Alejandro
Torres
Los
ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tú maldad
se refleja en tu mirada.
Así versan las sagradas escrituras. Desde el Homo
Habilis
de Tanzania hasta los tiempos modernos los ojos han sido
protagonistas en la literatura, los encontramos en las diversas
culturas, sumeria, hindú, china, etc., en la mitología griega los
encontramos en Argos, aquel terrible guardián de cien ojos, que
mientras unos dormían otros cuidaban, sirviente de Hera ante las
constantes infidelidades de su marido Zeus, y que después
sacrificado, sus ojos adornaran la cola del pavorreal. También los
encontramos en Edipo
Rey,
quien después de descubrir el parricidio y el incesto que la
profecía del Oráculo le anticipó a su padre, se cegó. Así hasta
llegar a la socorrida cita de Los
ojos son el reflejo del alma.
Viene
a las mentes el tema al presenciar en reiteradas ocasiones las
imágenes que repiten hasta el cansancio por todos los medios,
las mañaneras
y su apéndice, las de la tarde/noche, que llamaremos las
vespertinas
con motivo de la pandemia. Aquellas convertidas en un verdadero
recurso mediático para descalificar, adjetivar a propios y extraños,
echar culpas, publicitar ensalmos y estampitas, justificar, regañar,
clasificar a medios y periodistas, y que tantas horas de tiempo en
televisión y el ciberespacio no fructifican en acciones serias de
gobierno. En tanto que las
vespertinas
se han convertido en el aparador para el lucimiento del actor de
moda, donde la zalamería encuentra su síntesis en aquella expresión
de que aquel no
es fuente de contagio
porque es una fuerza
moral
por ser el presidente, pero la precisión en la información que se
presente respecto del estado de la pandemia del Corono-virus en
nuestro país, que es para lo que supuestamente fue creada, no la
hay, al grado que gobernadores y presidentes municipales tienen que
salir a los medios a informar de la gravedad del asunto de los
contagios y muertes, desmintiendo a la estrella de las
vespertinas.
En ambas, a sus protagonistas se les puede apreciar esa mirada
perdida, evasiva y hasta irresponsable, sobre el maniqueo manejo de
datos y cifras.
Ítem.
Pero si algo dice que los datos, los otros
datos
que se dan tanto en las mañaneras
como
en las vespertinas,
no son correctos, son esas miradas perdidas en el espacio, como
buscando encontrar en el aire la respuesta a la dificultad de
gobernar, de gobernar en serio, o como el toro de lidia que no sale a
buscar una salida antes que embestir. Esa mirada que no convence y
mucho menos da confianza, no solo a los marinos de la flota, como el
gobernador de un estado norteño que sale a corregir los datos de la
pandemia, o como los pasajeros que miran que sólo gritos y
sombrerazos encuentran ante sus necesidades de un buen navegar, como
el acto del presidente en su tierra natal, Macuspana, donde fue
cuestionado por sus seguidores y, sólo entonces, la mirada dijo
mucho: molestia, ira, berrinche.
Esa
misma mirada perdida adrede que ignora los llamados de verdaderos
científicos y estudiosos al gobernante de nuestro país para que
asuma un rol serio y responsable ante el riesgo fatal de los
contagios del COVID-19 , es la misma mirada cuando se le urge un
programa alimentario para paliar el encierro de millones de familias
que no tienen ingresos porque sus fuentes de empleo están cerradas o
no puede salir a vender o a prestar sus servicios, que no tienen agua
potable para lavarse las manos y cara, que es lo mínimo que se manda
para evitar ser contagiados y el gobierno federal simplemente tiene
suspendida toda obra de infraestructura urbana. Esa misma mirada que
no tiene precisión en las cifras que informa
en las vespertinas,
que, además, nadie cree porque ante el avance de la tecnología no
es aceptable que su
información tenga hasta una
semana de retraso,
o ¿usted puede creer esa respuesta?
Si
el problema fuera solo por la pandemia del Corona-virus, hasta se
podría entender porque nos enfrentamos a un problema fuera de lo
común, pero no aceptar. Sucede que la misma actitud, la misma mirada
es a la pregunta sobre el destino de la economía nacional o de la
violencia, que a la sombra de la pandemia se ha recrudecido y produce
tantos muertos que las cifras han rebasado a los tan criticados
gobiernos anteriores, y de lo inseguro se pasa a la chacota.
Para
ser enfático, la población le urge al gobierno federal un programa
alimentario, no es para fines del sexenio o las elecciones del 2021,
son para ya. No pueden quedarse viendo con pasar el cuerpo inerme de
mexicanos que ya sucumbieron por el hambre o la pandemia.
Nosotros,
el pueblo de México, no nos quedaremos impasibles, porque esto no es
como los ojos de los que habla Neruda en su poema 15. Esta es la
mirada de la 4T, la de del más grande engaño, del más grande
fraude jamás orquestado, es la mirada de la perversidad y de la
evasión cuando se cuestiona la relación con el millonario dueño de
una televisora y tiendas de electrodomésticos y el inexplicable
crecimiento de su fortuna o afrenta a las instrucciones sanitarias al
amparo del gobierno morenista. Seguiremos insistiendo, un día sí y
otro también, por todos los medios que la constitución nos otorga
para exigir a los gobiernos que atiendan los llamados y reclamos
necesarios de la población, siempre por los caminos del
entendimiento, antes de que nos rebase la rabia y la ira y se
conviertan en camino sin retorno, para tener la oportunidad de
recitar a Gutierre de Cetina y su célebre: Ojos
claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados…
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