- Expertos en desarrollo humano,
psicología y terapia familiar creen que este momento es la oportunidad
para reconectarse en el hogar
Ciudad de México a 21 de mayo de 2020.- Dice
un dicho muy antiguo que las familias se hacen en las mesas. “La mesa
es un lugar muy importante para establecer vínculos y para enriquecer”,
explica Patricia de la Fuente, directora de Servicios Educativos para el
Desarrollo Infantil (SEDI), quien cree que cocinar se convierte en una
de las grandes posibilidades de la convivencia tan estrecha que, aunque
de manera obligatoria en algunos casos, se da en estos días de
cuarentena.
Entre las medidas tomadas por las autoridades ante la expansión de
COVID-19 destaca la recomendación de quedarse en casa. “Aunque es una
situación compleja, nos da la oportunidad de tener un mejor acercamiento
con nuestra familia, conectarnos y comunicarnos de mejor manera.
También, de realizar dinámicas de convivencia poco usuales, ya que la
mayoría de las actividades cotidianas de los miembros se ha modificado,
por lo que la adaptación al cambio juega un papel crucial, explica
Nayeli Camps, Directora de Recursos Humanos de Lyncott.
“Si la gente ve esto como una oportunidad para estrechar vínculos y
desarrollar nuevos hábitos, puede obtener buenos resultados. Quizá
perdamos algunas cosas, pero ganamos un futuro para la familia”, comenta
Patricia, experta en educación y desarrollo infantil.
Preparar alimentos y comer en el hogar es ya una actividad de
fortalecimiento familiar, “es un espacio adecuado para la interacción y
la comunicación efectiva, donde podemos expresar preocupaciones, logros y
sumar en la vida de nuestros seres queridos. Los niños y jóvenes nos
pueden dar un punto de vista más equilibrado y creativo para resolver
las situaciones del día a día. La comida es más que ingerir alimentos,
se impone como un lugar de encuentro social que fomenta la confianza y
estrecha los lazos familiares”, explica Nayeli Camps.
Asimismo, la creatividad para
desarrollar actividades en el día a día supone un granreto; sin embargo,
establecer el hábito de cocinar en familia rompe la monotonía y cultiva
en los hijos un sentido de responsabilidad y sana convivencia.
Las familias, como unidades básicas de
la sociedad, son el lugar privilegiado para la educación, el lugar de
crecimiento. En este núcleo encontramos seguridad y uno de los vínculos
afectivos más poderosos. Así que es también el lugar donde podemos
desarrollar actividades lúdicas y divertidas entre todos los miembros.
“No obstante, esta actividad debe
realizarse de forma adecuada, sin forzar a nadie a realizar tareas que
no les satisfagan, ya que esto rompería la armonía que buscamos crear.
Por eso es necesario analizar primero qué es lo que nos gusta hacer o
qué es lo que disfrutamos de las diferentes fases del cocinado”, aclara
Patricia.
Unos prefieren planear el menú, otros
participan en la elaboración, a otros les gusta ser ayudantes de cocina y
probablemente alguien preferirá llevar la batuta para coordinar la
actividad. De acuerdo con la especialista en educación, en la medida en
que haya armonía y no forcemos la asignación de tareas ni vayamos en
contra de las tendencias naturales de cada persona, entonces sí se
reforzará el vínculo familiar.
“Aunque a todos nos gusta comer, no a todos nos place participar en la elaboración de la
comida. Si los miembros de la familia que no tienen esta tendencia
observan a alguien que disfruta mucho hacerlo, eso invitará al resto a
ser partícipes de la actividad”, explica De la Fuente.
Por su parte, Ana María Castanedo,
maestra en psicología clínica por la UNAM y especialista en terapia
familiar y de pareja por el Instituto de la Familia A.C (IFAC),
recomienda lograr un balance entre las actividades en familia y el
tiempo individual de cada uno.
Beneficios de cocinar para los niños
Por otro lado, las especialistas creen que cocinar en familia tiene beneficios claros para el desarrollo infantil.
“Cuando el infante se siente parte de una experiencia enriquecedora como
cocinar y capaz de hacer algo se refuerza su autoestima”, comenta
Patricia. La contribución de un niño o niña, no necesariamente implica
un riesgo, ya que puede ayudar a realizar tareas como extraer los
alimentos de una bolsa o lavar utensilios.
En ese sentido, Maribel Medina, licenciada en psicología, maestra en
inclusión educativa por la Universidad de Salamanca y terapeuta de
aprendizaje y emocional resalta: “ahora que no tenemos tan limitado el
tiempo podemos involucrar más a los niños. Por ejemplo, elegir el sabor
del agua del día, recoger o poner la mesa, los suma a la actividad”.
Estas tareas además contribuyen con su desarrollo psicomotriz, incluso
en los más pequeños, desde los 2 años, así como en la adquisición de
habilidades y conocimientos en campos muy diversos como pueden ser las
matemáticas, la nutrición o la ciencia.
De igual manera, esta actividad permite desarrollar habilidades
sociales, aprender a poner atención y estimula el lenguaje de los niños.
Finalmente, preparar los alimentos, cocinarlos y presentarlos fomenta
la creatividad, tanto en niños como en adultos.
En términos generales, las especialistas creen que es importante
establecer reglas de convivencia para que la persona que ensucie,
limpie; o la que tire, recoja y guarde. La cocina es un buen medio para
convivir, involucrarse y compartir responsabilidades dentro del hogar.
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