Se
estima que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2015 será de 2.5%
desde el 3.5% considerado previamente.
La
revisión al crecimiento es resultado de: (i) una débil demanda externa ante el
deterioro de la economía de EE.UU. en el primer trimestre; (ii) una disminución
en la producción petrolera; y (iii) un menor gasto público en la segunda parte
del año.
Es
necesario fortalecer la demanda interna a fin de equilibrar los motores del
crecimiento.
La
implementación de las reformas debe continuar de tal forma que se pueda
alcanzar un mayor crecimiento económico en los siguientes años, que en el
mediano plazo podría llegar al 4.0%.
Se
espera que la desaceleración en EE.UU. sea transitoria ante las mejoras en el
empleo y una baja inflación, que compensaría la menor demanda externa.
La institución financiera prevé a nivel global una
recuperación desigual entre geografías. En Europa se intensifica la mejora,
mientras que en Latinoamérica y Asia el crecimiento pierde fuerza. En EE.UU. se
espera que la desaceleración sea transitoria puesto que el consumo privado
compensaría la apreciación del dólar y el freno de la demanda externa. Entre
los riesgos para el panorama económico mundial destacan la falta de un acuerdo
en Grecia y el impacto en los países emergentes del inicio del ciclo de aumento
de la tasa monetaria en EE.UU.
En el caso de México, si bien hacia delante se espera
un mayor dinamismo de la actividad económica con respecto a 2013-2014 (1.8% en
promedio), se revisa a la baja la previsión de crecimiento para 2015 de 3.5% a
2.5%. El motor principal del crecimiento seguirá siendo el impulso de la
demanda externa por el mayor ritmo de aumento de la actividad económica de
EE.UU.
Tres factores explican principalmente la revisión a la
baja en la previsión de crecimiento: i) la tendencia decreciente de la
producción de petróleo; ii) a pesar de la depreciación del peso, las
exportaciones manufactureras han mostrado un menor dinamismo al esperado por la
relativa debilidad del sector manufacturero de EE.UU.; y iii) el consumo y la
inversión públicos tienen una contribución al crecimiento más baja a la
esperada.
Esto en parte debido a la demora o reprogramación de
diversos proyectos de infraestructura y a la reducción del gasto público
esperada para el segundo semestre de 2015 a fin de cumplir con el recorte
presupuestario anunciado (0.7% del PIB). Se estima que estos factores poco
propicios para el crecimiento seguirán presentes en 2016 con lo que el
crecimiento del PIB en ese año se situaría en torno a 2.7% anual.
En el sector laboral en México se ha llevado a cabo
por parte de las autoridades un programa de formalización de empleo que ha
resultado muy exitoso, lo que se observa
en un aumento muy importante en el número de trabajadores registrados en el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Por otra parte, los bajos niveles de desempleo que se
observan en la economía han ido acompañados por un aumento en el número de
personas que han decidido mantenerse al margen del mercado laboral, lo que
podría ser un foco de atención considerando que al estar fuera del mercado
laboral por un periodo prolongado las posibilidades de reintegrarse a él se
reducen y que el bono demográfico para el país generado por las personas que
alcanzan la edad de trabajar se diluye.
Las perspectivas de mediano plazo del crecimiento
económico no cambian. Las reformas podrían contribuir a alcanzar un crecimiento
en torno a 4.0% en el mediano plazo toda
vez que se estima una recuperación del precio del petróleo que permitiría que
la reforma energética siguiera su curso y el sector público continuara con su
importante plan de infraestructura.
La inflación general ha alcanzado su mínimo histórico
en 2.88%, el cual se encuentra en línea con el objetivo del banco central de
3.0% +/- 1.0%, mientras que la inflación subyacente se encuentra claramente por
debajo de dicho nivel en torno a 2.30%. A la baja inflación han contribuido la
holgura en la economía, la reforma del sector telecomunicaciones que ha
eliminado ciertas tarifas, la dilución del efecto del aumento de impuestos, y
un desempeño favorable de los precios de los productos agrícolas. En este
entorno se observa un muy bajo traspaso del tipo de cambio a los precios. De
esta manera, se estima que la inflación permanecerá por debajo de 3.0% el resto
del año.
La comunicación del Banco de México (Banxico) apunta a
una sincronización de su política monetaria con el proceso de aumento de tasas
de la Reserva Federal, pero la elevada holgura y la baja inflación en el país
sugieren que el ciclo de subidas de Banxico debería ser más lento que el de la
Reserva Federal. De esta manera se prevé que Banxico ajuste al alza su tasa de
referencia a 3.25% y 4.00% al cierre de 2015 y 2016, respectivamente.
Ahora bien, ante la incertidumbre que existe del
inicio preciso del aumento en la tasa de referencia en EE.UU. es de esperar que
la tasa monetaria en México tenga su ajuste de forma posterior, en particular
considerando que las condiciones de la economía mexicana no sugieren la
necesidad de realizar un ajuste de manera temprana.
Los mercados financieros en México continúan siendo
influenciados principalmente por las
variables que tienen un peso directo en la decisión futura de aumento de la
tasa monetaria en EE.UU. (i.e. datos de empleo, inflación, comunicación de la
Reserva Federal).
En relación con el peso mexicano, a pesar de que se
estima se encuentra subvaluado en el nivel actual de 15.4 pesos por dólar
(ppd), su alta persistencia alrededor de este valor, y el contexto de futuros aumentos en la tasa de
fondos federales en EE.UU. hacen prever solo una ligera apreciación (hacia
14.8-15.0 pesos por dólar) en la medida que la incertidumbre sobre la subida
monetaria de la Reserva Federal se diluya y el mercado perciba que el ciclo de
subidas será lento.
En relación con las tasas de interés de la deuda
gubernamental mexicana de largo plazo, el escenario más probable sigue siendo
una tendencia al alza en sintonía con las tasas de largo plazo en EE.UU. y la
tasa monetaria en México.
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