viernes, 7 de septiembre de 2018

Postura con respecto de la banda conformada por niños, llamada “Los Diablitos”

El fenómeno delictivo en niños y adolescentes no se resuelve con la criminalización, sino con la prevención: Reinserta

  • En noviembre difundiremos el estudio de Factores de Riesgo y Victimización en Adolescentes Cumpliendo Medida Privativa de Libertad por Delitos de Alto Impacto Social.
  • Las principales motivaciones de los adolescentes para cometer un delito son: Las ganancias económicas, curiosidad, ayudar a alguien cercano, entre otras.

Esta semana comenzó a circular en medios de comunicación un video y varias notas sobre un grupo de niños entre 12 y 16 años, liderada por un adulto de 30 años, quienes se dedican a cometer robos con armas de juguete en Periférico y Constituyentes en la CDMX; causando conmoción el hecho de que, en menos de siete días, dos de los niños fueron detenidos un par de veces y puestos en libertad prácticamente al instante. Para Reinserta la ley está rebasada por la realidad y genera molestia y hartazgo social ante la creciente inseguridad que lacera al país, pero el fenómeno delictivo en niños y adolescentes no se resuelve con la criminalización, sino con la prevención.

Al respecto, en México hasta abril de 2018 habían 1,526 jóvenes cumpliendo una medida de internamiento (siendo el delito más común homicidio) y 5,222 cumpliendo una medida no privativa de su libertad (siendo el delito mas común robo).

De acuerdo al Estudio de Factores de Riesgo y Victimización en Adolescentes Cumpliendo Medida Privativa de Libertad por Delitos de Alto Impacto Social, realizado por Reinserta en Centros de Internamiento para adolescentes de 10 Estados de la República Mexicana y que se publicará en Noviembre 2018 las principales motivaciones de los adolescentes para cometer un delito son:
       Las ganancias económicas (39.6%)
       Curiosidad (22.3%)
       Ayudar a alguien cercano (11.6%)
       Accidente (22.3%)

Para entender la problemática, es necesario hacer algunas precisiones: De acuerdo a la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, un adolescente es una persona entre 12 años cumplidos y menos de 18. Este sector poblacional se divide en tres grupos etarios, el primero de ellos comprende adolescentes de 12 años cumplidos a menos de 14, el segundo abarca de 14 años cumplidos a menos de 16 y el tercero, de 16 años cumplidos a menos de 18. La importancia de la división en grupos etarias radica en el tratamiento que la ley da a cada uno de ellos; así, establece que al grupo etario I bajo ningún supuesto se le podrá imponer una medida cautelar o de sanción privativa de la libertad. No obstante, se prevén medidas de atención y seguimiento institucional.

La ley parece ser rebasada por la realidad y genera molestia y hartazgo social ante la creciente inseguridad que lacera al país, pero el fenómeno delictivo en niños y adolescentes no se resuelve con la criminalización, sino con la prevención.

Para prevenir que nuestros niños y jóvenes se enlisten en las filas del crimen, es indispensable la creación de una política transversal de prevención social del delito y la violencia que erradique los factores de riesgo y victimización a los que son propensos; factores como la violencia familiar, pensamientos, conductas y creencias antisociales, el pobre uso del tiempo libre, el abandono, las adicciones y la deserción escolar, son causa y efecto que necesitan atenderse desde una perspectiva de intervención comunitaria.

No debe pasar por alto el liderazgo de una persona de 30 años con historial delictivo que es el referente del grupo de niños que ejecuta los robos, pues justamente una de las acciones más contundentes en la intervención comunitaria radica en neutralizar a los líderes negativos y refrendar a los líderes positivos en un entorno complicado.
El caso específico de los dos niños detenidos en estos sucesos es el ejemplo vivo de la deficiencia institucional y de políticas públicas para atender a ese grupo etario en específico, pues no solamente no se judicializó el asunto, sino que estructuralmente hay un vacío que evita que se les brinde atención y contención para evitar factores de riesgo y la comisión de nuevos delitos.

Reiteramos la necesidad de rescatar a los niños y adolescentes del abandono institucional, de visibilizarlos mediante la creación de políticas públicas que brinden atención para la consecución de un desarrollo integral y una vida plena, alejada del delito y hacemos un llamado urgente sobre la necesidad de programas de prevención en niños y adolescentes.

Destacamos la enorme importancia de la reinserción social en materia de adolescentes, como un mecanismo directo en la prevención del delito. La atención a los jóvenes que entran al sistema de justicia, a través de modelos de reinserción eficaces que los doten de herramientas para llevar una vida alejada del delito es un gran paso en la lucha contra la inseguridad.

En Reinserta, uno de los principales ejes de trabajo es el Modelo para Adolescentes y Jóvenes en conflicto con la ley y en Proceso de Reinserción. De la mano de USAID buscamos promover la reinserción social de adolescentes y jóvenes que están o estuvieron privados de su libertad, brindandoles herramientas para una vida alejada del delito y que tengan un rol productivo en sus comunidades. Es un modelo basado en evidencia, con enfoque de género, que promueve las habilidades sociales y los factores de protección de los y las participantes, además de la disminución de necesidades criminógenas, desde un enfoque de Derechos humanos y trauma complejo. Este modelo cuenta con intervenciones en los ejes educativos, laborales, de salud mental y bienestar, redes de apoyo, autocuidado y justicia restaurativa. Actualmente estamos trabajando con 150 adolescentes que cometieron delitos graves en CDMX y Estado de México y tenemos un éxito de 95% de reinserción.

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