miércoles, 14 de febrero de 2018

De acuerdo con Bancomer, el dinamismo del crédito y ahorro en 2018 se sostendrá por una menor inflación y el mejor desempeño económico


      La actividad crediticia se recuperará a partir de la segunda mitad del año, como resultado de la menor inflación y la consecuente recuperación de los ingresos reales.
      La morosidad de la cartera de crédito no mostró afectación significativa durante 2017, a pesar de un entorno macroeconómico menos favorable.
      El programa de repatriación de capitales y las mayores tasas de interés apoyaron el desempeño de la captación tradicional.
        La remota posibilidad de una ruptura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tendría un efecto acotado en el sistema financiero, con repercusiones asociadas a mayor volatilidad.
En su Informe “Situación Banca México”, correspondiente al primer semestre de 2018, BBVA Bancomer estima que el crédito y la captación tendrán una tendencia de crecimiento en 2018. En 2017, el menor ritmo de crecimiento de la actividad económica, el incremento en las tasas de interés y la pérdida de poder de compra de los hogares tuvieron un impacto menos favorable sobre la evolución del crédito y la captación que en años anteriores. Sin embargo, eso no se vio reflejado en un deterioro de la calidad de la cartera de crédito, pues los índices de morosidad mantuvieron un comportamiento estable y demostró la capacidad de pago que tienen los acreditados de la banca. Para 2018, el sistema financiero enfrentará la incertidumbre en torno a la renegociación del TLCAN, (a cuyas posibilidades de que no lleguen a buen puerto Bancomer asigna una probabilidad menor al 20%) por lo que habrá un impacto limitado.
En 2017 el crédito bancario al sector privado no financiero (que incluye crédito al consumo, a la vivienda y a empresas) tuvo un crecimiento más moderado que en 2016. En promedio, el crédito vigente creció a una tasa anual real de 6.4% en 2017, mientras que el año anterior dicho crecimiento fue de 12.6%. Entre los factores de demanda que explican la pérdida de dinamismo del crédito vigente al sector privado en 2017 están la menor expansión de la actividad económica, una caída temporal del salario real de los trabajadores formales explicada por la mayor inflación observada y la consecuente baja de capacidad de compra de los hogares.
Otro factor que influyó fue el incremento en las tasas de interés de referencia que afectó sobre todo al costo del crédito a empresas y a vivienda. En el crédito al consumo el incremento en las tasas de interés de referencia no se trasladó al costo del financiamiento, gracias a factores como la competencia que existe en el sistema bancario en México.
Por otra parte, el menor dinamismo del crecimiento del crédito no se reflejó en un deterioro de la calidad de las carteras de crédito a la vivienda y a empresas, medida mediante sus índices de morosidad. El índice de morosidad (IMOR) de las carteras de crédito a la vivienda y a empresas mostró un comportamiento estable, pues se redujo marginalmente a lo largo del año.
Un entorno macroeconómico favorable caracterizado por menores tasas de interés, mayor dinamismo del crecimiento de la actividad económica y por el crecimiento del salario en términos reales de los trabajadores serán propicios para la actividad crediticia y también ayudarán a que la cartera de crédito crezca sin estar sujeta a riesgos que eventualmente podrían deteriorar su calidad.
Durante 2017, los indicadores que miden el desempeño del ahorro en la economía mostraron un crecimiento más moderado con respecto a los resultados alcanzados el año previo. Por ejemplo, la captación tradicional tuvo un crecimiento real promedio de 9.5% en 2016 y de 5.6% en 2017, mientras que el dinamismo del ahorro financiero fue de 3.1% a 1.2% respectivamente en el mismo periodo.
Adicionalmente, hubo dos factores en 2017 que contribuyeron al crecimiento de la captación. Por un lado, se llevó a cabo el programa de repatriación de capitales, el cual propició un incrementó en los saldos de captación en moneda extranjera. Esto aminoró el impacto a la baja que se hubiera registrado por el efecto valuación del tipo de cambio. Por otro lado, el incremento en la tasa de interés de los depósitos a plazo contribuyó a que los hogares encontraran más atractivo el ahorro en este tipo de instrumentos.
Debido a que el programa de repatriación de capitales fue un evento temporal de horizonte limitado, al igual que en el caso del crédito, un mayor dinamismo de la captación bancaria tendrá que apoyarse en el desempeño más vigoroso de la actividad económica, la recuperación del poder adquisitivo de los hogares y un entorno con menor incertidumbre que apuntale mejores expectativas sobre el desempeño futuro de la economía.
Por último, una improbable salida del TLCAN tendría un efecto limitado para la estructura del sector financiero y la variedad de servicios que ofrece. Esto se debe al grado de liberalización que ya se ha logrado en este sector, y las desventajas para las partes de dar marcha atrás a esta apertura. Para el caso del sector financiero éstos estarían asociados más a la reacción que los inversionistas internacionales tuvieran dado el contexto de incertidumbre y perspectivas futuras sobre la economía.
En este sentido, ante un entorno de mayor volatilidad y la posibilidad de que ocurriera una reversión de flujos de capital de manera súbita, los niveles de capital y liquidez de la banca mexicana en su conjunto son razonables y permitirán enfrentar el impacto de diferentes escenarios adversos. Además, debido a su tamaño, al tipo de operaciones que realizan o a la regulación a la que están sujetos, el resto de los participantes del sistema financiero que no son subsidiarias de instituciones financieras extranjeras no representan un punto vulnerable para la estabilidad financiera del país.

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