Por Carlos Mattos – Chief Technology Officer GFT México y Spanish Speaking Countries
Durante años, los bancos jugaron a experimentar con la inteligencia artificial generativa: pilotos llamativos, pruebas de concepto que nunca salieron del laboratorio y mucho “teatro de innovación”. Ese tiempo terminó. En 2025, la banca enfrenta un ajuste de cuentas ineludible: o lleva la IA a producción con resultados tangibles, o quedará rezagada en una industria que ya no perdona la indecisión.
Los datos son contundentes. Según una encuesta de Hanover Research para Temenos, solo el 8 % de los bancos desarrollaba IA generativa de forma sistemática en 2024, mientras que el 78 % mantenía un enfoque táctico. Hoy, el 11 % ya la implementó y un 43 % está en proceso, con especial compromiso de los grandes bancos que manejan activos superiores a 250 mil millones de dólares. La era de los chatbots se quedó atrás: los agentes de IA ahora investigan fraudes, aprueban créditos y supervisan el cumplimiento normativo en tiempo real.
El reto, sin embargo, es monumental. Los bancos operan con infraestructuras heredadas, datos dispersos y marcos regulatorios diseñados para un mundo pre-IA. Intentan injertar redes neuronales en mainframes que aún respiran COBOL, mientras enfrentan leyes de privacidad, sandbox regulatorios y marcos de riesgo que no contemplan modelos de lenguaje con miles de millones de parámetros.
La guerra del talento es otro frente: ingenieros de machine learning, especialistas en prompt engineering y éticos de IA son escasos y caros. Silicon Valley ofrece mejores sueldos y menos corbatas. Muchos bancos optan por depender de proveedores y consultores, lo cual acelera la capacidad, pero también entrega el control estratégico de su futuro.
El panorama es claro: la IA generativa podría aportar hasta 340 mil millones de dólares anuales al sector bancario, pero solo si las instituciones trascienden los casos aislados y reimaginan sus operaciones de raíz. Los que triunfen no serán los que hagan más eficiente el back-office, sino los que reinventen la experiencia del cliente: aprobaciones instantáneas, asesoría hiperpersonalizada, detección de fraude sin falsos positivos.
2025 es el punto de inflexión. Los bancos que se muevan hoy tendrán 18 meses de ventaja; los demás quedarán condenados a ser desmantelados por quienes sí entiendan que la transformación con IA no es un proyecto de TI, sino una redefinición existencial de lo que significa ser un banco.
El ajuste de cuentas ha llegado. Y en la banca, como en la historia, no habrá segundas oportunidades.
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