Norma
Sánchez
En
1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, guerra que dejó más de 60
millones de muertos y al mundo sumido en una miseria y crisis
generalizada, de la cual los países tardaría años en recuperarse,
no sólo los países sino los millones de sobrevivientes que se
quedaron sin nada a causa de una guerra imperialista.
Desde
entonces han pasado ya 81 años y hoy al mundo no lo azota la guerra
sino una pandemia que va por el mismo camino,
más
de 408 mil personas han muerto por coronavirus en todo el mundo y
hacia allá también se encaminan millones de personas que quedaron
hundidas en la pobreza derivada de la paralisis económica que
provocó la pandemia.
Recientemente
el Banco Mundial alertó que este año la economía mundial se
contraerá 5.2 por ciento debido al impacto causado por el Covid-19
y, de acuerdo al BM, esta es la recesión más profunda que enfrenta
el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, es decir, muchos países
atravesarán una disminución del ingreso per cápita, llevando así
a millones a la pobreza.
En
el mes de abril el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA)
de la ONU, declaró que se acercaba una pandemia de hambre mundial,
porque ya había 135 millones de personas en el mundo que se
acercaban al borde de la inanición y que se prevee que para finales
del 2020 existan 130 millones de personas en situación de hambruna.
Sin
embargo, ni la ONU ni el Banco Mundial fueron los primeros en
pronunciarse sobre las repercusiones que habría en el mundo por la
pandemia, pues desde el mes de marzo el Movimiento Antorchista se
pronunció sobre que los gobiernos deberían tomar medidas necesarias
para evitar que sus gobernados no murieran de hambre durante esta
crisis sanitaria.
En
el caso de México, un país con un gobernante ignorante sobre el
virus y su llegada a la república, su presidente no tomo en serio
las medidas sanitarias ni mucho menos echó a andar acciones que no
solo combatieran los contagios sino también la falta de alimentos
para millones de desempleados.
El
Movimiento Antorchista lleva tres meses exigiendo al gobierno federal
implemente un programa alimentario para las familias que se quedaron
sin empleo o aquellas que aún no pueden salir a emplearse en el
trabajo informal por miedo al contagio, pero Andrés Manuel López
Obrador desdeña a los pobres, a aquellos por los que dijo que
gobernaría.
Por
el contrario, el presidente decidió levantar la cuarentena
arriesgando al máximo contagio a la gente, y así es como ha estado
sucediendo: se han multiplicado los casos de Covid-19 y las muertes
por el mismo; es decir, “no se ha domado la pandemia” como lo
aseguró López Obrador.
Él
continúa feliz, feliz, con su nueva gira de “trabajo” que en
realidad es una gira para tratar de levantar su desgastada imagen;
dice el dicho que: “que
cada quien tiene lo que se merece”
y quizá los mexicanos nos hayamos merecido un gobernante indiferente
al dolor de los pobres, inútil y estulto, pero que hoy es momento de
abrir los ojos y darnos cuenta de que los mexicanos merecemos más,
merecemos un gobierno que verdaderamente vele por los intereses del
pueblo trabajador porque solo así en verdad tendremos lo que nos
merezcamos.
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