• Cultivan productores 799 hectáreas para esta fecha.
• Esperan una derrama económica de más de 287 millones de pesos en
rosa que, junto con especies como gladiola, gerbera, crisantemo, lilium y
clavel, suman 1 mil 991 millones de pesos.
Villa Guerrero, Estado de México, 8 de mayo de 2018. A
tan sólo un par de días de celebrar el Día de la Madre, los
floricultores del Estado de México se declaran listos para distribuir en
nuestro país y en el extranjero 111 millones de tallos de rosas de la
más alta calidad.
“Ésta es la fiesta de las rosas”, aseguró Nancy Olivia Bernal González,
productora villaguerrerense que así describió el 10 de mayo, ya que en
el Estado de México se cultivan para esta fecha un total de 799
hectáreas.
Tan sólo por la producción de rosa, el Estado de México tendrá una
derrama económica de más de 287 millones de pesos en esta temporada,
cuya producción es seleccionada flor por flor, para cumplir con los
estándares de calidad que implica la exportación a países como Estados
Unidos y Canadá, en su mayor parte, y a otros estados especialmente de
la frontera norte, así como a la Ciudad de México y colindancias con
nuestra entidad.
Gracias al trabajo de más de 8 mil 200 productores mexiquenses, hoy el
Estado de México se reafirma como el primer lugar productor de flor, no
sólo de rosa, sino de otras especies como gladiola, gerbera, crisantemo,
lilium y clavel, cuya derrama económica en total será de 1 mil 991
millones de pesos en estas fechas.
El proceso de producción y tratamiento es para cada floricultor muy
importante, ya que de él depende que la flor llegue a su destino fuera
del país con la misma lozanía con la que fue cortada.
Con más de cinco meses de espera para que las rosas estén en su punto
exacto para ser cosechadas, los productores se preparan con la
contratación de mano de obra, ya que la flor debe ser seleccionada una a
una.
Tras el corte de los tallos, las flores pasan a pre refrigeración en
donde las rosas son expuestas a una temperatura de 2 grados centígrados
para restar el calor de cada rosa; más tarde, llegan a un proceso de
calibración y se clasifican por tamaño para después ser empacadas en
piezas de 25 rosas.
Una vez empaquetadas, se hace un nuevo embalaje de paquetes de 125
rosas, es decir, cinco paquetes de 25; mismos que son puestos en una
procona.
La procona es un tipo de empaque que ayuda a que las flores lleguen de
la manera más fresca; ésta se divide en tres partes: una tina que lleva
agua con conservadores, sobre la cual se pone una caja de cartón y
dentro de ella los cinco paquetes de 25 flores cuyos tallos van
sumergidos en el agua con el tratamiento.
Finalmente, encima se pone una tapa de reja para que la flor respire libremente.
Las rosas empacadas en las proconas pasan a una exposición final de frío
para ser embarcadas en tráilers que las llevarán a su destino más
lejano en países y floreros de las mamás que habitan en Estados Unidos y
Canadá.
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