jueves, 20 de septiembre de 2018

DESIGUALDAD: EL HUESO DURO DE ROER DE AMÉRICA LATINA


·         ¿Somos atrasados porque somos desiguales o somos desiguales porque somos atrasados? Bértola
·         Hay condiciones estructurales para que la desigualdad se mantenga: Puchet
·         La clave en el fallido combate a la desigualdad ha estado en la mala o nula conexión de las políticas que buscan combatirla con otros problemas transversales: Reyes
·         La desigualdad surge en la matriz socioproductiva: Cortés
Ciudad de México, 19 de septiembre de 2018. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede México presentó el pasado lunes el libro América Latina en la larga historia de la desigualdad, coordinado por los economistas Alicia Puyana y Martín Puchet. Este volumen es el resultado de varios años de investigación y aborda temas cruciales: ¿por qué razón es tan prevalente la desigualdad en la región a lo largo de los años?
Esta pregunta es abordada por Alicia Puyana, investigadora de la Flacso México, cuando resalta que la llegada de los españoles introdujo la desigualdad de un “capitalismo incipiente” basado en la concentración de la propiedad de la tierra. “Esta desigualdad tiene efectos en la estructura de la producción y en el tipo de inserción a la economía internacional. Dado que la economía de América Latina se asienta principalmente en la explotación de recursos naturales, un crecimiento basado en esa propiedad concentrada es un mecanismo de reproducción continuado de la desigualdad en el ingreso y en la propiedad”, afirmó.

Además de los editores, la presentación del libro estuvo a cargo del economista de la Universidad de la República en Uruguay, Luis Bértola; del profesor emérito de la Flacso México, Fernando Cortés; y de los investigadores de la Universidad Iberoamericana (UIA), Miguel Reyes Hernández y Enrique Cárdenas Sánchezquienes, además de abordar las temáticas del libro, analizaron y debatieron acerca de las características, orígenes y métricas de la desigualdad en América Latina.  
A lo largo de siete capítulos, se presentan en el libro visiones generales sobre la perspectiva desigual de la región, lo que “deja claro que la desigualdad es un hueso duro de roer”, sentenció Enrique Cárdenas, investigador del campus Puebla de la UIA. Explicó que se trata de un problema estructural difícil de combatir pues no se pueden unificar criterios para eliminar los mecanismos que la perpetúan.  
Luis Bértola presentó algunos resultados sobre la incidencia en los niveles de desigualdad, de la heterogeneidad étnica de las poblaciones. El análisis parte de la premisa según la cual “no pudimos acompañar la historia mundial de reducción de la desigualdad en el siglo XX debido a la desigualdad de origen colonial que no podemos negar. Hay que preguntarnos ¿somos atrasados porque somos desiguales o somos desiguales porque somos atrasados?”
El origen étnico de las poblaciones sí incide en los niveles de desigualdad, afirmó Bértola, entendiendo la etnia como portadora de las relaciones sociales y laborales. “Aquellos países que forman parte del origen indoamericano y afroamericano tienen niveles de desigualdad bastante mayores frente a los de origen euroamericano”. Esto se debe a la discriminación a la que fueron sometidos los pueblos originarios y las comunidades afrodescendientes a raíz de la conquista, durante la colonia y que aún perdura, como se desprende del capítulo elaborado por Alicia Puyana.
¿Desigualdad insostenible?
“El libro América Latina en la larga historia de la desigualdad recupera con rigor y exigencia por qué razones la desigualdad de los países latinoamericanos y de otras regiones debe considerarse no como una situación temporal ni coyuntural, sino permanente”, opinó Miguel Reyes. Mencionó, que este libro pone en la agenda temas sobre la desigualdad que no se estaban contemplando dentro del debate académico o económico y que tienen que ver con el ingreso factorial, la alta concentración del ingreso nacional y la estructura productiva.
Desde su reflexión, la clave en el fallido combate a la desigualdad ha estado en la mala o nula conexión de las políticas que buscan combatirla con otros problemas transversales. Por ejemplo, México ha apostado por una política de inclusión educativa muy amplia, pero no se ha preocupado por reducir la discriminación laboral y por fortalecer las instituciones y los mecanismos de negociación que conforman el mercado laboral.
A la ampliación de la educación y el crecimiento de la oferta laboral calificada no ha correspondido un crecimiento proporcional de la demanda laboral, razón por la cual se han reducido los salarios relativos de la población con mayores grados de educación y precarizado los ingresos laborales.
“En América Latina tenemos unos niveles de desigualdad que son los más altos del mundo. Los africanos son más pobres, pero no más desiguales, además tenemos una desigualdad persistente”, refirió Fernando Cortés, experto en medición de la pobreza. El profesor emérito de la Flacso se refirió a las dificultades para construir bases de datos para medir la desigualdad y permitir comparabilidad en la región con muestras heterogéneas en las políticas sociales o económicas.
“La desigualdad surge en la matriz socio-productiva”, afirmó Cortés. Aunque ha habido períodos en los que ha decrecido, estos logros no son sostenidos. "Cada vez que hay crisis en México, la desigualdad cae. Cayó en 1996, en 2002 y en 2010, la razón que lo explica es que para encarar esas crisis cambian los mecanismos fiscales, el gobierno reduce el salario de funcionarios y al disminuir los salarios de los funcionarios, que son quienes están en los deciles más altos, caen todos, empobrecemos todos por igual y entonces baja la desigualdad".
Un análisis realista y sensato
“La misión del libro es ser realista y sensato en el análisis, pero también llamar la atención sobre las condiciones de reproducción de la desigualdad, para así enfrentar los retos estructurales y transversales que se deben superar si las intenciones de reducirla son reales”, destacó Alicia Puyana, coordinadora de la publicación.
Los presentadores coincidieron en la complejidad que lleva implícito el combate a la desigualdad. Mencionaron como ejemplo que a partir de las mediciones y el entendimiento multidimensional de la pobreza surgieron medidas "de orden global, como las propuestas por el Banco Mundial, que buscan erradicar la pobreza, pero no la desigualdad, hecho que demanda tasas insostenibles de crecimiento ".
En una entrevista previa, Martín Puchet, investigador de la Flacso y de la Facultad de Economía de la UNAM, afirmó: “Sales, haces políticas sociales, haces políticas redistributivas pero no resolviste el problema de dónde vienen los recursos para solucionar ese problema. Y vuelve otra vez el ciclo de la desigualdad, como una condición perenne, que no logra terminarse nunca. ¿Qué va a pasar si no hacemos un cambio más allá de la redistribución del ingreso y nos colocamos como temas centrales los de la modificación de esa heterogeneidad estructural relativa a la producción, competitividad, innovación?”

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