Laura
Castillo García
Vocera
del Movimiento Antorchista en el Estado de México
En la segunda gira que realiza luego de haber
decretado la “nueva normalidad”, el presidente de México, Andrés
Manuel López Obrador, se ha topado con grupos de mexicanos que
públicamente manifiestan su inconformidad por la pérdida de sus
trabajos durante la pandemia y, por tanto, por la falta de alimentos
en sus casas. Estudiantes, campesinos, obreros, ex empleados, colonos
y familiares de estudiantes y reos, han tratado de entrevistarse con
el mandatario, pero los ha ignorado bajo diversos pretextos con el
único fin de no atender las demandas de la gente.
En
pleno crecimiento de los contagios y muertos por Covid-19, harto del
encierro al que el virus lo obligó, pero sobre todo con el objetivo
de distraer la atención de los mexicanos para que no vean de frente
que no ha podido domar la pandemia -como lo ha afirmado una y otra
vez-, el presidente López Obrador inició su carrera rumbo a las
elecciones de 2021 sin importarle que el hecho haya sido calificado
por muchos de “locura”, porque en nuestro país la tasa de
letalidad por Covid-19 es del 11.82 por ciento, mientras que en el
mundo es de 5.5 por ciento.
No
obstante, consciente de que su fuerte son las giras porque ahí tiene
la atención de la prensa nacional e internacional y ante cualquier
pretexto puede manipular la información a su favor, el mandatario
visitó - durante la semana del 15 al 19 de junio- las entidades
federativas de: Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y Morelos. Lo que
no se esperaba el presidente es que en cada una de ellas se toparía
con grupos de mexicanos que le solicitaron acciones para remediar la
difícil situación que vive el país tras la pérdida de 12 millones
de empleos y que poco más de 80 millones de mexicanos no tienen
comida en sus hogares. No obstante, ninguno de los grupos inconformes
encontró respuesta del presidente y tuvieron que retirarse de los
diferentes lugares solo con la satisfacción de haber dicho lo que
sentían, pero nadie se fue tan siquiera con una promesa de solución
a sus demandas.
En
Veracruz el presidente se topó con familiares de personas
desaparecidas; quienes, ante la indiferencia y soberbia de López
Obrador -quien tampoco se ha dignado a atenderlos en Palacio
Nacional-, le gritaron que: “tuvo más derecho la mamá del Chapo
que nosotros”, toda vez que el presidente no detuvo el vehículo en
que viajaba con el pretexto de la “sana distancia”, según
explicó. En Hidalgo, obreros, campesinos, profesores sin
salario y estudiantes, se sumaron a las protestas en contra del
presidente de México, pero ni este ni el gobernador Omar Fayad
atendieron a los inconformes y, para evitar los inconformes,
retrasaron su salida del Centro de Control, Comando, Comunicaciones,
Cómputo, Coordinación e Inteligencia de Pachuca, Hidalgo, mejor
conocido como C5. Alumnos y exempleados de Tepatepec, campesinos y
familiares de reos también se manifestaron a las afueras del C5
porque ni el gobernador Fayad ni López Obrador han atendido sus
demandas: construcción de una universidad, despidos injustificados
en el Sistema de Transporte Tuzobús y justicia para dos reos que se
encuentran en el Cereso de la capital, quienes sufren agresiones,
golpes y porque no le proporcionan medicamento a un enfermo de
diabetes.
También cientos de antorchistas reclamaron el
derecho que tienen como mexicanos al empleo y a la alimentación. El
presidente no solo ignoró a los antorchistas sino, como es su
costumbre, los agredió de la única manera que él sabe y que maneja
muy bien: a través de la calumnia propagada por los medios de
comunicación nacionales.
Desde antes de que iniciara su periodo como
presidente de la república, el tabasqueño acusó impunemente a los
antorchistas de ser intermediarios de programas sociales y de recibir
“moches”. El pasado miércoles 17 de junio, lo volvió a hacer y
tampoco exhibió ninguna prueba que sustentara su acusación, como
tampoco lo ha hecho durante el año y siete meses que ha ejercido el
poder nacional… y que conste que desde entonces tiene acceso a toda
la información y a todas las maniobras ilegales que necesita para
aplastar a sus enemigos políticos, como lo ha hecho con varios
comunicadores a quienes ha reprimido por haberlo criticado y porque
han puesto al desnudo no solo el fracaso de su política, sino
también las corruptelas de su equipo más cercano.
A la organización social más grande del país y
a la más estructurada -como lo ha demostrado en esta delicada época
de pandemia-, el presidente López
Obrador no ha probado ninguna, ninguna de las acusaciones que ha
hecho en contra de Antorcha por lo que
dichas acusaciones se configuran dentro de lo que todos conocemos
como MENTIRAS porque son contrarias a lo que sucede en realidad, y
como CALUMNIAS porque son “acusaciones falsas, hechas
maliciosamente para causar daño”.
Al presidente de la república le urgen unas
terapias no solo para que vea la realidad tal cual es y no la deforme
como cualquier mitómano, sino también para que deje de calumniar a
quienes no están de acuerdo con su proyecto político y su manera de
gobernar al país.
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