Carlos Serrano / Javier Amador / Iván Martínez /
Arnulfo Rodríguez / Saidé Salazar
· Con
la información disponible, pensamos que, como se esperaba, es un acuerdo menos
favorable que el TLCAN, pero mejor a la alternativa
· Mientras
se mantengan los aranceles de OMC, México seguirá siendo competitivo en la
elaboración y exportación de automóviles
· Positivo
que sector energético forme parte del acuerdo; reduce las posibilidades de
reversión de reforma energética
¿Qué se sabe hasta ahora?
El 27 de agosto se anunció un nuevo
acuerdo comercial de principio entre México y EE.UU.; Canadá está en
negociaciones con EE.UU. para sumarse al acuerdo. El 31 de agosto la
administración Trump notificó al Congreso de EE.UU. su intención de firmar un
tratado comercial con México, al que Canadá podría incorporarse. A partir de
esa fecha el equipo del presidente Trump cuenta con un periodo de 30 días para
proporcionar al Congreso los detalles del acuerdo por escrito, e informar sobre
la adhesión de Canadá, si ocurre[1].
Las modificaciones más relevantes con
respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) involucran
nuevas reglas y cláusulas que deberán cumplir las exportaciones de vehículos
ligeros a EE.UU. para gozar de un arancel cero, cuyo efecto sobre la
competitividad dependerá no solo del cumplimiento de los nuevos umbrales de
contenido regional y producción en regiones de altos salarios, sino de la
continuidad del arancel NMF de OMC de EE.UU. en este segmento.
A las nuevas disposiciones en el sector
automotriz se suma la definición de una vigencia de 16 años del acuerdo, con
revisiones cada seis y posible extensión por 16 años más en cada revisión. Esta
nueva vigencia si bien no es indefinida como sería deseable, permitió destrabar
la negociación por la intención de EE.UU. durante todo el proceso de incluir la
cláusula Sunset que proponía una
terminación automática del tratado a los cinco años si las partes no acordaban
extenderlo. La nueva cláusula de vigencia no implica una terminación automática
a los seis años. En caso de que llegado este momento no acordaran extenderlo
por otros 16, negociarían cada año para intentar alcanzar un acuerdo que
permitiera extenderlo por ese periodo de tiempo.
El acuerdo entre México y EE.UU. no
contempla el capítulo 19 del anterior tratado (sobre resolución de
controversias en paneles internacionales). No obstante, ello no implica una
eliminación de dicho capítulo, simplemente se dejó que este tema se retomara en
las negociaciones con Canadá que ya reiniciaron. Además, el nuevo acuerdo no
contempla la estacionalidad en las exportaciones agrícolas de México a EE.UU.
como pretendía inicialmente EE.UU.; y contempla la inclusión de sectores clave
en el acuerdo, como el energético.
¿Qué se sabe parcialmente?
Junto con el acuerdo comercial, México y
EE.UU. llegaron a un entendimiento para la firma de una carta paralela que
garantiza una cuota de exportación de unidades de vehículos ligeros libre de
arancel que se activaría únicamente en el escenario en el que el gobierno de
EE.UU. imponga aranceles a las importaciones del sector automotriz provenientes
de cualquier parte del mundo por motivos de seguridad nacional (reglas 232).
Así, se sabe de la existencia de este “seguro” que indudablemente es positivo
dada su naturaleza. Como cualquier seguro, se firma con la intención de no
utilizarse, pero en caso de requerirse sería mejor que la alternativa. En este
caso, una cuota importante de exportaciones de autos (aparentemente
significativamente por encima de la actual) estaría exenta de un posible
arancel de 25% que presumiblemente podría imponer EE.UU. Ello “blindaría” al
sector mexicano de dicho arancel, aumentando en términos relativos la ventaja
competitiva de dicho sector y, por ende, volviéndolo más atractivo a las
inversiones mientras permanezca vigente dicho arancel potencial. No obstante,
no se conoce con certeza la cuota y ese dato es necesario para valorar qué tan
positiva es dicha carta porque en caso de que efectivamente fuera elevada,
podría incluso aumentar los incentivos para invertir en el sector en México en
el corto plazo.
¿Qué no se sabe?
De acuerdo a algunas versiones
periodísticas, EE.UU. se reservó el derecho de modificar los aranceles de
nación más favorecida (NMF) para el sector automotriz. Estos actualmente son
2.5% para vehículos ligeros y 25% para vehículos de carga. En este tema, en el que
no hay certidumbre, está la clave para valorar el nuevo acuerdo. Si
efectivamente EE.UU. puede modificarlo y llegara a aumentarlo
significativamente, todo lo positivo acordado dejaría de serlo y se perderían
las ventajas actuales con el TLCAN y las que parecen más probables con el nuevo
acuerdo.
Lo que se conoce es positivo comparado con
las alternativas; lo que se desconoce mantiene la incertidumbre y genera dudas
En suma, a reserva de conocer detalles
importantes, consideramos que el acuerdo representa la mejor alternativa
posible comparado con las propuestas que EE.UU. había puesto sobre la mesa a lo
largo de las negociaciones y en las que no cedió en ningún momento, y comparado
también a la alternativa de ruptura del acuerdo y de imposición de EE.UU de
aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas de automóviles. El nuevo
acuerdo, como habría que esperar, es sin duda menos favorable que el TLCAN pero
mucho más favorable que las alternativas. Desde la perspectiva de México, el
objetivo en esta negociación fue en todo momento minimizar daños. Con lo que se
conoce hasta ahora, parece que se cumplió el objetivo. Esto solamente podremos
afirmarlo hasta conocer los detalles sobre lo que se sabe solo parcialmente y
hasta que se aclare lo que aún se desconoce.
Las principales modificaciones del nuevo acuerdo respecto al TLCAN son:
1. Nuevas reglas para el sector automotriz
Como se anticipaba, los cambios más importantes
del acuerdo comercial se concentraron en el sector automotriz, responsable del
déficit comercial de EE.UU. con nuestro país y principal preocupación de la
administración Trump. En 2017 el déficit en equipo de transporte fue 76 mil
millones de USD, al cual los vehículos automotrices contribuyeron con 71%.
Las nuevas reglas y cláusulas en materia
automotriz incorporan los siguientes cambios:
I. La regla de origen se eleva de 62.5% a 75% para el contenido regional en
vehículos automotrices. El incremento en el contenido regional se
posiciona como la mejor alternativa frente al mínimo de 85% propuesto
inicialmente por EE.UU. y descarta el umbral mínimo de 50% de contenido
estadounidense propuesto en las primeras fases de la negociación. Actualmente,
de los 38 modelos ensamblados en México y exportados a EE.UU., solo ocho serían
afectados por esta nueva disposición.1
II.
Un porcentaje mínimo (no especificado) de
acero y aluminio debe proceder de Norteamérica. No hay mayor información
sobre el umbral, por lo que aún es difícil la evaluación.
III. Entre 40% y 45% del contenido de un vehículo automotriz se debe producir
en regiones con un salario de al menos $16 USD la hora. Actualmente, la mitad
de los modelos ensamblados en el país no cumplirían con el umbral.1
Esta medida impone costos operativos y administrativos a las empresas al requerirles
identificar y comprobar el salario promedio de las regiones de las que procede
el valor agregado del vehículo.
Consideramos que la modificación del
contenido regional no es un factor que reste competitividad a la industria por
sí mismo. Inclusive, estimamos que el incumplimiento con la regla de origen de
62.5% no ha sido un factor restrictivo ya que se pueden exportar vehículos ligeros
a EE.UU. enfrentando el arancel de 2.5% de Nación Más Favorecida (NMF) que
EE.UU. tiene registrado ante la OMC. De hecho, en la actualidad varios modelos
ya se exportan con este arancel, lo cual no ha restado competitividad a la
manufactura de automóviles en México. (véase gráfica 3). No obstante, el arancel de
2.5% no es aplicable al transporte de carga (6.1% de las exportaciones totales)
al cual le corresponde uno de 25%. Así, la competitividad del sector automotriz
depende sustancialmente de que se mantenga el arancel de NMF en 2.5% para las
exportaciones de vehículos ligeros a EE.UU. Actualmente, aproximadamente 697
mil unidades (35% de las exportaciones de vehículos ligeros) no cumplirían con
la regla de origen de 75%.
El incremento en el contenido regional
mínimo (para no pagar aranceles) de 62.5% a 75% ofrecerá un área de oportunidad
para una mayor integración de proveedores domésticos a las cadenas globales de
producción automotriz. Asimismo, la industria mexicana del acero y aluminio podría
beneficiarse por el nuevo requisito de un porcentaje mínimo de contenido
regional de estos insumos en los vehículos automotrices.
2. Carta paralela: techo a las unidades exportadas de vehículos ligeros de México a EE.UU. constituye un “seguro” que manda una señal positiva
En adición a la
modificación de los umbrales de contenido regional y al establecimiento de un
porcentaje mínimo de producción en regiones de altos salarios, los gobiernos de
EE.UU. y México acordaron, según lo ha explicado la Secretaría de Economía,
paralelamente la firma de una carta que garantiza la libre exportación de
cierto número de vehículos ligeros en caso de que la administración Trump
decida imponer nuevos aranceles al sector automotriz por motivos de seguridad
nacional (reglas 232). De acuerdo con fuentes cercanas al tema, México podría
exportar hasta 2.4 millones de vehículos ligeros libres de arancel ante dicho
escenario, siempre que las unidades cumplan con los nuevos requerimientos ya
mencionados. Los vehículos exportados por arriba de este umbral, enfrentarían
los aranceles determinados por las reglas 232.
Nuestra evaluación de esta medida es
positiva al representar un seguro frente al posible incremento en aranceles por
motivo de seguridad nacional. Al ritmo actual, la cuota de 2.4 millones de
exportaciones de vehículos ligeros se alcanzaría hasta 2022 si se mantuviera el
ritmo de crecimiento observado en el sector durante los últimos años (véase
gráfica 4). En el corto plazo, habría incluso incentivos para producir e
invertir más en México dada la alternativa de enfrentar un arancel equivalente
a 1/10 del que se pagaría exportando desde cualquier otra parte (posible
arancel de 25%).
3. Nueva cláusula de vigencia por 16 años y la no estacionalidad de importaciones agrícolas constituye la eliminación de las propuestas más tóxicas
Entre las propuestas que causaron más algidez en el proceso
de negociación, estaba la cláusula de expiración automática cada cinco años (a
menos de que los países firmantes del acuerdo decidieran renovarlo) la cual fue
descartada. En su lugar, se acordó que el nuevo acuerdo tendrá una vigencia de
16 años y contará con revisiones al mismo cada seis años, en los que es posible
extenderlo por 16 años. Así, si bien es peor que la alternativa de un periodo
indefinido, es positivo ya que la inversión privada será beneficiada por una
mejor planeación de mediano y largo plazo. La vigencia del nuevo acuerdo por 16
años contribuirá a que la inversión privada (doméstica y extranjera)
eventualmente recupere su dinamismo y contribuya con mayor incidencia al
crecimiento económico de los próximos años. Asimismo, la estacionalidad que
EE.UU. quería imponer a las importaciones agrícolas quedó fuera del nuevo
acuerdo.
Los activos
financieros domésticos no se han beneficiado del anuncio del acuerdo, porque la
incertidumbre continúa debido a la ausencia de Canadá en el acuerdo y a la
falta de detalles de lo acordado
El anuncio del acuerdo preliminar entre México y EE.UU.
tuvo un efecto positivo en el margen y de corta duración sobre los precios de
los activos domésticos. El tipo de cambio registró una ligera apreciación de
alrededor de 1.4% entre el cierre del 24 de agosto y las 10 de la mañana del 27
de agosto cuando se dio a conocer la noticia, más esta apreciación se diluyó el
mismo día a medida que se dieron a conocer los primeros detalles del acuerdo.
Tras una semana de anunciado el acuerdo, el peso se ha depreciado 3.3%, la
sexta mayor depreciación entre las monedas de países emergentes, ante el mayor
peso de las preocupaciones de que las crisis de Turquía y Argentina se
propaguen al resto de este grupo de países. El riesgo soberano medido por el
spread del CDS a 5 años se redujo en 2 puntos base (pb) el día que se anunció
el acuerdo respecto al cierre de su día anterior, mientras que una semana
después este indicador se ha incrementado alrededor de 10pb. En el mercado de
renta fija gubernamental se observó un comportamiento similar, pues el
rendimiento a vencimiento del bono a 10 años cayó 2pb el día del anuncio del
acuerdo para posteriormente incrementarse 11pb una semana después. Consideramos
que el limitado efecto de este evento sobre el mercado cambiario se debió
principalmente a tres factores. Primero, la expectativa ya descontada de un
posible acuerdo. Si bien el anuncio público se hizo el 27 de agosto, desde
algunas semanas antes se hablaba ya de un resultado favorable de las
negociaciones, lo que se incorporó en el tipo de cambio con antelación.
Segundo, no se conocen los detalles del acuerdo ya que no se tienen los textos
del mismo Y tercero, el hecho de que Canadá no forme, hasta el momento, parte del
acuerdo, disminuye las posibilidades de que éste sea aprobado.
El anuncio de un acuerdo comercial preliminar con EE.UU.
reduce la probabilidad de ver escenarios de cola o extremos sobre las variables
financieras en el corto plazo. Dado que la resolución de la renegociación del
TLCAN ha sido el principal riesgo idiosincrático de la economía mexicana, el
anuncio del acuerdo hace esperar una reducción de la volatilidad.
Adicionalmente, el hecho de que nuestro país tenga ya un acuerdo con EE.UU. en
el entorno actual de imposición unilateral de tarifas arancelarias resulta
favorable. Todo esto hace que los escenarios de caídas súbitas en los precios
de los activos domésticos se hayan reducido. No obstante, el hecho de que el
resultado de la negociación haya sido tan restrictivo para el caso de México,
deja prácticamente de lado la posibilidad de ver una mejora significativa de
los indicadores en el corto plazo. De esta manera, en la medida en que el
acuerdo tenga un carácter definitivo se puede esperar que las variables
financieras se vean influidas en mayor medida por factores globales.
El proceso de
aprobación en EE.UU.
La consecución del acuerdo preliminar es un paso relevante,
más aún restan varios meses para que se pueda dar por concluida la
renegociación. De acuerdo con la legislación estadounidense tras la
notificación del acuerdo (agosto 31 de 2018), el plazo para la firma por parte
del poder ejecutivo de los países firmantes es de 90 días, mientras que dentro
de los primeros 30 se debe enviar el texto definitivo que se someterá a firma,
lo cual se espera que ocurra hacia el final del mes de septiembre. Una vez
firmado por el poder ejecutivo comienza el periodo de ratificación por parte
del Congreso. El primer paso consiste en un análisis por parte de economistas
gubernamentales sobre el impacto económico del acuerdo, para lo cual se prevé
un periodo de 105 días que concluiría alrededor de la primera mitad del mes de
marzo. Una vez hecho este análisis el Congreso tiene 90 días para ratificar el
acuerdo. De esta manera será difícil que el acuerdo preliminar recientemente
anunciado pase todas las instancias legales para poder hacerse efectivo antes
del segundo trimestre del año próximo. Asimismo, parece complicado que la
actual legislatura con mayoría republicana pueda ratificar el acuerdo.
Valoración general
El alcanzar
un acuerdo preliminar es sin duda positivo y lo que se sabe apunta a que la
economía mexicana no será afectada en términos estructurales como se temía.
Como se descontaba, el acuerdo representa un deterioro en las condiciones para
el principal sector exportador respecto al TLCAN, pero no afectará de forma
notoria la competitividad del sector e incluso por la carta paralela podría
aumentarla en el corto plazo en caso de que EE.UU. terminase imponiendo
aranceles de 25% a las importaciones de los productos automotrices. La vigencia
del nuevo acuerdo por 16 años contribuirá a que la inversión privada (doméstica
y extranjera) eventualmente recupere su dinamismo y contribuya con mayor
incidencia al crecimiento económico de los próximos años.
No
obstante, lo que aún se desconoce es crucial para que las conclusiones
anteriores terminen materializándose. Particularmente, la clave es que no se
haya permitido que el gobierno de EE.UU. pueda subir significativamente el
arancel de NMF a las importaciones de vehículos automotrices para el año 2020.
Un
posible aumento del arancel de NMF podría incentivar el cumplimiento tanto de
la nueva regla de origen como de la cláusula de producir entre 40% y 45% del
valor de un vehículo automotriz en regiones con un salario mínimo de 16 USD la
hora. Para ciertos trabajadores en las plantas armadoras establecidas en México,
ello implicaría una duplicación del sueldo promedio actual. Además, es muy
probable que parte de esos porcentajes incorpore actividades de investigación y
desarrollo. Ello, a su vez, podría traducirse en mejores proyecciones laborales
para algunos trabajadores. En nuestra opinión, el incremento de sueldos es
factible gracias a los relativos mayores márgenes de utilidades de la industria
automotriz en México, los cuales se han beneficiado por la depreciación real
del peso de los últimos dos años. Eventualmente, los mayores sueldos en el
sector automotriz podrían generar competencia en el mercado laboral y terminar
beneficiando a trabajadores de otros sectores manufactureros.
Los
sectores de energía, minería y telecomunicaciones contarán con mayores
garantías para las inversiones futuras por continuar siendo regidos por el
mecanismo de resolución de controversias entre particulares y el Estado que se
estableció para el TLCAN. Sin lugar a dudas, la mucha mayor claridad que habrá
en la relación comercial de México con Estados Unidos en los siguientes años
contribuirá a que el impulso externo se traduzca en un relativo mayor
crecimiento económico para México.
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