El
proceso electoral ha concluido y ahora sabemos que por primera vez
desde 1997 un partido de coalición tendrá absoluta en ambas
cámaras. Esta será la primera ocasión en 24 años que un
Presidente de México contará con mayoría en la totalidad del Poder
Legislativo.
Se
estima que en la Cámara de Diputados, Morena y sus aliados de la
coalición Juntos
Haremos Historia
(PT y PES) contarán con 303 curules, frente a 140 de la coalición
Por
México al Frente
(PAN-PRD-MC) y 63 de Todos
por México
(PRI-PVEM-NA).
En
el Senado, la alianza Juntos
Haremos Historia
tendrá 70 espacios; el Frente, 38 y Todos por México, 20.
Así
mismo, del total de cargos de elección popular diputados en 30
entidades, 58.7% fue para Morena, incluyendo la mayoría en 19
legislaturas estatales.
Ante
este momento histórico de la vida democrática de nuestro país
vuelve a adquirir relevancia
garantizar la efectividad de los contrapesos en las Cámaras del
Congreso de la Unión.
Los
contrapesos son eficaces para evitar tentaciones autoritarias de las
mayorías, y garantizar la pluralidad de las voces en la
representación.
En
las últimas décadas hemos tenido avances significativos en la
negociación de las fuerzas políticas al interior del Congreso de la
Unión, y eso es algo que se debe preservar.
La
ciudadanía participa más activamente en la formulación de
propuestas y la generación de consensos en el Poder Legislativo.
No
obstante, la democracia no es un estadio estático y definitivo; es
un proceso que debe actualizarse constantemente.
Para
fortalecer el sistema de partidos, consolidar una democracia
participativa y generar mayor legitimidad a los gobiernos, es
necesario adoptar realizar un cambio de fondo en la relación entre
gobernantes, partidos políticos y los ciudadanos. Destacan estos
desafíos:
I.-
Renovar la relación
entre la ciudadanía
y los partidos.
Para
que ofrezcan espacios de participación para todos los géneros,
edades y grupos sociales.
En
la medida en que sean un reflejo de la pluralidad de la sociedad, la
ciudadanía se sentirá mejor representada.
II.
Fiscalización financiera de los procesos electorales.
Se
necesitan autoridades electorales fortalecidas y con un marco
jurídico más robusto, para evitar financiamiento extralegal o
excesivo durante las campañas.
Las
instituciones democráticas deben preservar los principios de
competencia, tales como la equidad en la contienda, la no
discriminación en el acceso a la representación y el uso
transparente de recursos públicos.
III.-
Revitalización de los mecanismos de democracia directa.
Los
referéndums, plebiscitos, iniciativas ciudadanas de ley, y la
revocación de mandato, han ganado terreno en todo el mundo, como
instrumentos que motivan la participación ciudadana en temas
específicos.
Desde
luego que conllevan varios riesgos, por lo que se debe impulsar su
pertinente regulación.
IV.-
Crear marco jurídico para gobiernos de coalición.
Gracias
a la última reforma político electoral a la Constitución, a partir
de 2014 contamos con esta figura.
Bajo
este modelo se busca dar continuidad a las alianzas electorales en
una agenda legislativa estable.
V.
Instituir la segunda vuelta electoral.
Por
años se ha insistido en que la segunda vuelta electoral puede
significar gobiernos con mayor legitimidad electoral.
El
voto honesto en la primera vuelta permite fortalecer a las opciones
que no necesariamente pueden ganar pero que merecen un espacio de
representación. Sirve también como instrumento para reducir el
abstencionismo y aumentar la pluralidad de la representación.
Estimados
amigos,
Debemos
procurar constantemente las condiciones que hacen posible a nuestra
democracia.
Es
una responsabilidad compartida el fortalecer y preservar las
instituciones sobre las que descansa la democracia.
Ante
la nueva conformación del poder político en México, quienes
representan mayorías, los partidos minoritarios, las organizaciones
de la sociedad civil y los ciudadanos en lo individual, tienen un
papel fundamental en la construcción del México que queremos.
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