· Repensar los métodos de las ciencias
sociales requiere del investigador una
vigilancia constante con respecto a su implicación como sujeto en el oficio de investigar.
· Es necesario realizar un trabajo
reflexivo y creativo ante el peligro constante de los estereotipos a los que la
ciencia se ve enfrentada.
Ciudad
de México, 15 de junio de 2017. La ética de la investigación científica y sus
métodos representan un desafío para el siglo XXI. La labor de investigadores
requiere de nuevos planteamientos e imaginarios para enunciar y dar parte de
los objetos de estudio que constituyen la narrativa, la historia y la
configuración de las sociedades.
Estos
retos se plantean en el libro La experiencia como hecho social. Ensayos de
sociología cultural, recientemente publicado por la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, sede México y presentado el pasado lunes 12 de junio por uno
de sus coordinadores, Santiago Carassale, con la lectura y los comentarios de
Adriana Gúzmán, investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia,
Alexandre Beaudoin del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM,
y Rodrigo Díaz investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.
“Existe
una mutua implicación entre lo investigado y la investigación. Este libro nos
invita a preguntarnos sobre las armas que dispone el investigador para
identificar y conquistar la experiencia ajena, colectiva o individual”, explicó
Adriana Guzmán, catedrática de la
Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Alexandre
Beaudoin aseguró que este libro plantea una pregunta ética que concierne a
todos los investigadores “¿cómo hacer nuestro trabajo?” dado que los ensayos de
esta publicación colocan al investigador bajo la mira, puesto que busca
“observar al que observa, tomar parte y dar parte”.
Para
Beaudoin este planteamiento tiene trascendencia en el quehacer investigativo
porque asume desde otra cara la responsabilidad científica frente a una
“ciencia que termina construyendo y legitimando estereotipos, es decir,
representaciones ficticias y significantes del mundo difundidas desde una
posición de poder y destinadas a incrustarse de forma masiva en el inconsciente
de los individuos”.
“Si
creemos que el pensamiento crítico, la duda metódica y el cuestionamiento,
y la refutación son principios
constitutivos de las ciencias y las disciplinas que se consideran -de forma
despectiva- como especulativas, serían más científicas que las ciencias
sociales funcionalistas inspiradas en el conductismo, ya que no se proyectan
como dogma”, afirmó el antropólogo.
A
través de sus ensayos este libro, comenta Beaudoin, ofrece ocho experimentos en
los que se juega con la infinidad de posibilidades que nos ofrecen los
fenómenos sociales y culturales, las palabras y los seres humanos en general.
¿Cómo tomar parte y cómo dar parte?
Durante
su participación, el investigador de la UAM Iztapalapa, Rodrigo Díaz consideró
que, desde los estudios antropológicos, la experiencia ha sido sustraída de las
etnografías restando así la vitalidad de la observación y la vivencia de quien
ejerce su papel de investigador.
Desde
su perspectiva, este libro pone sobre la mesa un tema “fascinante para las
Ciencias Sociales, el de las narrativas”. Para Díaz, la narración constituye no
sólo las acciones y experiencias de los otros sino también al yo, al mismo
tiempo que coloca a los agentes no sólo como observados o actores sociales,
sino también como autores. “Es un libro
que nos invita a repensar muchos conceptos centrales a la luz de las dificultades
del mundo contemporáneo”, aseguró.
El
coordinador de la obra, Santiago Carassale destacó que este libro es el
resultado de una experiencia y un trabajo colectivo del seminario de Sociología
e Historia Cultural de la Flacso México: “los ocho artículos más la
introducción componen un trabajo conjunto realizado por estudiantes de maestría
y los coordinadores del seminario, lo cual resulta en una obra muy buena”.
Durante la producción de este libro, comentó, siempre estuvo presente la
pregunta por cómo se entrelaza la dimensión ética con la dimensión metodológica
de todo trabajo de investigación, los dilemas de la pesquisa y la
responsabilidad que conlleva el quehacer
científico. Frente a las perspectivas metodológicas que se abocan sólo a los
problemas de la observación el libro propone una reflexión metodológica sobre
el juego en simultáneo de la mutua constitución de lo observado y del observador.
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