Dígase lo que se
diga, el presidente, Andrés Manuel López, no se engaña a sí
mismo, él quiere destruir al país, lo está destruyendo ya.
Su mentalidad
mesiánica tiene de premisa el caos, como principio de todo cambio,
de ahí parte la transformación que es el eje de su mandato.
Los que se están
autoengañando son otros…
En la mente del
presidente se sobreponen Marx, Lenin, Stalin, Trotsky, pero él no
tiene ni la habilidad y mucho menos el temple de aquellos para
gobernar un país.
Parece ser que,
en cierto sentido, al presidente actual le pasó lo que a Vicente Fox
quien en ese entonces, con la llegada del nuevo siglo, supo
aprovechar el hartazgo de la sociedad, de los votantes, para sacar al
PRI de Los Pinos, y hasta se volvió carismático durante su campaña
y se pudo saborear una fiesta democrática.
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