Eleni Vardaki, graduada del
Programa del Diploma (PD),
comparte sus consejos como asesora educativa sobre modos de lidiar con el estrés escolar.

“Una de las lecciones que podemos aprender de la pandemia es la importancia de centrarnos en aquello que sí podemos controlar”.
Uno de los mayores
desencadenantes de estrés para las personas en 2020 (incluidos los
alumnos del Programa del Diploma del IB) ha sido tener que aceptar que
hay muchas cosas que están
fuera de nuestro control. No podemos controlar las decisiones que toma
el gobierno para hacer frente a la pandemia de la COVID-19
(coronavirus). No podemos controlar el cierre de los colegios, el tiempo
que permanecerán cerrados ni las medidas de seguridad
para su reapertura. No podemos controlar las decisiones sobre cómo se
adaptará y evaluará el currículo a medida que las organizaciones van
haciendo frente a las circunstancias imprevistas en diferentes partes
del mundo.
Para los alumnos del Programa
del Diploma, la sensación de falta de control ya estaba presente en sus
vidas debido a las exigencias del currículo del IB sobre su tiempo,
energía y atención.
Si a esto le añadimos todos los factores externos que están sucediendo
en el mundo y que no podemos controlar, el estrés de ser alumno durante
esta época es enorme.
Creo que una de las lecciones
que podemos aprender de la pandemia es la importancia de centrarnos en
aquello que sí podemos controlar. Debes dejar de perder tiempo y energía
preocupándote
por lo que no puedes controlar, y canalizar esa energía en las cosas
que sí están bajo tu control. Puedes empezar por tus pensamientos,
comportamientos y hábitos, es decir, decidiendo a qué dedicar el tiempo.
¿Estás concentrado en las percepciones negativas
de tu situación (ideas que realmente no te llevan a ninguna parte o te
hacen dar vueltas en círculos)? ¿O aprovechas los desafíos que enfrentas
como una oportunidad para crecer y desarrollarte como persona y como
alumno?
En este artículo, invito a los
alumnos a que se hagan algunas preguntas creadas para ayudarlos a
centrarse en las cosas que pueden controlar. Puedes hacerte estas
preguntas a ti mismo,
como un breve chequeo, para detectar en qué áreas necesitas prestar más
atención. Las preguntas se dividen en cinco categorías: el estrés por
exámenes, por malos hábitos, por relaciones, por una actitud fatalista
ante el futuro y por malas experiencias.
1. Estrés por exámenes
Este tipo de estrés suele
formar parte del “pánico escénico”. Podemos sentir pánico escénico al
participar en una competencia deportiva o cuando tenemos que hacer una
presentación o una
tarea importante, como escribir un trabajo. Es decir, en cualquier
situación donde nuestro desempeño se ve evaluado de alguna forma. Por lo
tanto, he aquí algunas preguntas que puedes hacerte para reflexionar
sobre la ansiedad que te causan los exámenes y
evaluar si necesitas apoyo profesional para reducir el estrés:
-
¿Qué asignaturas me generan más estrés o ansiedad?
-
¿Cuándo empecé a sufrir ataques de ansiedad o ataques de pánico antes de una prueba o un examen importante?
-
¿Existe la posibilidad de que el estrés del examen me impida demostrar lo que sé?
2. Estrés por malos hábitos
-
¿He desarrollado malos hábitos
de sueño durante mi estudio que pueden obstaculizar el logro de mis
posibles objetivos educativos (por ejemplo, quedarme estudiando toda la
noche para un
examen, luchar para conciliar el sueño antes de medianoche o recurrir a
pastillas, como somníferos, como solución rápida)?
-
¿He desarrollado malos hábitos
alimenticios que pueden obstaculizar mi capacidad para concentrarme
mejor (por ejemplo, comer por estrés o por motivos emocionales,
olvidarme de comer o
recurrir con frecuencia a la “comida reconfortante”, como la comida
basura y el azúcar procesado, debido al estrés)?
-
¿He desarrollado una relación
poco saludable con la tecnología que puede estar obstaculizando el logro
de mis objetivos (es decir, desarrollar adicción a las redes sociales,
permitir
que las aplicaciones me distraigan del estudio y me desconcentren, ver
Netflix de forma compulsiva o jugar a videojuegos durante muchas horas)?
3. Estrés por relaciones
-
¿Soy feliz en la relación que tengo con mis amigos y compañeros?
-
¿Soy feliz en mi vida amorosa?
-
¿Qué relaciones en mi vida me
parecen que son poco saludables o tóxicas y pueden estar agotando mi
capacidad de concentrarme en alcanzar mis objetivos?
4. Estrés por una actitud fatalista ante el futuro
-
¿Estoy dispuesto a seguir un
plan B o un plan C si no ocurre lo que quiero, o sentiré que el mundo se
derrumba si no obtengo las calificaciones necesarias para concretar mi
plan inicial?
-
¿Soy una persona obstinada en
su forma de pensar o tengo la flexibilidad intelectual para evitar
preocuparme de manera excesiva sobre el futuro, de modo que pueda
considerar todas mis
opciones desde una perspectiva más fundamentada?
-
¿Me encuentro atrapado en una espiral de pensamientos negativos que me impiden concentrarme y estudiar de manera eficaz?
5. Estrés por malas experiencias
-
¿He tenido malas experiencias en el colegio en el pasado que han destruido mi confianza y autoestima académica?
-
¿Siento que estoy condenado a que me vaya mal en las pruebas y los exámenes porque no me ha ido bien antes?
-
¿El miedo a sufrir un ataque de pánico o a que la mente me quede en blanco me impide concentrarme en mi educación?
Por último, si bien no menos
importante, pregúntate si te ayudaría recibir apoyo profesional para
trabajar en la recuperación de tu confianza y autoestima o para cambiar
un mal hábito
(ya sea una forma de pensamiento negativo, como tener una actitud
fatalista ante el futuro, o malos hábitos de sueño).
“No es fácil abrirse a
alguien y hablar de las cosas que te estresan de una manera constructiva
y dirigida a resolver el problema”.
La sociedad nos ha hecho creer
que solo las personas “débiles” piden ayuda, lo cual es sencillamente
falso. La verdad es que hay que tener mucho valor para acudir a alguien y
pedir ayuda
profesional. No es fácil abrirse a alguien y hablar de las cosas que te
estresan de una manera constructiva y dirigida a resolver el problema.
Muchos alumnos del IB eligen compadecerse de su estrés y aferrarse a él,
a veces incluso como una especie de “insignia
de honor”. Tienes que estar dispuesto a asumir la responsabilidad de tu
vida, tus sentimientos, tu salud y tu bienestar para llegar al punto de
tener el valor de pedir ayuda, y eso requiere fortaleza.
Si estudias en un Colegio del
Mundo del IB que tiene un asesor escolar a tiempo completo o parcial,
ponte en contacto con él o ella para que te enseñe a aliviar el estrés, y
a prepararte
mental y psicológicamente para tener un buen desempeño en el colegio.
Pídeles consejos a tus profesores sobre cómo mejorar tus hábitos de
estudio y cuidado emocional al final de la clase. También puedes
pedirles consejos a tus amigos, tu comunidad local y
tu familia. Puedes tomar clases de yoga o de conciencia plena para
adolescentes a fin de aprender nuevas técnicas para aliviar el estrés y
centrarte en tus objetivos y sueños.
No sufras en silencio. Se
necesita algo más que profesores y tutores privados para lograr un buen
desempeño académico. Tu mente es importante. Tus hábitos son
importantes. Tu estado emocional
es importante. Aprovecha esta oportunidad para aprender más sobre cómo
mejorar tus habilidades, tus hábitos de estudio y tu cuidado emocional.
Te lo agradecerás en el futuro.