada a
ellas mostró una ligera disminución, luego del
importante incremento que registraron el mes previo.
Se anticipa que durante lo que resta de 2017 la
inflación general anual se vea afectada de forma
temporal, tanto por los cambios en precios relativos
de las mercancías respecto de aquellos de los
servicios, como por el impacto transitorio del proceso
de liberalización de los precios de las gasolinas. De
esta forma, se espera que durante 2017 la inflación
general anual se ubique por arriba de la cota superior
del intervalo de variabilidad asociado al objetivo del
Banco de México, retomando una tendencia
convergente hacia la meta durante los últimos meses
del año, situándose cerca de 3 por ciento al cierre de
2018. Para la inflación subyacente, las previsiones
indican que en 2017 se mantendrá en niveles
superiores al objetivo permanente, retomando una
tendencia convergente al objetivo de 3 por ciento en
los últimos meses de dicho año y en 2018. Así, se
espera que tanto la inflación general, como la
subyacente, converjan nuevamente a la meta al irse
desvaneciendo los efectos de los choques
mencionados y conforme vayan surtiendo efecto las
medidas de política monetaria implementadas desde
diciembre de 2015 como las que se requieran hacía
adelante, así como a que no se anticipa que se
presenten presiones inflacionarias derivadas de la
demanda agregada.
Las previsiones anteriores se encuentran sujetas a
riesgos, entre los que destacan los siguientes. Al
alza, el principal es que el número de choques que
se han observado incremente la probabilidad de
efectos de segundo orden sobre la inflación. En
particular, destaca el que los incrementos en los
precios de los energéticos hasta ahora registrados
impulsen más allá de su impacto natural los precios
de aquellos bienes y servicios que los utilizan como
insumos en su producción. Además, si bien
recientemente la cotización del peso frente al dólar
ha mostrado una apreciación significativa, persiste el
riesgo de que puedan elevarse aún más las
expectativas de inflación como consecuencia de que
la moneda nacional experimente nuevos episodios
de depreciación derivados de la incertidumbre que
persiste en el entorno externo. Finalmente, que se
presenten aumentos de precios de los bienes
agropecuarios, si bien su impacto sobre la inflación
sería transitorio. A la baja, la apreciación de la
moneda nacional se podría consolidar, además de
que los precios de los energéticos podrían reducirse,
en congruencia con sus referencias internacionales.
 3. ANÁLISIS Y MOTIVACIÓN DE LOS VOTOS DE
LOS MIEMBROS DE LA JUNTA DE GOBIERNO
En esta sección se presentan las consideraciones
que manifestaron los miembros de la Junta de
Gobierno respecto de la decisión de política
monetaria.
Todos los miembros señalaron que la actividad
económica mundial continuó presentando una
recuperación a principios de 2017. En cuanto a la
evolución de la economía mexicana, destacaron que
esta siguió expandiéndose a principios de 2017. En
este contexto, la mayoría apuntó que no se han
presentado presiones significativas provenientes de
la demanda agregada sobre el nivel general de
precios, aunque las condiciones en el mercado
laboral han venido estrechándose de manera
importante. Por su parte, destacó que si bien
prevalecen riesgos a la baja para el crecimiento
económico de México, parecería estar disminuyendo
la probabilidad de que se materialicen algunos de los
escenarios negativos más extremos. En este
entorno, consideró que a pesar de que el balance de
riesgos para el crecimiento continúa sesgado a la
baja, en el margen mejoró. La mayoría de los
integrantes de la Junta resaltó que la inflación
general anual siguió incrementándose, para ubicarse
en la primera quincena de marzo de 2017 en 5.29 por
ciento. Asimismo, sostuvo que la inflación
subyacente continuó elevándose como reflejo de la
depreciación acumulada del tipo de cambio y de los
efectos indirectos derivados de los ajustes en los
precios de los energéticos a principios de año, los
que han tenido un impacto significativo en los precios
de las mercancías y de algunos servicios. Además
reconoció que la inflación no subyacente se mantiene
en niveles muy altos, como reflejo, principalmente,
del efecto de los incrementos registrados en los
precios de los energéticos a inicios de 2017. Se prevé
que durante 2017 la inflación se ubique por encima
de la cota superior del intervalo de variación del
Banco de México, si bien se anticipa que durante los
últimos meses de este año retome una tendencia
convergente hacia la meta y se sitúe cerca de 3 por
ciento al cierre de 2018, a medida que se vayan
desvaneciendo los efectos de los choques
mencionados. En este contexto, la mayoría consideró
que el balance de riesgos para la inflación no mostró
un deterioro adicional.
Todos los miembros destacaron que en 2017 se ha
mantenido la recuperación en la actividad económica
mundial. La mayoría notó que esta mejoría ha sido
generalizada entre regiones, así como entre
economías avanzadas y emergentes. Un integrante
comentó que esto se ha visto reflejado en la
tendencia a la alza en la producción manufacturera
global, en un mayor dinamismo de los volúmenes de
comercio y en lecturas relativamente elevadas del
sentimiento de los consumidores y empresas. La
mayoría sostuvo que se anticipa que para el resto de
2017 y en 2018 la actividad global continúe
fortaleciéndose, en parte dada la expectativa de una
mezcla de políticas fiscal, financiera y de
desregulación más expansionista por parte de la
nueva administración de Estados Unidos. No
obstante, apuntó que este escenario está sujeto a un
alto grado de incertidumbre. En particular, explicó
que se ha puesto en duda la capacidad de
implementar los cambios esperados de política
económica en Estados Unidos, dada la dificultad que
ha tenido la nueva administración de este país en
avanzar su agenda. Un integrante detalló que el
desacuerdo en el Congreso en relación con las
reformas en materia de salud podría estar
anticipando la dificultad de alcanzar acuerdos
legislativos en materia fiscal, comercial y de
regulación. Otro miembro expresó dudas sobre la
viabilidad de estas propuestas una vez que se vean
sujetas a un análisis más riguroso, lo cual es de
especial relevancia dado que la expectativa de la
aplicación de estas políticas es lo que ha generado
una mejor perspectiva de crecimiento mundial.
Algunos miembros reconocieron que la inflación
global y sus expectativas parecen mostrar una
tendencia al alza, aunque uno de ellos sostuvo que
tampoco parece haber casos en donde se presenten
presiones sobre los precios al consumidor por parte
de la demanda agregada. Algunos miembros
consideraron que persisten riesgos para el
crecimiento de la economía mundial ante el peligro
de la implementación de políticas proteccionistas a
nivel global, lo cual tendría un efecto sobre los flujos
comerciales y de inversión entre países. Uno de ellos
afirmó que persisten otros riesgos, como la
posibilidad de una política monetaria menos
acomodaticia por parte de las principales economías
avanzadas ante el avance de la inflación y una
reversión abrupta del sentimiento de los
inversionistas. A pesar de esto, consideró que el
balance de riesgos para la economía global parece
haber mejorado en las últimas semanas.
La mayoría de los miembros apuntó que la actividad
económica en Estados Unidos se ha expandido
moderadamente en lo que va del primer trimestre del
año. Un miembro indicó que este crecimiento ha sido
apoyado por el consumo privado, a la vez que se ha
observado un repunte en la producción
manufacturera. Señaló que el vigor de la demanda
agregada ha dado lugar a un aumento en una amplia
gama de importaciones. La mayoría aseveró también
que las condiciones en el mercado laboral continúan
fortaleciéndose, lo que muestra un fuerte dinamismo
en la creación de empleos y una tasa de desempleo
que se ubica en sus niveles más bajos desde 2008.
Además, afirmó que la inflación medida con el
deflactor del consumo ha seguido aumentando,
convergiendo gradualmente hacia la meta del banco
central de Estados Unidos, a lo que un miembro
añadió que la inflación subyacente se ha mantenido
relativamente estable, aunque ligeramente por
debajo de la meta del 2 por ciento. En este contexto,
la mayoría apuntó que la Reserva Federal, en su
decisión de marzo, aumentó el rango objetivo para la
tasa de fondos federales en 25 puntos base. Resaltó
que la estrategia de comunicación de este banco
central hizo posible anticipar el ajuste en la tasa de
referencia, a la vez que el comunicado fue
interpretado por el mercado como moderado,
consolidando la expectativa de que el proceso de
normalización continuará a un ritmo gradual. No
obstante, uno de ellos destacó que no es prudente
descartar que hacia adelante se requieran
incrementos más acelerados de lo previsto en las
tasas de interés en Estados Unidos, ante la
posibilidad de que una política fiscal más expansiva
en este país conduzca a presiones sobre los precios
y la actividad.
Respecto a otras economías avanzadas, la mayoría
de los miembros indicó que en la Eurozona, el Reino
Unido y Japón se ha registrado un mayor dinamismo
de la actividad económica y un repunte moderado de
la inflación. En este sentido, algunos puntualizaron
que el riesgo de que se presente una deflación en
economías avanzadas se ha reducido de manera
importante. Asimismo, un integrante especificó que
se presentó una mejora en las perspectivas
económicas de estos países. La mayoría consideró
que el dinamismo económico y el repunte de la
inflación podrían conducir a políticas monetarias
menos acomodaticias en este grupo de economías.
En este contexto, uno puntualizó que el Banco
Central Europeo desestimó la necesidad de
estímulos monetarios adicionales hacia adelante. No
obstante, otro miembro comentó que todavía se
espera que la postura de los principales bancos
centrales de estas economías siga siendo
acomodaticia por un período prolongado.
Respecto de las economías emergentes, la mayoría
de los miembros destacó que los indicadores
prospectivos apuntan a un mejor desempeño,
especialmente en sus sectores industriales. No
obstante, un miembro puntualizó que estas
economías aún enfrentan importantes factores de
riesgo, como el agotamiento del ciclo de altos precios
de las materias primas, la incertidumbre asociada al
proceso de normalización de la postura monetaria en
Estados Unidos, y los efectos de posibles cambios en
la política fiscal y comercial en ese país. En este
sentido, otro aclaró que se anticipa que la fortaleza
de la recuperación en este grupo de economías se
vea afectada por un panorama menos favorable en el
exterior. Consideró que si bien las economías
emergentes se encuentran mejor posicionadas que
hace algunos años para hacer frente a un entorno
externo más complicado, el espacio para la
implementación de medidas orientadas a
contrarrestar efectos adversos es reducido. En
cuanto a la economía china, la mayoría de los
miembros mencionó que esta mostró un crecimiento
ligeramente superior a lo esperado, lo que podría
contribuir a una recuperación más rápida del grupo
de las economías emergentes. Sin embargo, un
integrante agregó que aún persiste el riesgo de una
desaceleración más pronunciada que la prevista, si
bien es de esperarse que el ajuste de la economía
china a las nuevas condiciones internas y globales
sea ordenado, considerando el objetivo declarado de
las autoridades de favorecer la estabilidad.
La mayoría de los integrantes destacó que los
mercados financieros internacionales han venido
mostrando recientemente un mayor apetito por
activos de riesgo y menor volatilidad, lo cual se ha
reflejado, entre otras cosas, en mayores flujos de
capital hacia las economías emergentes y en una
apreciación de diversas monedas frente al dólar.
Algunos notaron también que diversos índices
accionarios han mostrado altas tasas de crecimiento.
No obstante, la mayoría advirtió que existe el riesgo
de una reversión abrupta en el sentir de los
inversionistas en respuesta a sorpresas en torno a la
implementación de medidas de política económica en
Estados Unidos. Uno mencionó como factores
adicionales que podrían detonar esta reversión, el
excesivo nivel de optimismo en la actualidad y
problemas de naturaleza geopolítica, así como el
riesgo de un mayor fortalecimiento de posturas
nacionalistas en algunos países avanzados,
particularmente en Europa. Al respecto, destacó que
si bien algunas encuestas sobre la intención de voto
en esos países parecen sugerir una probabilidad
moderadamente menor de escenarios adversos, las
preferencias del electorado pueden cambiar
rápidamente, y el margen de error de estas
mediciones es elevado. Finalmente, advirtió que la
posibilidad de episodios de alta volatilidad en los
mercados no debe subestimarse.
Todos los miembros coincidieron en que la economía
mexicana continuó expandiéndose a principios de
2017. En este sentido, algunos añadieron que el
desempeño de la economía fue mejor al anticipado.
La mayoría señaló que la demanda externa aumentó
su contribución al crecimiento y uno atribuyó esto
último, en parte, al estímulo de la depreciación del
tipo de cambio sobre las exportaciones
manufactureras, así como a la mejora tanto de la
producción manufacturera como de las
exportaciones no petroleras en Estados Unidos. En
cuanto a la demanda interna, la mayoría consideró
que el consumo privado mantuvo una trayectoria
positiva, aunque con ciertos indicios de
desaceleración. Un integrante destacó que la
trayectoria positiva del consumo ha tenido soporte en
el vigor de las remesas, el aumento de la masa
salarial y el mayor crédito a los hogares, entre otros.
En contraste, uno de ellos atribuyó la desaceleración
reciente del consumo a la disminución de los salarios
reales como resultado del incremento de la inflación.
Ante ello, algunos miembros reconocieron que las
perspectivas para el consumo son inciertas debido al
complejo entorno externo e interno, lo que ha
deteriorado considerablemente la confianza del
consumidor. Por otro lado, la mayoría notó el débil
desempeño que mantuvo la inversión, destacando
algunos la contracción de la inversión pública. La
mayoría reconoció también el posible efecto negativo
del complejo entorno externo sobre la inversión
privada, a lo que uno añadió el efecto que dicho
entorno ha tenido sobre los niveles de confianza
empresarial. Respecto al desempeño de los
componentes del PIB por actividad productiva,
algunos integrantes destacaron la mejora en la
producción manufacturera, así como el dinamismo en
el sector servicios. No obstante, uno de ellos notó una
desaceleración en el margen de dicho sector a
principios de 2017, advirtiendo que su lectura es aún
incierta. Otro miembro apuntó que el comportamiento
de las manufacturas y de los servicios ha sido
congruente con el de las mismas variables en
Estados Unidos, haciendo alusión a la alta
integración de ambas economías.
Algunos miembros externaron una perspectiva de
gran incertidumbre para el crecimiento de la
economía mexicana dado el entorno complejo, tanto
interno como externo, que esta enfrenta. Uno de ellos
consideró como escenario más probable para los
próximos meses el de una desaceleración gradual de
la actividad económica. Explicó que aunque los
acontecimientos recientes en Estados Unidos han
contribuido a mejorar la percepción de riesgo, la
confianza empresarial en México se mantiene en
niveles bajos, lo que junto con los esfuerzos de
fortalecimiento de las finanzas públicas, hace
anticipar una inversión débil a lo largo del año. Otro
sostuvo que si bien en el corto plazo pudieran seguir
operando inercialmente algunos de los factores que
recientemente han mantenido la dinámica de la
actividad económica, las perspectivas de mediano
plazo se han vuelto marcadamente inciertas, lo que
afectará tanto a la inversión, como al consumo. Por
otra parte, un miembro afirmó que ante la expectativa
de un repunte de la producción industrial en Estados
Unidos, las exportaciones mexicanas continuarían
con su proceso de recuperación, lo que permitiría un
crecimiento económico más balanceado de los
distintos componentes de la demanda agregada,
aunque a un ritmo menor.
La mayoría consideró que si bien prevalecen riesgos
a la baja para el crecimiento económico de México,
parecería estar disminuyendo la probabilidad de que
se materialicen algunos de los más extremos. Entre
los riesgos a la baja, algunos destacaron la
incertidumbre asociada al futuro de la relación
bilateral con Estados Unidos y sus efectos en la
economía nacional. En particular, uno de ellos enlistó
también como riesgos provenientes del exterior, los
derivados de la normalización de la política monetaria
en Estados Unidos, de una evolución menos
favorable de lo esperado de la producción industrial
en ese país y de la posibilidad de nuevos episodios
de incertidumbre en la economía mundial, como
resultado de factores geopolíticos o de otra índole.
Como riesgos internos mencionó una incidencia
mayor a la prevista del bajo nivel de confianza de las
empresas y consumidores en la demanda, así como
posibles nuevos descensos de la producción de
petróleo. No obstante lo anterior, la mayoría estimó
que a pesar de que el balance de riesgos para el
crecimiento continúa sesgado a la baja, en el margen
mejoró.
Todos los integrantes de la Junta mencionaron que
siguen sin presentarse presiones significativas
provenientes de la demanda agregada sobre el nivel
general de precios, aunque la mayoría advirtió que
las condiciones en el mercado laboral han venido
estrechándose de manera importante. Así, algunos
consideraron que no es claro que actualmente exista
holgura en la economía, ya que la brecha del
producto está prácticamente en cero. Agregaron
también la consideración de una posible caída del
PIB potencial en México, aunque uno de ellos
sostuvo que dicha caída podría ser menor a la
previamente anticipada. Al respecto, dicho integrante
hizo una reflexión sobre este tema. Destacó que el
crecimiento esperado para 2017 y 2018 es similar al
promedio del crecimiento observado entre 2001 y
2015, cuando el crecimiento potencial de la
economía era posiblemente mayor al que tenemos
ahora. Explicó que en efecto es posible observar
poca holgura en la economía a través de diversos
indicadores. Mencionó, por un lado, la tendencia al
alza de los costos unitarios de la mano de obra para,
la economía en su totalidad, así como el hecho de
que estos se han venido situando persistentemente
por arriba de su tendencia durante ya varios
trimestres. También consideró que estimaciones
para la tasa de desempleo que no acelera la inflación
(NAIRU) que incluyen la parte informal en la
economía, puntualizando que aunque la brecha
laboral en este caso no es en la actualidad
estadísticamente diferente de cero, su tendencia
sugiere que esta podría tornarse positiva en poco
tiempo. Por otra parte, agregó que existen
indicadores que parecerían estar reflejando riesgos
de posibles presiones generalizadas sobre los
precios. Agregó que si se observa la composición de
la brecha del producto y la posibilidad de que los
servicios continúen expandiéndose como lo han
venido haciendo, es posible que, inclusive en el corto
plazo, pudieran darse presiones sobre los precios.
También advirtió que el costo de una lectura
equivocada de la fase del ciclo puede ser muy
elevado considerando que la brecha se encuentra
alrededor de cero, en combinación con la evolución
reciente de diversos indicadores de precios. No
obstante, reconoció que se han estado
implementando reformas en la economía que podrían
traducirse en un mejor funcionamiento de los
sectores productores de bienes no comerciables,
facilitando la posibilidad de expansión del consumo.
En dicho escenario, aseveró que la estructura de
crecimiento del gasto sí podría ser sostenible. En
este contexto, enfatizó que el déficit en la cuenta
corriente ya no está ensanchándose de manera
importante. Otro apuntó que hay una serie de
indicadores que apoyan la conclusión de que la
economía se está desacelerando, tales como el
financiamiento total, los indicadores oportunos de
consumo privado y la reducción del déficit en cuenta
corriente como por ciento del PIB. Señaló que si bien
existe el riesgo de que el producto potencial esté
disminuyendo, a su juicio, las fluctuaciones del
crecimiento observado tienden a ser mayores a las
del potencial. Agregó que aunque la tasa de
desempleo ha disminuido de manera importante, el
hecho de que no se estén viendo presiones salariales
excesivas, y de que el incremento del salario mínimo
de principios de año hasta ahora no ha tenido un
efecto más allá de lo que sería de esperarse en la
determinación de los salarios, reduce sus
preocupaciones a este respecto.
La mayoría de los miembros señaló que la inflación
general siguió incrementándose, para ubicarse en la
primera quincena de marzo de 2017 en 5.29 por
ciento. Coincidió en que la inflación enfrenta dos
principales choques: la depreciación acumulada de la
moneda nacional y el incremento en los precios de
los energéticos a principios de año. Algunos
integrantes puntualizaron que estos choques han
situado a la inflación anual por encima del intervalo
de variación del Banco de México. La mayoría
mencionó que dicho aumento en la inflación general
se dio como resultado de los aumentos que se han
presentado tanto en la inflación subyacente, como en
la no subyacente. Con respecto a la inflación
subyacente, señaló que esta continuó elevándose
como reflejo de la mencionada depreciación y de los
efectos indirectos derivados del ajuste en los precios
de los energéticos, que han tenido un impacto
significativo en los precios de las mercancías y de
algunos servicios, para ubicarse en la primera
quincena de marzo en 4.32 por ciento. Por su parte,
mencionó también que la inflación no subyacente se
mantiene en niveles muy altos, alcanzando en la
primera quincena de marzo 8.24 por ciento anual,
reflejando, principalmente, el efecto de los
incrementos registrados en los precios de los
energéticos. Un miembro consideró que la inflación
general ha registrado tasas anuales superiores a lo
anticipado. Otro enfatizó que los aumentos en los
precios de los combustibles son preocupantes no
solo por la magnitud de los incrementos y por su peso
relativo en el INPC, sino por los importantes efectos
indirectos que tienen sobre otros productos. Algunos
destacaron que la fracción de genéricos que
componen el INPC y que exhiben tasas individuales
de inflación mayores a 4 por ciento ha seguido
incrementándose. Uno de ellos especificó que dicha
fracción alcanzó a mediados de enero un nivel de
cerca de 60 por ciento en el caso de la inflación
general y de más de 50 por ciento en la subyacente.
Algunos señalaron también que se ha incrementado
la correlación de la inflación entre los distintos
genéricos. No obstante, algunos consideraron que la
dinámica de ajuste de los precios ante los choques
mencionados ha sido cercana a lo que se podría
anticipar, y ha estado en línea con los choques
recibidos. Agregaron que, si bien en algunos precios
ha habido una respuesta más agresiva que en otros,
la información y el análisis con que se cuenta parecen
confirmar que el aumento en la inflación es transitorio
y que no se perciben efectos de segundo orden sobre
los precios de los servicios.
Con respecto a las expectativas de inflación, la
mayoría coincidió en que aquellas provenientes de
encuestas continúan reflejando la anticipación de que
el aumento de precios observado será temporal. En
particular, señaló que mientras que las de corto plazo
se mantienen elevadas, las de mediano plazo han
aumentado en mucho menor medida y las de largo
plazo se sitúan alrededor de 3.5 por ciento. Un
miembro mencionó que se mantiene la expectativa
de una disminución importante de la inflación en
2018, lo que podría verse apoyado por los efectos de
la anticipada desaceleración de la actividad
económica, por las acciones de política monetaria, y
por una depreciación menos pronunciada del peso.
Con respecto a los diferenciales entre tasas
nominales y reales de valores gubernamentales que
reflejan el comportamiento de las expectativas de
inflación y diversos factores de riesgo, un miembro
detalló que estos han mostrado un descenso
significativo, aunque siguen en niveles elevados.
Mencionó que lo anterior sugiere que, si bien persiste
la preocupación en los mercados por los riesgos
inflacionarios en el largo plazo, esta ha mostrado
cierta moderación. Todos los miembros coincidieron
en que es importante mantener las expectativas de
inflación bien ancladas, evitando que los choques
que han afectado la inflación tengan efectos de
segundo orden y contaminen otros precios. Uno
consideró que el papel de la política monetaria es
fundamental no solo para evitar los efectos de
segundo orden, sino para reforzar la convergencia de
las expectativas al objetivo del Banco de México,
tomando en cuenta que también las expectativas
pueden estar siendo afectadas por incertidumbre
proveniente del exterior.
La mayoría de los miembros prevé que durante el año
la inflación general anual continúe viéndose afectada
temporalmente, tanto por los cambios en precios
relativos de las mercancías respecto de los
correspondientes a los servicios derivados de la
depreciación acumulada del tipo de cambio real,
como por el impacto transitorio de la liberalización de
los precios de las gasolinas. Así, espera que durante
2017 la inflación se ubique por encima de la cota
superior del intervalo de variación del Banco de
México, si bien se anticipa que durante los últimos
meses de este año retome una tendencia
convergente hacia la meta. De esta forma, la mayoría
estima que esta se sitúe cerca de 3 por ciento al
cierre de 2018, a medida que se vayan
desvaneciendo los efectos de los choques
mencionados. Explicó que a ello contribuirán de
manera fundamental tanto los ajustes de política
monetaria llevados a cabo desde diciembre de 2015,
como los que se requieran hacia adelante.
Finalmente, consideró que también contribuirá el
hecho de que no se anticipa que se presenten
presiones inflacionarias derivadas de la demanda
agregada.
La mayoría de los integrantes consideró que el
balance de riesgos para la inflación no mostró un
deterioro adicional, si bien apuntó que este continúa
siendo al alza. Entre los riesgos al alza, la mayoría
sostuvo que el principal es que el número de choques
que se han observado incremente la probabilidad de
efectos de segundo orden sobre la inflación. Algunos
miembros explicaron que lo anterior se da
especialmente en virtud de la diversidad de factores
de riesgo que se están manifestando de manera
simultánea. Uno de ellos incluyó, además de los
factores ya mencionados, al incremento al salario
mínimo a principios del año. Además, coincidió en
que prevalece el riesgo de que puedan elevarse aún
más las expectativas de inflación como consecuencia
de que la moneda nacional experimente nuevos
episodios de depreciación derivados de la
incertidumbre que persiste en el entorno externo.
Respecto al riesgo de un mayor traspaso del tipo de
cambio a los precios, argumentó que este puede
manifestarse con un rezago significativo y que, aún
sin una depreciación adicional, la sola preocupación
por la trayectoria futura de la paridad peso-dólar
podría reflejarse en una mayor inflación. Por su parte,
otro integrante destacó que aun con una brecha del
producto cercana a cero, la probabilidad actual de
observar presiones importantes en los precios por
parte de la demanda no es elevada, en virtud del
moderado crecimiento de la economía. Sin embargo,
sostuvo que dada la falta de holgura en esta, los
productores cuentan con poca flexibilidad para
absorber los distintos choques que han
experimentado a través de reducciones en sus
márgenes de ganancia y se verían presionados a
traspasar más rápidamente estos incrementos a los
precios de los bienes que producen. La mayoría
destacó como otro riesgo al alza el que los
incrementos en los precios de los energéticos hasta
ahora registrados impulsen más allá de su impacto
natural los precios de aquellos bienes y servicios que
los utilizan como insumos en su producción. En
particular, uno explicó que algunos formadores de
precios podrían aprovechar el alza en los genéricos
que han sido impactados por el cambio en precios
relativos para ajustar sus precios en mayor medida
que el aumento en sus costos. Adicionalmente, la
mayoría notó el riesgo de que se observen
incrementos en los precios de los bienes
agropecuarios, si bien su efecto sobre la inflación
sería transitorio. En cuanto a los riesgos a la baja
para la inflación, la mayoría destacó que la
apreciación de la moneda nacional se podría
consolidar, además de que los precios de los
energéticos podrían disminuir en línea con sus
referencias internacionales.
Todos coincidieron en que desde la última decisión
de política monetaria, las condiciones en los
mercados financieros nacionales mejoraron
significativamente. La mayoría destacó que la
cotización de la moneda nacional registró una
apreciación considerable, alcanzando su menor nivel
desde el día de la elección presidencial en Estados
Unidos. Uno incluso señaló que dentro de las
principales divisas de economías avanzadas y
emergentes, el peso mexicano es la moneda que
más se ha apreciado frente al dólar en lo que va de
2017. Todos consideraron que este desempeño
refleja las acciones de política monetaria
implementadas por el Banco de México, las medidas
anunciadas por la Comisión de Cambios, así como
algunos comentarios constructivos de miembros del
gobierno de Estados Unidos sobre el futuro de la
relación bilateral de ese país con México. Uno añadió
que un factor relevante que también ha contribuido a
esta evolución más favorable es el mayor apetito por
activos de economías emergentes que se ha
observado en las últimas semanas. La mayoría
coincidió en que la mejoría en el desempeño de los
mercados financieros domésticos se ha reflejado en
una disminución de las tasas de interés de más largo
plazo. No obstante, explicó que las tasas de interés
de corto plazo aumentaron en línea con la postura
monetaria más restrictiva del Banco de México, lo
que ha conducido a un aplanamiento de la curva de
rendimientos. La mayoría notó que, en línea con este
comportamiento, los diferenciales de las tasas de
interés de México respecto a las de Estados Unidos
para el corto plazo se mantuvieron prácticamente sin
cambio, mientras que para el largo plazo
disminuyeron. Por otra parte, algunos miembros
apuntaron que los indicadores de riesgo soberano del
país también registraron reducciones, si bien uno de
ellos señaló que estos se ubican en niveles similares
a los que tienen otras economías con menor
calificación crediticia, lo que podría estar sugiriendo
que los mercados anticipan una disminución en dicha
calificación para México. Por último, algunos
añadieron que hacia adelante no se pueden
descartar nuevos episodios de volatilidad debido a
que aún persisten elementos importantes de
incertidumbre, entre los que destaca el futuro de la
relación bilateral entre México y Estados Unidos.
La mayoría de los miembros recalcó que a pesar del
mejor desempeño que se ha observado
recientemente en los mercados financieros
nacionales, la economía mexicana continúa
enfrentando un entorno muy complejo. Ante ello,
señaló que es especialmente relevante que las
autoridades perseveren en el fortalecimiento de los
fundamentos macroeconómicos del país,
consolidando las finanzas públicas y ajustando la
postura de política monetaria al ritmo que sea
oportuno. Algunos integrantes enfatizaron que ante
los choques que ha enfrentado la economía
mexicana, es muy importante contar con una
adecuada combinación de políticas fiscal y monetaria
que contribuya a que el ajuste del tipo de cambio real
y de las tasas de interés reales sea ordenado y el
más conveniente para la economía. En este contexto,
otro subrayó la relevancia de que la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público cumpla cabalmente con
su objetivo de superávit primario y que se apegue a
lo establecido en la Ley Federal de Presupuesto y
Responsabilidad Hacendaria en la aplicación del
remanente de operación entregado por el Banco de
México, abatiendo de manera significativa el Saldo
Histórico de los Requerimientos Financieros del
Sector Público. Otro agregó que los márgenes de
maniobra para la implementación de la política
monetaria se irán ampliando conforme se materialice
el ajuste fiscal anunciado por las autoridades para
2017 y años posteriores. Por su parte, la mayoría
sostuvo que también se requiere seguir impulsando
la implementación adecuada de las reformas
estructurales. En particular, uno de ellos agregó que
se debe poner particular atención a continuar
impulsando estas reformas e incluso ampliarlas, no
solo con el objetivo de incrementar el producto
potencial, sino también para generar mayor
resiliencia en la economía mexicana ante la
posibilidad de que se presenten escenarios menos
favorables para el país respecto a la relación bilateral
con Estados Unidos.
En este contexto, un miembro reflexionó sobre la
evolución de la prima por plazo y su relación con la
política macroeconómica en México. Señaló que
diferentes estimaciones de dicha prima indican que a
partir del 2004 se observó una compresión
considerable y, a partir de 2013, se observó un
significativo aumento en la misma. Respecto a la fase
de reducción de esta prima, especificó que se
pueden distinguir dos etapas: la primera de 2004 a
mediados de 2008, que fue propiciada por un
proceso exitoso de desinflación en la economía
mexicana; y la segunda, de mediados de 2009 a
mayo de 2013, que fue resultado, en gran medida, de
la política monetaria de relajamiento cuantitativo
implementada por la Reserva Federal en Estados
Unidos, con quien tenemos una alta integración
financiera. Posteriormente, en 2013 esta prima
mostró un incremento a raíz de las declaraciones por
parte de la Reserva Federal de una posible reducción
en la compra de bonos (episodio conocido como
Taper Tantrum), y dicho incremento estuvo en línea
con el que se observó en la prima por plazo en
Estados Unidos. No obstante, advirtió que una vez
finalizado este periodo, dicha prima volvió a
comprimirse considerablemente en ese país,
mientras que en México no volvió a hacerlo de
manera significativa. En este sentido, apuntó que
parecería que una parte importante de la
descompresión de la prima por plazo en México ya
ocurrió, por lo que posiblemente hacia adelante solo
se esperaría una descompresión adicional gradual de
la misma, que evolucione de manera similar a la
descompresión correspondiente en Estados Unidos,
en un contexto en el cual se anticipa que dicho país
continúe con su proceso de normalización de la
política monetaria de manera gradual y ordenada.
Por otra parte, indicó que los niveles de la prima por
plazo en México son muy elevados, lo que puede
apreciarse al compararlos con los que prevalecen en
Estados Unidos. Argumentó que el diferencial de las
primas por plazo entre ambos países difícilmente
puede ser explicado por el diferencial de inflaciones
en estas economías. Así, el nivel de nuestra prima
por plazo pudiera estar manifestando primas
asociadas a otros factores de riesgo que actualmente
enfrenta la economía mexicana. En este sentido,
explicó que la prima por plazo tiene dos
componentes: uno cíclico, que responde a las
condiciones cíclicas de la economía y que reflejaría
una prima por riesgo inflacionario a lo largo del ciclo,
y otro componente de naturaleza más estructural,
asociado con riesgos para la economía mexicana de
mediano y largo plazo más relacionados con su
condición de economía emergente. En este sentido,
destacó que, considerando esta discusión, y a pesar
de que la política monetaria tiene efectos importantes
y en la dirección correcta sobre la prima por plazo, en
particular en el componente cíclico, sus efectos son
limitados, principalmente cuando dicha prima
parecería estar reflejando mayormente riesgos
distintos a los inflacionarios. Así, explicó que no sería
eficiente que la política monetaria buscara generar
reducciones en la prima por plazo a través de
movimientos en la tasa de referencia sino que, para
lograr disminuir dicha prima, sería mejor hacerlo a
través de ajustes en otros ámbitos de política
económica, en particular, consolidando
estructuralmente las finanzas públicas, así como la
implementación de las reformas estructurales. En
todo caso, la política monetaria tendría que
permanecer vigilante para asegurar el cumplimiento
de su objetivo prioritario en el mediano plazo.
Respecto a la política monetaria en México, la
mayoría de los miembros señaló que dada la
simultaneidad y magnitud de los choques temporales
en precios relativos que han afectado a la inflación, y
a pesar de la significativa apreciación que ha
mostrado la moneda nacional desde la última
decisión de política monetaria, el principal reto que
enfrenta la Junta de Gobierno es evitar efectos de
segundo orden sobre la inflación, manteniendo
ancladas las expectativas de inflación de mediano y
largo plazo. A su vez, destacó que la conducción de
la política monetaria debe considerar tanto la
naturaleza transitoria de los choques que está
enfrentando la inflación este año, como el horizonte
en el que operan cabalmente los canales de
transmisión de la política monetaria. Ante esto, la
mayoría notó que los ajustes preventivos de política
monetaria que ha llevado a cabo el Banco de México
desde 2015, sumando 325 puntos base en total, han
generado una postura apropiada para enfrentar los
choques que hasta el momento se han venido
presentando. Algunos integrantes sostuvieron que
estos movimientos han llevado a un aumento en el
diferencial de la tasa de política monetaria de México
respecto a la de Estados Unidos. Uno de ellos
destacó que el diferencial de tasas de interés de corto
plazo es el mayor desde 2009, y agregó que los
diferenciales de las tasas de interés mayor plazo son
marcadamente inferiores a los de corto plazo.
Sostuvo que ello refleja que los retos para la inflación
en México han requerido que la postura monetaria
interna se haya venido restringiendo a mayor
velocidad y en mayor magnitud que el ajuste
monetario en Estados Unidos. Dado esto, consideró
que hacia adelante, posibles alzas en las tasas de
interés de política monetaria externas, y en ausencia
de choques adversos adicionales que pudieran
afectar a la inflación en México y considerando las
posibles diferencias cíclicas entre ambas economías,
no necesariamente deberían ser correspondidas con
una mayor restricción interna. No obstante, un
integrante apuntó que ante un escenario en el que es
difícil anticipar que los riesgos para la inflación se
disipen en el corto plazo, y caracterizado además por
una inflación general anual en México por encima del
límite superior del intervalo de variabilidad en 2017,
alzas de las tasas de interés en Estados Unidos y un
entorno de gran incertidumbre, es probable que se
requieran nuevos aumentos de la tasa de interés de
referencia en México en los meses siguientes para
asegurar la convergencia de la inflación a su objetivo.
Otro agregó que dada la coordinación de los ciclos
manufactureros de México y Estados Unidos y a la
luz de la evolución de los sectores de los servicios en
ambos países, no considera que pueda haber mucha
flexibilidad para desviarse de las acciones de política
monetaria de la Reserva Federal, por lo que el Banco
de México debería procurar al menos mantener el
diferencial actual de la tasa de corto plazo que se
tiene con ese país. Todos destacaron que en relación
a la decisión correspondiente a esta reunión, es
conveniente seguir reforzando la postura de política
monetaria para estar en la posibilidad de lograr la
convergencia de la inflación a su meta, si bien
coincidieron en que existe cierto margen para que el
ajuste sea de menor magnitud que en otras
ocasiones dadas las condiciones actuales, la
previsión de que no se anticipan presiones de
inflación provenientes de la demanda agregada, así
como los incrementos en la tasa de política monetaria
llevados a cabo desde 2015. Asimismo, la mayoría
subrayó la importancia de enviar un mensaje claro e
inequívoco de que la Junta de Gobierno se
mantendrá vigilante para reforzar, en caso de que
fuese necesario, la contribución de la política
monetaria al proceso de convergencia de la inflación
a su meta y manteniéndose alerta de los diferentes
factores que pudieran afectar a la inflación en el
futuro, principalmente en un contexto en el que
todavía existe un alto grado de incertidumbre en el
exterior y retos para la política monetaria.
4. DECISIÓN DE POLÍTICA MONETARIA
En este contexto, con el objeto de evitar contagios al
proceso de formación de precios en la economía,
anclar las expectativas de inflación y reforzar la
contribución de la política monetaria al proceso de
convergencia de la inflación a su meta, y tomando en
cuenta el incremento de 25 puntos base en el rango
objetivo para la tasa de referencia de la Reserva
Federal de Estados Unidos, la Junta de Gobierno ha
decidido por unanimidad incrementar el objetivo para
la Tasa de Interés Interbancaria a un día en 25 puntos
base, para ubicarla en 6.50 por ciento.
Hacia adelante, la Junta de Gobierno seguirá muy de
cerca la evolución de todos los determinantes de la
inflación y sus expectativas de mediano y largo plazo,
en especial del traspaso potencial de las variaciones
del tipo de cambio y de las cotizaciones de las
gasolinas al resto de los precios, así como la posición
monetaria relativa entre México y Estados Unidos y
la evolución de la brecha del producto. Esto, con el
fin de estar en posibilidad de continuar tomando las
medidas necesarias para lograr la convergencia
eficiente de la inflación al objetivo de 3.0 por ciento.

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