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7 de cada 10 de estas empresas aseguran que no solicitarían un crédito por las garantías y trámites requeridos
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Solo 5% de las startups en el país obtienen financiamiento a través de
venture capital o capital de riesgo
Ciudad de México, 23 de mayo de 2018. México se ubica como el segundo país de Latinoamérica que registra más
startups. En contraste, 38% de las Mipymes del país señala que
la razón por la cual no crece es la falta de crédito, y cerca de 7 de
cada 10 no lo solicitarían debido a las garantías y trámites que se
requieren para obtenerlo.
De acuerdo con el
Centro para el Desarrollo de la Competitividad Empresarial, el 75% de
los nuevos negocios en México no sobrevive a los dos años de vida. Las
tres principales razones por las que
una startup abandona el negocio en América Latina son la falta
de rentabilidad, problemas personales y dificultad para encontrar
financiamiento, según el Global Entrepreneur Monitor.
Marciano Verdi, fundador y CEO de la
company builder Marcap, apunta que el ecosistema de
emprendimiento suele ser muy agotador y que en algunos casos, la
carencia de información y de asesoría en temas que escapan al área de
experiencia del emprendedor puede condenar a una buena idea de
negocio. Para evitar este inconveniente, al momento de buscar capital
para impulsar a la
startup se recomienda considerar si conviene financiarse por
cuenta propia o se recurre a capital externo, para lo cual se pueden
considerar dos alternativas: Venture Capital o con bootstrapping.
El
Venture Capital, que en español se conoce como capital de riesgo, es un
modelo de financiamiento en el que un fondo de inversión inyecta dinero
en una
startup a cambio de tener participación accionaria en esta. Es
decir, el emprendedor cede una parte de sus acciones y deja de ser dueño
del 100% de su negocio, pero recibe un capital importante para
encauzar, hacer crecer o potenciar su idea.
“La aportación de
un venture capital o una plataforma al estilo company builder va mucho
más allá de la parte financiera. El modelo, conocido como aportación
“smart money”, aporta conocimiento especializado,
tutorías, estructura y relacionamientos de negocio, que pueden hacer la
diferencia a la hora de darle tracción a la startup”, complementa
Verdi.
La OCDE apunta que en México las
startups obtienen solo un 5% de su financiamiento a través de
este modelo, una cifra muy baja si se compara con Estados Unidos, en el
que el porcentaje se ubica entre el 20 y 47%.
Por otra parte, el
bootstrapping hace referencia al dinero que se obtiene de ahorros
personales, colaboraciones de círculos cercanos como amigos y familiares
e, incluso, de los pequeños ingresos que ya haya producido la
startup en sus primeros meses de operación. En estos casos, por
lo general el capital es más reducido, pero los emprendedores conservan
la totalidad de las acciones y tienen más libertad de actuación.
Los
dos modelos tienen pros y contras, pero ambos van a depender de la idea
de negocio y de la visión empresarial de los fundadores. En muchos
casos, los fondos de capital de riesgo o colaboradores
cercanos se niegan a financiar un proyecto porque no lo ven viable o no
confían en la capacidad de continudad de negocio. En este punto, los
emprendedores deben revisar su propuesta.
“Parte de las razones que ocasionan el fracaso de empresas jóvenes se encuentra en la falta de conocimiento. La experiencia, el
networking de inversión y de tutorías que proporciona una company builder pueden hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso de un nuevo negocio”, explica Verdi.
La OCDE señala que las
startups promueven la innovación, generan empleo de buena calidad
y son parte fundamental para aumentar la productividad de los países,
lo que justifica más que nunca que los emprendedores busquen esquemas
que les ayuden a generar proyectos exitosos
y eviten que pasen a engrosar ese porcentaje de empresas que desaparece
a los dos años.
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