 
La
 calificación de la deuda soberana tiene un peso importante en la 
determinación de la calificación de las instituciones públicas y las 
empresas privadas, ya que representa
 el anclaje de
 las expectativas. En este sentido, el que se reafirmen las 
calificaciones
 que tiene México con las principales agencias calificadoras y se tenga 
una perspectiva “estable”, envía un mensaje positivo a toda la economía 
en su conjunto, proporcionando certidumbre a todos aquellos que buscan 
obtener financiamiento bajo condiciones favorables
 a lo largo del año.
La calificación de la deuda soberana mexicana ha mejorado en los últimos años.
 Entre 2013 y 2014 las principales agencias mejoraron la calificación de
 largo plazo de México aumentándola un nivel en su escala (BBB+ para 
Standard & Poor’s y Fitch y A3 para Moody’s). Tales calificaciones 
se encuentran por encima de las categorías de alto
 riesgo, por lo que los valores gubernamentales mexicanos son 
considerados “grado de inversión”, convirtiéndolos en instrumentos 
atractivos para inversionistas locales y extranjeros.
Ante
 el entorno externo adverso que nuestro país enfrentó en los últimos 
años, las agencias calificadoras habían cambiado la perspectiva de la 
calificación de la deuda soberana
 a negativa en 2016, con lo cual se inició un periodo de escrutinio 
sobre la deuda del país. Para revertir esto, el esfuerzo colectivo por 
mantener finanzas públicas saludables permitió estabilizar, a partir de 
2017, la perspectiva de la calificación de todas
 las agencias que evalúan al Gobierno Federal. Estas recientes mejoras en la perspectiva posicionan a México como el primer país, en los últimos
 cinco años, en recuperarse de una perspectiva “negativa” en menos de 8 meses,
en el caso de Fitch, y en menos de 11 meses en el caso de Standard and Poor’s,
con lo cual México se compara favorablemente respecto a países con calificaciones crediticias similares.
 Finalmente, el pasado miércoles 11 de abril la calificadora Moody’s se 
sumó al resto de las agencias al mejorar la perspectiva para México de 
“negativa” a “estable”, lo cual es una noticia positiva para el país, 
resultado de la estrategia emprendida por el
 Gobierno Federal. 
Las
 calificaciones crediticias son indicadores eficientes que señalan cuál 
es el riesgo de adquirir instrumentos de deuda emitidos por gobiernos 
soberanos, empresas públicas
 y privadas, así como bancos públicos y privados alrededor del mundo. 
Las principales agencias calificadoras internacionales (Fitch, Moody’s y
 Standard and Poor’s) son las instituciones que asignan las 
calificaciones crediticias a emisores y emisiones de deuda
 y su asignación se interpreta en tres niveles: 1) el grado de inversión
 o especulación; 2) la calificación en sí misma; y
3) la perspectiva de la calificación.
El
 primer nivel de la calificación indica si la entidad posee grado de 
inversión, es decir, si tiene una alta probabilidad en el cumplimiento 
de sus obligaciones crediticias,
 o grado de especulación, cuando esta probabilidad se reduce. Durante
 esta Administración, el Gobierno Federal, las Empresas Productivas y la
 Banca de Desarrollo han preservado el grado de inversión, lo que 
refleja la solidez de los fundamentos macroeconómicos del país.
El
 segundo nivel nos indica la certeza con la que el emisor cumplirá con 
sus obligaciones en relación a otros emisores. En ese sentido,
nuestro país posee una calificación que se encuentra entre 3 y 4 niveles por encima del grado de inversión en la escala global
 y que lo compara favorablemente frente a economías emergentes, países 
de la región, países productores de petróleo y algunas economías 
avanzadas de Europa.
Esta
 calificación se incrementó al inicio de la Administración por la 
aprobación de la agenda de Reformas Estructurales y ha sido ratificada 
desde
 entonces.
Finalmente,
 el tercer nivel sirve para anticipar cambios sobre la calificación 
crediticia. Para ello, las agencias calificadoras asignan una 
perspectiva, la cual expresa la probable
 dirección de la calificación del emisor, justificada por factores que 
la pueden incrementar (positiva), mantener igual (estable) o disminuir 
(negativa).
La
 calificación soberana, es decir la calificación del Gobierno Federal, 
es la principal calificación que publican estas agencias y se calcula 
considerando la situación actual
 de un país, su historial crediticio y las expectativas de las 
principales variables macroeconómicas y fiscales, bajo distintos 
escenarios. Por estas razones, las calificaciones crediticias son 
opiniones ampliamente reconocidas acerca de la confiabilidad de
 un emisor de deuda para cumplir puntualmente con sus obligaciones, y al
 ser indicadores que afectan la confianza de los inversionistas, pueden 
tener un impacto importante en los mercados financieros, incluyendo la 
capacidad de los emisores de deuda para obtener
 mejores condiciones de financiamiento.
A nivel macroeconómico,
la
 calificación funciona como un indicador que genera certidumbre en los 
mercados financieros internacionales y, por lo tanto, impacta 
directamente
 en el comportamiento de las tasas de interés y el tipo de cambio del 
peso frente a diferentes monedas.
 Estas variaciones pueden acotarse si se mantiene orden sobre la 
calificación y la estabilidad
 de su perspectiva, lo que contribuye a su vez a preservar fundamentos 
macroeconómicos sólidos. En síntesis, hablamos de un ciclo que nos ayuda
 a preservar un mecanismo virtuoso que contribuye al bienestar de los 
mexicanos.
 
 
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