Manuel Frias Alcaraz
Durante el origen y expansión de la República de
Roma (periodo histórico de 482 años: 509 AC a 27 AC), comenzó todo un proceso
de cambios culturales y de formas de gobierno que continúan en la actualidad.
Al transformarse en Imperio Romano con duración de 503 años: 27 AC a 476 DC,
representó una amplia era de influencia política-económica y control militar de
Roma en el Mundo Antiguo (cuenca del Mar Mediterráneo). En su máxima extensión
(117 DC), este poderoso imperio comprendía del océano Atlántico-Península
Ibérica al Mar Caspio y del Mar Rojo al Golfo Pérsico -rumbo oeste al
este-. Del desierto del Sahara -norte de África- a los ríos Rin y Danubio
-centro y sur de Europa-, además de la zona centro-sur de las Islas Británicas.
La superficie máxima del Imperio Romano se estimaba
en siete millones de kilómetros cuadrados y su duración fue de un milenio... En
tan especial época histórica, nació, vivió, predicó, murió crucificado y
resucitó al tercer día el más grande e irrepetible ser humano de todos los tiempos:
Jesús de Nazaret.
En el año cero de la Era Cristiana, durante el
gobierno del Emperador César Augusto (27 AC al 14 DC), nació en Belén, Judea (7
km al sur de Jerusalén) el Hijo de Dios. Según los evangelios, fundamentos
de la Biblia-Nuevo Testamento: Lucas, Marcos, Mateo y Juan, sus Padres
Terrenales -Virgen María y San José-, emigraron al norte de Egipto.
Transcurridos algunos años, la Familia Sagrada retornó a Nazaret, Galilea,
ubicado a 103 km al norte de Jerusalén. Es decir a partir de que Jesús tenía 9
años y hasta los 29 años (adolescencia y juventud) en la Biblia-Nuevo
Testamento No se menciona absolutamente nada de tan importante época de su
vida.
Los evangelios oficiales retoman la narración
cuando elige a sus doce apóstoles e inicia sus actividades públicas para
predicar la palabra de Dios. Concluyen con la crucifixión-resurrección de Jesús
a la edad de 33 años.
Estos sucesos bíblicos fueron durante el régimen
del Emperador Julio César Tiberio (14 DC a 37 DC)... Es posible que en los 20
años sin crónicas ni evidencias, el Maestro Jesucristo recorriera y predicara
por toda la región hoy conocida como Oriente Medio-Tierra Santa (12% de la
superficie del otrora Imperio Romano).
Por lo que de acuerdo a los Evangelios, los
apóstoles-discípulos de Jesús fundamentan y reseñan su existencia a partir de
los 30 años y simbolizan el mayor contenido del Nuevo Testamento. En ningún
pasaje y/o versículo se menciona la adolescencia y juventud del Maestro
Jesucristo. Implica, este lapso de la vida del Hijo de Dios en Tierra Santa es
un completo misterio... Después de 20 siglos (cien generaciones), no
existen testimonios, inscripciones ni documentos o vestigios arqueológicos que
permitan dilucidar esa época de Jesús de Nazaret.
Aún cuando no se tienen profecías, reseñas o
incluso leyendas en el Nuevo Testamento de los 9 a los 29 años del Maestro
Jesucristo, es posible inferir la estancia conforme a las condiciones de esa
época en Tierra Prometida-Tierra Santa y las limitaciones territoriales y circunstancias
políticas impuestas por las Autoridades Romanas.
Ante esta perspectiva, la existencia inédita del
Maestro Jesucristo, es muy factible que se desarrollara en un radio máximo de
500 km, considerándose como centro de gravedad al poblado de Nazaret. De aceptarse
así, Jesús visitó y recorrió en su adolescencia y juventud los territorios de
Palestina (Galilea, Samaria y Judea...), sur de Asia Menor-Turquía, Líbano,
Siria (Río Éufrates-Babilonia-Mesopotamia), así como regiones del norte de
Egipto y la Península Arábiga, a fin de predicar y enseñar la Palabra de
Dios...
Es importante precisar, que con insistencia el
Maestro Jesucristo en sus exposiciones públicas y con los apóstoles, externo:
Mi Padre Celestial es espíritu no carne. Es decir Dios no es materia
ni presencia física. Asimismo, enfatizó: El Hombre no sólo vive de pan;
sino
esencialmente de la Palabra de Dios. Al reflexionar en estos sui generis
y concluyentes
conceptos y pensamientos, se infiere que la omnisciencia y omnipresencia
del
Altísimo es TermoEnergía en su más pura y sublime manifestación; energía
que concentra
y cubre toda existencia universal.
De visualizarse así y al considerar: Dios es el
Universo y el Universo es Dios, aunado a que el contenido cósmico es el alma celestial
y la materia es su transformación tangible, es factible afirmar: La Energía
como Dios está por doquier, en todas formas de calor, luz y en cualquier ámbito.
De acuerdo a estas condiciones, presencias y funciones subliminales, el Reino de
Dios-Padre, Jesucristo (Dios-Hijo) y Dios-Espíritu Santo se ubica en cada
estrella del vasto e inconmensurable Firmamento; donde las estrellas, al tener
sus propios sistemas planetarios, es factible afirmar que existe un planeta y/o
satélite habitable, conforme a la reciprocidad e interrelación cósmica.
De modo que cuando Jesús invoca: Mi Padre está en
los Cielos, es muy probable que se refiera como residencia divina al Sol, pues
esta estrella es la fuente fundamental de vida en el Planeta HidroTerra.
Entonces el paraíso y la residencia de la Santísima Trinidad es precisamente el
Astro Rey, el cual se localiza a 150 millones de kilómetros de HidroTerra. De
ninguna manera la residencia solar es ficción o ilusión. El Sol simboliza la
TermoEnergía en su plena exposición y expresión. Para fines de la humanidad, su
luminosidad, radiación y candencia es interminable como es la omnipresencia y
el poder absoluto e integral de Dios. De ahí que en cualquier estrella-solar se
encuentra un planeta y/o satélite con las condiciones favorables para la vida -tal
vez- análogas a HidroTerra.
Al discurrir en las explicaciones de Jesús mediante
parábolas a sus apóstoles y seguidores, en las cuales siempre enfatizó que el
Reino de Dios queda allende de los límites terrestres, en cielos destellante luz
y calor, sin duda se refería al Astro Rey. Como complemento en los evangelios
se describe a la Estrella de Belén como el cuerpo espacial para indicar el lugar
del nacimiento del Niño-Jesús y guiar a los feligreses y Reyes de Oriente a
conocer y adorar al Hijo de Dios. También el Todopoderoso emplea el poder de la
TermoEnergía para castigar y destruir aquellas poblaciones y ciudades inmersas
en la perversidad e inmundicia como ocurrió con la devastación de Sodoma y
Gomorra a través de lluvia de meteoritos, crónica bíblica acaecida hace más de
3900 años (1900 AC).
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