En realidad, cuando visitamos un restaurante, tenemos la falsa ilusión de elegir lo que más se nos antoja del menú, sin embargo, cuando este posee un buen diseño, es el chef quien en realidad decide lo que vamos a pedir.
En la actualidad, ciencias como el neuromarketing, la economía conductual y la psicología social se han fusionado para dar forma a la arquitectura de las decisiones, disciplina con la cual varias empresas están confeccionando la experiencia que le desean brindar a sus consumidores.
En el caso del menú de un restaurante, se establecen anclajes y señuelos para fijar un precio de referencia en la mente del consumidor (decoy effect), se enumeran los platillos con un orden determinado (primacy and recency effect), se colocan señaladores para resaltar algunos productos (sesgo de disponibilidad) se establecen opciones predeterminadas (la gente tiende a elegir el camino que presenta menor resistencia) e incluso se utiliza vocabulario descriptivo para generar expectativas controladas para cada plato.
De acuerdo a un estudio realizado por Brian Wanskin, James E. Painter y Koert Van Ittersum, los alimentos de un restaurante que se presentaron con una descripción se vendieron 27% más.
Con la finalidad de lograr estos resultados, algunos restaurantes están utilizando adjetivos vívidos para adornar sus platillos y que se pueden categorizar en estos 4 tipos:
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