1. LUGAR, FECHA Y ASISTENTES
1.1 Lugar: Reunión
celebrada por enlaces virtuales.
1.2. Fecha de la
sesión de la Junta de Gobierno:
20 de abril de 2020.
1.3. Asistentes:
Alejandro Díaz de
León Carrillo, Gobernador. Irene Espinosa Cantellano,
Subgobernadora. Gerardo Esquivel Hernández, Subgobernador. Javier
Eduardo Guzmán Calafell, Subgobernador. Jonathan Ernest Heath
Constable, Subgobernador. Arturo Herrera Gutiérrez, Secretario de
Hacienda y Crédito Público. Gabriel Yorio González, Subsecretario
de Hacienda y Crédito Público. Elías Villanueva Ochoa, Secretario
de la Junta de Gobierno Se hace constar que en fechas anteriores a la
celebración de esta sesión, se desarrollaron trabajos preliminares
en los que se analizó el entorno económico y financiero, así como
la evolución de la inflación, sus determinantes y perspectivas (ver
anexo).
2. ANÁLISIS Y
MOTIVACIÓN DE LOS VOTOS DE LOS MIEMBROS DE LA JUNTA DE GOBIERNO
Entorno Externo
Todos mencionaron
que la pandemia del COVID- 19 y las medidas adoptadas para evitar su
propagación han afectado considerablemente a la actividad económica
mundial. La mayoría señaló que en las últimas semanas el virus se
ha propagado rápidamente, y uno notó que algunos países
aparentemente ya lograron contener la pandemia. Otro comentó que los
paros en la producción, resultado de las medidas de aislamiento,
afectan más a las economías abiertas e integradas a las cadenas
globales de valor y con alta exposición a servicios brindados
presencialmente. Por el lado de la demanda, consideró que el gasto e
ingreso de hogares y empresas está siendo muy afectado.
Añadió que
múltiples empresas enfrentan un entorno de profunda incertidumbre en
la demanda de sus bienes o servicios. Mencionó que las restricciones
a la producción y las afectaciones a la demanda producirán una
significativa reducción en el empleo, reforzando la contracción
económica.
Todos señalaron que
la compleja situación económica global ha dado lugar a importantes
revisiones de las expectativas económicas, las cuales incorporan una
fuerte contracción de la actividad productiva en la primera mitad de
2020.
La mayoría comentó
que se proyectan caídas en la actividad no vistas desde la Gran
Depresión. Uno señaló que se estima que el impacto será más
profundo en las economías avanzadas, lo que intensificaría el
choque de demanda mundial. Añadió que entre las emergentes, las
latinoamericanas serían las más afectadas debido a los menores
precios de las materias primas, un extenso sector informal y
posiciones fiscales frágiles.
Algunos destacaron
que si bien se espera una recuperación importante en 2021, esto se
encuentra sujeto a riesgos considerables incluyendo: i) la
incertidumbre respecto del momento, las condiciones y el ritmo de
reapertura de la economía; ii) el posible resurgimiento de brotes
epidemiológicos en ausencia de una vacuna o tratamiento efectivo;
iii) una mayor cautela para reanudar actividades, y iv) que los daños
a los aparatos productivos y cadenas de suministro sean difíciles de
revertir, especialmente si los sistemas financieros sufren
afectaciones considerables. Todos señalaron que las perspectivas
para la economía mundial continúan marcadamente sesgadas a la baja.
La mayoría mencionó
que las afectaciones a la actividad económica han propiciado una
pronunciada disminución en los precios de las materias primas,
especialmente del petróleo. Agregó que ante la menor demanda y una
capacidad de almacenamiento prácticamente nula, incluso se
registraron cifras negativas en contratos de futuros a ejercerse el
próximo mes.
Uno detalló que
ello se dio a pesar de los acuerdos alcanzados recientemente por los
principales productores. Otro comentó que las presiones sobre la
inflación están contenidas en la mayoría de los países y destacó
que las expectativas de inflación implícitas en instrumentos de
mercado para las principales economías continúan reducidas con
respecto a los niveles registrados a principios de año.
Ante el entorno
descrito, la mayoría comentó que diversos bancos centrales de
economías avanzadas y emergentes redujeron significativamente sus
tasas de interés. Mencionó que actualmente varias economías
avanzadas cuentan con tasas de interés cercanas a cero o incluso
negativas. Uno añadió que con dichas medidas se busca influir no
solo sobre la tasa libre de riesgo, sino también sobre las primas de
riesgo que enfrentan las empresas, abaratando el crédito y con ello
generando confianza. Resaltó que se espera que los bancos centrales
de economías emergentes continúen relajando sus posturas
monetarias, alcanzando tasas reales cercanas a cero o negativas.
La mayoría señaló
que diversos bancos centrales también han implementado medidas
extraordinarias para promover el buen funcionamiento de sus sistemas
financieros.
Enfatizó las
medidas para estabilizar los mercados cambiarios, los programas de
compra de activos y las acciones para fortalecer tanto las
facilidades de liquidez disponibles para los intermediarios
financieros como los canales de crédito. Uno destacó que la Reserva
Federal incluyó deuda corporativa con un amplio rango de
calificaciones crediticias en su programa de compra de activos.
La mayoría comentó
que diversos países han instrumentado medidas fiscales para atenuar
los efectos adversos en el empleo, y en los ingresos de hogares y
empresas. Uno comentó que la adopción de estas medidas también
busca evitar una espiral de aversión al riesgo en los mercados
financieros. Algunos destacaron que los apoyos a hogares y empresas
han alcanzado cantidades significativas como porcentaje del producto
en las principales economías avanzadas. Uno señaló que en las
economías avanzadas estas medidas serán financiadas principalmente
mediante deuda pública.
La mayoría resaltó
que el entorno adverso ha detonado un aumento en la aversión al
riesgo, deteriorando las condiciones financieras globales y
provocando una recomposición en los portafolios de los
inversionistas hacia activos de menor riesgo. Señaló que los
mercados bursátiles de diversos países se han visto
considerablemente afectados por el reacomodo en los portafolios hacia
activos de refugio. No obstante, reconoció que en el último mes los
mercados financieros internacionales presentaron cierta mejora tras
los anuncios de medidas de apoyo en los ámbitos monetario, fiscal y
financiero, si bien algunos mencionaron que persiste un entorno
frágil y volátil. Uno apuntó que existen presiones potenciales
considerables sobre los mercados financieros globales adicionales a
las que se derivan de la situación actual, tales como el
resurgimiento y agudizamiento de tensiones comerciales, políticas y
geopolíticas La mayoría destacó que en este contexto las economías
emergentes han registrado flujos de salida de capital importantes.
Mencionó que ello ha propiciado depreciaciones de sus monedas y
volatilidad en sus mercados cambiarios, así como presiones en los
índices accionarios y en las tasas de interés. Algunos comentaron
que los flujos de salida acumulan en el año el mayor monto del que
se tiene registro. Uno añadió que lo anterior se agravó por las
caídas en los precios de las materias primas y en otras fuentes de
ingresos externos, como las asociadas al turismo y las remesas. Otro
mencionó que las presiones inflacionarias provenientes del ajuste en
el tipo de cambio están contenidas en la mayoría de estos países.
Comentó que la mayor parte de los institutos centrales de las
economías emergentes han disminuido sustancialmente sus tasas de
interés en lo que va del año. Mencionó que la expectativa de
cierre de 2020 para el promedio de la tasa de referencia de estas
economías es inferior a 3.5%, lo cual implica que los países
emergentes están tomando posturas acomodaticias con tasas reales
cercanas a cero o incluso negativas.
Actividad Económica
en México
La mayoría
coincidió en que la pandemia es un choque sin precedente. Uno señaló
que el panorama macroeconómico ha cambiado radicalmente desde la
última decisión de política monetaria. Sobre esto, otro puntualizó
que esto se debe a los choques de oferta y demanda que representa el
distanciamiento social y el confinamiento económico. Uno mencionó
que el país cuenta con más de 8 mil casos confirmados de COVID-19 y
alrededor de 700 decesos, y que se espera que en las próximas
semanas se alcance el pico de contagios. Otro afirmó que la ausencia
de un tratamiento, el rápido contagio y la fatalidad de la pandemia
tienen implicaciones graves en las dimensiones humana y económica.
En cuanto a la
actividad económica nacional, la mayoría apuntó que la oferta ha
resentido las interrupciones en la producción de bienes y servicios,
así como el cierre de establecimientos. Por su parte, la demanda se
ha visto afectada por un menor consumo, consecuencia de la
disminución del ingreso de las personas y las menores oportunidades
de gasto, así como por reducciones en la inversión y en la demanda
externa, en parte por la desaceleración de Estados Unidos. Algunos
destacaron el efecto de la caída en los precios del petróleo. La
mayoría mencionó que los efectos del choque ya se observan en
diversas variables como: i) los indicadores de confianza del
consumidor y empresarial; ii) el gasto en tarjetas de crédito y
débito; iii) los pedidos manufactureros; iv) los índices de
gerentes de compras; v) las ventas de vehículos; vi) el tránsito
aéreo y terrestre, y vii) la ocupación hotelera y el flujo de
turistas. Uno agregó que la actividad económica ya venía
presentando una persistente debilidad, como muestran los indicadores
por el lado del gasto y de la producción para el primer trimestre
del año.
En relación con el
mercado laboral, la mayoría destacó el deterioro en las cifras de
empleo que reporta el IMSS. Algunos resaltaron que en marzo el empleo
formal mostró la mayor disminución mensual desde que se tiene
registro. Uno señaló que en la contracción en dicho mes destacan
las pérdidas registradas en los sectores de servicios, construcción
y en la industria de la transformación.
Otro añadió que
entre el 13 de marzo y el 6 de abril se perdieron 347 mil empleos
formales, cifra superior a los empleos creados en 2019. Estimó que a
ese ritmo se perderían para finales de abril alrededor de 700 mil
empleos, mientras que durante la crisis de 2009 se perdieron cerca de
600 mil en 12 meses. En este contexto, uno expresó que el principal
peligro que enfrentamos es una pérdida de empleos en el corto plazo
que no se podrán recuperar en el mediano plazo, condenando a una
proporción de la población a una situación de pobreza estructural.
Todos señalaron que
ante las afectaciones derivadas de la pandemia, se anticipa una
contracción importante de la actividad económica nacional en el
primer semestre del año, si bien reconocieron que aún se desconoce
la magnitud y duración de los efectos de la pandemia y que la
información disponible aún es limitada. Uno comentó que diversos
indicadores permiten vislumbrar un severo debilitamiento en el sector
de servicios. Añadió que la producción automotriz registró una
contracción anual de más de 24% en marzo, lo que anticipa un
deterioro importante de la actividad manufacturera. Señaló que este
escenario podrá agravarse ante la extensión de las medidas de
distanciamiento social. En este contexto, mencionó que algunos
especialistas prevén una contracción de hasta 34% a tasa anualizada
en el segundo trimestre. Un miembro destacó que la preocupación
acerca de la severidad de la contracción se incrementa semana tras
semana y se refleja en las continuas revisiones a la baja de los
pronósticos, incluyendo las de organismos multilaterales. Otro
apuntó, para dimensionar el cambio en las previsiones económicas,
que al momento de la decisión de política monetaria de marzo la
mediana de la encuesta levantada por un banco comercial proyectaba un
crecimiento del PIB para 2020 y 2021 de 0.7 y 1.6%, respectivamente,
mientras que en la actualidad se ubican en -5 y 1.8%,
respectivamente, señalando que en el margen se observan ajustes
adicionales a la baja. Uno subrayó que el rango de pronósticos para
2020 y 2021 es atípicamente amplio, situándose entre -9 y -3.9% y
entre 0.4 y 5.5%. Algunos apuntaron que se espera una recesión con
un impacto significativo en el mercado laboral y en la producción.
Uno señaló que, a diferencia del estancamiento de 2019, cuando las
mayores afectaciones provinieron del comercio internacional y de la
actividad manufacturera, ahora se anticipa que la contracción más
importante ocurra en el sector no manufacturero, especialmente en los
servicios y el comercio, lo que tendrá repercusiones más graves
sobre el empleo y la ocupación. Otro consideró que debido a la
menor demanda externa, a los menores ingresos de la población, a la
pérdida de confianza y al riesgo para la inversión asociado al
deterioro en las condiciones económicas, los efectos sobre la
demanda serán más profundos y prolongados que aquellos sobre la
oferta, los que mencionó serían transitorios. Uno notó que la
economía mexicana puede registrar en 2020 su mayor contracción
desde la Gran Depresión.
Todos coincidieron
en que el balance de riesgos para el crecimiento está
significativamente sesgado a la baja. La mayoría comentó que este
balance tiene una elevada incertidumbre pues la duración y
profundidad de la pandemia son inciertas. Al respecto, un miembro
comentó que esta recesión tendrá un impacto significativo en el
mercado laboral, en la producción y en prácticamente todos los
sectores de la economía.
Otro mencionó que
entre los principales riesgos se encuentran: i) que se prolonguen las
afectaciones en la producción; ii) menores ingresos y mayores
afectaciones en el empleo, y iii) una fase de contagio pronunciada
que afectaría significativamente a todo tipo de actividad económica
y a los ingresos del sector privado y público, propiciando un
deterioro del riesgo de crédito que podría ocasionar problemas
financieros y de solvencia. Uno añadió que los efectos de la
pandemia podrían agravarse si las políticas económicas para
mitigarlos resultan insuficientes. Algunos comentaron que existe
incertidumbre sobre la fortaleza de la recuperación cuando esta
inicie. Uno afirmó que en caso de materializarse la expectativa de
una recuperación económica relativamente rápida en Estados Unidos
en 2021, esta debería apuntalar a la actividad en México, pero ello
dependería del grado en que la debilidad económica inicial incida
sobre el aparato productivo y el sistema financiero. Enfatizó que
esto subraya la importancia de implementar medidas en diversos
ámbitos orientadas a apoyarlos. Advirtió que la evidencia
disponible es insuficiente para evaluar, con márgenes de confianza
adecuados, la trayectoria futura de la actividad productiva nacional.
La mayoría
coincidió en que las condiciones de holgura se están ampliando
considerablemente y que los efectos de la pandemia profundizarán
significativamente la brecha negativa del producto. Uno estimó que
esta brecha será mucho más amplia durante este año y el siguiente
de lo que se pensaba hace unas semanas. Otro consideró que ello
implicará menores presiones inflacionarias.
Inflación en México
Todos enfatizaron la
disminución que recientemente registró la inflación general,
destacando que esta obedeció, principalmente, a una reducción del
componente no subyacente. Uno notó que en marzo hubo una deflación
respecto de febrero, fenómeno que no se había observado para tal
periodo en la historia reciente del país. La mayoría consideró que
la reducción en la inflación no subyacente se debió,
primordialmente, a la caída en los precios de los energéticos.
Algunos mencionaron que los precios de los productos agropecuarios
aumentaron. Si bien, uno consideró que estos serán transitorios, ya
que este tipo de choques se deshacen a los pocos meses y porque
actualmente dichos productos experimentan una mayor demanda minorista
debido a las medidas de aislamiento social. En cuanto a la inflación
subyacente, la mayoría comentó que esta registró una ligera
reducción en marzo. Uno señaló que la variación mensual de este
componente fue menor al promedio de las variaciones de los últimos
años, si bien otro destacó que las variaciones de algunos rubros se
mantienen por arriba de 4.5%.
Respecto de las
expectativas de inflación, uno notó que aún no se han modificado
de manera importante como resultado de la pandemia. Comentó que las
expectativas provenientes de encuestas siguen ancladas en niveles
cercanos a 3.5%, tanto para las distintas definiciones como para los
diferentes plazos. Algunos señalaron que las de mediano plazo se
mantienen por encima de la meta. Por su parte, uno mencionó que se
ha observado una disminución en la compensación por inflación.
La mayoría mencionó
que es probable que la inflación general descienda en el corto
plazo. Comentó que la disminución se deberá fundamentalmente a los
menores precios de la gasolina. Algunos señalaron que también será
consecuencia de una menor inflación subyacente. Uno puntualizó que
esto último podría ser resultado, en parte, del efecto de la
pandemia sobre rubros como los servicios turísticos. Otro apuntó
que se anticipa que la inflación anual registre un nuevo descenso y
que se ubique por debajo del objetivo al finalizar abril. Uno
puntualizó que en los próximos meses permanecerá muy cerca o
incluso por debajo de la meta.
Algunos indicaron
que si bien diversos factores pueden incidir en la inflación general
en diferentes momentos, se anticipa que esta converja a la meta del
Banco de México en el horizonte en el que opera la política
monetaria.
En lo referente a
los riesgos para la inflación, la mayoría argumentó que estos
están asociados a los efectos de la pandemia en la economía y que
la inflación se vería presionada en dos frentes. En primer lugar,
destacó las presiones a la baja por la ampliación en la brecha
negativa del producto y, en el corto plazo, por los menores precios
de los energéticos. Uno sostuvo que las disminuciones en estos
precios usualmente tienen efectos directos e indirectos duraderos
sobre la inflación. Otro aseveró que el distanciamiento social ya
está interrumpiendo la prestación de ciertos servicios, cuyas
variaciones de precios podrían disminuir. En segundo lugar, la
mayoría señaló las presiones al alza por la depreciación del tipo
de cambio, las cuales dependerán de su magnitud y persistencia.
Algunos mencionaron que en el corto plazo los choques de oferta
derivados de las afectaciones a las cadenas de suministro y en
general de las disrupciones en la producción, ejercerían presiones
al alza sobre la inflación. Uno estimó que estas posibles presiones
al alza en precios han sido más que compensadas por las presiones a
la baja antes referidas. Otro opinó que el ajuste al alza en el tipo
de cambio tendrá un impacto relativamente limitado sobre la
inflación, tomando en cuenta lo que sugieren múltiples estudios.
Consideró que, en una situación tan compleja como la actual, no
deben sobreestimarse los riesgos al alza para la inflación, en
particular los asociados al tipo de cambio.
La mayoría indicó
que la incertidumbre sobre el balance de riesgos para la inflación
se ha acentuado significativamente. Algunos puntualizaron que el
entorno incierto para la inflación prevalece particularmente para el
largo plazo. Uno notó que la incertidumbre está asociada a: i)
posibles cambios en los patrones de consumo y sus efectos sobre la
formación de precios; ii) la magnitud y duración de los choques;
iii) la persistencia de condiciones adversas en los mercados
financieros; iv) los efectos de la disrupción de cadenas globales de
valor y la posible escasez de algunos bienes, y v) posibles efectos
de segundo orden derivados de la percepción de que la depreciación
cambiaria sea permanente. Otro comentó que si bien coincide en que
el efecto neto de los choques recientes sobre la inflación es
incierto, ante la dimensión de la caída prevista del producto, la
probabilidad de que el choque de demanda predomine ha aumentado,
aunque en un entorno sujeto a riesgos significativos. Uno consideró
que el balance de riesgos para la inflación en México está
claramente sesgado a la baja. Otro precisó que dicho balance se
encuentra sesgado a la baja en el corto plazo. Destacó que la
incertidumbre prevalece en el mediano y largo plazos debido a que: i)
el índice de precios pierde relevancia al tener a un sector de la
economía sin poder consumir libremente; ii) se desconoce cuál será
la dinámica de precios una vez que se levanten las medidas de
confinamiento; iii) un porcentaje significativo de la reducción de
la inflación se debe al componente no subyacente, lo que podría
revertirse, y iv) las expectativas de inflación de mediano plazo se
mantienen por encima de la meta. A lo anterior agregó la pérdida de
eficiencia en la medición de la inflación y de otros indicadores
económicos por problemas con la recopilación de datos, derivados de
las medidas de distanciamiento social. Apuntó que si bien se
plantean métodos remotos para levantar encuestas, dicho cambio
metodológico implica menor calidad en la información y en el
diagnóstico de las circunstancias.
Entorno
Macrofinanciero
La mayoría resaltó
el deterioro en los mercados financieros nacionales derivado de los
choques asociados a la pandemia, si bien reconocieron que
recientemente se ha observado una ligera mejoría, aunque persisten
riesgos para su desempeño. Algunos señalaron que los mercados
mantienen un importante grado de volatilidad. Todos destacaron la
depreciación que presentó la moneda nacional. Algunos comentaron
que entre las monedas de economías emergentes, el peso mexicano es
una de las divisas con mayor depreciación acumulada en el año. Uno
señaló que desde la última decisión de política monetaria la
cotización del tipo de cambio alcanzó un nuevo máximo histórico,
de 25.77 pesos por dólar. Asimismo, comentó que en el mercado
cambiario los diferenciales de compraventa se ampliaron a niveles sin
precedentes. Indicó que en el entorno descrito se ha registrado una
transición de una posición larga a una corta en instrumentos
cambiarios de corto plazo en pesos. Otro consideró que, aunque la
depreciación se explica, en parte, por factores que han afectado a
las economías emergentes de manera generalizada, la presencia de
factores idiosincrásicos es evidente, como lo muestran las recientes
reducciones a la calificación de la deuda soberana y de Pemex. Uno
sostuvo que la depreciación del peso ha ocurrido a pesar del alto
diferencial de tasas de interés con respecto a la Reserva Federal.
Respecto de los
mercados de renta fija, la mayoría mencionó que las tasas de
interés de valores gubernamentales, después de haber aumentado
considerablemente, han disminuido, aunque siguen volátiles. Uno
señaló que la pendiente de la curva de rendimientos aumentó, ya
que las primas por plazo continúan reflejando preocupaciones por
factores relacionados con políticas internas. Algunos subrayaron
que se registraron fuertes salidas de capital extranjero. Uno
especificó que durante marzo se observó una salida de 6 mil
millones de dólares, cifra nunca vista en un solo mes. La mayoría
notó que las primas de riesgo aumentaron significativamente. Uno
resaltó que las correspondientes a la cobertura por riesgo de
incumplimiento de pagos (CDS) a 5 años registraron el mayor aumento
entre las principales economías emergentes en el año. Otro comentó
que estos instrumentos detuvieron su tendencia alcista después de la
última decisión de política monetaria.
La mayoría advirtió
que el entorno adverso que enfrenta la economía nacional derivado de
la pandemia y de los menores precios del petróleo se ha visto
agravado por factores idiosincráticos.
En este contexto,
destacó las recientes reducciones a la calificación de la deuda
soberana y de Pemex por parte de tres agencias.
Puntualizó que una
ubicó a la deuda soberana en un nivel superior a la pérdida de
grado de inversión y que dos de ellas ubicaron la deuda de Pemex por
debajo del grado de inversión. Al
respecto, uno notó
que estos ajustes obedecieron a preocupaciones respecto a: i) la
caída en los precios del petróleo; ii) la fragilidad de las
finanzas públicas; iii) la sostenibilidad financiera de Pemex, y iv)
el debilitamiento institucional derivado de políticas internas.
Añadió que, si bien el mercado ya había descontado estos ajustes,
es previsible que se observen ventas adicionales de dichos activos
por parte de inversionistas y que ello propicie un mayor apretamiento
de las condiciones de financiamiento de la empresa y del país, lo
cual podría obstaculizar la recuperación una vez que pase la
emergencia sanitaria. Otro indicó que la caída en los precios del
petróleo se ha traducido en una reducción de los ingresos y la
rentabilidad de Pemex, así como en mayores primas de riesgo de sus
bonos.
La mayoría destacó
la importancia de medidas de política fiscal ante la situación
actual, si bien apuntó que no debe ponerse en riesgo la
sostenibilidad fiscal. Al respecto, uno señaló que hay poco margen
debido a la fragilidad de las finanzas públicas y de Pemex, lo cual
se ha reflejado en el deterioro de la calidad crediticia observado en
estos días. Otro señaló que son indispensables medidas fiscales
que atiendan los efectos de la emergencia sanitaria y apoyen a micro,
pequeñas y medianas empresas y a hogares de menores ingresos. Agregó
que para ello se requiere de una reevaluación de las prioridades y
la implementación de esquemas que permitan una mayor participación
del sector privado en los proyectos de inversión pública con alta
rentabilidad social y económica. Uno consideró que actualmente se
cuenta con un espacio limitado para contratar deuda adicional.
Sostuvo que existe espacio para flexibilizar la política monetaria y
así poder reducir el costo financiero del gobierno. Mencionó que
tan solo en 2019, los intereses, comisiones y otros gastos de la
deuda del sector público ascendieron a más de 900 mil millones de
pesos, es decir, alrededor de 4% del PIB. Concluyó que reducciones
de la tasa de política monetaria también podrían ayudar a la salud
de las finanzas públicas liberando espacio para incrementar deuda y
así poder estimular a la economía.
Ante una coyuntura
adversa como la actual, la mayoría destacó la importancia de
mantener fundamentos macroeconómicos sólidos y de adoptar acciones
que propicien un mejor ajuste de los mercados financieros y de la
economía en su conjunto. Asimismo, señaló que, en este entorno, es
importante generar políticas públicas que den certidumbre para la
inversión privada. Al respecto, mostró preocupación por el
deterioro del Estado de derecho y la persistente inseguridad, lo cual
se traduce en un ambiente poco propicio para la inversión. Algunos
notaron que los choques externos agravaron una problemática que ya
se venía gestando, la cual era principalmente resultado de la falta
de confianza derivada de decisiones de política pública, así como
del deterioro del Estado de derecho, del marco institucional y de la
seguridad pública. Uno mencionó que marzo culmina como el mes más
violento en 18 meses, por número de ejecuciones y homicidios. No
existe planta productiva que pueda soportar condiciones de
inseguridad de esta magnitud; se trata de una agenda indispensable
para la reactivación económica. En este sentido, ninguna medida
monetaria o fiscal podrá ofrecer los beneficios esperados si no se
cuenta con la confianza para invertir. Otro consideró que el
conjunto de factores anteriores, junto con la percepción de
esfuerzos insuficientes en materia fiscal para hacer frente a los
choques externos, han contribuido al menoscabo del ambiente para la
inversión privada y acrecentado las dudas sobre el potencial de
crecimiento del país en los siguientes años y sus implicaciones
para las finanzas públicas.
Resaltó que esta
situación se complica ante la preocupación por las inciertas
perspectivas de Pemex y el posible agotamiento de los recursos del
FEIP en un futuro cercano, dando lugar a dudas entre los
inversionistas sobre la viabilidad de que la deuda soberana mantenga
el grado de inversión. Afirmó que la superación de la crisis
actual y el fortalecimiento de las perspectivas de crecimiento en el
largo plazo requieren de una reorientación profunda de la estrategia
económica.
Política Monetaria
Ante las
afectaciones previstas en la inflación, la actividad económica y
las condiciones financieras, derivadas del COVID-19, todos
coincidieron en disminuir en 50 puntos base el objetivo para la Tasa
de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 6%. Asimismo,
coincidieron en implementar medidas adicionales para promover un
comportamiento ordenado de los mercados financieros, fortalecer los
canales de otorgamiento de crédito en la economía y proveer
liquidez para el sano desarrollo del sistema financiero. La mayoría
señaló en este contexto la importancia de dar una respuesta
oportuna ante la rápida evolución de las circunstancias.
Uno señaló que se
deben evaluar las disyuntivas asociadas a las perspectivas de
inflación en un entorno que si bien es incierto en cuanto a la
magnitud y persistencia de los choques a los que está sujeta, es
claro que se registrará una importante contracción económica. Otro
apuntó que haciendo un balance de los factores que afectan a la
inflación y, en particular, considerando la mayor probabilidad de
que el choque de demanda sobre la inflación prevalezca sobre otros
que operan en sentido contrario, una menor tasa de referencia es
congruente con la convergencia de la inflación a la meta de 3%
durante el periodo de influencia de la política monetaria. Asimismo,
consideró que la disminución propuesta permitiría un balance
adecuado entre los márgenes que se abren para la política monetaria
y los riesgos que todavía se observan. Uno agregó que es importante
que se comunique de manera clara que el principal propósito de
reducir la tasa de referencia, dada la inflación observada, es
apoyar el funcionamiento de los mercados financieros frente a la
incertidumbre y volatilidad ocasionados por la pandemia, y no tiene
como objetivo primordial estimular el consumo y la inversión.
Otro indicó que en
un entorno de ampliación en las condiciones de holgura, la tasa de
rendimiento esperada del capital es más baja y para evitar
distorsiones en el mercado de crédito, es conveniente que la tasa a
la que se fondean los proyectos de inversión se ajuste a la baja,
por lo que se requiere de un relajamiento monetario. Lo anterior
indicó que mejoraría las condiciones financieras, lo cual es una
condición necesaria mas no suficiente para reactivar el crédito.
Asimismo, señaló que aun cuando la posición relativa es solo
ligeramente restrictiva, a pesar del alto diferencial de tasas con
Estados Unidos, la postura absoluta se encuentra por encima de la
tasa neutral de corto plazo, cuando debería estar ya por debajo.
Algunos consideraron que el ajuste al alza en los indicadores de
riesgo país muestra que la posición monetaria relativa no cuenta
con un margen amplio como comúnmente se cree. Uno agregó que el
incremento en la salida de flujos de capital también sugiere que el
margen no es amplio. Otro añadió que las condiciones monetarias en
diversas economías se han relajado de manera importante, por lo que
la postura monetaria relativa se mantiene amplia con respecto a otras
economías, incluyendo economías emergentes con mayor riesgo
crediticio que México. No obstante, mencionó que, ante la magnitud
del choque a la actividad económica y el aumento en la aversión al
riesgo, los diferenciales de tasas de interés no han sido
determinantes de los ajustes de portafolio observados. Destacó que
incluso las monedas y losinstrumentos con mercados más líquidos y
profundos pudieron haber registrado mayores salidas de capitales. Sin
embargo, enfatizó que en la medida en que se normalice el apetito
por riesgo, los diferenciales de tasas podrán ser más relevantes.
Un integrante señaló
que, en este momento, los mercados financieros nacionales están
siendo más afectados por las preocupaciones de los inversionistas en
torno al débil desempeño de la actividad real, y en menor medida
por el diferencial de tasas. Sostuvo que, en lo que va del año, el
peso mexicano ha sido una de las divisas con peor desempeño a pesar
del alto diferencial de tasas de interés que todavía se mantiene
con respecto a la Reserva Federal. Agregó que la depreciación
cambiaria en economías con bajos diferenciales de tasas ha sido
menor que la observada en economías con altos diferenciales.
Argumentó que esto podría reflejar la expectativa de los
inversionistas de que la política monetaria acomodaticia de las
primeras les permitirá una recuperación económica más rápida y
una contracción menor de la actividad real. Apuntó que un argumento
para mantener un elevado diferencial de tasas, consiste en observar
que el diferencial ajustado por volatilidad cambiaria ha disminuido.
No obstante, añadió que cuando se toma en cuenta que la volatilidad
del tipo de cambio podría ser en parte consecuencia de las altas
tasas de interés y de su impacto sobre la actividad económica, el
comportamiento reciente del diferencial cambiario llama precisamente
a la acción opuesta: es decir, a promover una reducción aún mayor
del diferencial de tasas de interés. En el mismo sentido, sostuvo
que el incremento de las primas de riesgo que se ha observado no
limita el margen para disminuir la tasa de política monetaria, sino
que constituye una razón adicional para continuar reduciéndola ya
que una disminución substancial permitiría contrarrestar el efecto
de las mayores primas de riesgo, al mantener o incluso reducir el
costo del crédito para las empresas.
Agregó que ante los
flujos de salida que se han registrado en las últimas semanas, la
preocupación de que un relajamiento monetario pudiera propiciar una
depreciación significativa debería estar descartada. Comentó que
otras economías latinoamericanas han reducido sustancialmente sus
diferenciales de tasas, sin que esto les haya significado
depreciaciones mayores a las del peso mexicano. Adicionalmente,
sostuvo que la decisión de disminuir en 50 puntos base la tasa de
política monetaria en la reunión de marzo tuvo efectos benéficos
sobre los mercados financieros. Mencionó que las tasas de interés
de bonos gubernamentales disminuyeron en todos sus plazos. Comentó
que cuando un relajamiento monetario es percibido como un riesgo para
la inflación, las tasas de largo plazo tienden a subir reflejando la
mayor expectativa inflacionaria. Por consiguiente, argumentó que el
comportamiento reciente de las tasas de interés refleja que el
mercado no anticipa presiones inflacionarias asociadas a una postura
monetaria menos restrictiva. Señaló que, por ello, se cuenta con
amplio espacio para continuar disminuyendo la tasa de política,
favoreciendo los mercados financieros sin crear presiones
inflacionarias.
La mayoría
coincidió en que la política monetaria, por si sola, no podrá
resolver las dificultades generadas por los choques que están
afectando a la economía. Uno argumentó que el canal del crédito es
ineficiente para estimular a la economía. Resaltó que el Banco
tiene la mejor disposición para contribuir a enfrentar esta
pandemia, dentro de los límites que el marco institucional le
permite, sin poner en entredicho su objetivo prioritario o su
autonomía y preservando su credibilidad. Otro agregó que, si bien
en el contexto actual son indispensables las medidas de relajamiento
monetario, la superación de la crisis requiere de acciones adecuadas
tanto de salud pública como fiscales. Agregó que la política
monetaria solo puede contribuir al crecimiento económico de largo
plazo mediante la creación de condiciones de estabilidad
macroeconómica. Señaló que el impacto sobre la actividad es
modesto incluso a lo largo del ciclo, en virtud de las
características del sistema financiero del país. Además, enfatizó
que ante choques como los actuales, la política monetaria tiene
limitaciones para suavizar las fluctuaciones de la actividad. Indicó
que para impulsar el crecimiento económico se requiere de un
conjunto de políticas enfocadas a fomentar un ambiente propicio para
la inversión privada y el crecimiento de la productividad.
Uno consideró que
es erróneo pensar que una tasa de interés baja no puede contribuir
a la recuperación económica. Añadió que el costo y acceso al
crédito para las micro, pequeñas y medianas empresas, que son las
que más empleos generan y las que se verán más afectadas por la
pandemia, se verían altamente favorecidos ante una disminución
sustancial de las tasas de interés. Argumentó que la política
fiscal también podría contribuir, pero si los costos de
endeudamiento para el gobierno continúan siendo altos, el espacio
para un estímulo fiscal sería limitado. Consideró que una tasa de
interés alta repercute sobre la salud de las finanzas públicas,
incrementando su costo financiero. No obstante, comentó que existe
espacio para flexibilizar la política monetaria y así reducir el
costo financiero del gobierno. La mayoría opinó que el panorama
para la política monetaria sigue siendo complejo.
Destacó la
combinación de una fuerte contracción de la actividad económica,
presiones en ambos sentidos para la inflación y volatilidad en los
mercados financieros. Uno destacó la importancia de identificar las
diferentes disyuntivas que enfrenta la política monetaria,
monitorear los escenarios que se vayan materializando y definir los
ajustes más convenientes para la política monetaria. Algunos
enfatizaron la importancia de contar con mayor información oportuna,
que permitirá monitorear qué escenarios se materializarán.
La mayoría apuntó
la importancia de que el Banco de México actúe con prudencia. Uno
indicó que se han materializado algunos riesgos asociados a las
finanzas públicas y a la situación financiera de Pemex, por lo que
es necesario actuar con cautela. Otro comentó que bajo las
tendencias que se prevén, existen condiciones para considerar un
relajamiento adicional de la política monetaria, inclusive en el
corto plazo. Sin embargo, en virtud de los riesgos para la inflación
y de la elevada volatilidad en los mercados financieros, será
indispensable proceder con prudencia. Uno agregó que prevalecen
diversos factores de riesgo que podrían tener consecuencias
negativas sobre la credibilidad del compromiso del Instituto Central
con la meta de inflación. Indicó que ante la emergencia económica
y el nivel de inflación actual, el énfasis debe ser la provisión
de la liquidez necesaria y evitar que se afecte la estabilidad
financiera. Otro opinó que la política monetaria más prudente en
esta coyuntura es una reducción sustancial en la tasa de referencia,
con el fin de que la tasa de interés real se ubique por debajo de su
nivel neutral lo más pronto posible, sin descartar la posibilidad de
transitar hacia una tasa real cercana a cero o incluso negativa.
Agregó que no hacer lo anterior, o postergarlo por demasiado tiempo,
sería una decisión poco prudente, ya que afectaría a la economía
nacional en un momento de crisis económica, dañaría a los mercados
financieros y pondría en peligro a la estabilidad de precios. Todos
reconocieron que el marco macroeconómico global y nacional ha
cambiado considerablemente en las últimas semanas, y ante la
conveniencia de actuar oportunamente, era necesario tomar una
decisión de política monetaria fuera del calendario anunciado y
acompañarla de medidas adicionales para promover un comportamiento
ordenado de los mercados financieros, fortalecer los canales de
otorgamiento de crédito y proveer liquidez para el sano desarrollo
del sistema financiero. Uno argumentó que ante la emergencia,
múltiples agentes económicos, empresas y hogares, necesitan contar
con fuentes de financiamiento, para poder compensar la reducción en
sus ingresos por las medidas de distanciamiento social. La caída de
ingresos, en combinación con la mayor aversión al riesgo, puede
tener como resultado un mercado financiero segmentado, en el que solo
los emisores de menor riesgo y mayor tamaño puedan tener acceso a
financiamiento. Recalcó que en un entorno como el actual, el
adecuado funcionamiento de los canales de crédito es precisamente
más necesario. Añadió que en un contexto de paros obligatorios en
la producción de bienes y servicios, la reducción de las tasas de
interés puede tener un menor efecto sobre la demanda agregada en el
corto plazo. En este contexto, para fortalecer al sistema financiero
y proveer de mayor liquidez al sistema de pagos es necesario: i)
mejorar el funcionamiento de los mercados financieros, fortaleciendo
su proceso de descubrimiento de precios en un amplio rango de
activos; ii) proveer liquidez suficiente y evitar su segmentación,
para propiciar el sano desarrollo del sistema financiero, y iii)
fortalecer los canales de otorgamiento de crédito, para que el
financiamiento llegue a una amplia gama de acreditados. En
particular, a través de medidas que: i) otorguen mayor liquidez al
mercado de fondeo diario en la apertura de los mercados y amplíen el
colateral elegible para las facilidades de financiamiento; ii)
aumenten los plazos y el tipo de instrumentos con los cuales la banca
puede realizar operaciones de reporto con el Banco de México, a fin
de dar mayor liquidez y fortalecer el mercado secundario de dichos
títulos, así como realizar operaciones encaminadas a propiciar un
mejor funcionamiento de la curva de rendimientos en valores
gubernamentales, y iii) provean recursos a la banca para que esta
otorgue crédito a micro, pequeñas y medianas empresas, así como a
los hogares afectados por la pandemia.
Otro destacó que al
facilitar que el sistema financiero cumpla con su función de
movilizar fondos prestables, dichas medidas contribuirán a que la
economía absorba de manera ordenada el choque real que implica la
pandemia. Uno subrayó que dichas medidas son necesarias ante el
comportamiento volátil que han registrado los mercados financieros
nacionales. En este sentido, mencionó que estas acciones
coadyuvarían a mejorar las condiciones de operación en el mercado
de renta fija, las cuales se han deteriorado de manera importante a
pesar de las disminuciones generalizadas de los rendimientos sobre
valores gubernamentales. Apuntó que ante una crisis como la actual,
el Banco Central debe actuar en varios frentes para contribuir a
preservar condiciones de estabilidad financiera y estimular la
expansión del crédito bancario que, además de aliviar el impacto
de la pandemia, apoyen el fortalecimiento de la confianza.
Otro apuntó que
previo a las medidas anunciadas en esta decisión de política
monetaria, ya se habían tomado acciones como reducir el depósito de
regulación monetaria y flexibilizar algunas facilidades de crédito,
además de la ampliación del crédito en moneda extranjera,
aprovechando la línea de intercambio de divisas con la Reserva
Federal.
Mencionó que
algunas de las acciones del nuevo paquete de medidas están enfocadas
a ampliar el colateral elegible para el acceso a las facilidades de
liquidez y para aumentar su cobertura a la banca de desarrollo.
Asimismo, señaló que en dicho paquete se incluyen medidas para
fortalecer los canales de crédito y programas en coordinación con
la SHCP para asegurar el buen comportamiento del mercado de bonos,
para mejorar el posicionamiento del sector bancario ante la gran
salida de flujos al exterior.
Indicó que, en
concordancia con la Comisión de Cambios, el paquete incorpora
coberturas cambiarias con contrapartes no domiciliadas en el país.
Comentó que el Comité de Regulación de Liquidez Bancaria ha
instrumentado políticas macroprudenciales contracíclicas relajando
temporalmente los requisitos mínimos de liquidez, entre otras
medidas. Argumentó que con estas acciones las instituciones
financieras podrán alcanzar un mejor balance ante las tensiones en
su posición financiera, en especial si los incrementos en la
morosidad afectan su liquidez. Agregó que la compleja coyuntura
demanda la implementación de acciones decididas, muchas de las
cuales no tienen precedente. Expresó que a pesar de estas medidas,
la caída en la actividad económica es tan profunda y complicada que
puede revelar o agudizar fallas estructurales ya existentes. Por
ello, esta situación extraordinaria requiere que se actúe de una
manera más audaz y más allá de los esquemas tradicionales.
3. DECISIÓN DE
POLÍTICA MONETARIA
Considerando los
riesgos derivados de la pandemia del COVID-19 para la inflación, la
actividad económica y los mercados financieros, se plantean retos
importantes para la política monetaria y la economía en general.
Ante las afectaciones previstas, con la presencia de todos sus
miembros, la Junta de Gobierno decidió por unanimidad disminuir en
50 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a
un día a un nivel de 6%. Asimismo, la Junta de Gobierno decidió
implementar medidas adicionales para promover un comportamiento
ordenado de los mercados financieros, fortalecer los canales de
otorgamiento de crédito en la economía y proveer liquidez para el
sano desarrollo del sistema financiero.
La Junta de Gobierno
tomará las acciones que se requieran con base en la información
adicional, de tal manera que la tasa de referencia sea congruente con
la convergencia ordenada y sostenida de la inflación general a la
meta del Banco de México en el plazo en el que opera la política
monetaria. Perseverar en fortalecer los fundamentos macroeconómicos
y adoptar las acciones necesarias, tanto en el ámbito monetario como
fiscal, contribuirá a un mejor ajuste de los mercados financieros
nacionales y de la economía en su conjunto.
4. VOTACIÓN
Alejandro Díaz de
León Carrillo, Irene Espinosa Cantellano, Gerardo Esquivel
Hernández, Javier Eduardo Guzmán Calafell y Jonathan Ernest Heath
Constable votaron a favor de reducir el objetivo para la Tasa de
Interés Interbancaria a un día en 50 puntos base a un nivel de 6%.
ANEXO
La información
presentada en este Anexo fue elaborada para esta sesión por las
Direcciones Generales de Investigación Económica y de Operaciones
de Banca Central, ambas del Banco de México, y no necesariamente
refleja las consideraciones de los miembros de la Junta de Gobierno
respecto de su decisión de política monetaria.
A.1. Condiciones
externas 5.80
A.1.1. Actividad
económica mundial La pandemia del COVID-19 y las medidas adoptadas
para evitar su propagación han seguido afectando la actividad
económica mundial. Ello ha dado lugar a importantes revisiones de
las expectativas de crecimiento mundiales, las cuales incorporan una
fuerte contracción de la actividad productiva en la primera mitad de
2020 y una recuperación en 2021 (Gráfica 1). Dichas previsiones
están sujetas a un elevado grado de incertidumbre y su balance de
riesgos está significativamente sesgado a la baja. La menor
actividad global también propició una marcada disminución en los
precios de las materias primas, especialmente del petróleo. En el
caso de este último, a pesar del acuerdo recientemente alcanzado
entre diversos productores para disminuir la oferta, sus precios no
se han recuperado debido a la expectativa de una menor demanda y la
falta de capacidad de almacenamiento. En este contexto, los menores
precios de energéticos y la menor demanda agregada han resultado en
una disminución de la inflación en la mayoría de las economías,
en diversos casos manteniéndose por debajo de los objetivos de sus
respectivos bancos centrales. La emergencia económica ha llevado a
diversos bancos centrales de economías avanzadas y emergentes a
seguir reduciendo significativamente sus tasas de interés y a
implementar nuevas medidas extraordinarias para promover el buen
funcionamiento de sus sistemas financieros.
Asimismo, diversos
países han seguido instrumentado medidas de estímulo fiscal para
atenuar los efectos adversos en el empleo y en los ingresos de
hogares y empresas. En este entorno, las condiciones financieras
globales se han deteriorado, registrándose una recomposición de los
portafolios de los inversionistas hacia activos de menor riesgo, así
como una reducción en la tenencia de activos de economías
emergentes. Este ajuste ha propiciado una depreciación de las
monedas de dichas economías y una alta volatilidad en sus mercados
cambiarios. En Estados Unidos, se prevé que el PIB se contraiga
durante el primer trimestre del año como resultado de las
afectaciones a las cadenas de suministro y de una caída en el gasto
en consumo e inversión privada. En efecto, en marzo se registró una
severa contracción de las ventas al menudeo, en tanto que
indicadores sobre ventas de casas existentes y producción de equipo
apuntan a una contracción de la inversión residencial y de los
negocios. Adicionalmente, los índices de confianza del consumidor y
del sector de la construcción, así como otros indicadores
disponibles a abril, sugieren que el deterioro de la actividad
económica se acentuará en el segundo trimestre del año.
La producción
industrial en Estados Unidos se contrajo en marzo a una tasa mensual
de 5.4% ante el cierre de fábricas derivado de la crisis sanitaria.
Dicho comportamiento
reflejó caídas en sus tres principales subsectores, destacando la
reducción de 6.3% en la producción manufacturera, la cual es su
mayor disminución desde febrero de 1946. Por su parte, algunos
indicadores disponibles a abril, tales como los Índices de Gerentes
de Compras del Sector Manufacturero de los Bancos de la Reserva
Federal de Filadelfia y de Nueva York, se desplomaron, lo que sugiere
que la debilidad observada en dicho sector podría profundizarse
hacia delante.
Los indicadores del
mercado laboral en Estados Unidos registraron un fuerte deterioro
ante las medidas para contener la propagación del COVID- 19. En
particular, en marzo el empleo en el sector no agrícola se contrajo
en 701 mil plazas, siendo su mayor caída desde marzo de 2009. A su
vez, la tasa de desempleo aumentó de 3.5% en febrero a 4.4% en marzo
(Gráfica 2). Por su parte, las solicitudes iniciales del seguro de
desempleo aumentaron en alrededor de 22 millones en las cuatro
semanas que concluyeron el 11 de abril, por lo que se prevé que en
abril se observará una fuerte caída en el empleo y un alza
significativa en la tasa de desempleo. En la zona del euro, los
indicadores disponibles apuntan a una contracción de la actividad
económica en el primer trimestre de este año. Si bien las cifras
disponibles a febrero sobre empleo, ventas al menudeo y producción
industrial aún no capturan completamente los efectos de las medidas
adoptadas para contener la pandemia, los indicadores prospectivos,
como los Índices de Gerentes de Compras, se desplomaron en
marzo,reflejando dichos efectos en diversas economías de la región.
De igual forma, los índices de confianza de los consumidores y de
sentimiento económico se contrajeron en ese mes, indicando este
último mayores afectaciones para el sector de servicios. En este
contexto, se prevé que la actividad económica en esa región se
contraiga fuertemente durante el primer semestre del año.
En Japón, la
información disponible sugiere una nueva contracción del PIB
durante el primer trimestre del año. Los indicadores prospectivos,
como los Índices de Gerentes de Compras, registraron una caída en
el mes de marzo en el sector manufacturero y, de manera más
acentuada, en el sector servicios.
Por su parte, se
prevé una contribución negativa de las exportaciones netas, debido
a las afectaciones a las cadenas globales de suministro y a la menor
demanda global. Asimismo, se espera una disminución en el consumo
privado resultado de las medidas para contener la pandemia.
En las economías
emergentes, la información más reciente sugiere un deterioro
significativo en la actividad económica durante el primer trimestre
de este año, particularmente en las economías de Asia altamente
integradas a China y en las exportadoras de materias primas. La
actividad económica de China cayó en 6.8% a tasa anual durante el
primer trimestre del año, siendo esta la primera caída en cuatro
décadas (Gráfica 3). Cabe destacar que los datos más recientes
para ese país, como la producción industrial, las ventas al menudeo
y la inversión en activos fijos, mostraron una recuperación en
marzo a medida que se ha mitigado la propagación del COVID-19 y se
han reactivado gradualmente la producción y las actividades
comerciales y de servicios, por lo que podría observarse un repunte
de esa economía en el segundo trimestre del año. En América
Latina, se prevé que la debilidad económica se haya acentuado
durante el primer trimestre de 2020 ante las medidas para contener el
contagio del virus, el debilitamiento de la demanda global, las
salidas de capitales y la caída en los precios de las materias
primas, y que dicha debilidad se profundice en el segundo trimestre.
Los precios
internacionales de las materias primas registraron un comportamiento
heterogéneo desde la última decisión de política monetaria en
México.
En particular, se
observó una fuerte caída en los precios del crudo, ante las
expectativas de una menor demanda de petróleo derivadas de los
efectos globales de la pandemia. Si bien a mediados de abril, los
principales países productores de petróleo llegaron a un nuevo
acuerdo de recortes en la producción para los próximos años, los
precios del crudo incluso siguieron disminuyendo. En particular, la
rápida reducción en la capacidad de almacenamiento disponible,
aunada a la expiración de contratos de petróleo para entrega en
mayo, provocaron que el precio de los futuros del WTI cayera a
terreno negativo por primera vez en la historia. Si bien los precios
de los metales industriales y de algunos granos han registrado una
recuperación moderada como resultado del relajamiento de las medidas
de confinamiento en China, estos permanecen en niveles inferiores a
los alcanzados al inicio de la pandemia.
A.1.2. Política
monetaria y mercados financieros internacionales
La inflación
general en la mayoría de las economías avanzadas mostró una
disminución en marzo debido, principalmente, a la caída en los
precios de la energía y a una menor demanda agregada como resultado
de la pandemia, manteniéndose por debajo de las metas de sus
respectivos bancos centrales. Por su parte, la inflación subyacente
también ha disminuido recientemente, igualmente reflejando los
efectos de la caída en la actividad económica. Por otro lado, las
expectativas de inflación derivadas de instrumentos financieros
permanecieron en niveles bajos. En la mayoría de las economías
emergentes también se observaron disminuciones en la inflación por
los mismos motivos.
En este entorno,
diversos bancos centrales de economías avanzadas y emergentes
siguieron reduciendo significativamente sus tasas de interés y
continuaron implementando medidas extraordinarias para promover el
buen funcionamiento de sus sistemas financieros. Las expectativas
extraídas de instrumentos de mercado siguieron anticipando que los
bancos mantendrán una postura de política monetaria altamente
acomodaticia (Gráfica 4). En las economías emergentes, desde la
última decisión de política monetaria en México, diversos bancos
centrales anunciaron recortes en sus tasas de interés de referencia,
en algunos casos en reuniones no calendarizadas, destacando los casos
de Filipinas, China, Sudáfrica, Polonia, República Checa, Perú,
Chile, Colombia e Israel, entre otros. Por otro lado, algunos bancos
centrales anunciaron nuevas medidas de liquidez e intervenciones en
los mercados financieros para promover su buen funcionamiento.
Algunas de las
decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales
que destacaron en el periodo son las siguientes: i) Luego de la
decisión fuera de calendario tomada a mediados de marzo, la tasa de
referencia de la Reserva Federal se mantuvo en un rango de 0% a
0.25%. Dicha institución anunció acciones complementarias a las
previamente implementadas para proveer liquidez, apoyar las
necesidades crediticias de las empresas y promover el buen
funcionamiento de los mercados financieros. Entre ellas, la compra de
activos por el monto que sea necesario, incluyendo valores
respaldados por hipotecas comerciales, y el aumento en sus
operaciones de reporto. De igual forma, anunció nuevas facilidades
de crédito para participantes del mercado primario y secundario de
deuda corporativa y de valores respaldados por activos a plazo.
Además, implementó la facilidad de liquidez del programa de
protección de nómina (Paycheck Protection Program) y de liquidez
municipal, entre otras. Finalmente, con el objetivo de proveer
liquidez en dólares incrementó la frecuencia de sus operaciones de
swaps cambiarios con otros bancos centrales y estableció una
facilidad de reportos para bancos centrales y autoridades monetarias
internacionales que les permite intercambiar bonos del Tesoro por
dólares. ii) El Banco Central Europeo (BCE) no ha modificado su
postura monetaria después de que en su reunión de marzo mantuvo sus
tasas de interés de referencia en niveles cercanos a cero. En
adición a las medidas establecidas previamente, como préstamos de
largo plazo y compras de activos adicionales, dicho banco central
anunció recientemente nuevas acciones para proporcionar liquidez a
los bancos. Entre ellas, ajustar las normas sobre garantías para
acceder a las operaciones de suministro de liquidez y aumentar la
tolerancia al riesgo en la provisión de crédito a través de sus
operaciones de refinanciamiento.
iii) El Banco de
Inglaterra mantuvo sin cambio su tasa de interés en 0.1% en su
última reunión de marzo, después de haberla disminuido en 65
puntos base en dos reuniones previas no calendarizadas y de haber
anunciado nuevos esquemas de financiamiento a plazo y corporativo.
Asimismo, anunció que continuará con el incremento en su programa
de compra de activos en 200 mil millones de libras anunciado
previamente, para un total de 645 mil millones de libras.
iv) El Banco de
Japón no ha modificado su postura de política monetaria desde su
reunión no calendarizada en marzo, en la que mantuvo la tasa de
referencia en un nivel de -0.1% y la tasa objetivo de 10 años en 0%,
y en la que anunció diversas medidas para ampliar la provisión de
fondos en los mercados financieros.
Recientemente, dicha
Institución anunció medidas adicionales para mantener la
estabilidad en el mercado de reportos.
v) El Banco de
Canadá, después de haber disminuido en dos ocasiones su tasa de
referencia en el mes de marzo, anunció un tercer recorte de 50
puntos base a finales del mes, llevando dicha tasa a un nivel de
0.25%. Posteriormente, en su reunión de abril la mantuvo sin cambio,
al tiempo que anunció cambios en su facilidad de operaciones de
reporto a plazo y nuevos programas de compras de papel comercial,
bonosregionales, bonos corporativos, y bonos gubernamentales en el
mercado secundario, entre otras medidas.
Además de las
medidas de política monetaria mencionadas, diversos países han
seguido instrumentado medidas de estímulo fiscal para atenuar los
efectos adversos en el empleo y en los ingresos de hogares y
empresas. Estas medidas incluyen, en general, transferencias
directas, subsidios salariales, prórroga en el pago de impuestos o
préstamos y mejoras en el seguro de desempleo, entre otras.
La evolución de la
pandemia del COVID-19 y las preocupaciones sobre su impacto en la
actividad económica mundial condujeron a un deterioro importante en
las condiciones financieras globales a finales de febrero. En
particular, los principales índices accionarios de economías
avanzadas registraron fuertes caídas, los diferenciales de crédito
corporativo se ampliaron de forma importante y las tasas de interés
de bonos gubernamentales de economías avanzadas disminuyeron. Sin
embargo, desde la última decisión de política monetaria, las
medidas mencionadas y la incipiente estabilización del ritmo de
contagio en algunos países, se tradujo en un sentimiento menos
pesimista que revirtió parte de los movimientos observados en el
año. Así, desde la última reunión de política monetaria, los
principales índices accionarios de economías avanzadas presentaron
ganancias, los diferenciales de rendimiento de bonos corporativos
disminuyeron, el dólar se depreció frente a la mayoría de las
divisas, y las tasas de interés de las economías avanzadas
mostraron movimientos diferenciados (Gráfica 5). No obstante,
persiste la volatilidad en los mercados financieros internacionales
(Gráfica 6). En este contexto, se ha registrado una recomposición
de los portafolios de los inversionistas hacia activos de menor
riesgo y una reducción en la tenencia de activos de economías
emergentes, propiciando una depreciación de las monedas de dichas
economías y una alta volatilidad en sus mercados cambiarios
(Gráfica 7).
Hacia delante, el
comportamiento de los mercados financieros estará influido, en gran
medida, por la evolución de la pandemia, la profundidad de sus
efectos sobre la actividad económica y sobre sectores específicos
como el mercado petrolero, así como por las respuestas de política
orientadas a promover el buen funcionamiento de los mercados
financieros.
Es importante
destacar que persiste un elevado grado de incertidumbre acerca de la
intensidad y duración del choque global que representa la pandemia.
En este sentido, existen riesgos derivados de la crisis sanitaria
entre los que destacan: i) que la pandemia y las respectivas medidas
de confinamiento se prolonguen o intensifiquen; ii) que continúen o
se acentúen las condiciones financieras de apretamiento y que esto
permeé en la actividad real y en la estabilidad del sistema
financiero; y iii) que se presente una recuperación más lenta de lo
previsto de la demanda a nivel mundial, con una paulatina
recuperación en el gasto de los hogares y de las empresas, dada la
posibilidad de un nuevo escalamiento de la pandemia o una ruptura en
las cadenas globales de suministro, afectándose así de manera más
duradera los niveles de inversión y empleo. Además, persisten otros
riesgos como: i) la posibilidad de un nuevo escalamiento en las
tensiones comerciales; ii) un agravamiento de los conflictos
geopolíticos, sociales y políticos en diversas regiones del mundo;
y iii) el riesgo de mayores y más frecuentes costos económicos
derivados de desastres naturales resultado de factores ambientales.
A.2. Evolución de
la economía mexicana Gráfica 9
Tipo de Cambio del
Peso Mexicano con Promedios Móviles Pesos por dólar A.2.1. Mercados
en México La moneda nacional operó en un rango amplio de entre
22.89 y 25.77 pesos por dólar, siendo este último valor un nuevo
máximo histórico intradía. No obstante, en las últimas semanas el
peso estabilizó su cotización alrededor de 24.00 pesos por dólar,
en un contexto en donde las condiciones de operación, tanto
realizadas como prospectivas, permanecieron deterioradas (Gráfica
9). Cabe destacar que el Banco de México, utilizando el mecanismo
recíproco y temporal para el intercambio de divisas (conocidos como
“líneas swap”) pactado con la Reserva Federal, realizó dos
subastas de crédito en dólares donde ofreció 5 mil millones de
dólares cada una, con el objetivo de proveer de liquidez en esta
moneda a las instituciones de crédito del país y asegurar el mejor
funcionamiento del mercado de fondeo en dólares.
Desde la última
decisión de política monetaria a la fecha, si bien se ha observado
una ligera mejoría en los mercados financieros nacionales, persisten
importantes riesgos para su desempeño. Además, tres agencias
redujeron las calificaciones crediticias del soberano y de Pemex, y
dos de ellas ubicaron a esta última por debajo del grado de
inversión. Así, los precios de los activos financieros en México
presentaron un comportamiento diferenciado por tipo de activo
(Gráfica 8). Lo anterior, en un entorno en el cual prevaleció un
sentimiento de cautela por parte de los inversionistas hacia las
economías emergentes en general.
Luego de haber
aumentado considerablemente, en este periodo las tasas de interés de
los valores gubernamentales presentaron disminuciones, de hasta 176
puntos base, a lo largo de toda la curva, concentrándose los cambios
de mayor magnitud en los bonos de corto y mediano plazo, aunque se
mantienen volátiles (Gráfica 10). Estos movimientos se presentaron
en un contexto en el que las condiciones de operación continuaron
mostrando cierto deterioro.
En cuanto a las
expectativas para la trayectoria de la tasa de referencia de política
monetaria, la información implícita en la curva de swaps de TIIE
descuenta un recorte de 75 puntos base para la decisión ordinaria de
mayo, mientras que los analistas encuestados por Citibanamex esperan
un recorte de 50 puntos base. Para el cierre de 2020, las variables
de mercado anticipan un nivel para la tasa objetivo de alrededor de
4.70% (Gráfica 11), mientras que la mediana de la mencionada
encuesta a economistas se ubicó en 5.50%.
A.2.2. Actividad
económica en México A principios de 2020, y previo a la propagación
del COVID-19, la actividad económica en México mantuvo la debilidad
general que ha venido presentando por varios trimestres. En este
contexto, a raíz del brote del virus en el país a finales del
primer trimestre del año se observaron afectaciones a la actividad
económica, las cuales se espera que se hayan profundizado en abril y
que se extiendan por un periodo difícil de precisar, conduciendo a
una contracción importante de la actividad económica en el primer
semestre del año y reflejándose en una disminución generalizada en
los componentes de la demanda agregada.
En el bimestre enero
– febrero de 2020, las exportaciones manufactureras presentaron un
avance asociado con cierta recuperación de las exportaciones
automotrices, al tiempo que prevaleció la atonía del resto de los
envíos manufactureros. Por destino, se observó cierta reactivación
tanto de las exportaciones dirigidas a Estados Unidos, como al resto
del mundo (Gráfica 12). No obstante, hacia delante, se espera que la
mayor debilidad de la economía mundial, así como los efectos de las
medidas para frenar la propagación del virus sobre la producción
nacional y la disponibilidad de suministros, impacten
significativamente al sector exportador mexicano.
En enero de 2020, el
consumo privado continuó presentando atonía asociada,
principalmente, al estancamiento del consumo de bienes y servicios de
origen nacional. Indicadores oportunos del consumo sugieren que
prevalecía la debilidad de este agregado previo a la propagación
del COVID-19. En particular, a febrero los ingresos en
establecimientos comerciales al menudeo y las ventas de las
industrias manufactureras más relacionadas con el consumo de bienes
en el mercado nacional continuaron presentando un desempeño
desfavorable. Además, la adopción de las medidas necesarias para
contener la pandemia ya ha dado lugar a afectaciones significativas
en otros indicadores, tales como la fuerte contracción que las
ventas de vehículos ligeros exhibieron en marzo. Por su parte, si
bien en enero la inversión fija bruta presentó cierta reactivación
–explicada por una ligera recuperación del rubro de construcción,
toda vez que el gasto en maquinaria y equipo continuó exhibiendo una
trayectoria descendente–, al igual que en el caso del consumo, se
prevé que desde finales del primer trimestre este agregado se vea
afectado de manera significativa por la mayor incertidumbre y los
efectos económicos de la pandemia.
Por el lado de la
producción, a principios de 2020 persistió la trayectoria a la baja
de la actividad industrial y la atonía de los servicios (Gráfica
13). Al interior del sector industrial, si bien en el primer bimestre
del año se observó una reactivación en la fabricación de equipo
de transporte, las manufacturas en su conjunto mantuvieron una
tendencia descendente, en tanto que la construcción se mantuvo en
niveles bajos (Gráfica 14). En contraste, la minería continuó
exhibiendo una recuperación, impulsada, en buena medida, por una
mayor extracción de petróleo. Por su parte, las actividades
terciarias siguieron presentando atonía en enero de 2020, como
reflejo, principalmente, de retrocesos en el comercio al por menor y
en los servicios de transporte e información en medios masivos, si
bien el resto de los servicios también presentaron debilidad. Se
espera que el desempeño negativo de la actividad productiva se haya
acentuado de manera significativa a finales del primer trimestre y
que se profundice aún más en el segundo, como consecuencia de la
suspensión de diversos sectores de actividad en cumplimiento de las
disposiciones oficiales ante la emergencia de salud.
En cuanto a la
posición cíclica de la economía, es claro que las condiciones de
holgura se están ampliando considerablemente, como reflejo de la
persistente debilidad que la actividad económica mantuvo a
principios de 2020 y de los efectos sobre la actividad económica de
las acciones encaminadas a reducir la propagación del COVID-19
(Gráfica 15).
Con relación al
mercado laboral, en el bimestre enero - febrero de 2020, tanto la
tasa de desocupación nacional como la urbana presentaron una
tendencia al alza y se ubicaron en niveles superiores a los
registrados en promedio en 2019 (Gráfica 16). Por su parte, el
desempeño desfavorable de la creación de puestos de trabajo
afiliados al IMSS que se venía observando se exacerbó fuertemente
por los efectos de la pandemia, resultando en una pérdida de 350 mil
plazas entre mediados de marzo y la primera semana de abril, de
acuerdo a un anuncio de la STPS. Finalmente, como resultado del
comportamiento de la productividad y de las remuneraciones medias
reales, el costo unitario de la mano de obra correspondiente al
sector manufacturero continuó ubicándose en febrero en niveles
particularmente altos (Gráfica 17).
En febrero de 2020,
el financiamiento interno al sector privado continuó registrando una
reducción en su ritmo de expansión. A su interior, el
correspondiente a las empresas privadas se contrajo. Ello se explica
por la disminución tanto del crédito bancario, como de la emisión
de deuda interna. En el segmento de hogares, tanto el crédito a la
vivienda, como el crédito bancario al consumo, continuaron
desacelerándose. Respecto de las tasas de interés, las
correspondientes al financiamiento a las empresas se redujeron,
acorde con la disminución de la tasa de interés de fondeo bancario.
A su vez, las tasas de interés del crédito a la vivienda
permanecieron en niveles cercanos a los registrados en diciembre de
2019, mes en el que dichas tasas disminuyeron con respecto al nivel
que se había observado desde el segundo trimestre de 2017. En el
segmento de consumo, y con cifras a diciembre de 2019, las tasas de
interés de las tarjetas de crédito se mantuvieron sin cambio
respecto a meses previos, mientras que las correspondientes a
créditos personales se incrementaron. Con respecto a la calidad de
la cartera, los índices de morosidad del crédito a las empresas e
hipotecario se mantuvieron en niveles bajos, mientras que los
correspondientes al consumo no mostraron cambios significativos y
continúan en niveles elevados.
Como resultado de la
contingencia derivada de la pandemia de COVID-19, existe el riesgo de
un deterioro en el mercado de fondos prestables en los próximos
meses, tanto porque algunos acreditados presenten dificultades para
hacer frente a sus obligaciones, como porque algunas instituciones de
crédito, de forma precautoria, decidan restringir el financiamiento.
Para enfrentar este escenario, durante el mes de marzo y abril las
autoridades anunciaron diversas medidas dirigidas a aliviar de manera
temporal la carga financiera de los acreditados de las instituciones
bancarias y el Infonavit.
A.2.3.
Comportamiento y perspectivas de la inflación
La pandemia del
COVID-19 y las medidas adoptadas para contener su propagación han
comenzado a tener efectos en la evolución de la inflación. El más
notorio es la reducción en los precios de los energéticos, que han
incidido en una menor inflación no subyacente, aunque también se
apreciaron incipientes presiones en los precios, tanto al alza como a
la baja, de algunos bienes y servicios pertenecientes a la inflación
subyacente que parecerían estar asociados a cambios en su demanda
relativa ante la contingencia. Así, entre febrero y marzo de 2020,
la inflación general anual exhibió una disminución al pasar de
3.70 a 3.25% (Gráfica 18 y Cuadro 1)
La inflación
subyacente anual registró un nivel de 3.66% en febrero de 2020 y de
3.60% en marzo. En particular, las variaciones anuales de los precios
de las mercancías permanecieron prácticamente sin cambio, al
ubicarse en 2.82 y 2.83%, respectivamente. A su interior, como
resultado de la crisis sanitaria se observó un ligero repunte en las
variaciones anuales de los precios de las mercancías alimenticias,
al tiempo que las de las no alimenticias continuaron reduciéndose
(Gráfica 19).
Las variaciones
anuales de los precios del subíndice de los servicios, por su parte,
disminuyeron de 3.48 a 3.35% (Gráfica 20), destacando la reducción
que se observó en los servicios distintos a educación y vivienda.
Al respecto, sobresalió la reducción en la variación anual de los
precios de los servicios turísticos, reflejando la menor demanda por
este tipo de servicios ante la emergencia de salud. Entre febrero y
marzo de 2020, la inflación no subyacente anual se redujo de 3.81 a
2.19% (Gráfica 21 y Cuadro 1). A su interior se observaron
comportamientos diferenciados. Por una parte, se registró una
importante disminución en las variaciones anuales de los precios de
los energéticos, las cuales pasaron de -0.54 a -6.36% en esos meses.
Este resultado estuvo influido, en buena medida, por las menores
variaciones de precios de las gasolinas, que a su vez reflejaron las
abruptas disminuciones que presentaron sus referencias
internacionales. En contraste, las variaciones anuales de los precios
de los productos agropecuarios se incrementaron de 7.82 a 9.96%,
destacando la aceleración que han exhibido recientemente las
variaciones anuales de los dos componentes de este subíndice, las
frutas y verduras y los productos pecuarios.
Respecto a las
expectativas de inflación provenientes de la encuesta que levanta el
Banco de México entre especialistas del sector privado, entre
febrero y marzo la mediana para la inflación general al cierre de
2020 pasó de 3.53% a 3.64%. Por su parte, aquellas correspondientes
al mediano y largo plazos se mantuvieron en 3.50%. En cuanto a las
medianas de las expectativas correspondientes a la inflación
subyacente, estas se mantuvieron alrededor de 3.50% en el corto,
mediano y largo plazos. Finalmente, la compensación por inflación
se incrementó en el mismo periodo, derivado de un repunte en la
prima por riesgo inflacionario e incrementos marginales en las
expectativas de inflación de largo plazo implícitas en instrumentos
de mercado. Sin embargo, en las primeras semanas de abril la
compensación por inflación y riesgo inflacionario mostró una
reducción.
En el entorno
actual, y como resultado de la pandemia del COVID-19, la inflación
se vería presionada en dos frentes: a la baja por la ampliación en
la brecha negativa del producto y, en el corto plazo, por la
reducción en los precios de los energéticos, particularmente de las
gasolinas; al alza por la depreciación del tipo de cambio, lo cual
dependerá de su magnitud y persistencia. Si bien estos factores
pueden incidir en la inflación general en diferentes momentos, se
anticipa que esta converja a la meta del Banco de México en el
horizonte en el que opera la política monetaria. No obstante, la
incertidumbre sobre el balance de riesgos para la inflación se ha
acentuado significativamente.
Documento publicado
el 5 de mayo de 2020.
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